Terrorismo de Estado vs. terrorismo individual
12/11/2001
- Opinión
El "Morning Star", periódico de los comunistas británicos,
publicaba una foto de Hiroshima luego de que un avión
estadounidense piloteado por estadounidenses botara la
bomba nuclear. En el pie de foto de este periódico se
leía: "No hay quien pueda vencer en una guerra nuclear",
frase en la que capitalistas y "comunistas" estuvieron de
acuerdo. Hoy, luego del acto terrorista cometido en contra
del World Trade Center, en el que han muerto más de 5000
mil personas, nos actualizan amenazas similares. No solo
porque George W. Bush, presidente de los Estados Unidos de
Norteamérica asegurara que va a utilizar todos los métodos
bélicos en contra de quienes han golpeado la sensibilidad
del país más poderoso del sistema capitalista y del libre
mercado, sino porque los terroristas que habrían cometido
el atentado tendrían en su poder armas nucleares, incluso
más poderosas que las de Hiroshima y Nagasaky. La historia
puede que en muchos casos sea cruel, pero ante todo es
verdadera.
Millones de ciudadanos, principalmente estadounidenses,
morbosamente se enteraban de las noticias que arrojaba la
Segunda Guerra Mundial, muy lejos de su continente, en la
noche del 6 de agosto de 1945. Eran exactamente las 19h09,
un avión B-29 conducido por el piloto Claude Eatherly, daba
el informe del estado del tiempo en Hiroshima y Nagasaky al
piloto del bombardero que debía lanzar un artefacto nuclear
cerca a esas ciudades. La muerte reinaba a cientos de
miles de ciudadanos indefensos y ajenos a las intensiones
genocidas y terroristas de un Estado que luego de este
atentado se constituyó en la primera potencia bélica del
planeta. Eran las 20h14, cuando se abrió la escotilla de
la nave dejando caer la bomba.
Cerca de 80 mil personas quedaron carbonizadas al momento a
causa de la explosión nuclear. Hoy los datos superan los
300 mil muertos. El mundo, en particular los
estadounidenses se congratularon por la efectividad del
operativo que determinó la capitulación de los japoneses,
pese a que la rendición de estos y los alemanes junto a sus
demás aliados era eminente y que para muchos la bomba
atómica fue innecesaria.
Desde mucho tiempo atrás de esa fecha "Gloriosa para el
pueblo estadounidense" hasta hoy, nada ha cambiado en la
política internacional de los EE.UU. Provocaciones
militares, aventurerismo del Pentágono y de las fuerzas de
la Casa Blanca dispuesta a poner al mundo al borde de la
Cuarta Guerra Mundial, la nuclear, la última, la
Apocalíptica, están a la orden del día.
En 1962 la humanidad estuvo al borde de la guerra
termonuclear, a raíz de la crisis del Caribe provocada por
la acción agresiva de los Estados Unidos de Norteamérica
contra la Revolución Cubana. Atrás quedo la Tercera Guerra
Mundial o la "Guerra Fría" entre Oriente y Occidente, entre
los Estados Unidos de Norteamérica y la ex Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), entre la élite
capitalistas y los stalinistas o seudo comunistas.
Atrás quedaron los tratados de Varsovia y la OTAN. Lo que
no ha quedado atrás son las políticas intervencionistas y
expansionistas de los EE.UU. Los EE.UU., a raíz de la
revolución socialista-stalinista de Afganistán, abril de
1978, utilizó todos los métodos habidos y por haber para
acabar con una "nueva Cuba" en Medio Oriente, es así que
desplegó una campaña de información subversiva que luego
fue transformándose en intervención armada con mercenarios
de la talla de Osama Bin Laden, principal sospechoso del
atentado en contra de las Torres Gemelas de Nueva York y de
las instalaciones del Pentágono en Washington.
A mediados de los 80s actuaban bandas de mercenarios bajo
la dirección de terroristas internacionales no menos
peligrosos que Bin Laden, como Hekmatyar, Rabbani y
Mojadedi. Los intentos de los EE.UU. por lograr que Israel
mantenga, por todos los medios, la superioridad militar
sobre el mundo árabe, el interminable apoyo de los EE.UU.
a los sionistas, la "Alianza Estratégica" que giraba en
torno a la desaparecida URSS, no han terminado. Porque no
han terminado las principales contradicciones del Imperio
en Medio Oriente y en todo el planeta, como son las
reflejadas entre proletariado y los dueños de los medios de
producción, entre la fuerza de trabajo y el salario, en
otras palabras entre ricos y pobres.
Los EE.UU., se opusieron en la última cumbre antirracista
celebrada en Sudáfrica, el pasado 31 de agosto del 2001, a
que se publique como resolución de los 130 países
asistentes que "Israel es un Estado racista de apartheid".
Recordemos que en este mismo continente y en esta misma
ciudad donde se celebró el encuentro mundial, los
estadounidenses, en 1983, junto a otros de la OTAN que
apoyaban el régimen del apartheid, aprobó una transacción
secreta conforme a la cual las compañías estadounidenses se
encargaron de mantener dos reactores nucleares en Koeberg,
cerca de la ciudad de El Cabo, donde se podía producir
tanto plutonio como para fabricar una bomba atómica,
poniendo en riesgo a millones de ser humanos en ese
continente.
Nelson Mandela, estuvo por más de 20 años preso por
oponerse a este sistema racista que dejó miles de víctimas
inocentes. La explotación inhumana a los trabajadores,
campesinos y semiempleados del mundo y la injusticia social
en todo su orden, por parte de las clases dominantes
nacionales y avaladas por organismos internacionales y
transnacionales como el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial, entre otros no menos importantes dirigidos
por los Estados Unidos de Norteamérica; así como, por el
asentamiento forzado de bases estadounidenses en todo el
mundo, son las consecuencias que hoy mismo recibe los
EE.UU., a criterio de muchos analistas políticos entre
ellos el escritor paquistaní Tariq Alí.
A pesar de que para la mayoría de ciudadanos del mundo
estas acciones perpetradas por los EE.UU. no son razones
que justifiquen el cometimiento de atentados como el
registrado en contra de las Torres Gemelas, pero si en las
instalaciones del Pentágono, por ser objetivo militar y su
gente se prepara para la guerra; para otros, especialmente
para una minoría árabe, son razones más que suficientes
para que grupos extremistas, amparados en el terrorismo
individual busquen hacer justicia con sus propios métodos.
Pero, ¿quiénes tienen mayor responsabilidad en torno a este
tipo de atentados terroristas? Obviamente los que mantienen
el monopolio de todo el proceso productivo, desde la tierra
hasta los grandes Shoping Center.
La acumulación de riqueza en pocas manos arroja datos
escalofriantes. Por ejemplo: El informe de la UNICEF, da
cuenta que 10 millones de niños mueren al año por
enfermedades previsibles, 600 millones viven en situación
de pobreza, 149 millones padecen desnutrición y más de 100
millones no reciben instrucción escolar. "Un mundo que
produce un estado de tanto desequilibrio y disparidad
ejerce, a su manera, otra forma de terror que pone también
el germen de los odios que engendra irracionalidad y
violencia", señala un editorial publicado por un periódico
ecuatoriano, el pasado 16 de septiembre.
Actualmente en Latinoamérica existen cerca de 200 millones
de indigentes y pobres; más de 45 millones de niñas y niños
del continente viven en la extrema pobreza. Por si esto
fuera poco, hay 40 millones de analfabetos. Pero aquí no
termina el objetivo maltusiano de la clase dominante: La
situación de los trabajadores es terrible. El 59% de la
Población Económicamente Activa (PEA), labora en el sector
informal, lo que implica inestabilidad, carencia total de
beneficios sociales, laborales y jubilares. El abono
perfecto para una convulsión social, lamentablemente sin
dirección política.
Este tremendo déficit social, hablan de la incapacidad de
las clases dominantes de solucionar los múltiples
problemas, especialmente en los sectores de alimentación,
vivienda, salud y educación, estos últimos privatizados en
muchas naciones. Sin tocar el tema referente al principal
derecho del ser humano: el derecho a la vida. En promedio,
tres de cada diez trabajadores latinoamericanos están en la
cesantía absoluta sin ingreso de ningún tipo, lo que genera
crisis en las familias, delincuencia, nulo acceso de
servicios vitales y, por supuesto, marginalidad y pobreza.
Los salarios mínimos en América Latina oscilan de los 30 a
los 140 dólares mensuales, cifra irrisoria si se calcula lo
que necesita una familia para mantenerse, pagar alimentos,
vivienda, escuelas, medicinas, vestimenta. En Ecuador el
Salario Mínimo Vital (MSV) es de 4 dólares que más ciertos
beneficios de ley sube a 120 USD. Los jubilados perciben
un ingreso mensual de 2 a 15 dólares. Otro dato que asusta
y habla de las negativas condiciones laborales en la
región, es que el 65% de los trabajadores y empleados
tienen un sistema de contrato variable y temporal, sujetos
permanentemente a la amenaza del despido y al chantaje.
América Latina tiene una deuda externa por encima de los
700 mil millones de dólares, producto del aumento de
intereses y préstamos obligados. Varias economías tienen
deudas que equivalen entre el 30 y el 45 por ciento de su
Producto Interno Bruto, en el caso de Colombia los 34 mil
millones de deuda externa equivalen al 37.5% del PIB,
mientras que en el Ecuador supera el 50%. Nadie sabe a
cuánto llegará esa deuda y cuándo se podrá pagar. (Ecuador
tiene aproximadamente una deuda externa de 17 mil millones
de dólares estadounidenses).
Parecería que la triste realidad social, económica y
política de América Latina, esta avalada por los
estadounidenses que han venido interviniendo durante los
últimos 168 años de manera directa con sus tropas, quienes
invadieron más de 70 veces los países ubicados entre México
y el Cabo de Hornos, implantando regímenes dóciles a
Washington y aplastando toda tendencia de progreso
económico y social, así como financiando a los gobiernos de
esta región para que destruyan todo brote revolucionario,
incluido las guerrillas, tal y como sucede actualmente con
la aplicación del Plan Colombia, que bajo el pretexto de
acabar con el narcotráfico y las plantaciones ilícitas de
coca, marihuana y amapola están buscando exterminar a los
grupos insurgente de ese país y dejando advertencias claras
y directas a todos los movimientos sociales, políticos y
armados que se oponen a su política, en esta parte del
mundo.
Para dar solo unos pocos ejemplos recordemos las fechas y
el país donde los EE.UU. intervinieron con o sin la
anuencia de los gobiernos latinoamericanos: 1945, Venezuela
la diplomacia secreta de los Estados Unidos organiza el
derrocamiento del Gobierno del general Medina. 1947,
Paraguay, la sublevación del pueblo contra la dictadura del
general Moriñigo es aplastada con armamento recibido de los
Estados Unidos. 1950, Puerto Rico, mediante armamento de
los EE.UU. es sofocado el movimiento popular de liberación
nacional. 1952, Cuba, respaldado por la CIA, sube al
poder, el general Fulgencio Batista. 1952-1954, Guatemala,
en este lapso se hicieron más de cuarenta intentos de
derrocar al Gobierno de Arbenz. 1955, Costa Rica, los
mercenarios del ex presidente Picado, armados y adiestrados
en los Estados Unidos, invaden el país. 1961, Cuba, mil
quinientos contrarrevolucionarios cubanos adiestrados y
armados en Florida desembarcan en la Bahía de Cochinos y
son derrotados por completo. 1965, República Dominicana,
19 mil soldados de los EE.UU. invaden el país so pretexto
de "defender a los ciudadanos norteamericanos". Esa
agresión significó para el pueblo dominicano más de 4000
víctimas. 1966, Argentina, la Embajada de los EE.UU. en
Buenos Aires organiza el derrocamiento del Gobierno. 1967,
Bolivia, unidades formadas y adiestradas en los EE.UU.,
bajo la dirección de los "consejeros militares"
estadounidenses desarrollan una guerra antiguerrilla que
origina la muerte del Comandante Ernesto Che Guevara.
1973, Chile, los militares encabezados por el general
Augusto Pinochet y secundados por la CIA derrocan al
Gobierno de socialista Salvador Allende. 1983, Granada,
intervención armada de los EE.UU. en contra del pueblo de
ese país caribeño.
A esta serie de intervenciones de las tropas
estadounidenses se suman a las de Viet Nam, donde murieron
millones de ciudadanos de ese país y 300 mil militares
estadounidenses, en su mayoría de origen latino. Panamá,
tras la invasión de los gringos, los muertos alcanzaron más
de 10 mil entre civiles y militares. Se calcula que unos
200 a 250 mil personas han perecido a consecuencia de la
intervención armada del país del Norte, en los últimos 50
años en Latinoamérica; sin embargo, cualquier acto
solidario y en defensa de la soberanía y autodeterminación
de estos pueblos fueron violentados con la complicidad de
los Gobiernos de turno y los medios de comunicación que
están bajo el control de grupos políticos y económicos.
En 1998, los EE.UU. atacaron con 13 misiles a una planta
farmacéutica de Sudan. El ataque eliminó las provisiones
de un país que requería de emergencia las medicinas,
ocasionando la muerte de miles de pacientes, entre ellas
mujeres, niños y ancianos. En la Guerra del Golfo Persa,
la intervención estadounidense dejó más de un millón de
muertos, en su mayoría iraquíes. La pregunta que todos nos
hacemos. ¿Quién se solidarizó con los millones de deudos
que dejó esta guerra desigual? La respuesta es contundente
e irónica. Los Estados Unidos festejaron el triunfo.
El actual presidente Bush ha venido capitaneando no solo el
proyecto militar antimisiles, que no es sino la
continuación de la carrera armamentista y de control
mundial denominada "La Guerra de las Galaxias", impulsado,
en su momento, por su padre y también ex presidente de los
EE.UU. George Bush, sino también por una poderosa
confluencia de intereses económicos que bloquea una
política global contra el calentamiento climático de la
tierra. Hoy su nula vocación ecológica le dio el titulo
del presidente mas antiambientalista después de Ronal
Reagan.
De acuerdo con varias publicaciones, el país de la "bonita
bandera", se siente amenazado por grupos extremistas
religiosos y políticos que nada tienen que ver con
movimientos políticos de izquierda que abraza a la clase
obrera y campesina en la búsqueda de su emancipación total
por medio de políticas marxistas que, de paso reniegan y
repudian la practica del terrorismo individual. Existen al
momento 28 grupos irregulares, entre los que figuran: Abu
Nidal, grupo palestino, con sede en Irak; Partido
Revolucionario de Liberación Popular, Turquía; Muyahidin
Jalq, opositor al Gobierno de Irán; Organización
Revolucionaria 17 de Noviembre, Grecia; Lucha
Revolucionaria Popular, Grecia; ETA, vascos; GIA, vascos;
Gama Islamiya, Egipto; Al Yihad, Egipto; Hezbolá, Líbano;
Kach, Israel; Kahane Chai, Israel; Hamas, palestino, Franja
de Gaza; Yihad Islámica, Palestina; Frente de Liberación de
Palestina; Frente Popular para la Liberación de Palestina;
Ala radical del Frente Popular para la Liberación de
Palestina; Ejército de Liberación Nacional ELN, Colombia;
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC);
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), paramilitares de
extrema derecha; Sendero Luminoso, Perú; Movimiento
Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), Perú.
Nadie, absolutamente nadie con sentido común podrá avalar
el acto terrorista al World Trade Center, el pasado 11 de
septiembre. Una acción sin precedentes en contra no solo
del pueblo estadounidense, sino latinoamericano, por los
miles de trabajadores inmigrantes que laboraban en esos
edificios. Hoy, luego de una semana del atentado, en vez
de que las tensiones bajen en medios gubernamentales,
parecen haberse incrementado. Los análisis fríos,
calculadores, responsables y sistemáticos no tienen espacio
en las mentes de los que hasta ahora insisten en ser los
dueños del mundo: Los dueños del capital.
Sin buscar, de ninguna manera, justificar la acción de los
terroristas y, por el contrario, unidos al rechazo casi
absoluto de todos los ciudadanos del mundo a este tipo de
operativos armados, son sin lugar a dudas la consecuencia
de las políticas intervencionistas de los Estados Unidos de
Norteamérica.
En nuestro país, Ecuador, también se han registrado actos
terroristas directamente dirigidos por el Estado en contra
del pueblo pobre. El editorialista ecuatoriano Edmundo
Ribadeneira, acusa a los banqueros de la Costa de mantener
aterrorizado al pueblo e involucra al ex presidente Jamil
Mahuad, junto a la tienda política Democracia Popular, pues
a su criterio son quienes sembraron minas de angustia y
desesperación en la economía nacional, "la cual vuela en
pedazos cada vez que se menciona la palabra bancos".
Pero, a más de la falta de los más elementales derechos
para la reproducción decente y digna de la vida, como son:
empleo, salud, vivienda, educación y recreación, son los
actos terroristas de Estado que, si no son inmediatos,
tienen un alcance doblemente criminal, pues permiten que
miles de millones de seres humanos mueran lentamente en la
peor de las batallas que les toca enfrentar para subsistir
un día más. Mientras que para las clases dominantes y
globalizadoras obtener más y más ganancias de la
expoliación inhumana de los trabajadores, es la consigna,
para los Estados y partidos políticos stalinistas, su
"estrategia" de convivencia mutua y pacífica, no hace más
que convertirse en los cómplices permanentes y conscientes
del deterioramiento inhumano de la clase obrera en todo el
mundo.
¿Cuál es la diferencia entre el terrorismo de Estado y el
terrorismo individual? ¿Qué diferencia existe entre las
acciones terroristas ejecutadas por los Estados y por los
grupos irregulares? ¿Quiénes están detrás del terrorismo de
Estado y del individual? Son preguntas que todos podríamos
fácilmente responder. Pero este no es el caso. El caso
está en que los sectores inocentes, inermes, desprotegidos
y más vulnerables de esta sociedad de clases son los que
reciben el golpe de genocidio de quienes se creen con el
derecho de pensar y decidir por nosotros. Quienes deberán
salir al paso de esta convulsión mundial y dar solución a
las contradicciones existentes en este sistema es la clase
trabajadora y proletaria en general, pero primero deberá
deponer de las direcciones obreras y campesinas a los
burócratas stalinistas, quienes se han convertido en sus
gendarmes y verdugos.
* CRISTOBAL RODRIGUEZ GUERRA Quito - Ecuador. Autor de los
libros:
* "El Picotazo del Cóndor. Diario de un periodista en la
guerra del Alto Cenepa. Dos meses en medio del conflicto.
1995.
* Coautor del trabajo periodístico "Terremoto", 1996.
* "Bucaram. Fuera". 1997.
* "Los Grupos Insurgentes en el Ecuador" 1999.
* "Las Pesadillas del Presidente" 1999.
* "Putumayo: vallenato y fusil. 365 días junto a la zona
de conflicto" 2001.
https://www.alainet.org/es/articulo/105392
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