Efectos del pensamiento único
07/08/2000
- Opinión
Sentimos, hoy, malestar en relación con los cinco pilares de la modernidad
y de la sociedad en la que vivimos: el Estado, la familia, la escuela, la
iglesia y el trabajo.
Fernando Sabino acostumbra afirmar que el mineiro (1) ya nace loco,
¡después empeora! Al interior del estado de Minas, cuando un sujeto
enloquecía, se decía que él "se manifestó". Una persona que "se
manifestaba" era aquella que, de alguna manera, no estaba adecuada a una de
estas cinco instituciones: familia, iglesia, escuela, Estado o trabajo.
Las personas que, por acaso, estuviesen sintonizadas con esos cinco pilares
de la sociedad moderna, eran consideradas "normales".
Ahora, los cinco están en crisis, causándonos un gran desaliento. Todos
vivimos en un estado de mucha duda sobre el momento actual. ¿Qué pasa en
Brasil y en el mundo... y por qué?
Somos contemporáneos de un hecho absolutamente nuevo en la historia de la
humanidad: la era imagética. Somos la primera generación televisiva de la
historia. Nuestros bisabuelos y tatarabuelos no conocieron eso. Mi abuela
jamás podría imaginar que, sentada en el sillón de su casa, pudiese asistir
a un evento del otro lado del planeta, en tiempo real.
Somos también contemporáneos de otro evento, que no es novedad, mas es
realidad: el cambio de época. O sea, no estamos viviendo solo una época de
cambios, vivimos un cambio de época. La última vez que eso ocurrió en
Occidente fue el tránsito del periodo medieval al periodo moderno, en los
siglos XV y XVI. Ahora, pasamos del periodo moderno al periodo denominado
pos-moderno.
En muchos aspectos, esos dos cambios de época, el del siglo XVI y el del
siglo XX, se parecen. Hoy utilizamos el nombre de globalización para el
neocolonialismo. Prefiero ser más explícito y llamar globocolonización, en
la medida en que una determinada cultura y una determinada concepción de
vida son impuestas al mundo, y no varias concepciones y culturas.
En China, entré en una tienda de discos y había un afiche de Michael
Jackson. No tengo nada en contra de que a los chinos les guste Michael
Jackson, pero me gustaría llegar a una tienda de discos en Nueva York y
encontrar un afiche de un chino... En Manaos(2), las jóvenes salían a
trotar con medias de lana hasta la rodilla, porque había una novela de la
Globo donde las personajes trotaban con medias de lana.
Existe un modelo de sociedad hegemónico, anglo-sajón, que nos es impuesto
como ideal. No tenemos posibilidad de visualizar nuevos modelos
históricos, tamaña es la hegemonía de ese modelo neoliberal. Pero podemos
imaginar qué pasaría si la población de China tuviese, hoy, un patrón de
vida americano, con tantos automóviles como Estados Unidos. Significaría,
como mínimo, el fin de la capa de ozono. Por tanto, el esfuerzo de pensar
un nuevo modelo de convivencia social es un desafío y una necesidad.
La diferencia entre la colonización ibérica y la globocolonización actual
es pequeña. De hecho, la globocolonización no fue inventada ni por el
capitalismo neoliberal, ni por la colonización ibérica. Fue inventada por
San Pablo, en el siglo I. El fue el primero en romper una determinada
cultura, geografía y etnia, para proponer un mensaje universal, que
adquirió hasta ese nombre. "Católico" significa, en griego, "universal".
¿Como varios pueblos, sin perder su identidad y cultura, pueden abrazar una
misma creencia? Hasta entonces, todas las religiones eran circunscritas a
sus razas, a sus pueblos, a sus etnias.
Tiempo e historia
Enfrentamos, hoy, un proceso de deshistorización del tiempo. La historia
que conocemos es la historia contada por los vencedores, tanto que en
rigor, esos 500 años de Brasil debieron ser conmemorados en Portugal, no
aquí, porque fue una victoria de los portugueses. Sería extraño, como
escribió Oded Grajew el otro día, ¡que la República Checa conmemorarse 50
años de la invasión nazi! De cualquier forma, eso no quiere decir que no
deberíamos conmemorar. La palabra conmemorar significa, etimológicamente,
"hacer memoria". Solo que, aquí, se conmemoró por el lado equivocado.
Deberíamos haber obtenido el know-how del gobierno francés que, en 1989, al
conmemorar los 200 años de la Revolución Francesa, consiguió implicar a
toda la nación, desde los segmentos más conservadores a los más
progresistas, abriendo un abanico de eventos que rescataran la memoria de
la nación, a la luz de la Revolución Francesa, pero sobre todo de los
desafíos que se presentan hoy en el contexto europeo.
Desgraciadamente, no fuimos a buscar aquel know-how y sucedió lo que
sucedió. O sea, se promovió una fiesta de aniversario a la cual la mayoría
de la familia no fue invitada. Si usted excluye a su hijo de un cumpleaños
en su casa, es normal que él tire piedras a los vidrios, pues es una forma
de llamar la atención y decir "estoy aquí excluido, pero quiero
participar".
Hay, ahora, un proceso de deshistorización del tiempo. De ahí nuestra
dificultad, esa crisis de pasar de la modernidad a la pos-modernidad, de
consolidar valores como, por ejemplo, la ética. No existe proyección,
prospección, estrategia, sin la concepción del tiempo como historia. Esa
seguramente fue una de las mayores adquisiciones de Occidente y está
siendo, al momento, una de las mayores pérdidas. Los griegos tenían la
idea del tiempo cíclico. Las cosas ocurren y se repiten. Y tenían una
idea también del destino. Hay algo anterior a mi que trazó los caminos de
mi vida. Y ese poder es inevitable.
Los persas fueron los primeros en percibir el tiempo como historia. Y los
hebreos fueron aquellos que nos pasaron, a través del Antiguo Testamento,
esa idea fuerte de que el tiempo es historia.
Entre los grandes pilares de la cultura contemporánea, tres trabajaron el
tiempo como historia y los tres fueron judíos: Jesús, Marx y Freud. Jesús
trabajó el tiempo histórico como construcción del reino de Dios, e hizo la
unión entre el principio, el Paraíso y el fin, la escatología, o
Apocalipsis, la nueva venida. La visión cristiana imprime al tiempo una
historicidad, como herencia de la visión judaica, en la cual eso es muy
arraigado.
Marx enseñó que solo podemos entender los varios modos de producción
rescatando la historia de esos modos. Y Freud, que solo podemos entender
los desequilibrios de una persona, rescatando la historia de esa persona.
Yendo, inclusive, a los poros del inconsciente.
Cuando se tiene la percepción del tiempo como historia, se tiene el puntal
donde colgar los valores. O sea, la vida gana un sentido. Y ese es el
bien mayor que todos buscamos: un sentido.
Quien tuvo la oportunidad de asistir a la entrevista del geográfo Milton
Santos con el periodista Bóris Casoy vio al profesor hacer una distinción
sabia. El afirmó que nuestro proyecto de sociedad está, hoy, anclado en
bienes finitos, cuando el proyecto de la felicidad humana debería estar
anclado en bienes infinitos. Nuestra frustración es los bienes finitos son
finitos, y el deseo es infinito. Cuando está centrado en bienes finitos,
el deseo no encuentra satisfacción.
Los bienes como la dignidad, la ética, la libertad son infinitos, como la
paz y el amor. Como esos bienes no tienen valor de mercado, no pueden ser
adquiridos en la esquina. Hasta tratan de vendernos simulacros. La
publicidad sabe que todos buscamos la felicidad. Y como no pueden
ofrecernos la felicidad, trata de convencernos que la felicidaad es el
resultado de una suma de placeres. Tomo esta gaseosa, visto esta ropa,
tengo cuenta en este banco, ando en este automóvil, viajo de vacaciones a
este paraíso, así voy a ser feliz, ¡pues mire cómo las personas que están
allá son felices! Todo el proyecto está basado en tener o no en ser.
Cuando no tenemos la percepción del tiempo como historia, no tenemos el
puntal donde colgar los valores y, por tanto, corremos el riesgo de la
pérdida de sentido, entramos en un vacío. Ustedes deben recordar que,
antiguamente, las personas se enamoraban, se casaban, se ennoviaban,
celebraban sus bodas de plata y, algunas, hasta sus bodas de oro. ¿Por
qué? Porque había un sentido, una dinámica de valores dentro del
compromiso conyugal. Hoy, las personas se casan, se divorcian, se
enamoran, rompen, al punto que un amigo mío -que ya está en el cuarto
matrimonio- el otro día invitó a los amigos para sus bodas de plata. Nadie
entendió nada. El explicó: "ya que nunca celebraré mis bodas de plata con
la misma compañera, sumé cuantos años de vida conyugal tengo desde el
primer matrimonio y, por eso, voy a conmemorar los 25 años". Así, él dio
la fiesta...
La perennización del presente
Hoy, entramos en la dinámica del pensamiento único, la idea de que este
modelo de sociedad capitalista neoliberal es el ideal. Como dice Fukuyama,
gurú del neoliberalismo, "la historia se acabó". Creer en eso es aceptar
que no hay futuro.
¿Cuál es la lección que presenta esa perspectiva? La perennización del
presente. Quieren convencernos que, de aquí a 200 ó 500 años, habrá centro
comercial, mercado, Bolsa de Valores, competitividad, porque nadie osa
imaginar algo diferente. A menos que corra el riesgo de ser llamado
dinosaurio o loco.
Ahora, quien conoce la historia sabe que Alejandro Magno soñó que su
conquista del mundo sería eterna. Los 12 césares de Roma ambicionaron la
misma cosa. La iglesia, en el periodo medieval, creyó que había llegado al
Reino de Dios. Hitler hasta oso llamar a su proyecto del Tercer Reich, o
reino definitivo de su conquista, y ¡resultó lo que resultó! Stalin, la
misma cosa en la Unión Soviética. Es una gran bobería: la pretensión de
que un momento histórico pueda perennizarse.
Lo que hay de grave, en este nuestro momento histórico, es que no hay una
propuesta que se contraponga a ese modelo neoliberal de sociedad. Somo
seres visceralmente con vocación al sueño. Somos el único animal que no
puede dejar de soñar. El único animal incompleto. Una vaca está en su
plenitud bovina, feliz; el perro en su plenitud canina, necesita solo de
una comidita, un cariño y habla consigo cuando nos mira: "pobre infeliz, él
todavía tiene que hacer una reunión, discutir sobre política, leer el
periódico, enfrentar problemas familiares".
Nosotros no. Somos seres marcados por lo incompleto y, por eso, nuestra
satisfacción solo se realiza en el sueño. Tenemos que soñar. El sueño
puede ser un proyecto político, una fe religiosa, un ideal profesional o
una vocación artística. Somos seres con vocación a la trascendencia. No
nos bastamos.
La pérdida de dimensión histórica del tiempo coincide con la entrada de una
"cultura" que, cada vez menos, se preocupa con aquello que es el verdadero
carácter de la cultura. La cultura es todo aquello que perfecciona nuestro
espíritu y nuestra conciencia. Cuanto más conciencia y densidad espiritual
tiene una persona, menos consumista ella se vuelve. Empero, cada vez más
la cultura es atada al consumismo. Pierde su valor como factor de
humanización para tornarse mero entretenimiento. Existe una máquina
publicitaria que no está interesada en formar ciudadanos, está interesada
en formar consumidores. Al punto de extenderse hasta la infancia.
La erotización precoz
Quien ya llegó a la edad media, como yo, sabe que, en nuestra infancia, no
había el factor del dinero. Este apareció en nuestra vida cuando entramos
en la adolescencia. Nunca tuvimos una idea de cuál era la marca del
calzado que usábamos, la ropa que vestíamos, y la palabra marca no existía.
Sucede que el mercado infantil es el filé mignon del consumismo. Porque el
niño tiene dos ventajas: no tener discernimiento frente al valor del
producto, ni del valor de compra, ni del valor de uso, y es capaz de
insistir tanto, que los padres acaban comprando para verse libres de
reclamos, sabiendo que aquello va a ser dejado de lado en una semana. En
Brasil, el mercado infantil mueve, por año, US$ 48 mil millones -el
equivalente a la factura mundial de Nestlé en un año (Fuente: Epoca
5/6/2000).
¿Cómo se vuelve un niño consumidor? Es difícil. Porque el niño está
dotado de un artificio natural que le sirve de antídoto: su fantasía. Un
pequeño o una pequeña, de cuatro o cinco años, jugando solo, es una
multiud.
La fórmula para transformar un niño en consumidor es por la vía de la
erotización precoz. Cuando se consigue que un niño de cuatro o cinco años
preste demasiada atención al propio cuerpo, éste entra en la perspectiva
del deseo de consumo. Pasa a vivir una esquizofrenia, porque es
biológicamente infantil y psicológicamente adulto. Un simulacro de adulto.
Eso es más o menos administrable, porque él consigue activar la fantasía,
tanto en su ambición de consumo, cuanto en el mimetismo al comportamiento
adulto. Sucede que, al llegar a la pubertad, él vive una crisis, como
todos vivimos la crisis de la pubertad. La pubertad es el momento de la
adecuación de la razón a la realidad. Es cuando descubrimos que hay una
inversión. La fantasía pasa a un segundo lugar y la razón al primero. La
infancia es óptima, porque la fantasía está en primer lugar y la razón en
segundo.
Ese niño, marcado por la perspectiva consumista, llega a la pubertad en una
enorme inseguridad. Lo real le asusta. Y, en ese momento, por una
perversa intuición profesional, se le aproxima el traficante de drogas y
dice: "no se preocupe, usted va a poder continuar soñando, solo que
químicamente".
El asunto de la droga está directamente asociado con la eliminación de la
infancia como espacio lúdico, de creatividad, para dar lugar al consumo y
al padre electrónico, que sueña por el telespectador diminuto. En mi
infancia, felizmente, no había la dictadura de la televisión y la gente
jugaba en la calle. El máximo de consumo era pedir al papá que traiga, del
centro de la ciudad, a una caja de clavos, para armar nuestros juguetes. Y
había todo un ejercicio de sociabilidad en la multitud de la calle.
Hoy, hay una caja electrónica que sueña por el niño y promueve una
transferencia. La familia quiere infundir determinados valores, la TV
propone antivalores. Mi padre me impedía pasar por determinadas calles de
Belo Horizonte, porque allí quedaba la zona bohemia de la ciudad. Hoy,
usted no puede hacer lo mismo. Basta que su hijo se conecte a la TV para
que el burdel entre en el cuarto y en la sala de la casa. Y, si bufonea,
él incluso llama a la telepornografía y revienta la cuenta telefónica de la
familia.
Vivimos, pues, en una situación en la que la vida vuelve a tener una
dimensión cíclica, no histórica; y dentro de esa dimensión cíclica es
difícil tener un puntal donde colgar los valores. Y el sueño como utopía o
proyecto pasa a ser casi un crimen, una anomalía. "No, usted tiene que
aceptar esa sociedad tal como ella se presenta", dice el pensamiento único.
La perspectiva de perennización de ese presente nos lleva al síndrome de la
juventud eterna. Ya que el presente tiene que ser perennizado, también mi
juventud tiene que ser perennizada. Se enmalla el cuerpo, mas no el
espíritu.
Hoy, estar viejo es una falta de educación; ¡engordar, entonces, ni hablar!
(1) Ndlr.- Mineiro, nacido en el estado de Minas Gerais.
(2) Ndlr.- La ciudad de Manaos tiene clima tropical caliente y húmedo, la
temperatura promedio es de 31 ºC.
https://www.alainet.org/es/articulo/104885
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