Mujer, pobreza y trabajo informal

28/04/1998
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
La profundización de la crisis económica ha marginado a las mujeres en empleos informales mal remunerados y con pocas expectativas La falta de una política económica encaminada a la generación de empleos y la amenaza de la creciente pobreza en México obliga a cada vez más mujeres y hombres a crear sus propios espacios laborales en la economía informal. Las mujeres, sin embargo, no encuentran una real opción, pues la disparidad de ingresos que se da en el empleo formal en relación con los varones (11 por ciento) se agudiza en el ámbito informal con 37 por ciento. Mientras que en México, las políticas nacionales de empleo no logran satisfacer ni siquiera la mitad de la demanda anual -en 1996 se crearon 660 mil empleos de una demanda de 1.7 millones de puestos, según el secretario de trabajo, Javier Bonilla García- el empleo informal creció el 34 por ciento en los últimos cinco años. Este fenómeno se observa en toda Latinoamérica, en donde la mayoría de los nuevos empleos se generan en el sector informal. De cada 100 puestos creados, 85 nacen de la iniciativa propia de las y los (ex) desempleadas/os, según cifras de la Organización Internacional de Trabajo (OIT). Estrategias para enfrentar la crisis El trabajo informal, o no asalariado, que no es "vendido como fuerza de trabajó, abarca varias estrategias de la población económicamente activa en el intento de enfrentar la crisis y la pobreza: la creación de autoempleos -por ejemplo en el comercio a menudeo-, de pequeños establecimientos económicos no registrados, como en el caso de las y los vendedoras/es ambulantes, el trabajo doméstico, y el uso de la fuerza de trabajo familiar, que generalmente es trabajo no remunerado", explicó en entrevista Edith Pacheco, investigadora del Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano del Colegio de México (Colmex). El aumento del trabajo informal se debe a los efectos del ajuste estructural de la economía que se centra en la privatización de empresas estatales que provocan despidos masivos, la eliminación de subsidios generalizados, y los estímulos a la competencia, precisó la especialista y añadió que este proceso, para las mujeres significa una mayor desventaja y discriminación: "En la Ciudad de México, el 13 por ciento de las y los trabajadoras/es no reciben ingresos; la mayoría -un nueve por ciento- son mujeres". Aparentemente el empleo informal se ha convertido en una opción para reducir la pobreza, generando empleos que reditúan a veces ingresos superiores a los de otras actividades formales -según destacó el director de la OIT en México, Jean Maninat, durante el foro "Construyendo puentes: los retos laborales hacia el tercer milenio"-; sin embargo, para las mujeres apenas representa un refugio que se caracteriza por peores condiciones laborales que en el trabajo asalariado, dado que los ingresos, si los hay, son bajos y no existen prestaciones sociales, opinó la investigadora del Colmex. Además, añadió, la generación de empleos en el sector informal camufla el grado de la crisis económica en México. "Una de las estrategias del trabajo informal, observadas durante mi estudio en 1989 en la Ciudad de México, es el uso de mano de obra familiar sin pago, con el cual las familias intentan sostener su nivel de vida o contrarrestar la pobreza; mayoritariamente son las mujeres de todas las edades que ejercen labores sin ninguna remuneración", dijo Pacheco, al mencionar que el trabajo no remunerado se encuentra sobre todo en el comercio, en donde casi 25 por ciento de las mujeres trabajan sin remuneración. Otra estrategia de enfrentar el desempleo y, desde luego, la pobreza, es la autocreación de empleos como en el comercio a menudeo, en las pequeñas empresas -iniciativa impulsada a nivel nacional e internacional por diferentes Programas de Crédito- como vendedoras/es ambulantes o en el trabajo doméstico, explicó Pacheco. Sin embargo, y a pesar de que la iniciativa propia de la población económicamente activa pueda parecer "positiva", "la posibilidad de autogenerar los empleos tiene sus límites, dado que requiere de un mercado de demanda y de capacidad adquisitiva, que por la crisis económica y la caída de los salarios reales en los últimos años no existe actualmente en México", enfatizó la investigadora del Colmex. "Varios estudios económicos demostraron que la vida de las pequeñas empresas es muy corta, y aunque el impulso de proyectos productivos es interesante y para las mujeres puede significar una cierta independencia económica y un mayor "valor social"; sin embargo esta idea neoliberal del "tu puedes" no es la salida de la crisis, sino más bien esconde la incapacidad del sistema económico que ya no puede generar empleos", opinó la experta, criticando una tendencia internacional de las políticas económicas que desde la Cumbre sobre Microcrédito del año pasado en Washington, en donde participaron 2 mil 900 representantes de 137 países, opta por la generación de autoempleos por pequeñas empresas como "una clave del crecimiento económico en América Latina". El crédito Las y los participantes de la Cumbre sobre Microcrédito acordaron lanzar una campaña internacional en favor de otorgar créditos para el autoempleo a 100 millones de familias pobres en el mundo, favoreciendo especialmente a las mujeres. En México, uno de los programas de crédito que administra la Nacional Financiera (Nafinsa), el Programa de Apoyo a la Microempresa, favorece a las pequeñas organizaciones de mujeres que tienen cierto tipo de producción. "El objetivo de este programa no sólo es otorgar los créditos, sino también impulsar un "cambio de cultura en las mujeres", explicó en entrevista telefónica Silvia Piso, representante de la Nafinsa, quien destacó que una de las estrategias básicas de los programas de crédito de Nafinsa es vincular las microempresas generadas con grandes empresas, para que puedan sobrevivir y establecerse como proveedores de las mismas. Sin embargo, enfatizó Edith Pacheco, hasta que la política económica en México no cambie su enfoque y genere más empleos para la población económicamente activa, no habrá ninguna perspectiva positiva, ni a corto ni mediano plazo, de salir de la crisis económica del país y de reducir el incremento continuo de la pobreza. Por lo tanto, destacó Pacheco, hay que valorar también con cuidado el crecimiento de la participación femenina en el mercado laboral que actualmente abarca el 35 por ciento de la PEA, pues dado que la PEA comprende tanto a las y los trabajadores del sector formal como del informal, no necesariamente significa mejores condiciones económicas para las mujeres. Ellas se concentran sobre todo en las ocupaciones de las vendedoras dependientes y ambulantes (27.6 por ciento), de las oficinistas (13.4), trabajos domésticos fuera de su hogar (11.6 por ciento), agricultoras (10.8 por ciento), así como las artesanas y obreras (10.4 por ciento), según cifras del estudio "Mujeres y Hombres en México" del 1997 del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información (INEGI). Es decir, pese a la creciente participación femenina en el mercado laboral -lo que abarca tanto el sector formal como informal-, enfrentamos, por otro lado, el fenómeno de la feminización de la pobreza, que refleja, entre otros, la discriminación femenina en cuanto a la remuneración de su trabajo", destacó la experta. Brecha entre mujeres y hombres En su estudio sobre las desigualdades en las remuneraciones asalariadas y no asalariadas en la Ciudad de México en 1989, Pacheco detectó que la brecha porcentual entre las mujeres y hombres se acrecienta aún más en el sector informal: mientras que la disparidad salarial en el trabajo formal fue de aproximadamente 11 por ciento, en el trabajo no asalariado creció a 37 por ciento. Además, señaló la investigadora, hay que considerar que las mujeres se autoocupan mayoritariamente en el comercio minorista o como vendedoras ambulantes en el sector informal, lo que significa para las últimas que las condiciones precarias laborales del trabajo informal -bajos ingresos, baja productividad, sin protección laboral o acceso a servicios- se agudizan por el riesgo elevado de la inestabilidad de su actividad y la posible violencia en los operativos policiales. Por lo tanto, destaca entre las demandas de la Unión de Comerciantes Hijos de Coalición, AC, que agrupa a alrededor de 500 mujeres vendedoras ambulantes de la zona capitalina del Tepito, una mayor seguridad para las trabajadoras y el acceso a servicios sociales, entre otros las guarderías, señaló en entrevista telefónica María Rosete, secretaria general de la Unión de Comerciantes. Para enfrentar esta situación y reducir el crecimiento del trabajo informal, que entre otros significa una evasión de impuestos, lo que urge es una política económica que no sólo enfoque el aumento de las inversiones en México, que hasta hoy son atractivas para las empresas transnacionales sobre todo por la mano de obra barata, sino cuyo objetivo es la generación de empleos, opinó la investigadora del Colegio de México.
https://www.alainet.org/es/articulo/104716

Del mismo autor

Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS