Papel de las religiones en las políticas mundiales
26/11/2001
- Opinión
La religión y la
teología subyacen a los principales conflictos mundiales, en
Irlanda, en Yugoslavia, en Palestina, en Cachemira y en
Afganistán. Talibán significa estudiante de las universidades
coránicas, especialmente de teología. En 1994 asumieron el
poder sobre el 90% del territorio afgano, imponiendo una
política teocrática fundamentalista que abrigó a la red de
terrorismo montada por Osama Bin Laden contra quien se hace una
guerra de vergüenza, pues, es contra uno de los tres países más
pobres del mundo y asolado por 22 años de guerra ininterrumpida
y una inclemente sequía de tres años.
La importancia de la religión fue quizá completamente olvidada
por los estrategas de las políticas mundiales. La mayoría de
los jefes de Estado y de sus consejeros son hijos de la
modernidad secularista y discípulos de los maestros de la
sospecha que intentaron deslegitimar el discurso religioso.
Muchos de ellos consideran la religión un fósil del pasado
mágico de la humanidad o cosa de quien no tiene razón como los
infantes o de quien ya perdió la razón como los viejos.
Consecuentemente no tiene porqué entrar en consideración en las
estrategias de la política externa mundial.
Esa omisión se mostró doblemente dañina, pues llevó a errores
palmares en la política concerniente al Líbano, a Irán, a
Palestina y ahora a Afganistán y no supo apreciar positivamente
la contribución que la religión puede proporcionar a la paz
como se mostró en Nicaragua, en Filipinas, en África del Sur y
antes, en la paz franco-alemana y alemana-polaca.
Samuel P. Huntington, asesor del pentágono, corresponsable por
la desastrosa estrategia de guerra en Vietnam, se tornó famoso
por proponer un nuevo paradigma de pensamiento estratégico
mundial para subsistir a la Guerra Fría. Acuñó la expresión
"Guerra de Civilizaciones" como forma para identificar el
estilo futuro de las guerras en el contexto de la
globalización. Al responder a las varias críticas que le
fueron hechas y al reconocer honestamente ciertas lagunas, en
Foreign Affairs (nov/dic. 1993, 186-194) hizo una afirmación de
gran relevancia para el tema que nos ocupa: "En el mundo
moderno la religión es una fuerza central, tal vez 'la' fuerza
central que motiva y moviliza a las personas... Lo que en
último análisis cuenta para las personas no es la ideología
política ni el interés económico; mas aquello con que las
personas se identifican son las convicciones religiosas, la
familia y los credos. Es por estas cosas que ellas combaten y
hasta están dispuestas a dar su vida" (p. 191 y 194)
En otras palabras, se reconoce la centralidad del factor
religión en la formación de un pueblo y en la definición de las
identidades étnicas. Obviamente la religión no sustituye la
instancia económica, política, cultural y militar. Mas cabe a
ella formular las motivaciones profundas y crear aquella
mística que confiere fuerza a un pueblo y que, en ciertos
momentos, puede proporcionar las justificaciones tanto para la
guerra como para la paz, como estamos presenciando ahora en
ambos lados, norteamericano y talibán.
Un elemento fundamental es descuidado con referencia al
islamismo en los países donde es dominante. Debido a la fe en
un Dios único, no se hace la separación entre lo político y lo
religioso, cosa que los países occidentales hicieran a partir
del siglo XVII. Tienden a hacer del Corán referencia única en
la organización de la sociedad y del Estado. En la visión de
ellos atacar militarmente un Estado musulmán es atacar al
islamismo como religión. Significa resucitar el fantasma de
las antiguas cruzadas. Y entonces responden con al jihad que
originalmente no significa guerra santa, sino fervor por la
causa de Dios en el mundo, ahora traducida en forma de
terrorismo.
Si tal imbricación político-religioso existe no es con guerras
que se establece la paz política como lo quieren las potencias
occidentales. Es menester antes un diálogo inter-religioso y
una pacificación religiosa. Sustentamos la misma tesis de uno
de los mayores teólogos cristianos Hans Küng: "no habrá paz
política, si no hay simultáneamente paz religiosa". Y esa sólo
surgirá si las religiones, en lugar de marcar sus diferencias,
buscaran los puntos comunes. El propio Huntington al concluir
su libro apela "al principio de los puntos comunes" como base
para la paz posible en un mundo globalizado y multicultural.
Hay convergencias notables entre las religiones. Pues, todas
ellas buscan la justicia, favorecen la concordia, fomentan la
solidaridad, pregonan el amor y el perdón y muestran
sensibilidad con los pobres y condenados de la Tierra. Por
aquí hay un camino que nos lleva a la paz y a la convivencia
fraterna entre todos.
https://www.alainet.org/es/articulo/105434
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