VIII Encuentro Feminista

07/12/1999
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VIII Encuentro Feminista de America Latina y el Caribe:
El feminismo en la antesala de una nueva era

Irene León

Buena parte de las mil participantes que concurrieron a República
Dominicana del 22 al 25 noviembre pasado, para participar al VIII Encuentro
Feminista de América Latina y el Caribe, se involucró en la vivencia de una
metodología holística, que trató de conjugar creación, reflexión y
simbologías, invitando a sobrepasar el monopolio de la palabra, y de las
relaciones de poder que de ella devienen, para buscar formas de expresión
incluyentes, recurriendo a diversas formas comunicacionales. Otras en
cambio resintieron la falta de debate oral y se organizaron su propio
evento donde la palabra reinó.

Ambos frentes concluyeron, sin embargo, que al movimiento feminista le toca
encarar, desde diversas aristas, las nuevas problemáticas provenientes de
un contexto cambiante, principalmente por el proceso de globalización, cuyo
análisis teórico -en vísperas de la Cumbre del Milenio- queda pendiente
para unas, mientras que para otras, habiéndose puesto en evidencia el
liderazgo del mercado y el consecuente avance de la exclusión social en ese
proceso, se trata de una toma de posición política impostergable.

Todas, o casi todas, señalaron al neoliberalismo como un modelo excluyente,
agudizador de las brechas socioeconómica entre los géneros, responsable de
las crisis sucesivas que afectan a todos los países de la región. Para
enfrentarlo estuvo al orden del día la idea de "recuperar la propuesta
feminista con resistencia, desobediencia y transgresión, para subvertir los
espacios públicos, privados e íntimos, sobre el modelo neoliberal, y
resistir al mercado tanto en lo cultural como en lo ideológico". Entre las
estrategias posibles se enfatizó en la necesidad de establecer puentes con
otros movimientos sociales que cuestionan al neoliberalismo, "sin perder la
especificidad feminista".

Los llamados a retomar el aspecto subversivo y autónomo del feminismo,
formulados por la Comisión Organizadora caribeña, tuvieron eco, en fondo o
en forma. Muchas cuestionaron incluso las relaciones de poder internas,
provenientes no sólo de las habilidades discursivas sino del acceso a
recursos, influencias, formas de liderazgo, inserciones institucionales, o
tomas de posición relativas al acceso de las mujeres al poder y a la
decisión, que desde diversos puntos de vista, diluyen dicho carácter
subversivo.

"Hay dos clases de poder, enfatizó uno de los grupos de trabajo, el
patriarcal opresivo y el poder que libera las potencialidades... un
proyecto feminista debe ser el de reconstruir el poder desde esa óptica y
práctica. El movimiento feminista, cuando se mira a sí mismo, necesita
volver sobre la construcción de la confianza, las alianzas, los pactos
entre las mujeres y superar la fragmentación".

Asimismo, a estas alturas, la diversidad en el movimiento parece ser ya
parte del discurso de consenso, no obstante se señaló que la sobreposición
de agendas y de estrategias apelan a la búsqueda de un mínimo común
identificatorio: la capacidad transgresora y fecunda del feminismo.

"Esta diversidad nos hace ir más allá de los puntos colocados en la
palestra y ello nos convoca a definir cuáles de ellos queremos negociar con
los Estados y cuáles constituyen nuestra agenda más radical y más
transformadora, habida cuenta que todo lo que tiene que ver con la vida,
con la democracia, es asunto que nos compete y nos importa", enfatizó otro
grupo.

Diversos puntos de vista matizaron los balances de los logros del feminismo
en el siglo que termina, pero hubo convergencia en torno a algunos
pendientes: la violencia; el aborto; la diversidad sexual; el trabajo
doméstico; la lucha contra la exclusión social; "la urgencia de generar
nuevas propuestas de desarrollo, que aspiren a una soberanía universal
global"; el fortalecimiento de enfoques éticos; entre otros.

Luego de un quinquenio de escisiones, provocadas principalmente por las
diferencias en torno a la naturaleza política del movimiento, el Encuentro
realizado en República Dominicana puso en evidencia que el feminismo
latinoamericano y caribeño está en una fase de transición hacia la
formulación de propuestas que encaren las consecuencias de la
globalización; transición hacia la definición de su participación a la
construcción de un tejido social de movimientos que propongan alternativas
al actual modelo; pero también en transición de su propia visión de sí
mismo, de sus ejes de lucha y de sus formas de debate.

La convivencia de los diferentes enfoques metodológicos que se expresó en
República Dominicana, por lo menos, dejó sentado que el feminismo es
múltiple y diverso, como lo son quienes lo componen.

El VIII Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe, concluyó el 25
de noviembre, día mundial de lucha contra la violencia hacia las mujeres,
con una multitudinaria marcha en la que se honró también la memoria de las
hermanas Mirabal -asesinadas en ese país por la dictadura de Trujillo-,
símbolo de aquel día de acción por la paz en la calle y en la casa.
https://www.alainet.org/es/articulo/104528
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