El ALCA

Política de EUA para subordinar y dominar a América Latina

13/11/2001
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Introducción: El proceso de globalización caracterizado por la liberalización comercial y financiera predominante desde fines de los ochenta, ha llevado a América Latina a niveles de inserción internacional mayores a los que venían existiendo. Esta mayor inserción, no ha sido comandada por intereses nacionales emanados de decisiones democráticas en nuestros países, sino ha sido resultado de resoluciones y recomendaciones dictadas por organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial) y por el gobierno de EUA, a la cual los gobiernos latinoamericanos se han sumado sin actitud crítica y cuestionadora a tal proceso. Ello se ha traducido en pérdida del manejo soberano de la política económica, como en una creciente penetración del capital trasnacional en todos los sectores económicos, con la clara subordinación de nuestros países a la economía de los EUA, que surge como la gran ganadora de tal estrategia. La larga historia de políticas económicas a favor de los países desarrollados y en detrimento de lo nacional. La creciente liberalización comercial y financiera predominante en los países latinoamericanos, ha sido resultado de las recurrentes crisis económicas del área, las cuales nos han debilitado frente a los países acreedores. Los organismos financieros internacionales, quienes representan los intereses del gran capital financiero internacional, así como el gobierno norteamericano, han ejercido su poder de dominación, a través de condicionar las renegociaciones de la deuda externa, y el otorgamiento de mayores créditos, al establecimiento de políticas económicas en los países deudores a favor de los países desarrollados y del capital internacional, lo que nos ha llevado a perder manejo soberano de política económica para atender los intereses nacionales. Las intervenciones del FMI y del Banco Mundial en América Latina, se han multiplicado desde la crisis de la deuda en 1981-1982 hasta la actualidad. Ello se ha debido a los problemas de insolvencia surgidos en los países del área. Se reestructuran los pagos y se da financiamiento para cubrir deudas, bajo la condición de que se profundicen las políticas de liberalización, desregulación y privatización. En cada crisis y negociación de la deuda externa, son más las concesiones demandadas y más lo otorgado, sin que las políticas económicas impuestas, aceptadas y avaladas por los gobiernos latinoamericanos, hayan evitado la recurrencia de más crisis, ni configurado condiciones de crecimiento sostenido y generalizado y menos vulnerable en nuestros países. Por el contrario, las políticas económicas predominantes emanadas del FMI y del Banco Mundial, han atentado sobre las bases materiales y financieras internas, así como sobre los fundamentos económicos para el crecimiento económico sostenido. Ello nos ha llevado a una creciente dependencia externa de la entrada de capitales para financiar los llamados desequilibrios macroeconómicos generados por éstas políticas, y a una creciente vulnerabilidad en torno al comportamiento de los mercados financieros internacionales. Los gobiernos latinoamericanos han acentuado la política económica a favor de dicho capital para atraerlos y evitar ser sujetos a prácticas especulativas por parte de ellos, a costa de seguir relegando la atención de los problemas productivos y financieros internos. Entre éstas políticas se enmarcan las que disminuyen la participación independiente y soberana del Estado, en la actividad económica, cuya contraparte es la mayor participación del sector privado nacional y extranjero en la conducción de las economías nacionales, quienes las reestructuran en su favor. Los gobiernos latinoamericanos compiten por ser los mejores vistos por el gran capital. Desde los ochentas hasta la fecha, se ha venido dando una competencia creciente entre los países del Área, en torno a quien ofrece mejores condiciones de confianza y rentabilidad para atraer capitales, para financiar los desequilibrios macroeconómicos que se enfrentan, así como para alcanzar la estabilidad nominal cambiaría y ciertos niveles de crecimiento. Para ello, se han convertido en defensores y promotores del proceso de globalización, así como de una integración latinoamericana en torno a las libres fuerzas del mercado de economía abierta, con la consecuente mayor extranjerización de sus economías. Aquí cabe señalar los papeles destacados, entre otros, de Carlos Menem en Argentina, como Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo en México. Asimismo, no obstante los cambios de gobierno realizados recientemente en Chile (con Ricardo Lagos) y Argentina con De la Rúa, se ha continuado en el mismo tenor. Los gobiernos latinoamericanos tratan de ser bien vistos por el gran capital trasnacional y por EUS, por lo que han dejado de lado posiciones nacionalistas en contraposición a los países desarrollados. Las políticas económicas instrumentadas los han llevado a depender más de la entrada de capitales, por lo que tienen que someterse a los dictámenes y exigencias de éstos, al grado de considerar los principios nacionales, los Proyectos de Nación y las posiciones de bloque frente a los desarrollados, como cosas del pasado. Y no solo eso, sino que también los países de América Latina, que antes se distinguían por asumir posiciones de respeto a la autodeterminación de los pueblos, han pasado hoy a defender las posiciones de intromisión, intervención y bloqueo que EUA mantiene hacia algunos países del mundo, donde destaca su posición contra Cuba. Nos dice María Concepción Tavares que la integración subordinada en que han caído la mayoría de los países latinoamericanos "hace que la política externa quede sometida a la diplomacia de la globalización, incluyendo la alineación automática de los países a las posiciones defendidas por las potencias hegemónicas en los órganos multilaterales". Políticas económicas a favor del capital financiero internacional. Al depender en forma creciente de la entrada de capitales, las economías quedan sujetas a los comportamientos de la tasa de cambio, como de la tasa de interés, debido a que tales variables inciden en los niveles de rentabilidad de los capitales. La liberalización financiera da lugar a mayores prácticas especulativas tanto en los mercados de capitales, como en las monedas, por lo que la política económica tiene que responder a las necesidades de estabilización del tipo de cambio, y mantener altas tasas de interés para evitar la vulnerabilidad en el comportamiento de dicho capital y de los mercados financieros nacionales. Ello explica la homogenización de la política económica en los países del área y a nivel mundial. La liberalización económica ha obligado a los países de América Latina a privilegiar políticas monetarias y fiscal contraccionista, antiinflacionarios, para asegurar la estabilidad del tipo de cambio y actuar así a favor del capital financiero internacional, por lo que los países son condenados a frenar su actividad económica y sacrificar las demandas nacionales, para ser bien vistos por el capital internacional. El problema es que la política a favor del capital financiero, atenta sobre la esfera productiva, lo que coloca a los países del Área en mayor desventaja competitiva para salir airoso del proceso de globalización, como de los vaivenes de los mercados financieros internacionales. Las políticas de liberalización y desregulación del sector financiero han permitido mayor penetración del capital financiero internacional en los mercados financieros nacionales, como en el sector bancario, llegando a controlar en muchos países el sistema de pagos, y con ello el sistema de financiamiento, pasando a depender el crecimiento de las decisiones tomadas por ellos. La política económica queda circunscrita a las exigencias del capital internacional por lo que se ve comprometida la soberanía económica y la atención de los problemas nacionales. Las políticas sociales instrumentadas para aligerar los problemas de desempleo y miseria derivados de la globalización, han sido incapaces de frenarlos y revenirlos. Las políticas económicas y los cambios estructurales impulsados por la globalización, atentan sobre las bases productivas y financieras necesarias para configurar condiciones de crecimiento sostenido e incluyente, por lo que las características son de destrucción productiva, de exclusión y marginación, además de acelerar el proceso de extranjerización. Por lo que las políticas sociales no son capaces de encarar y mitigar tales problemas. El rompimiento de ilusiones primer-mundistas Los defensores de la globalización señalan que las políticas de liberalización y desregulación económica permitirán mayor entrada de inversiones y progreso técnico, y que posibilitará mayor incremento de productividad y reducción de la brecha entre desarrollados y subdesarrollados. Asimismo, justifican las políticas de libre mercado de economía abierta bajo la ilusión de que éstas beneficiarían a la economía mundial y permitirían una más eficiente asignación y utilización de recursos. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario. Tales políticas han favorecido los intereses de los países desarrollados y de sus empresas trasnacionales, debido a que les permite la ampliación de sus mercados y la apropiación de los sectores estratégicos y de alta rentabilidad de los países latinoamericanos. Los flujos de inversión han actuado a favor del capital financiero y no del capital productivo. Los contextos de altas tasas de interés y de apreciación cambiarían, configuran mejores condiciones de rentabilidad en la esfera financiera. Los países desarrollados prefieren exportar hacia los países latinoamericanos -una vez que han abierto sus merados- que realizar inversiones productivas en éstos. Los mayores flujos de inversión extranjera directa se observan entre los países desarrollados, pues éstos presentan mayor protección y ofrecen mejores condiciones de rentabilidad con relación a los países latinoamericanos. De tal forma, los países latinoamericanos no han contado con mayor inversión productiva y progreso técnico, ni mayor crecimiento de productividad, por lo que la brecha entre desarrollados y subdesarrollados, en vez de disminuir, se ha ampliado. Las inversiones extranjeras directas que han fluido a América Latina, no se han traducido en avances del proceso de sustitución de importaciones. La mayoría de ellas ha sido para adquirir sectores estratégicos nacionales y otras para producir para el mercado externo. El problema es que tal flujo de inversiones ha ido acompañado de un gran crecimiento de importaciones, aumentando ello el coeficiente importado de la producción dirigida tanto al mercado interno, como a exportaciones, lo cual ha generado déficit de comercio exterior creciente. Como dice María C. Tavares "estamos desnacionalizando nuestra economía y empeorando la balanza de pagos, lo que agrava cada vez más la vulnerabilidad externa del país"(Tavares, 03/12/00). Sobre México se publicitó por parte de los defensores del NAFTA (Tratado de Libre Comercio de Norte América) que tenía una industria complementaria a la de EUS, y que por lo tanto dicho acuerdo de libre comercio se traduciría en mayor desarrollo industrial y económico y que permitiría disminuir las brechas de desarrollo entre ambos países. Sin embargo, ello no fue así. A pesar del gran crecimiento observado por las exportaciones manufactureras en nuestro país, se presenta un claro proceso de desindustrialización, de rompimiento de cadenas productivas, altos coeficientes de importación y déficit de comercio exterior crecientes, lo que lo ha colocado en un contexto de alta vulnerabilidad externa y más del comportamiento de la economía de EUA, con quien ahora está más vinculado debido al NAFTA. Ello ha llevado a que la pérdida de dinamismo de la economía norteamericana golpee fuertemente a la economía mexicana. Lo mismo está aconteciendo con el resto de los países latinoamericanos, debido a que las políticas de liberalización económica los ha llevado a estrechar sus vínculos económicos con EUA. En ese sentido, el ALCA (Acuerdo de Libre comercio de las América) vendría a ampliar más la dependencia con tal economía, colocándonos en un contexto de mayor vulnerabilidad en torno al comportamiento de dicho país. Las pérdidas crecientes para América Latina Con las políticas de liberalización económica hemos resultado grandes perdedores. En la década de los ochenta -la llamada década pérdida- no crecimos y tuvimos alta inflación. En los noventas, la inflación fue menor, hasta la fecha, pero ha sido a costa depender de la entrada de capitales, de mayores niveles de endeudamiento externo, de perder el manejo soberano de la política económica, así como de niveles de industrialización, del control patrimonial de la banca, de los recursos naturales y minerales y otros sectores estratégicos, donde el Estado y los empresarios nacionales han pasado a someterse al capital internacional, ya ni siquiera como socios menores, sino como accionistas de los sectores y empresas que antes eran de su propiedad, y en muchos casos, ni eso. América Latina ha perdido en el proceso de globalización. Este ha modificado significativamente la presencia de nuestros países en la escena internacional. Si bien países como México han multiplicado sus exportaciones hacia los mercados mundiales (sobre todo hacia EUA), ello no ha sido resultado de mayor desarrollo productivo interno, y de mayor incorporación de componentes nacionales en tales exportaciones, sino que es debido a la presencia de empresas maquiladoras, así como al mayor componente importado de las exportaciones, no impactando dicha dinámica sobre mayores efectos multiplicadores internos, ni sobre el propio sector externo. Es decir, la presencia en el contexto internacional, o nuestra inserción en el proceso de globalización, ha sido a costa de destrucción de procesos productivos industriales y agrícolas, de quiebra masiva de empresas, de mayores niveles de concentración, centralización y extranjerización de la producción, de aumento de desempleo, de aumento de la economía informal, de disminuir la presencia del Estado en la elaboración de políticas anticíclicas, de infraestructura y de bienestar social, pasando a subordinarse a los intereses del capital internacional. El deterioro de las bases productivas, financieras y macroeconómicas, compromete el crecimiento económico sostenido y generalizado, así como la atención de las demandas nacionales, por lo que nos coloca en un contexto de alta vulnerabilidad económica, y de graves tensiones políticas-sociales que comprometerán la permanencia de las características predominantes de la globalización. La hegemonía económica de EUA La política de dólar fuerte instrumentada desde 1979 por la reserva Federal de EUA, conjuntamente con las políticas de liberalización financiera que dicho país impuso a Japón a mediados de los ochenta y que extendió al resto del mundo, le permitió retomar su hegemonía económica mundial. Siguiendo a María C. Tavares "la diplomacia del dólar fue ... un esfuerzo estratégico bien exitoso para restaurar la posición dominante de los EUA en términos económico-financieros e intentar imponer un Orden Unipolar a la economía internacional "(Tavares, 14/09/97). Fue a partir de lo financiero que EUA alcanzó fuerte crecimiento en la década de los noventas, y que llevó a Japón a una crisis (que se manifestó en 1991 y que hasta la fecha no ha superado), y a Europa a no crecer arriba del 2% promedio anual en dicho período para poder viabilizar la unión monetaria y su nueva moneda, el euro, que le impuso el proceso de liberalización financiera promovido por EUA. Este país se convirtió en los noventa en el gran ganador de la globalización mientras que el resto de los países, en su gran mayoría, han padecido las consecuencias negativas de tal proceso. Los Estados Unidos imponen al mundo políticas de liberalización y desregulación económica para así ampliar su esfera de influencia a nivel mundial, y en cambio establecen políticas de protección y regulación de su mercado, sobre todo en aquellos sectores donde sus empresas no tienen suficiente competitividad frente a importaciones. Los EUA y los teóricos defensores de la globalización, colocan a esta como irreversible, para que los países continúen otorgando mayores espacios y esferas de influencia al capital transnacional, y eliminen las restricciones a este. Las políticas de liberación y desregulación comercial y financiera han actuado a favor de la economía de EU, pues ellos han podido incrementar sus exportaciones hacia el área, así como los flujos de inversiones extranjeras, aprovechando las altas tasas de interés, como la adquisición de activos y sectores de alta rentabilidad. La contraparte, es que tales políticas han recrudecido los problemas estructurales en las economías latinoamericanas, llevándolas a tener menos industrias, mayor desequilibrio externo, mayor niveles de endeudamiento interno y externo y a depender más de la entrada de capitales, lo que los conduce a que la política económica responsa más a favor de estos, a costa de perder autonomía para responder a favor de los nacional. De tal forma, tales políticas han atentado sobre el crecimiento endógeno de las economías latinoamericanas y han aumentado su vulnerabilidad externa. Gracias a la apertura económica realizada por América Latina, EUA ha podido incrementar su presencia en el área, tanto en el control patrimonial de sectores estratégicos productivos, servicios y financieros, como el mayor flujo comercial y financiero, a costa de disminuir la presencia de los nacionales, como del capital europeo y asiático. La apertura comercial realizada en América Latina ha llevado a que EUA haya incrementado significativamente su comercio superhabitario frente al área latinoamericana, además de aprovechar las altas de interés que esta tiene que establecer para atraer capitales para financiar sus déficit externos. Privatización y extranjerización creciente La necesidad permanente y creciente de financiamiento externo a que nos conduce la globalización, ha acelerado el proceso de privatización y extranjerización. Las privatizaciones realizadas en América Latina han obedecido al propósito de obtener recursos para realizar el ajuste fiscal, como para financiar el déficit externo y mantener la estabilidad cambiaria. La venta de empresas públicas ha sido para pagar pasivos, para así ajustar las finanzas públicas. En tal sentido se ubica la venta de los bancos, así como telecomunicaciones y otros sectores y empresas. Sin embargo, tal ajuste ha resultado transitorio pues la deuda pública ha vuelto a aumentar, como resultado del propio proceso de privatización.. En México la banca privatizada dio pie a pautas especulativas que junto a los problemas de insolvencia generados por las políticas de la globalización, desembocaron en crisis de dicho sector, lo que obligó al gobierno a transferir recursos públicos para evitar su quiebra generalizada, implicando ello aumento de la deuda pública y el déficit fiscal. Las privatizaciones se han realizado bajo el compromiso de asegurar mayor inversión y crecimiento de capacidad productiva para incrementar productividad y competitividad, como para evitar cuello de botella que pueden frenar la actividad económica. Por ejemplo, los problemas de electricidad que enfrenta Brasil hoy, son resultados de la falta de previsión y de imposición de condiciones de inversión al proceso de privatización realizado en este sector. Tal situación esta presente en la mayoría de los países latinoamericanos donde la privatización de sectores estratégicos y prioritarios ha ido aparejado del rompimiento de cadenas productivas, de altos componentes importados, de menores efectos multiplicadores internos, de menor generación de empleo productivo y mayor presiones sobre el sector externo y por lo tanto, de menor dinámica económica. Se observa un proceso acelerado de extranjerización en América Latina. Este mercado es atractivo para la banca transnacional, tanto para financiar la deuda pública, es decir, la adquisición de los bonos gubernamentales que se emiten altas tazas de interés para financiar los déficit gubernamentales, así como el otorgamiento de financiamiento a las grandes empresas transnacionales que operan en estos países. Los problemas de insolvencia han estado latentes, como resultado que las políticas de la globalización no aseguran condiciones de reembolso a las deudas internas y externas contraídas por el sector público y privado ello ha llevado a tener que cubrirlas a través de dar a cambio activos públicos y privados. Es decir, el ajuste de la deuda ha sido patrimonial, implicando ello mayores procesos de privatización y extranjerización de la economía. ALCA: estrategia de EUA El ALCA es una estrategia de EUA encaminada a ampliar su comercio, su espacio de inversión productiva y financiera, y en consecuencia, su área de influencia en América Latina para aprovechar ventajas comparativas existentes en la región, para abaratar costos, y mejorar competitividad frente a sus rivales asiáticos y europeos. A los EUA le interesa disminuir el déficit de comercio exterior creciente que enfrenta, que se colocó en el año 2000 al orden del 4% del PIB, es decir al nivel de un país subdesarrollado. Ello no le ha representado problema hasta ahora, debido al gran financiamiento externo con que cuenta. Sin embargo, no puede permitir que dicho déficit siga creciendo, pues terminaría aumentando más sus niveles de endeudamiento externo y debilitando a su moneda, que se ha convertido en uso de curso legal y de reserva internacional. De ahí, que para mejorar competitividad y disminuir la brecha externa, el ALCA es una pieza importante para EUA y para realizar inversiones en sectores estratégicos, y en aquellos donde América Latina cuenta con ventajas comparativas (tanto por su dotación de recursos energéticos, agrícolas, minerales, mano de obra, etc.) y así afianzar su hegemonía, no solo en el área, sino a nivel mundial. Con el ALCA se pretende hacer realidad los objetivos que EUA ha querido imponer a todo el mundo a través del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI), el cual establece en cualquier sector de la actividad económica y por lo tanto busca quitarle a los gobiernos nacionales el poder de regular los movimientos de las inversiones extranjeras y de limitar las remesas de utilidades. Dicho Acuerdo fue rechazado por la Organización Mundial de Comercio (OMC) por considerarlo opuesto a los principios soberanos de los países. EUA pretende con el ALCA, regímenes de liberalización de la inversión extranjera directa, para que los países eliminen las restricciones a la entrada de capitales y se vean obligados a aceptar la participación de ésta en todos los sectores de la economía, dado el interés que tienen sobre los sectores de servicios, telecomunicaciones, de salud, de los sistemas financieros, así como de las compras gubernamentales y en todo sector que representa alta rentabilidad, y los gobiernos se vean impedidos de imponer regulaciones y sanciones al comportamiento de tales inversiones. Los países receptores serán incapaces de establecer selectividad a la entrada de inversiones. Estas podrán fluir a los mercados y sectores de su interés, por lo que la dinámica y las características de la estructura económica pasan a estar determinadas por el comportamiento de éstas inversiones. Ello rompe con las prácticas seguidas en el proceso de sustitución de importaciones, donde los países seleccionaban el destino de las inversiones hacia sectores prioritarios, de altos efectos multiplicadores internos a favor del empleo, del ingreso y ahorro interno, y que permitieran además disminuir las presiones sobre el sector externo y la dependencia externa. Al eliminar la opción de selección del tipo y destino de la inversión, llevará a profundizar los desequilibrios productivos, pues tales inversiones buscan la máxima ganancia, y no el crecimiento equilibrado de los sectores productivos de la economía, lo que originará además mayores presiones sobre el sector externo y mayor fragilidad y vulnerabilidad económica. Propósitos del ALCA EUA desea a través del ALCA, eliminar en toda América Latina y el Caribe (con excepción de Cuba), las tarifas arancelarias y no arancelarias, así como obtener acceso a las compras gubernamentales, y poder realizar inversiones en cualquier sector de las economías latinoamericanas. Se quiere la apertura total en sectores estratégicos y en el servicio financieros. Es decir, el ALCA no solo comprende un área de libre comercio, sino que también están comprendidos los servicios, el sector financiero, las compras gubernamentales y las inversiones. Todo aquello que represente obtención de ganancias para el gran capital internacional debe ser liberalizado y desregulado. Este proceso comenzó desde hace tiempo. Lo que se pretende es su institucionalización, su profundización (se pretende que para fines del 2005 todos los países del área ya hayan instrumentado las políticas que contempla el acuerdo) y en consecuencia, su irreversibilidad. El proceso de globalización, los tratados y acuerdos de libre comercio, donde se enmarca el ALCA, se encaminan a disminuir la participación y control que el Estado ejerce sobre la economía y por lo tanto, quieren colocarlos con el mismo nivel y derechos que la inversión privada nacional y extranjera, para que se subordine más a ésta. La profundización de la apertura y desregulación comercial y financiera, así como el abrir más las compras gubernamentales y el espacio de influencia a las inversiones extranjeras, nos colocará más en desventaja frente al capital norteamericano, lo que le permitirá a éste imponer más su dominio y sus reglas de conducta económica y política a los gobiernos latinoamericanos. El ALCA no contempla casos especiales o de excepción. Los países que participen en él, tienen que aceptar todos los acuerdos y no solo alguno de ellos. En la misma estrategia del ALCA, se inserta el proceso de dolarización, que le permitirá al capital financiero internacional ubicado en nuestros mercados, evitar ver desvalorizado su capital antes eventuales devaluaciones de las monedas de los países donde invierte. Con el ALCA y la dolarización, se elimina cualquier viabilidad de política económica diferente en América Latina que pueda comprometer los intereses de EUA en el área, permitiéndole a éste país cerrar la pinza de integración y subordinación de nuestros países a sus propósitos imperialistas. América Latina ya tiene camino andando para el ALCA Los gobiernos latinoamericanos ya han avanzado mucho en la instrumentación de las políticas demandadas por el gran capital internacional, entre las que destaca la liberalización comercial y financiera, la liberalización de las compras gubernamentales y de las inversiones, así como el otorgar trato igual a la inversión extranjera y a la nacional, junto a la privatización y extranjerización de sus economías, al igual que la instrumentación de políticas de estabilidad cambiaría para garantizar la rentabilidad del capital en su propio moneda y algunas otras economías ya se han dolarizado. Las políticas de apertura comercial y financiera, así como el NAFTA, al igual que el ALCA y el AMI se inscriben en la misma estrategia impulsada por EUA para ampliar su esfera de influencia a nivel mundial y en especial hacia América Latina. El ALCA, es un avance del proceso de globalización en el que estamos, es llevar el NAFTA hacia el resto de los países del área. Lo que ya existe en muchos países del área, se pretende con el ALCA profundizar tales políticas y asegurar su irreversibilidad. América Latina y el Caribe están en desventaja competitiva frente a EUA, por lo que la prosecución de las políticas de liberalización económica y el ALCA vendrían a destruir más la planta productiva, industrial y agrícola, a acelerar los niveles de extranjerización, de desempleo y de vulnerabilidad de nuestros países. Brasil, país objetivo del ALCA A EUA le interesa el ALCA, sobre todo para someter a Brasil a sus dictámenes, debido a que es el país más grandes de América Latina y cuenta con ventajas comparativas en varios sectores productivos que superan a EUA y por lo tanto es de interés para las empresas norteamericanas. El problema es que tal país mantiene políticas de regulación y control que limitan la acción de las empresas transnacionales. A su vez, Brasil ha puesto su énfasis y empeño en el desarrollo del MERCOSUR "que, más que un área de libre comercio, es una unión aduanera que presupone tarifas externas comunes para los productos de otros países y aún una estrecha coordinación de políticas que promueva la convergencia de los ciclos macroeconómicos y de las prácticas comerciales"(MCT, 25/05/97). Es decir, se trabaja bajo una lógica diferente a los acuerdos de libre comercio como contempla el ALCA. En el MERCOSUR no se da trato igual a desiguales y tratan de tener manejo propio de la política económica, por lo que el gobierno de EUA ha declarado que el MERCOSUR se opone a sus intereses económicos y políticos. EUA quiere hacer del MERCOSUR una prolongación del ALCA y por lo tanto modificar las reglas del juego para desarticular la competencia brasileña en la región (Tavares, 25/07/97). Inexistencia de alternativas gubernamentales frente al ALCA Los gobiernos latinoamericanos se han sumado al proceso de "negociación" del ALCA sin anteponer ningún proyecto nacional o regional alternativo al que EUA quiere profundizar e imponer en el área. En tales "negociaciones" se están imponiendo las propuestas e intereses de EUA. Los representantes latinoamericanos en las "negociaciones" más que representar los intereses de los industriales, trabajadores, banqueros, campesinos y desempleados de sus países, se repliegan a las posiciones, dictámenes y reglas del juego impuestas por la super-potencia norteamericana. En éstas negociaciones no participan los congresos, los sectores productivos, los sindicatos, las universidades, y la llamada sociedad civil. Solo funcionarios públicos y de organismos internacionales que responden más a los intereses, y propuestas del capital internacional y del nacional asociado a éste. Tal estrategia no responde a los intereses nacionales. Implica consolidar el carácter excluyente y extranjerizante que ha venido predominado. En el momento en que el ALCA no contempla mejores tratos comerciales, tecnológicos y financieros por parte de EUA a favor de América Latina, evidencia la falta de poder de negociación de los gobiernos latinoamericanos. Las políticas de liberalización económica, han ampliado el fuerte desequilibrio en las relaciones entre América Latina con EUA, donde éste país termina imponiendo las políticas a su favor. Los países latinoamericanos tienen que subordinarse a EUA, sin que éste país se comprometa a alguna obligación hacia los primeros, lo que nos lleva a ampliar no solo los desequilibrios existentes entre éstos, sino la subordinación de América Latina a los intereses de EUA. El proyecto del ALCA se enmarca en un contexto que se caracteriza por la pérdida de manejo soberano de la política económica, de destrucción de planta productiva, de un reciente proceso de privatización y extranjerización y de creciente pobreza en todos los países latinoamericanos y del Caribe. ALCA: atenta sobre todo proyecto de desarrollo nacional El ALCA atenta contra todo proyecto de desarrollo nacional y tentativo de redefinición de nuestra inserción en el contexto mundial. A través de las políticas que acompañan al ALCA, nuestra región no tendrá condiciones de desarrollar la capacidad productiva y los niveles de productividad y competitividad para mejorar y diversificar nuestra inserción en el contexto mundial, para salir airosos de dicho proceso. Por el contrario, el ALCA nos lleva a profundizar las tendencias de desindustrialización, de decrecientes desequilibrios macroeconómicos, de desempleo, pobreza, extranjerización y vulnerabilidad externa en que América Latina se ha encontrado en los últimos 20 años, por lo que estamos y estaremos regresando al primario exportador y a las exportaciones manufactureras con alto componente importado, y a depender en forma creciente de la entrada de capitales, lo que nos coloca en una situación de mayor subordinación y vulnerabilidad en torno a la economía de EUA y la economía mundial. Los espacios de autonomía en el manejo de la política económica para atender las demandas nacionales y los problemas productivos y bancarios se han estrechado con la globalización y más desaparecerán con el ALCA. El ALCA restringirá más aún las políticas económicas a favor del crecimiento y de los intereses nacionales, pues no hay posibilidad de instrumentar políticas de expansión monetaria, crediticia y fiscal para incrementar el mercado interno, pues ello desestabilizaría precios y el tipo de cambio y afectaría la rentabilidad del capital internacional establecido en nuestros países. Asimismo, no hay cabida a políticas discriminatorias a favor de inversionistas y empresas nacionales, ni de seguir preservando sectores estratégicos bajo el control Estatal y/o nacional, lo que avizora, en los países que aún no lo han hecho, una rápida apertura del sector petrolero, eléctrico y de telecomunicaciones, al capital extranjero. Continuar con las políticas de liberalización y desregulación económicas y de extranjerización predominantes, implica no sólo seguir socavando los intereses nacionales, sino la capacidad productiva y financiera interna y de autodeterminación de la política económica para definir nuestro futuro. La política económica actual y su consolidación e institucionalización en el ALCA (México ya lo tiene institucionalizado en el NAFTA), no dan espacio alguno de reivindicación de proyecto de nación, sino al contrario, nos llevan a la integración subordinada con EUA. El ALCA, una estrategia que no tiene perspectivas de concretarse El proyecto del ALCA surge a fines de 1994 cuando la economía de los Estados Unidos estaba retomando su crecimiento que pasaría a mantenerse hasta el año 2000. se concebía el ALCA en un contexto de crecimiento económico de América y de la economía ha terminado y no existen perspectivas de una pronta recuperación. Si bien la globalización permitió a EUA retomar su hegemonía económica mundial en los noventas, la dinámica económica configurada terminó por originarle problemas que están frenando su crecimiento, por lo que ha dejado de ser el motor de la dinámica de la economía mundial. Ello está contrayendo la actividad económica del resto del mundo, y en especial a América Latina, lo cual está agravando los problemas del sector externo e imponiendo severas políticas contraccionistas monetarias y fiscales para encarar tales problemas y evitar caer en insolvencia. La contracción económica, el aumento del desempleo y el deterioro de los ingresos de empresas e individuos que se vive en el Área Latinoamericana y el Caribe, se traducirán en graves problemas político-sociales que llevarán a cuestionar las políticas de liberalización económica y con ello inviabilizarán el proyecto del ALCA. ESTADOS Unidos Tratará de aminorar sus problemas acelerando un "fast track" para la aprobación del ALCA, pero el contorno recesivo de destrucción de planta vulnerabilidad externa en los países latinoamericanos, terminarán (esperemos) por cuestionar las políticas de liberalización económica predominantes. Necesidades urgentes en América Latina que no pueden seguir siendo postergadas América Latina ha visto deteriorados los servicios públicos, su infraestructura y gran parte de sus sectores productivos, por lo que la tarea de reconstrucción no se puede seguir postergando, ni mucho menos seguir esperando que las políticas de la globalización y el ALCA vayan a resolver éstos problemas. No se puede esperar que acontezca una crisis de mayores proporciones para decir no a las políticas de la globalización y al ALCA. Es importante generar conciencias y movilización para frenar dicho proceso, antes de que siga avanzando la destrucción de la capacidad productiva y de empleos, y continúe la extranjerización y la pérdida de manejo soberanos de la política económica. Se debe frenar y revisar el proceso de liberalización, desregulación y extranjerización, así como la política económica que ha acompañado tal proceso. No se puede seguir con las políticas monetarias, crediticias y fiscales contraccionistas y las altas tasas de interés, pues están descapitalizando a nuestras economías y son las causantes de los problemas de sobreendeudamiento y crisis bancarias en que se ha caído. Requerimos retomar el manejo soberano de la política económica para atender las demandas nacionales, para superar los problemas estructurales y la restricción externa en que nos ha colocado el déficit creciente del sector externo. La política económica, en vez de responder a las demandas del capital financiero, debe de ser utilizado como herramienta anticíclica para contrarrestar los problemas que enfrentamos a raíz de la desaceleración de la economía norteamericana. Nos dice Tavares que "nunca fue más necesaria que ahora la regeneración de los aparatos de intervención del Estado (a todos los niveles)"(Tavares, 12/10/97). Para frenar la competencia desleal y las prácticas especulativas que enfrentan los países latinoamericanos y que ha derivado en menores niveles de capacidad productiva y de capitalización, en mayores presiones sobre el sector externo y mayor vulnerabilidad externa, se requiere retomar los mecanismos de regulación estatal sobre el comercio exterior, como sobre los flujos de capital. No se puede seguir dejando a los mecanismos del mercado de economía abierta la regulación de la economía, dadas las consecuencias negativas que ocasionan. América Latina debe pronunciarse por desarrollar proyectos de integración económica diferentes a los que contempla el mercado de economía abierta y el ALCA. La integración económica latinoamericana debe concebirse en una perspectivas que fortalezca las potencialidades productivas, que supere los rezagos productivos, el desempleo, los desequilibrios macroeconómicos y la miseria que han caracterizado al área. Ello implica modificar las relaciones comerciales y financieras existentes con los países desarrollados, y por lo tanto replantear las políticas de liberalización económicas imperantes. Para ello se requieren posiciones de fuerza y de negociación por parte de los países latinoamericanos y del Caribe, que no son existentes ahora. Es importante difundir y debatir en todos los espacios y niveles de la vida política de nuestros países, la gravedad de la problemática latinoamericana y el trasfondo de las estrategias económicas predominantes, y la que encierra el ALCA, para configurar la correlación de fuerzas necesarias para anteponer lo nacional ante los embates de la gran potencia norteamericana. Nuestros pueblos han sido mantenidos en la ignorancia y el problema se profundiza porque los partidos políticos y los Congresos no debaten abierta y ampliamente ante la sociedad, los problemas neurálgicos de nuestros países. ------- Arturo Huerta González: Doctor en Economía y profesor titular de la división de Estudios de Postgrado de la Facultad de Economía de la UNAM.
https://www.alainet.org/es/articulo/105533
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