Deuda y subdesarrollo
Moralejas de la historia de la deuda europea
14/12/1999
- Opinión
El tema de la deuda externa es recurrente a lo largo de la historia de
América Latina y a lo largo de la peruana. Fue un problema en la Europa de
la entreguerra. También recorre el ancho del mundo y las fuentes del
crédito. Está claro que los problemas recurrentes tienen las mismas
características pero que las soluciones no son iguales. Las discusiones
sostenidas a raíz de la deuda alemana por reparación de la primera guerra
mundial y la deuda interaliada en 1926 llevó a modificaciones en las reglas
del juego financiero internacional, como por ejemplo el año Hoover.
Con el avance de la historia se han ido inventando soluciones imaginativas
para resolver lo que parecía imposible de remontar, como fue el acuerdo
alemán en Londres en 1953. Han sido las voluntades políticas aunadas a
ingeniosos banqueros y gobernantes los que dieron solución, cada vez, a lo
impensable: la imposibilidad de pagar lo adeudado por razones de una crisis
internacional o porque la carga de la deuda impedía el desarrollo de la
nación. Cada vez, la caída en los precios de las materias primas, el alza de
la tasa de interés internacional y el repliegue de los créditos ha
precipitado una crisis de gran magnitud en los países en vías de desarrollo
o antes a las economías europeas.
La discusión sobre el subdesarrollo presentada en este trabajo sale de las
discusiones sostenidas entre 1926 y 1931 por los académicos norteamericanos
y europeos de la época, con los resultados políticos que se explicarán más
adelante. Es interesante observar que no hay ningún argumento nuevo en la
década de los años 80 ó 90 que no se haya esgrimido en torno al tema del
freno al desarrollo de la carga de la deuda que no fuera explicitado antes.
Lo extraordinario es que entre 1926 y 1931 la preocupación fue Alemania y la
deuda interaliada.
Quien introdujo la preocupación fue el General Pershing quien en 1926 pidió
la condonación de la deuda interaliada abriendo una controversia en EE.UU.
entre la universidad de Columbia y de Princeton, de un lado, y el secretario
del tesoro del otro (Chew). Dicha controversia sigue vigente. Más
interesante aún es observar las formas como se estimó a raíz de esto la
carga de la deuda y el peso sobre el servicio anual (Withers). Las medidas
tomadas cara a Alemania en 1928 son en gran parte resultado de la
controversia (Mendoza). La suma, naturalmente, es cero. Se le redujo el
saldo de la deuda por reparación de guerra pero se le mantuvo la cuota
anual, muy como está haciendo actualmente el Banco Mundial bajo el esquema
HIPC según la evaluación del FMI de marzo de 1999. Las consecuencias se
conocen y son parte de la historia pero entre 1928 y 1931 se modificó la
manera de comprender el fenómeno de la deflación a partir del traslado de
recursos por cobro de deudas pesadas.
Al final, en 1931, los acreedores dejaron de cobrar la deuda y pidieron a
todas las partes que no le cobraran a Alemania la reparación y que no se
cobraran entre sí las deudas, pero era ya tarde, el mundo se había sumido en
una deflación (HMO Miscellanous Nos. 19 y 12). En estos tiempos del nuevo
siglo que se avizora, el texto de Krugman sobre el Retorno de la economía de
la depresión debe ayudar a reflexionar sobre algo que es mayor y más antiguo
que las transacciones comerciales y financieras entre naciones desiguales,
hoy más desiguales que nunca.
El argumento para el perdón de las deudas
El informe Colwyn, del parlamento inglés, de 1926 es quizás el texto con más
información sobre deuda del periodo de la pos primera guerra mundial. El
problema de la rapidez de los pagos es el tema más importante (Withers). La
definición de Jèze es el reparto de la carga en el tiempo (en Withers)...
un reparto anual de más del 20% sería demasiado pesado porque todo ello le
desalentaría de producir. Esta visión es criticada por Withers por ser de
muy corta visión, y muy monetaria. Deja la velocidad del retiro de la deuda
-es decir de su pago- al ojo del adivinador. Hoy día se podría añadir que,
tenga éste o no modelo econométrico, sigue siendo un adivinador que adivina
a partir de sus expectativas y de sus esperanzas. El fracaso de las
proyecciones utilizadas en el caso de América Latina así lo indica con los
acuerdos definitivos firmados tanto con el Club de París como de los planes
Brady. Adivinaron mal.
El volumen del ahorro fue el criterio introducido en esa discusión por los
profesores A.M. Samuel y Stanhope-Pitt quienes no observaron que un pago
acelerado de las deudas era una confiscación tributaria en la visión de
Withers. Es decir, se aumenta el ahorro interno reduciendo el consumo
interno y aumentando la producción exportadora. Esto aumenta la capacidad de
pago. En segunda instancia, sin embargo, si se acorta el periodo de pago
para reducir el valor presente de los préstamos, a una tasa de interés dada,
se está confiscando tributación interna y trasladándola del gasto interno al
servicio de la deuda incrementado. A Withers le interesa la capacidad
tributaria de pago. El problema para él es si frena o no el proceso de
acumulación del capital. Esta visión se ha perdido en las discusiones
contemporáneas que giran sobre la balanza de pagos mayoritariamente, y hay
que recuperarla.
El tema de la capacidad de pagos es uno que brotó en la discusión entre los
profesores de la universidad de Columbia, de la universidad de Princeton y
el secretario del Tesoro Andrew Mellon entre fines de 1926 y mediados de
1927 (Chew). El texto de Withers de 1931 resuelve el debate. Lo que produjo
el debate fue la cercanía a la fecha en que Alemania y los aliados tendrían
que comenzar a pagar sus deudas a EE.UU. La imposibilidad alemana de pagar
la deuda de la guerra pactada que sumó 125,000 millones de dólares, es decir
cuyos réditos a 5.5% anuales eran de mas de 6,000 millones de dólares. Todos
los demás vencedores de la guerra, los aliados, debían 11,000 millones de
dólares a EE.UU.
Ante las dificultades de sostener este nivel de pagos a una economía
destruida por la guerra e hipotecada en su base productiva, Dawes propuso
que los alemanes pagasen 600 millones de dólares a partir del 1 de setiembre
de 1928. Es decir que entre 1919 y 1928 Alemania no pagó nada a EE.UU. para
poder reconstruirse. Cuando hizo el pago en setiembre del 28, el Ministro
alemán advirtió que ese esfuerzo podría realizarse de una sola vez pero no
podría ser regular. Alemania afirmó que no podría sostener esos pagos y los
peritos que fueron con Dawes a Alemania estimaron que la deuda sería en
realidad de 11,000 millones de dólares, si se capitalizaban los intereses al
5.5%. Esto era ya una reducción de la deuda de 125,000 millones a 11,000
millones de dólares tomando las bases realistas de la capacidad del país de
hacer frente a la deuda. Los alemanes propusieron comprar la deuda haciendo
una emisión en EE.UU. lo cual reduciría el valor presente neto de la deuda a
4,000 millones de dólares y se haría pagadero ese monto en sesenta años.
El negociador estadounidense Parker Gilbert, agente general de las
reparaciones, hizo un informe general aduciendo la capacidad de pagos
alemana que se presentó en la conferencia de París donde estaban deudor y
acreedores. Es decir, en París se creó la ecuación entre la deuda de los
aliados a EE.UU. y la deuda de Alemania a los aliados, ambos por 11,000
millones de dólares a sesenta años y al 5% (las cuotas serían de 183.3
millones de dólares de amortización y 550 de intereses).
Alemania ofreció desde el primer momento 7,000 millones de reparaciones de
guerra, que fueron inaceptables en 1919. Fue lo mismo que planteó en París,
donde continuó siendo inaceptable. Al fracasar la conferencia de París en su
versión original surgió el Plan Young que propuso y pactó una reducción de
la deuda alemana a 9,000 millones al 5% a 60 años. Esto es 150 millones de
dólares de amortización y 450 millones de intereses, igual a la cuota
inicialmente inaceptable para los alemanes de 600 millones anuales, excepto
que este segundo tenía límite de 60 años y el monto original era a
perpetuidad y se modificaba por la voluntad del acreedor. Esto se observó en
las reducciones de saldo planteadas a lo largo del período 1919 a 1928
(Mendoza). Es decir, Alemania recibió una reducción de la deuda por
reparaciones de guerra de 125,000 millones de dólares a 9,000 millones de
dólares. Mientras eso ocurría el crédito internacional hacia Alemania se
reabrió para ayudarlos a reconstruir la economía. A la postre el Partido
Nacional Socialista fue el beneficiado por estos créditos y reducción de
deuda y fue el que declaró el cese de pagos en 1933.
Si bien por un lado es cierto que la capacidad de pago alemana para cubrir
600 millones de dólares anuales permanecía en la cabeza de los acreedores,
también es verdad que la reducción de la deuda de 125,000 millones de
dólares a 9,000 millones de dólares era un importante sustento psicológico.
En términos financieros de pagos anuales no quiso decir nada pero sí sobre
el saldo inicial. Cuando Withers escribe su trabajo, este es el contexto
histórico que está rondando el medio académico (Mendoza).
Cuando se observa el modo como el Banco Mundial hace sus cálculos de
sustentabilidad de pagos, se podrá observar que los resultados son similares
al Plan Young, las cuotas permanecen inalteradas a pesar de la reducción de
los saldos, partiéndose del principio de que lo que se está pagando es
posible de ser cubierto y al mismo tiempo mantener un ritmo de acumulación
de capital que dé pie al desarrollo. Como se vio en el caso alemán de los
años 30 en adelante, esto no es cierto, necesariamente. Hitler suspendió
los pagos de la deuda el 1 de setiembre de 1933 y suspendió los pagos de las
deudas incondicionales (Dawes y Young) entre junio y diciembre de 1934.
(FBPC).
En el Report of the International Committee of Experts respecting the claims
of Certain InterGovernmental Debts falling due during the year ending June
30, 1932 presentado al Parlamento Británico, dice que el Hoover Year de 1930
las deudas no han sido cobradas y que se propone que los pagos que se deben
de 1931-32 se difieran un año y así todo el calendario original y que los
pagos de 1930 se hagan en diez cuotas iguales a partir del 1 de julio de
1933 (Committee of experts, HMO Miscellanous No. 19). Es decir, Alemania
nunca habría cumplido con sus acuerdos de pagos de deuda fuera por la
negociación tensa de 1928, por el año de Hoover, por la suspensión de cobros
que hubo entre 1931 y 1933 como resultado de acuerdos en el Congreso
Americano y en el Parlamento Britanico en 1931 y 1932 (Committee of experts,
HMO Miscellanous No. 19 y No.12). Luego en 1933 ganó Hitler las elecciones y
suspendió los pagos unilateralmente.
Es preciso recordar que cuando se acordó este tratamiento para Alemania al
mismo tiempo se le solicitó a Bélgica, Grecia, Yugoslavia que no le cobraran
las reparaciones a Alemania. En lo que concierne a otros pagos, es decir
pagos a EE.UU.; Checoslovaquia, Francia, Italia, Rumania, el Reino Unido y
Yugoslavia estaban dispuestos a mantenerlos a pesar del año Hoover -1930- en
el que EE.UU. difirió la cobranza de las deudas, como resultado del crac de
octubre de 1929 (HMO Miscellanous No. 19). En este encuadre todos los
gobiernos latinoamericanos cesaron pagos, así como Turquía, Liberia y otros
(Marichal). Los expertos reunidos en Londres en 1931 reportados en el
informe No. 19 de 1931 del Parlamento estaban reunidos para ver el modo como
harían viable la suspensión de las deudas por un año de julio de 1931 a
julio de 1932 para todos los países que así lo desearan y que al mismo
tiempo dejaran de cobrarle a Alemania.
La moraleja de la historia es que la reducción de saldos sólo funciona
cuando impacta sobre los calendarios de pagos e incide el nuevo servicio de
la deuda de una manera menor sobre el ahorro interno. Si la reducción del
saldo deja el servicio de la deuda intacto, más que probablemente, a pesar
de las presiones internacionales, el deudor no cumplirá. No es que no quiera
si no que no puede. La reducción de saldo tiene que hacerse para lograr un
calendario adivinado que sea manejable en términos de acumulación de capital
y que al mismo tiempo repare al acreedor del préstamo por su dinero en un
tiempo, posiblemente, muy largo. Si el servicio de la deuda se come una
porción muy importante del ahorro nacional, por más que las políticas
económicas sean exportadoras y mantengan el consumo interno reprimido,
frenará el desarrollo de la economía. Nuevo crédito internacional por un
monto análogo al pagado hundirá más a la economía porque se llevarán una
porción mayor aún del ahorro interno en el tiempo, dadas las tasas de
interés que son mayores que las tasas de crecimiento del PBI.
La carga de la deuda
Hay varias aproximaciones a la definición de la carga de la deuda en una
economía. Una yace sobre el saldo total, dice Bastable (Withers). Esta forma
de medir no toma en cuenta la tasa de interés efectiva afirma Grenville
(Withers). Bastable y Grenville se oponen a la visión de la deuda como
medida por su valor de mercado, por dos razones, la deuda no se compra en un
solo momento y su precio fluctúa permanentemente.
La deuda per cápita fue también propuesta pero esto se halló poco
satisfactorio para la medición de los gastos (públicos) en general. Bastable
no pensaba que funcionaría para la medición de los pagos de los créditos
(públicos) en particular. La mejor medición, propuso Bastable, es capital e
ingresos. Propuso que es importante medir el peso del servicio de la deuda
en el presupuesto fiscal (Withers).
Shirras propuso la medición como el stock de la deuda sobre los gastos
fiscales totales y la proporción del saldo de la deuda sobre la riqueza
nacional (PBI ahora). La mala distribución del ingreso, la forma de la deuda
-corto y largo plazo, condiciones diversas, tasas de interés diferentes lo
cual da un perfil agregado de servicio de deuda: una forma- y los niveles de
precios -tasa de inflación, deflación-. Dalton propone que hay un peso de la
deuda cuando los tenedores de bonos reciben como cuotas de sus bonos más que
la tributación sobre esos pagos. Es decir, la proporción de los servicios de
deuda a los ingresos tributarios es otra medición. Ya en 1931 el peligro de
las deudas flotantes fue discutido. Se reconoció en la Comisión Colwyn que
el peso de la deuda crece cuando los precios caen y el comité reconoció que
había que tomar en cuenta el valor del dinero en el estimado del peso de la
deuda.
Frente a las comparaciones históricas, con las deudas del periodo
napoleónico, se desestimó su utilidad porque hay una desaceleración en el
crecimiento poblacional y un aumento en la frecuencia del ritmo de
invenciones significativas entre 1900 y 1930 versus el período napoleónico
(Withers). Posiblemente esto se refiera a que el aumento de productividad
observado en los tiempos que van de 1900 a 1930 sea mayor que el aumento de
productividad que fue de 1780 a 1810 aunque Withers no lo reflexiona ni la
cita de la Comisión Colwyn permite hacer algún comentario adicional.
Desde el punto de vista de la Comisión Colwyn, para estimar la carga de la
deuda se deben conocer los impuestos totales sobre riqueza total (T/PBI),
presión tributaria per cápita, la distribución comparada de la riqueza o de
los ingresos, la incidencia tributaria dentro de la distribución del ingreso
por segmentos, y el carácter general de la base productiva del país (The
general character of the nation´s industry). Dice industry, que en el
sentido británico se refiere a la base material de la producción y no
necesariamente a manufactura: manufacturing industry, tourist industry,
mining industry es el modo como se utiliza el término. En especial, dice, a
los equipos requeridos, la proporción entre gastos productivos y no
productivos; la relación entre el financiamiento local y nacional, y el
financiamiento de empresas locales y nacionales; las políticas de
financiamiento; y la psicología de la población del país con relación al
ahorro (Withers).
Silverman dice que la composición y naturaleza tributaria son importantes
para determinar si es una carga o no. Este criterio es tomado por Matsushita
para determinar la carga de la deuda. Higgs agrega a los criterios
anteriores los elementos de los activos que pueden servir para pagar la
deuda, la tasa de interés de forma aislada y la distribución entre deuda
interna y deuda externa de la nación. Withers sugiere que ninguno de estos
elementos dan pie para un buen estimado de la carga de la deuda (Withers).
La carga de la deuda surge de una alteración en el estado de la economía, de
la totalidad de las condiciones económicas. No hay una carga de la deuda
sino cargas diversas. Hay asuntos sobre el nivel general de tributación que
tienen que ver con el monto del peso de la deuda. Las cargas, empero son
cuantitativas y cualitativas.
Propone Withers que el peso es una relación de la riqueza por habitante a la
deuda por habitante; de ingresos per cápita a deuda per cápita, de deuda
externa a deuda interna y servicio de la deuda a gastos totales del Estado.
Esto sirve para comparaciones internacionales porque son proporciones y no
montos absolutos. Cuando estas proporciones son comparadas con los tipos de
cambio de los países deudores frente a las monedas en que se incurrieron las
deudas son un tipo de medidas adecuadas a la concepción de la carga de la
deuda como un estado económico alterado, es decir, fuera de lo normal.
Estos son algunos elementos colocados por Withers para demostrar cómo el
concepto de carga de la deuda y de sustentabilidad de los pagos es relativo
a un conjunto de elementos cuantitativos y cualitativos. La aceleración del
crecimiento de la economía reduce el peso del servicio de la deuda en la
economía al crecer el denominador de la ecuación y mantenerse el numerador
estable. Una devaluación puede hacer aumentar el numerador y una revaluación
puede hacerlo reducirse, con lo que el tipo de cambio impacta sobre este
indicador, así como la inflación o deflación. La deflación, considerando el
numerador constante, hará que el peso crezca, etc.
Las mediciones indirectas de carga
En el informe Colwyn, los testigos, para dar apoyo a su tesis de que la
carga de la deuda inglesa era excesiva, mostraron que "...en promedio, los
recursos totales de la clase asalariada no difieren mucho del nivel pre
guerra". Dice Withers, "si fuera normal esperar mejoras en los salarios
reales en una década, entonces debe haber algún factor que lo retarda". Es
difícil determinar si esto es el servicio de la deuda o algún otro factor.
En EE.UU., los salarios reales mejoraron en la década del 20, a pesar que
entre 1900 y 1913 descendieron. Esto podría indicar, sugiere, que la deuda
no es una determinante al grado de producir reducciones en los salarios
reales. Otro componente es la tasa de ahorro. El cálculo que hacen del
ahorro muestra que se redujo la mitad desde el fin de la guerra en relación
al período pre guerra. Esto ocurriría por el deseo de la población de
mejorar sus niveles de vida. La deuda sí puede haber tenido incidencia sobre
esto, añade.
La estructura de la deuda se modificó después de la primera guerra al
incorporarse nuevos créditos de corto plazo que servían para cubrir los
vencimientos de las deudas de largo plazo. Los bonos de tesoro (treasury
bills) creados en 1877 en Gran Bretaña para suplir las deficiencias de caja
se masificaron y en diciembre de 1929 EE.UU. los introdujo con maduraciones
de entre tres meses y un año. Otros instrumentos fueron certificados a
plazo. En todo caso hubo un auge de estos instrumentos en la década de los
años veinte que cambiaron el perfil del servicio y que debe haber incidido
sobre las dificultades y sobre la carga de la deuda. Para facilitar la venta
de estos instrumentos se hicieron libres del impuesto a la renta con el
efecto añadido de ni servir para aumentar la base de recaudación fiscal
mientras los plazos de vencimiento se van acortando (Withers).
El caso alemán es el más extremo en este campo. Al inicio de la primera
guerra, la deuda era de 5,158 millones de marcos y al final de 156,452
millones de marcos. La porción de corto plazo al final de la guerra era de
casi 112,000 millones de marcos (98,000 marcos de rentes y 13,000 de
obligations). Para complicar el cuadro, en 1921, el presupuesto tenía un
déficit equivalente al 8.8% el gasto y en 1923 los impuestos cubrían
únicamente el 2% del presupuesto, por la erosión hiperinflacionaria. Al
final de la estabilización la deuda quedó en aproximadamente ¡250 dólares!
(Withers). En 1924 no había ya que pagar la deuda de la guerra que fue
contratada en marcos y licuada por la inflación. El nuevo proceso de
endeudamiento, que fue ligero, comenzó en 1924 con el Plan Dares y el
préstamo que lleva su nombre que sirvió para pagar la nueva moneda y darle
respaldo. Los préstamos que se hicieron entre 1927 y 1930 fueron de corto
plazo. La tendencia de las tasas de interés en todos los países fue a la
baja entre 1920 y 1928 cuando en Alemania e Inglaterra la tasa remontó algo,
sin embargo, luego siguió su curso a la baja.
E.M. Robinson en su texto titulado Public Finance (1926) afirma que el pago
de una deuda extranjera se hace sea a través de impuestos o de préstamos.
El efecto es una competencia directa entre el deudor y el acreedor por
algunos mercados de bienes donde ambos producen lo mismo, porque el
acreedor producirá a un precio mayor que el deudor y perderá mercados en
relación a su deudor. Por eso a veces se dijo, afirma Withers, que hay
acreedores que dudan si es razonable que les paguen la deuda. Que es un lujo
que no se pueden dar (Withers). Otro efecto es una reducción en las
importaciones del deudor por la compresión del consumo y por el efecto
monetario. Concluye que una condición para que sea de beneficio para todos
el pago de la deuda es que los pagos sean moderados y continuos.
Cuando el deudor es un exportador de materias primas -como Latinoamérica y
Africa- el resultado puede ser un aumento de las importaciones del deudor y
no necesariamente un decaimiento de las exportaciones del país acreedor. El
pago de la deuda puede estimular exportaciones al acreedor que éste no
tiene. En el primer caso pude inducir a una depresión de las actividades
manufactureras del deudor (Robinson en Withers). Luego de estas
dislocaciones, añade, el país acreedor puede beneficiarse de este orden de
cosas. En el largo plazo se beneficiará si los pagos son abundantes y
estables. El deudor en el largo plazo perderá y la deuda se convertirá en
una carga pesada. El acreedor debe tomar en cuenta también, dice Robinson,
que la inestabilidad política creada por este empobrecimiento afectará en el
largo plazo la posibilidad de mejoras en los flujos de comercio y esto debe
ser tomado en cuenta por el acreedor. Es interesante la observación de
Withers de que el hecho que se fomente la industria exportadora no quiere
decir que el país se escape de la carga de la deuda.
Añade otros modos de pago de deuda que son: 1) oro, 2) papel moneda, 3)
trabajo por ciudadanos de los países deudores (migración), 4) transferencias
de títulos de propiedad en el país deudor al país acreedor (canjes de
deuda), 5) entrega de valores extranjeros al acreedor, 6) préstamos nuevos.
La transferencia real y no sólo operaciones de libro está en el traslado de
los excedentes comerciales internacionales. Este es el único modo de pago de
la deuda alemana -de las reparaciones- y no existe otro. Alemania lo que hizo
en 1928 fue tomar dinero prestado para hacer frente a los pagos de la
reparación sobre el peso del servicio de la deuda porque, como dijimos, no
era, estrictamente hablando, una deuda con documentos sino un servicio a
perpetuidad primero, por un monto inimaginable de 125,000 millones de
dólares y luego por 11,000 millones de dólares, pero con un servicio de la
deuda de 600 millones de dólares anuales que debe haber sido equivalente a 3
mil millones de marcos, una suma mayor en su presupuesto.
Los pesos, o la carga de la deuda europea de los años veinte es pequeña
comparada a los pesos contemporáneos que están entre 50% del PBI y más de
100% del PBI en América Latina. Frente a la discusión sostenida sobre cargas
de deuda, vemos que las cargas contemporáneas desde el punto de vista del
PBI son mayores ahora en América Latina. En cuanto a la carga como
proporción del presupuesto nacional, la mejor parece ser Alemania con 3.5%
de servicio de la deuda en el presupuesto, no incluyendo, aparentemente, los
pagos por reparación de guerra.
En América Latina lo que vemos es que pagamos la deuda con trabajo de
migrantes, con exportaciones crecientes, con contracción o freno del consumo
interno, con desindustrialización y con transferencia de activos al
exterior. Todo esto no es equivalente al traslado de los excedentes de
comercio exterior sino al traslado del ahorro interno y de la capacidad de
acumulación de capital. Eso explica los problemas de la década del 80 y del
90, a pesar del cambio de giro de las políticas en los 90 para estar más
orientadas al pago de la deuda externa.
Referencias
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Philadelphia, 1927
Foreign Bondholders Protective Council Inc. Report for years 1935, 1936,
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H.M. Stationary Office, Suspension of certain Inter-Governmental Debts,
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Marichal, Carlos. Las inversiones extranjeras en América Latina 1890 - 1930.
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México-Fondo de Cultura Económica, México D.F. 1995
Mendoza, Salvador. Las finanzas de la nueva era. Editorial Cultura, México,
1931
Withers, William, The Retirement of National Debts. The Theory and History
since the World War, AMS Press, New York, 1932
https://www.alainet.org/es/articulo/104586
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