Alca: ¿integración o absorción?

13/11/2001
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Desde inicios del siglo XIX, América Latina se ha visto permanentemente vinculada al interés hegemónico de EE.UU, cuestión lograda con mayor o menor profundidad y expresada en el grado de subordinación de los países de la región en todos los órdenes, pero de manera particular, en el ámbito económico, con sus nefastas consecuencias políticas y sociales. Igualmente, la historia registra las permanentes y diversas pujas por hacer valer los más genuinos sentimientos independentistas de los pueblos latinoamericanos frente a esas políticas hegemónicas, y donde han jugado un papel destacado el pensamiento político, económico y social de hombres ilustres que han visto con gran claridad la necesidad de conformar una comunidad de naciones auténticamente latinoamericana, con predominio de su carácter como pueblos independientes. También la historia ha demostrado que resulta difícil y costoso, en todos los órdenes, enfrentar el poderío de la mayor potencia mundial, de ahí que la integración no sólo constituya una necesidad, sino también un reclamo histórico. Sólo Cuba, a partir del triunfo de la Revolución, en enero de 1959, ha sido capaz de erigirse como nación verdadera y definitivamente libre y soberana, apartada de la subordinación a la política norteamericana, lo cual costó más de un siglo de luchas y hoy aún cuesta, dado el empecinamiento del gobierno de EE.UU por arrancarnos la libertad que disfrutamos, a través de cuantas vías y métodos pueda ocurrírseles, como es el caso del férreo bloqueo a que somos sometidos en los últimos años, animado ello por una estrategia de aislamiento, cuya pretensión, además, recae en el interés de que el ejemplo cubano no se reproduzca en el área, cuestión que resulta claramente inlograble, si tomamos en cuenta la creciente solidaridad que recibimos a diario, así como el reconocimiento a la valía de nuestros actos a favor de la dignidad política y social. Hoy, cuando EE.UU ha venido engendrando la llamada Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), pretende dar un paso más largo, profundo y prácticamente definitivo en su afán de convertir a nuestra América Latina en un dócil subordinado, que le favorezca en medio de este mundo globalizado. De esta nueva iniciativa han excluido a Cuba, tal y como si no formáramos parte de ésta región; siguiendo la voluntad de aislamiento que nos han reservado. Si se quiere, ello más que un agravio, resulta un elogio, ya en ello está el reconocimiento al menos de nuestra voluntad de no dejarnos doblegar y mucho menos de ser absorbidos bajo sus dictados. No obstante esta posible lectura del asunto y tomando en cuenta que el ALCA abarca la totalidad del resto de las naciones latinoamericanas, la instalación de dicha iniciativa ha de generar no pocos problemas, especialmente de tipo económicos, de ahí nuestra posición contraria ante tal pretensión. En la medida en que se ha venido cumpliendo el calendario de implantación del ALCA, el tema ha ido ganando un espacio mayor en los debates regionales y de cada país en particular, no sólo en el ámbito de los gobiernos, sus estructuras económicas y políticas, sino también, en las organizaciones sociales y, especialmente, entre las organizaciones sindicales, con el antecedente que para éstas, los asuntos vinculados con la integración han venido constituyendo tema de atención desde la perspectiva socioeconómica y hasta política. Sin embargo, el tema ALCA no ha resultado un tema muy popular hasta ahora, a pesar de sus implicaciones, quedando el mismo más presente en el ámbito académico y especializado, lo cual puede significar una carencia involuntaria. No obstante, se vienen desarrollando esfuerzos en tal sentido por parte de diversas organizaciones sindicales latinoamericanas, a fin de colocar el tema como un elemento de lucha permanente. Es por ello que el presente trabajo, elaborado con la valiosa colaboración de prestigiosas instituciones, como la Asociación por la Unidad de Nuestra América (AUNA), el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) y otras, pretende, de una parte: acercarnos al conocimiento integral del ALCA; generar la motivación necesaria por profundizar el conocimiento de este complejo mundo económico-social; poner a disposición del sindicalismo cubano, sus trabajadores y de nuestros amigos de organizaciones sindicales en otros países del área, algunas reflexiones que desde una perspectiva político-social, contribuya al debate actual en los marcos del rechazo y enfrentamiento al ALCA; así como expresar nuestras posiciones al respecto. De otra parte, sirva como expresión de acompañamiento y solidaridad con la lucha que muchas organizaciones sindicales latinoamericanas libran de manera directa en rechazo a las pretensiones hegemónicas de EE.UU. a través de un disfraz integracionista para con los pueblos de América. Si consideramos que la implantación del ALCA constituye un paso profundo y definitivo de hegemonismo históricamente presente en la voluntad de la política de EE.UU en relación con América Latina, hay necesariamente que transitar brevemente por el recorrido histórico de la integración latinoamericana y el desarrollo de las políticas económicas, donde ellas han tenido lugar, siendo igualmente necesario detenernos en algunos aspectos que constituyen antecedentes estratégicos y directos para tal pretensión, así como en el análisis de los efectos por ellos generados. Hacia finales de los años 50, América Latina sustentaba su desarrollo económico en el llamado Modelo Desarrollista, impulsado por las entonces fuertes oligarquías nacionales, donde se pretendía alcanzar; y de hecho se logró en gran medida, cierto desarrollo de las industrias nacionales, basándose en la sustitución de importaciones. El auge de estas políticas generó la necesidad de mercados ampliados, de ahí que ésta será la etapa en que se incorpora el elemento de la integración como una necesidad práctica. Durante los años 60 y 70, bajo el modelo desarrollista, dirigido a potenciar el llamado "desarrollo hacia adentro", se observaron determinados éxitos regionales, siendo el MCC el más avanzado económicamente. Esta estrategia quedó agotada hacia finales de los años 70, debido a su excesiva potenciación, de ahí que en la década de los 80 cambiara el panorama integracionista de la región, animado ello, entre otras razones, por la crisis de la deuda externa y particularmente por el desarrollo del Modelo Neoliberal, pasando a ser el objetivo central la inserción de las economías nacionales en la economía mundial. No obstante, la mayor atención al tema del pago de la deuda externa y fundamentalmente de sus intereses, implicó que el tema integración quedara un tanto olvidado, desaprovechándose así una posibilidad estratégica excelente. Ya hacia los años 90, con el desarrollo y profundización de las políticas neoliberales, caracterizadas por la apertura y desregulación económicas, el desarrollo de políticas de ajustes estructurales, una mayor apertura de mercados y una desenfrenada carrera de privatizaciones; vuelve a ser el tema de la integración objeto de atención como una necesidad. Tras la llamada "década perdida" para los países latinoamericanos, se necesitaba un "nuevo aire" en el orden económico al servicio de los intereses norteamericanos, que acompañe igualmente la pretendida nueva imagen "democrática" de la región, tras el desmonte de las dictaduras militares, y que a su vez siente las bases para el proyecto magno norteamericano: convertirse en amo pleno y abierto de nuestra América. Veamos entonces en qué condiciones arriba América Latina a los años 90 En América Latina durante la década de los 80 el PIB sólo crece el 1,0%, lo cual significa prácticamente no crecer, si tomamos en cuenta el incremento del endeudamiento que sufren las economías. En la etapa, la deuda de la región resulta de $ 347 857 millones de USD como promedio anual, ya en el año 1989 ésta se ubica en $ 420 395 millones de USD, de ahí que los países latinoamericanos tuvieran que contraer sus importaciones y expandir sus exportaciones, para hacer frente a las exigencias de pago de la deuda y no para reinvertir en desarrollo de sus economías internas. En el orden de las consecuencias sociales, durante los años 80 en América Latina existían sobre una población de 355 millones de habitantes, 135,9 millones de pobres (38,28%) y 62,4 millones de indigentes (17,57%); el desempleo alcanzaba al 6,2% de la población económicamente activa, el 21,5% de la población era analfabeta y el 14,8% no tenía acceso a los servicios de salud. En los años 90 son retomadas las iniciativas integracionistas En 1991 es creado el MERCOSUR, dirigido a configurarse como un mercado regional ampliado y legítimo, lento en su consolidación, producto de múltiples factores y pretensiones, de ahí que algunos especialistas cuestionen su verdadera concepción integracionista. No obstante, desde el punto de vista económico, el MERCOSUR resulta ser un mecanismo integracionista muy dinámico, convertido ahora en la locomotora para apuntalar un proyecto de integración comunitario entre las naciones latinoamericanas. Siguiendo nuestro recorrido cronológico, el 1ro. de enero de 1994 entra en vigor el TRATADO DE LIBRE COMERCIO ENTRE EE.UU, CANADÁ Y MÉXICO (TLC). Al TLC hemos de concederle una especial atención, en primer lugar por el hecho de involucrar la mayor economía mundial (la norteamericana), lo que sin dudas marca un signo especial en cualquier relación histórico-económica y de manera particular para con las economías latinoamericanas, y, en segundo lugar, por el hecho de considerar al TLC como antecedente y ensayo a menor escala del mayor proyecto hegemonista en el hemisferio: el ALCA. Al decir del Prof. Jesús Serna(1), "en su momento el TLC fue considerado como un hecho nuevo en la teoría y práctica de la integración, donde en efecto, por primera vez un estado tercermundista fue "voluntariamente" a ese proceso de integración económico con dos países altamente desarrollados del primer mundo. Es preciso hacer notar que ese país hasta entonces actuaba como promotor y uno de los líderes de la lucha en la ONU por un nuevo orden económico internacional, que preveía la necesidad de una alianza de todos los países en vías de desarrollo para defender sus derechos e intereses". Tomar el caso de México y evaluar los efectos de su participación en el TLC puede ejemplificarnos el real papel que ha de tocarle al resto de los pueblos latinoamericanos dentro del ALCA, así como los efectos que de ello se deriven; e igualmente, observar los resultados del TLC para la economía norteamericana, nos acerca a las reales intenciones pretendidas con tal "voluntad integracionista". Antes de la implantación del TLC, México, en el orden económico, exhibía un crecimiento de su PIB del 1,8% (1992), sus exportaciones hacia EE.UU eran del 65% y sus importaciones del 58%, contando con un endeudamiento de $ 50 216 millones de USD, lo que representaba el 11,3% de su PIB; en el orden social, exhibía un desempleo del 2,9%, un analfabetismo del 10% y niveles de pobreza por encima del 10% de su población. Ya con la implantación del TLC, crece el PIB hasta el 3,1%, las exportaciones hacia EE.UU. se elevan hasta el 80% y las importaciones igualmente hasta el 72%. Si bien estos indicadores macroeconómicos pueden hacer ver que el TLC para México ha significado más desarrollo económico, lo cierto es que su deuda externa alcanza el 36,5% de su PIB (en los últimos 15 años, su deuda ha crecido 3,2 veces). Un México más endeudado, como parte del "beneficio económico" que le ha proporcionado el TLC y derivado de las necesarias políticas de ajustes que se han visto en la obligación de adoptar para poder hacer frente a las exigencias del pago de dicha deuda; ha tenido que enfrentar un alto costo social en detrimento de la calidad de vida de los mexicanos. Los indicadores de desempleo se elevaron hasta el 3,8% (1994), el analfabetismo creció hasta el 11,5%, hoy la brecha entre ricos y pobres es 16,2 veces mayor, todo lo cual significa, al margen de la manipulación de las cifras, que el 17,9% de los mexicanos clasifican como pobres. Como han señalado algunos especialistas, el TLC al nacer lo hizo con serias carencias y efectos negativos, tales como: Desde la propia forma en que fue negociado, surge como un tratado antidemocrático, ya que no tuvo en cuenta los puntos de vista de los diferentes actores sociales productivos que se manifiestan, además de ser negociado sólo por el Ejecutivo, sin tomar en cuenta al Legislativo. Se negoció entre países distintos como si fueran países iguales, no teniendo en cuenta las diferencias de sus economías. Se excluyeron temas fundamentales como la deuda, la agenda laboral y ambiental, derechos humanos y migración. No se contemplaron aspectos que garantizan el mejoramiento de las condiciones de vida de los pueblos. En resumen, lo realmente sucedido para México es la creación de una relación de dependencia y subordinación de su economía, tal y como lo demuestran los datos económicos anteriores. El hecho de que el 80% del comercio exterior de México sea dependiente de los Estados Unidos ha ocasionado el auténtico desmantelamiento de la planta productiva nacional, donde miles de pequeñas y medianas empresas han desaparecido, se agravó la crisis del campo y se perdió la soberanía alimentaria; México pasó a ser un país importador de granos y alimentos básicos. La idea del ALCA fue lanzada en 1994 durante la Primera Cumbre de las Américas; reunión convocada por el Gobierno de EE.UU, con la presencia de 33 Jefes de Estado y la ausencia de Cuba. El objetivo del ALCA quedó definido dentro de la pretensión de construir una Agenda Común para el futuro de nuestra región, centrando sus prioridades en el libre comercio al estilo del TLC, extendiendo su zona de impacto y sin tomar seriamente en cuenta sus efectos colaterales fundamentales, desconociéndose así otros factores que harían algo creíble la "voluntad integradora" de la idea. Dicha supuesta integración constituye una expresión de los históricos propósitos del hegemonismo de EE.UU. A partir de ahí comienza un complicado proceso de negociaciones cuyo eje central ha sido las reuniones que anualmente desarrollan los Ministros de Economía de los países participantes en la constitución del bloque. Es precisamente en esos espacios donde los "peones de obras" evalúan y diseñan el cumplimiento de los dictados de los "arquitectos" de las políticas neoliberales emitidas desde el norte. Acto seguido a su lanzamiento, la pretensión sufre un período de estancamiento dada la no concesión por parte del Congreso de EE.UU. del llamado "fast track" al Presidente norteamericano. Hacia 1998 el ALCA recibe un nuevo impulso durante la Reunión de Ministros de Economía en Costa Rica, cuando quedó planteado el inicio de negociaciones directas a partir de la II Cumbre de las Américas, desarrollada en Santiago de Chile, en 1999, poniendo en funciones los 9 grupos negociadores y cuyos borradores serían presentados en la Cumbre celebrada en Quebec, Canadá; negociaciones que en más de una ocasión y en diversos espacios han sido realizadas en secreto y de manera bilateral entre EE.UU y los países participantes en el proceso. La conformación de los Grupos Negociadores es coincidente con la propia Agenda establecida. De igual manera, fue fijado el calendario de implantación (anexo) que prevé su entrada en vigor en el año 2005. No obstante, en el actual año se discute la propuesta de Chile de acelerar su implantación para el 2003, propuesta que está en correspondencia con la posición chilena de sumarse rápidamente al TLC, contrastada con el pálido acercamiento a su escenario natural, que es el MERCOSUR. Dicha propuesta finalmente fue derrotada en la III Cumbre de las Américas. En la misma medida en que ha venido avanzando el proceso del ALCA y en consecuencia clarificándose sus verdaderos propósitos, han aparecido expresiones de rechazo más o menos abiertas; gobiernos como el de Brasil, que se ha destacado por sus contradicciones con EE.UU con relación a determinados procedimientos, definiendo que el mayor Estado sudamericano no se sumaría a la corriente que clama a la creación del ALCA hasta tanto no haya transparencia y beneficios comunes en ese empeño, o como Venezuela, que ha venido expresando desde su preocupación en cuanto a la fecha de puesta en vigor del ALCA, para el 2005, por considerarlo algo demasiado prematuro, a la vez que ha expuesto su criterio de mayor atención a la pobreza, la miseria, la desigualdad por la puesta en vigencia del ALCA, hasta su negativa a sumarse. De igual manera, Venezuela se abstuvo de suscribir lo referente al fortalecimiento de la democracia representativa, con la adopción de una Carta Democrática Interamericana, uno de los sustentos que junto al ALCA proyectan el "futuro" de América. Parece ser que un elemento de fuerza en este sentido resulta el criterio esgrimido por MERCOSUR, al pretender que, por una parte, el ALCA no elimine en la práctica a éste y, por otra, la posibilidad de negociar en bloque, posición liderada por Brasil, que al ser la mayor economía latinoamericana y poseedor de importantes fuentes que son objetos de interés para EE.UU, como el hecho de ser un mercado de más de 130 millones de habitantes, poseer grandes reservas de petróleo y riquísimas fuentes de agua (especialmente en la Amazona); no resulta un escollo a desatender. El enfrentamiento Las posiciones más claras de oposición y enfrentamiento provienen de los movimientos sociales y particularmente del movimiento sindical latinoamericano. Múltiples han sido los espacios donde se han expuestos los terribles riesgos que entraña la implantación del ALCA para los países latinoamericanos y de manera particular con relación a su impacto social, cuestión absolutamente desatendida en el proceso. Tales son los casos de las manifestaciones de repudio que se han desarrollado en torno a reuniones y foros gubernamentales donde se ha estado discutiendo el tema, como en Porto Alegre, Brasil, en enero de este año, durante el Foro Social y Mundial; en Buenos Aires, Argentina, cuando en el pasado mes de abril se reunieron los Ministros de Economía de los países de América, así como en el propio mes en Quebec, Canadá, en ocasión de la III Cumbre de las Américas; movilizaciones que se han caracterizado, de una parte, por un marcado sentimiento de rechazo a las prácticas hegemonistas y de otra, por la brutal represión de que han sido víctimas los manifestantes por parte de las fuerzas policiales, particularmente las acciones de Buenos Aires y Quebec. "Buen ejemplo" resultante del pretendido modelo de "integración" son las consecuencias ya descritas para México, con su participación en el TLC, pero en este caso más agravadas dado el proceso de acumulación o ¿preparación? que ha sufrido la región frente a las políticas neoliberales que se vienen aplicando. Veamos algunos elementos que ayudan a ejemplificar la situación: Durante la década de los años 90 el PIB de la región creció al 3,2% como promedio anual. Algunos especialistas han planteado que la región necesitaba crecer a un ritmo de más del 6% como promedio anual, para superar el alto costo social que han generado el desarrollo de las políticas neoliberales, así como el deterioro económico. La pobreza crece. 135,9 MILLONES DE POBRES Y 62,4 MILLONES DE INDIGENTES EN 1980. 224 MILLONES DE POBRES Y 100 MILLONES DE INDIGENTES EN 1999. Quiere esto decir que de una década a otra, mientras el PIB crecía sólo en un 2,2%, la pobreza lo hacía en 6,6%, es decir, se ha triplicado la pobreza. El desempleo crece. 3,5% EN 1980, 6,2% EN 1990, 8,7% EN 1999 Y 9,1% EN EL 2000. Aún resulta alto el grado de analfabetismo (16,5%). El acceso a los servicios de salud ha continuado deteriorándose, hoy más del 15% de la población carece de dichas posibilidades. Se ha venido dando todo un proceso de reducción y eliminación de la capacidad productiva y reproductiva de las economías latinoamericanas, con una notable desindustrialización y pérdida de las empresas nacionales, reservándose para la región el papel de mercado para recursos especulativos. Resultan tan notorias las consecuencias negativas que el ALCA promete para América Latina, que ha resultado imposible sustraerse de asumir posiciones críticas, más o menos profundas, por parte de las entidades sindicales de la región. En cuanto a las esperanzas que para algunos gobiernos de la región ha generado la implantación del ALCA, cabe preguntarse: ¿Estaría América Latina en condiciones de ser generadora de productos que lleguen al mercado norteamericano, liberados realmente de barreras proteccionistas, y que le favorezcan en términos de suficientes ingresos, los que a su vez le permita cubrir las abultadas deudas externas y además invertir en el desarrollo propio?. ¿Será que fluirán de norte a sur las reales inversiones generadoras de reales riquezas, con el consiguiente desarrollo económico y el incremento de las posibilidades de empleos decentes, estables y para beneficio social de los pueblos latinoamericanos?. ¿En qué condiciones y a qué costo EE.UU estaría dispuesto a conceder sostenidamente estas esperanzas?. Todo ello es previsible y nada indica, como ya se ha dicho, que el ALCA sería verdaderamente un mecanismo que integrará toda la América, más bien estaríamos en presencia de un proceso gradual de absorción de las economías latinoamericanas por parte de la economía norteamericana. Ello va siendo comprendido cada vez mejor por muchos, surgiendo múltiples iniciativas para enfrentar tal propósito. Al respecto, nuestro XVIII congreso de la CTC, realizado recientemente, acordó lo que resulta la posición del movimiento sindical cubano con relación al ALCA: Rechazar en todas sus partes el proyecto de creación de un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), por ser este la moderna versión del viejo proyecto imperialista de Estados Unidos para someter a América latina y el Caribe, hasta el extremo de una virtual anexión. Denunciar el proyecto ALCA ante las organizaciones sindicales de todo el mundo, y en especial en nuestra América, como un proyecto lesivo a los intereses de los trabajadores, por presentar una extensión y profundización de la política neoliberal con sus secuelas de explotación, pobreza y empeoramiento de la situación de los trabajadores. Promover una amplia campaña de esclarecimiento y explicación del verdadero contenido del ALCA, de la amenaza que representa para nuestros pueblos, para la soberanía de los países de la región, para la protección de sus recursos naturales y medio ambiente, en todos los foros donde participen la Central de Trabajadores de Cuba y los Sindicatos. Expresar la firme convicción de los trabajadores y trabajadoras cubanas que el ALCA no puede seducirnos con sus falsas promesas de comercio y crecimiento económico, basadas en el lucro y la insensibilidad del mercado sin regulación, en los espejismos de la sociedad de consumo, en la falsa democracia, donde millonarios e indigentes tienen derechos, en apariencia, iguales y en los mezquinos valores del egoísmo, la violencia y la explotación. En tal sentido, la posición y visión de nuestro país quedó claramente ratificada por nuestro Comandante en Jefe, el compañero Fidel, cuando en el acto por el Día Internacional de los Trabajadores del actual año, explicó: "El ALCA significará más neoliberalismo, menos protección a la industria y a los intereses nacionales, más desempleo y problemas sociales". "A partir del instante en que lo dicho anteriormente sobre el ALCA ocurra, ya no podría hablarse de independencia y la anexión comenzaría a ser una realidad..." "¡Evitemos la anexión, exijamos resueltamente y desde ahora que ningún gobierno pueda vender una nación a espaldas del pueblo! ¡No puede haber anexión si hay plebiscito! Sembremos conciencia del peligro y de lo que significa el ALCA". "Reavivemos la dignidad y los sueños de Bolívar, la dignidad y los sueños de San Martín, O'Higgins, Sucre, Morazán, Hidalgo, Morelos, Juárez y Martí". ¡ANEXIÓN NO, PLEBISCITO SI! Fuentes consultadas: Mesa Redonda Informativa de la TV Cubana. Participantes:
José A. Gómez. Investigador CIEM.
Jonathan Quiros Santos. Investigador CIEM.
José A. Pérez. Investigador CIEM
Eugenio Espinosa Martínez. Prof. FLACSO-UH.
Lourdes Regueiro. Investigadora CEA.
Revista INFO. Federación Nacional de Trabajadores Papeleros, Químicos y similares del Perú (FENATPAQUISP).
CLAT/NOTICIAS. No.6. junio-1997.
Balance Preliminar CEPAL-1985, 1999, 2000.
Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe, CEPAL- 1996.
Índice de Desarrollo Humano. 1995, 1999, 2000.
Gazeta Mercantil Latinoamericana. No.227.-Sept-2000.
Revista de la CGTB (Brasil). Nov.-1996.
Documentos del Centro de Estudios de la CTA (Argentina).2000.
Documentos de Archivo. Dpto.RR.II/CTC Nacional.
Correos del Mercosur. CCSCS.2000.
Documentos XVIII Congreso CTC. abril-mayo.2001.
Discurso pronunciado por el Cmdte. en Jefe Fidel Castro. Acto por 1ro. de mayo de 2001. Plaza de la Revolución.
Materiales de apoyo. Manuel Montero Bistilleiro. Funcionario Dpto.RR.II/CTC Nacional.2001.
Riesgos del TLC para América latina. Bertha Luján. Mbro. de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio.
México, TLC y los procesos de integración bajo el dintel del siglo XXI. Jesús Serna. Investigador UNAM. México.
https://www.alainet.org/es/articulo/105514

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