Internet en la mira de los intereses comerciales
10/03/1999
- Opinión
Ante la inminente explosión del comercio electrónico a través del Internet,
las empresas vinculadas de diversas maneras a esta rama buscan
frenéticamente posicionarse para poder aprovechar esta esperada mina de
oro. En un escenario de competencia feroz, no faltan los intentos de
establecer monopolios, que desvirtuarían el carácter abierto de este
espacio.
Una de las áreas claves a controlar son los sistemas (hardware y software)
que sirven a los "internautas" para comunicarse a través del Internet, así
como los mecanismos que permiten identificar a los eventuales consumidores
y monitorear sus hábitos e intereses. Si tales sistemas se implementan sin
el consentimiento de éstos, en una sociedad donde la informática se integra
cada vez más a la vida cotidiana, no solo peligran las libertades
individuales, sino que ello podría abrir la puerta a otras formas de
control, con la consecuente amenaza a la democracia y los derechos humanos.
"Big Brother Inside"
En la llamada "sociedad de información" en que vivimos, la información se
ha convertido en el bien más preciado en los procesos productivos. Así,
por ejemplo, para tener éxito en el comercio, la clave es tener información
precisa sobre el mercado de potenciales consumidores o clientes.
Los mecanismos tradicionales de identificación de clientelas (por ubicación
geográfica, edad, sexo, clase social, intereses, etc.) no funcionan en el
Internet, donde la intermediación de la computadora concede cierto
anonimato. Pero, en cambio, al ser un medio informatizado, permite
automatizar la compilación y almacenamiento de datos, creación de sistemas
de envío, etc. En consecuencia, todo mecanismo que permita recopilar
electrónicamente datos personales vale oro para las empresas que comercian
en este medio.
Ante este desafío, tanto las empresas de hardware, como las de software
buscan inventar sistemas para recabar información sobre los usuarios de
Internet, sus hábitos e intereses, para constituir bases de datos. Y qué
mejor, para estos fines, que meterse dentro de las computadoras personales
para de allí sacar la información, e incluso rastrear sus movimientos en el
ciberespacio.
Intel -el mayor productor mundial de microprocesadores- está dando pasos en
esta dirección: en los chips Pentium III, que están por salir al mercado,
pretende implantar números de identidad exclusivos. Supuestamente, es para
permitir un sistema de verificación de identidad que dé mayor seguridad
para las transacciones en línea, pero de manera inconsulta con quienes
compren tales computadoras.
Ante ello, se levantó una campaña en defensa del derecho a la privacidad,
bajo el eslogan "Big Brother Inside", en referencia a la figura orwelliana
del "Gran Hermano" que lo controla todo, y a la etiqueta "Intel inside"
(Intel adentro) que esa compañía coloca en las computadoras que llevan sus
procesadores. La campaña obligó a Intel, hace pocas semanas, a retroceder
parcialmente, al dar al usuario la opción de activar o no el dispositivo.
Un proyecto monopólico
Este caso resulta insignificante, sin embargo, en comparación con lo que
está proyectando Microsoft en el plano del software. Esta empresa
norteamericana, cuyos sistemas operativos equipan a 85% de las computadoras
a nivel planetario, busca aprovechar su cuasi monopolio para lograr la
exclusividad en los navegadores Internet. El hecho de ser el único que
conozca por dentro sus sistemas operativos le permite a Microsoft ganar el
mercado con aplicaciones que funcionan mejor con ese sistema que las de la
competencia. No solo empaqueta su navegador Internet Explorer (IE) con las
computadoras nuevas, sino que su software para producir páginas web
introduce trucos que solo pueden ser vistos por quienes utilizan IE.
Ello es totalmente contrario a la filosofía y concepción tecnológica sobre
la cual se basa el Internet, que es el de ser un sistema abierto, donde los
lenguajes y protocolos que permiten intercomunicar entre sistemas diversos
son universales y de dominio público. Ello constituye una garantía del
libre intercambio de información.
Las implicaciones de estas prácticas son potencialmente mucho más graves
que la sola cuestión de ganar mercados de software. Si un solo productor
llegara a controlar todo el software de conexión al Internet con programas
comerciales cerrados, ¿qué le impide introducir elementos que controlen
accesos, o que metan y saquen información de las computadoras personales (o
institucionales) de manera imperceptible? Y del momento que hubiese un
control cuasi monopólico del acceso al Internet, el control de la
información se hace muy factible. En una sociedad donde la información es
clave en casi todas las esferas de la vida, ello puede acarrear
consecuencias graves para la vigencia democrática.
En América Latina este escenario puede parecer aún lejano, siendo que el
principal problema a este nivel es más bien la exclusión de grandes
sectores del acceso a la información y la tecnología. Sin embargo es una
de las regiones del mundo que más rápidamente se están informatizando.
Por su parte, las esferas oficiales en la mayoría de países del mundo se
muestran más bien complacientes, aceptando incluso entrar en convenios con
Microsoft para programas educativos, que implican software gratis a cambio
de enganchar a generaciones futuras de clientes.
Acción legal
Una de las pocas acciones estatales contrarias es el juicio antimonopólico
contra Microsoft, iniciado en mayo pasado por el Departamento de Justicia
de EE.UU. (ver ALAI 274, 10/6/98). Más que la preocupación por derechos
ciudadanos, el juicio, apoyado por empresas rivales, apunta contra la
competencia desleal y ciertas prácticas de dudosa legalidad de Microsoft,
como el de empaquetar IE con Windows 98 en toda computadora nueva y la
subvaloración de precios (dumping) hasta eliminar a sus rivales.
Esta acción legal se ha comparado con los grandes juicios contra la
Standard Oil, a inicios del siglo, y la AT&T en los años 80, que resultaron
en el fraccionamiento de estas empresas monopólicas. Muchos esperan que lo
mismo se dé en este caso. Pero resulta mucho más complejo cuando se trata
de bienes no tangibles. Entretanto, Microsoft ya ha vendido 2,5 millones
de copias de Windows 98, y hasta cuando termine el juicio tendrá lista su
nueva versión de Windows.
Mientras tanto, las ganancias de Microsoft siguen altísimas: la cotización
de sus acciones creció 940% en los últimos 5 años, si bien sus ganancias
disminuyeron en el 98. Para seguir adelante en esta rama de rápida
obsolescencia, y lograr su objetivo confeso de tomar el control de toda la
cadena de la información y de la comunicación, la empresa está ingresando a
nuevas áreas como la informática de empresas, (remplazando los grandes
sistemas por redes de PCs); el Internet; y los medios de comunicación del
futuro, como los decodificadores para la televisión interactiva, las
consolas de juegos avanzados, la telefonía vía Internet, computadoras de
autos, etc.
El software libre
Pero también hay iniciativas desde otros sectores de la sociedad. Una de
ellas es el movimiento de software libre o "open-source" (de código abierto
- o sea, programas que son modificables internamente por cualquier
programador). Es el caso, por ejemplo, del sistema GNU/Linux, en cuyo
desarrollo interviene una comunidad de miles de programadores -muchos de
ellos voluntarios-, y cuya distribución es prácticamente gratuita. Los
expertos en el tema reconocen que se ha desarrollado un sistema de mayor
calidad que los productos Microsoft (menos susceptible de "colgarse", de
dañar archivos, etc.), y que últimamente cuenta con numerosas interfaces
"amigables" y aplicaciones, que lo hacen una opción viable, aún para
quienes no saben nada de programación.
Tan es así que, inclusive las empresas comerciales de software
crecientemente reconocen que se está abriendo allí un nuevo mercado en el
cual les conviene estar presentes, por lo cual han decidido producir
versiones de sus programas para Linux. Es el caso, por ejemplo, de Hewlett
Packard, Oracle, Sun Microsystems, Corel. Asimismo, Netscape, el principal
rival de Microsoft en navegadores Internet -que hace poco se fusionó con la
mayor empresa mundial de conectividad Internet, América On Line-, se ha
sumado al movimiento open-source al abrir el código fuente de sus programas
y ofrecer ciertas versiones gratis vía Internet.
Los promotores de Linux y sectores de defensa de los derechos
ciberciudadanos están ahora cuestionando las prácticas de los fabricantes
de computadoras, que obligan a comprar productos Microsoft incorporados,
que se los quiera o no, lo cual -dicen- equivale a un "impuesto" privado,
que constituye la principal fuente de ingresos de la empresa y le permite
seguir dominando el mercado, pero en desmedro de los intereses ciudadanos.
https://www.alainet.org/es/articulo/104658
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