Globalización: ¿Estancamiento o Crisis en América Latina?

13/11/2001
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1. Introducción En los últimos años surgió un debate en Brasil, en torno a la valoración de las teorías del desarrollo en América Latina. Debido a una serie de consideraciones, que abordamos en el presente artículo, en ese debate la teoría de la dependencia, en su vertiente marxista (TMD), quedó reducida a "pieza de museo" ya que, se argumenta, fue "derrotada" por los acontecimientos mundiales, sobre todo, en el transcurso de la década de los años ochenta cuando se despliega, en escala amplia, el "proceso de globalización". Al influjo de la caída de las dictaduras militares y del arribo de las "democracias viables y gobernables" que hoy prevalecen en la región, ese "espacio teórico" dejado por la TMD, habría sido cubierto por "nuevos enfoques de la dependencia" que, en esencia, rescatando las mejores tradiciones teóricas y políticas del desarrollismo y del neodesarrollismo, plantearían que efectivamente es posible la "superación" de la dependencia en el marco actual del sistema capitalista mundial, mediante el desarrollo de políticas de ajuste económico y de atracción de inversiones extranjeras productivas en las economías periféricas. Para desarrollar nuestras hipótesis, consideramos representativo de toda una corriente teórica el trabajo de Lidia Goldenstein, que además se desempeñó como funcionaria del gobierno brasileño. Ella aborda esta discusión, en particular, la relativa al tema "dependencia-desarrollo" que, como se sabe, fue caballito de batalla de los grandes debates de las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX. Con el objeto de avanzar nuestra hipótesis relativa a la configuración de una vertiente neoliberal al interior de la teoría de la dependencia, en el presente ensayo nos ocupamos de este trabajo que, a nuestro juicio, continúa en la tradición metodológica y sociológica de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, en virtud de sus planteamientos teóricos, que veremos más adelante, respecto a la caracterización del proceso reciente del Brasil. Adelantamos: en esencia, Goldenstein sostiene que la salida de la crisis y la recuperación del crecimiento radica en profundizar el modelo capitalista vigente en Brasil, y no en superarlo como sería, en consecuencia, el planteamiento clásico de la TMD. Nuestro análisis se circunscribe a dos bloques temáticos. Por un lado, al relacionado con su concepción de la dependencia y a los autores a ella asociados y, por otro lado, al "modelo" teórico implícito que está detrás de sus planteamientos. Por último, planteamos algunas conclusiones preliminares. 2. El debate contemporáneo sobre la dependencia Dos ideas básicas, y que a nuestro juicio constituyen equívocos de las críticas de Lidia Goldenstein y de otros autores a la TMD, nos permiten ordenar nuestro análisis. En primer lugar, la idea del "agotamiento" de la TMD y, en segundo lugar, la tesis del "estancamiento económico" que presumiblemente estaría presente en los planteamientos sustanciales de los teóricos dependentistas marxistas. En cuanto al primer punto, en los últimos años, se alcanzó un cierto consenso entre autores de diversas filiaciones teóricas y académicas en torno a la afirmación de que se "agotó" la "teoría de la dependencia"; en particular, aquélla que se desarrolló a la luz de las reflexiones marxistas en el curso de las décadas de los años sesenta y setenta del siglo XX. En este sentido destaca la corriente de la "nueva dependencia" que ha venido cobrado auge en Brasil en los últimos años y que, de igual forma que las otras corrientes, invalida a la TD en su vertiente epistemológica marxista, reivindicando otros enfoques, ya en la década de los ochenta con el arribo de la "democracia", como el "social- desarrollismo" con el que se identifica. En la década de los setenta, como reacción a la crisis del pensamiento de la CEPAL se desarrollaron nuevos intentos interpretativos que tienen expresión en varios países de la región: el endogenismo, el neodesarrollismo y el neogramscianismo. Lo común a estas corrientes es que comparten con la anterior ("nueva dependencia") la idea de que la vertiente que pensó la problemática y que más se acercó a una teoría crítica y trascendental, es decir, que fue más allá del capitalismo para colocar los problemas del desarrollo humano y social en la perspectiva histórica del socialismo, fracasó y se agotó a la luz de acontecimientos tales como el arribo de las democracias en América Latina y el fin de las dictaduras, la derrota de la izquierda y la caída del socialismo europeo, y la reactivación del crecimiento económico en buena parte de los países. En el presente ensayo sostenemos la idea de que, si bien hubo un agotamiento de la teoría de la dependencia, en función de éstos cambios del sistema capitalista internacional y de la división internacional del trabajo, en las dos últimas décadas, sin embargo, los referentes reales y empíricos que ella trató - (tales como, por ejemplo, la superexplotación del trabajo y la exclusión social, el intercambio desigual que se expresa en los déficits constantes de las balanzas de pagos; la integración productiva y el subimperialismo, la especialización productiva y las exportaciones, la distribución del ingreso y los problemas de estratificación de los mercados, etcétera) -, siguen vigentes, aunque bajo nuevas modalidades que le ha conferido la mundialización y el predominio del modo de producción capitalista que está alcanzando dimensiones planetarias. Por lo tanto, más que desecharse, como se plantea, la TMD tiene que redefinirse asumiendo en su marco teórico y método de investigación los nuevos contenidos categoriales y conceptuales que expresan esa realidad cambiante del sistema internacional. Consideramos que no es proclamando la "defunción de la TMD" como se avanza en la comprensión de los cambios en curso del capitalismo mundial; más bien, atendiendo a las problemáticas colocadas por ella, es preciso desarrollarla y redefinirla en función de su principal característica, que es justamente la búsqueda de un cambio social que asegure un nuevo modo de vida, de trabajo y de cultura para los trabajadores, la sociedad y la humanidad por primera vez más justo y equitativo, a partir del restablecimiento no solamente del "crecimiento", que es la "variable macro" que sobredimensiona y pondera el neoliberalismo, sino del desarrollo global económico y social y de una auténtica reactivación de los procesos de democratización política. En virtud de estas reflexiones, consideramos que aquellos críticos que invalidaron prematuramente esta alternativa teórica, legitimaron otra que se encuentra dentro del orden de la sociedad capitalista contemporánea y, por lo tanto, no pueden concebir otra forma de economía y sociedad que no sea aquélla fundada en la explotación del trabajo asalariado, en la propiedad privada de los medios de consumo y de producción y en la concentración de los ingresos en las capas superiores de las clases sociales medias y dominantes, como sucede actualmente en la mayor parte de los países de América Latina. 3. Dependencia y desarrollo: ¿estancamiento o crisis capitalista? En cuanto al segundo punto, contrariamente a la tesis que sostiene un conjunto de autores, y que asume de alguna manera también Lidia Goldenstein en su trabajo, respecto a que la TMD "condenó" a los países latinoamericanos al "estancamiento perpetuo", creemos que se pone en el cajón del olvide la idea de que ese desarrollo fue realmente posible en nuestros países aunque hay que subrayar que se trató de un desarrollo capitalista, el cual funciona con base en ciclos de prosperidad, recesión, crisis y recuperación; en otras palabras, con contradicciones que implican el desarrollo y el estancamiento. Sin embargo, dicho desarrollo fue condicionado por una serie de determinaciones de orden estructural (comerciales, financieras y tecnológicas) que, al mismo tiempo, profundizaron el subdesarrollo y la dependencia. Ante esta situación, en su filo más radical, la TMD efectivamente llegó a plantear - y sostiene hoy correctamente - que la única forma de superar esa situación, era - y es - mediante la ruptura del sistema con el fin de construir nuevas rutas de desarrollo económico y social en beneficio no sólo del capital, sino, fundamentalmente, de las mayorías de la población. Lo que presupone una enorme participación de las clases populares, de los trabajadores y de la sociedad en los asuntos y destinos del poder del Estado, a través de la revolución y la democracia político-social concebidos como procesos históricos. Otra cosa muy distinta era reconocer la existencia de obstáculos para que esta realidad cristalizara en regímenes económicos y políticos concretos. Era muy difícil enfrentar dichos obstáculos, tales como el peso y la influencia ideológico-política de los regímenes populistas latinoamericanos llamados a mediatizar a las masas; la acción opresora y antidesarrollista de poderosas oligarquías terratenientes ancladas en las economías primario-exportadoras y en los sistemas de poder del Estado; el desarrollo y consolidación de las dictaduras militares y el establecimiento de los Estados de contrainsurgencia fuertemente ensamblados en el sistema político y económico de dominación del imperialismo norteamericano, que surgirían en el curso de la década de los años sesenta hasta prácticamente la segunda mitad de los ochenta, cuando da comienzo formalmente el desmoronamiento de las dictaduras en el Cono Sur y en la mayor parte de la región, así como un cierto proceso de democratización, por cierto, controlado y tolerado hasta la fecha por las potencias dominantes de los países industrializados. El hecho de que esas aspiraciones populares y de la izquierda revolucionaria no hayan cristalizado en la toma del poder político y en la configuración de un nuevo Estado, de economía y de sociedad, aunado a una serie de fenómenos tales como, entre otros: a) la bancarrota del "socialismo real"; b) el arribo de la "era de la democracia" y de la "interdependencia" en el mundo c) la tendencia a la mundialización del planeta por el capitalismo y el agotamiento de la eficacia del Estado-nación, no guarda relación inmediata (ni en el plano de los "hechos empíricos", ni en el de la teoría, ni en el del método) con las "pruebas empíricas" que se esgrimen para "demostrar" los equívocos de la TMD, tanto en lo que respecta a su teoría de la revolución en cuanto ruptura radical del sistema, como en cuánto a su concepción de la crisis y del desarrollo dependiente, y no así del "estancamiento" que nunca asumió. A diferencia de quienes así opinan, nosotros creemos que se deben considerar en el balance todos esos fenómenos, más todos aquellos (como la lógica del capitalismo, de sus leyes y ciclos particulares), que coadyuvan a que dicho sistema se restituya a partir de la profunda crisis que lo sacudió en el curso de la década de los ochenta y que se proyectó negativamente sobre la posibilidad de impulsar el cambio social dentro de una correlación favorable para los trabajadores y para la enorme masa de la población. Como vemos, son dos problemas distintos: 1) el de la necesaria ruptura con la dependencia para afianzar el cambio social y, 2) el del desarrollo capitalista que se verifica, pero sin autonomía, en el marco de la dependencia y no del estancamiento, como generalmente le atribuyen los críticos a la TMD. Más bien, autores de la talla de Celso Furtado y el mismo Cardoso comulgaron con la teoría del estancamiento económico. En efecto, es de sobra conocido que la tesis estancacionista se puede atribuir a autores como Celso Furtado que, mediante su enfoque estructuralista-keynesiano, le permite inferir una tendencia al estancamiento económico de América Latina, debido, entre otros factores, al estrangulamiento del crecimiento que provocan, tanto la concentración del progreso técnico en las unidades productivas más eficientes y rentables, como la aguda concentración del ingreso. Es así como, en el libro citado, concluye Celso Furtado que "En el caso más general, la declinación en la eficiencia económica provoca directamente el estancamiento económico". Y más adelante asienta contundente: "En este sentido se puede atribuir al problema del estancamiento económico un carácter estructural". Es claro que este perfil teórico no lo ignora una especialista de la calidad de Lidia Goldenstein por lo que no se justifica que identifique las tesis de esa naturaleza en autores dependentistas que pudieron hablar de dependencia, subdesarrollo y atraso, pero nunca de estancamiento y menos estructural. Creemos que esta caracterización proviene de la indudable influencia teórica y metodológica de la escuela sociológica de Cardoso y de otros autores que ponen por delante el análisis sociológico y político por encima del económico y del de la economía mundial, aplicado a la problemática de América Latina y privilegiando los modos de dominación y las clases sociales como los ejes de dicho análisis, por encima de los procesos económicos de la acumulación y reproducción internacionales del capital que le dan sustento (capital extranjero, empresas transnacionales, ciclos económicos largos, influencia del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional). Esto nos permite validar que al interior de la teoría de la dependencia existen corrientes, incluso encontradas, distintas a la de Cardoso y Faletto y que Lidia Goldenstein parece no reconocer: una que asume efectivamente el estudio de la dependencia en función del desarrollo histórico de la economía capitalista mundial, para abordar los problemas internos (producción, acumulación de capital, lucha de clases, etcétera) y otra que parte de éstos (mercado interno, modos de dominación, clases sociales) para introducir ex post a la economía internacional. Es en este sentido que decimos que Cardoso y Goldenstein se inscriben en el "endogenismo". Cuando analiza la teoría de la dependencia Goldenstein no considera las aportaciones de Ruy Mauro Marini y de Theotonio Dos Santos tildándolos de "estancacionistas y catastrofistas", sin argumentar en lo mínimo en base a las obras de estos autores para probar sus afirmaciones. Pero eso sí, se apoya en fuentes que no son precisamente las más autorizadas para realizar esta tarea, como por ejemplo en Gabriel Palma. Si bien reconoce positivamente que vuelven a la orden del día y son ahora más pertinentes las "viejas" discusiones de los años 50 sobre temas como la dependencia, el imperialismo y la importancia de los "factores externos"; las posibilidades de autonomía del crecimiento, etcétera, temas que habían sido descalificados (p. 129), lo curioso es que en esta revalorización temática Goldenstein descalifique a los autores marxistas de la dependencia por considerar que no comparten sus ideas. Así por ejemplo, refiriéndose a Ruy Mauro Marini y a Theotonio Dos Santos, afirma que "De esa constatación no debe derivar la reedición de las antiguas teorías conspiratorias que acababan por asociar la división internacional del trabajo a la "Bestia del Apocalipsis". Además de que es falso que a estos autores se les pueda considerar como predicadores de la "escatología" del subdesarrollo en el contexto de las "teorías del estancamiento económico"; Goldenstein debería asumir una actitud más crítica y de intenso debate con ellos, para demostrar lo que ella afirma y, de esta manera, conferirle legitimidad científica a su discurso. Pero desafortunadamente no lo hace y pierde, por consiguiente, la oportunidad de brindar al análisis y a las ciencias sociales una perspectiva de contenido crítico si, además, conociera verdaderamente las obras de estos pensadores latinoamericanos que, como está ampliamente documentado, aportaron (algunos desde el exilio) grandes contribuciones a ese cometido, desde perspectivas marxistas diferentes, por ejemplo, a las de los Partidos Comunistas o del stalinismo dogmático, y más bien basadas en la obra de Marx, de Engels y de Lenin, enriquecidas con acontecimientos tales como las revoluciones mexicana, rusa, china y cubana; los procesos de liberación nacional en América Latina, Asia y África y la crisis del capitalismo que despuntaba desde la temprana época de la década de los años sesenta en el plano mundial y regional. Sin embargo, a pesar de ello, debemos decir que el trabajo que sometemos a crítica es serio y avanza hipótesis interesantes, incluso, al recuperar temáticas muchas veces olvidadas en los círculos académicos como el "deterioro de los términos de intercambio", el "crecimiento autosostenido" o "autorregulado", la "autonomía" del capitalismo, el "problema del imperialismo" y la "economía mundial", etc. Pero rebaja enormemente su calidad al entroncar con juicios apriorísticos que marginan o ensombrecen la discusión sobre la dependencia. A treinta años de distancia, creemos que un análisis serio, objetivo e, incluso, crítico, de las obras anteriores y presentes de los autores marxistas que desarrollaron la teoría de la dependencia, sin duda revela que concebían el desarrollo del capitalismo en América Latina dentro de nuestras formaciones económico-sociales a partir de leyes, conceptos y categorías muy serias y bien fundamentadas (ley del valor, de la plusvalía y la ganancia, superexplotación del trabajo, intercambio desigual, acumulación dependiente, Estado del cuarto poder, revolución científico-técnica, subimperialismo, etc.) que, sin embargo, no anulan la dependencia, sino que la profundizan como actualmente se puede constatar con el comportamiento del desarrollo latinoamericano en materia comercial, financiera y, sobre todo, tecnológica y científica. Otro problema derivado de la anterior discusión, es el relativo a las relaciones entre "lo interno y lo externo". Desde un principio estos autores tuvieron clara su íntima relación, solamente que partiendo de concepciones teóricas y metodológicas muy diferentes de las de los otros autores de la teoría de la dependencia, que primero separan ambos factores para después intentar unificarlos. En el caso de Marini y Theotonio dos Santos, resolvieron esta aparente dicotomía entre "lo interno" y "lo externo" recurriendo al concepto de "economía mundial" y a la inserción de América Latina a su dinámica y contradicciones. Es este un procedimiento de primer orden que permite articular ambos factores (internos-externos) dentro de una visión dinámica que vislumbra el desarrollo capitalista en su especificidad dependiente en el contexto de la economía mundial. La superexplotación del trabajo, motor de la dependencia capitalista latinoamericana está indisolublemente asociada a los conceptos marxistas de "plusvalía absoluta y plusvalía relativa", así como al progreso técnico. De esta manera, la dependencia queda indisolublemente ligada a la dinámica y contradicciones de la economía mundial. En cuánto al método para abordar la naturaleza de nuestro capitalismo, Ruy Mauro Marini fue muy claro al indicar que se debe partir del mercado mundial para verificar cómo se configura históricamente la articulación de América Latina para, en un segundo momento, precisar la forma concreta que asumen los sistemas productivos y cuáles son sus correspondientes esferas de circulación y los mercados de mercancías y de fuerza de trabajo que se crean al calor del proceso de industrialización. En la actualidad esta visión de las cosas nos permite concebir cómo, por ejemplo, la dinámica actual del mundo está cada vez más determinada por el capital financiero internacional, de corte especulativo, por encima de las actividades productivas y de los ciclos nacionales de acumulación de capital. Aquí ya existe una articulación entre "factores internos y externos" que se dialectizan e interinfluyen. Sin embargo, ¿significa esto obviar los factores políticos, la lucha de clases, el Estado y el poder, como atribuyen los críticos de la TMD? De ninguna manera, porque se está partiendo de un nivel de abstracción en el plano de la inserción en la economía capitalista mundial para, en un segundo momento, pasar al estudio de esos fenómenos sociales y superestructurales que son donde toma cuerpo la dependencia a la par que la redefinen y sobredeterminan. A diferencia de lo que ocurre en los países periféricos, donde la dependencia se va profundizando conforme se desarrolla el sistema capitalista mundial, en las economías del primer mundo, que son de naturaleza imperialista, existen mecanismos estructurales e institucionales, donde opera el Estado que se articulan y generan mecanismos de autoregulación tecnológica, comercial y financiera que bloquean la posibilidad de perder su autonomía en el espacio internacional y el surgimiento de una situación estructural de dependencia, como ocurre en los países periféricos que se ven imposibilitados para generar esos mecanismos, para lo que influyen las políticas internacionales hegemónicas del Banco Mundial, del FMI y de las grandes empresas transnacionales. Hoy, con mucha fuerza, esos procesos de dependencia se ven reforzados por la dinámica del capital financiero especulativo que opera simultáneamente en los niveles nacional, regional y mundial. Desde el punto de vista de la teoría de la dependencia, decimos, entonces, que esas fuerzas internacionales se interiorizaron estructuralmente en la dinámica de las economías nacionales y no hacemos aquí sino constatar una de las características de la economía dependiente, a partir de la década de los cincuenta del siglo XX: su propensión a integrar sus ciclos económicos y de acumulación de capital a la dinámica de la economía imperialista. Como vemos, en esta vertiente que comentamos, no se equipara jamás el estancamiento con la dependencia porque, además, ésta resulta de la forma concreta que termina por asumir la economía capitalista mundial en su periferia capitalista. Por tanto, es inconsistente esta afirmación de Lidia Goldenstein: "Como se ve, juntamente con Frank y Santos, Marini considera que el capitalismo dependiente tiende inexorablemente al estancamiento, con la profundización del subdesarrollo" (p. 33). Al contrario, en su polémica con Cardoso y Serra que Lidia Goldenstein no cita, Marini rebate: "Las desventuras empiezan con un paso desafortunado. Constatando que mis planteamientos tienen como eje la cuestión del socialismo en América Latina, buscan enmarcarlos en la tesis sustentada por sectores intelectuales de la década pasada, respecto a la inevitabilidad del estancamiento económico en la región. Incurren, con ello, en un doble equívoco: no es cierto que yo suscribiera entonces esa tesis (como tampoco la suscribo hoy) ni esa se relacionaba directamente con el tema del socialismo. De pasada, confunden estancamiento y crisis ('La aurora revolucionaria tendrían como incubadora el acicate del estancamiento y la crisis'), sin comprender que, para un marxista, las crisis corresponden a saltos del capitalismo hacia su destrucción, pero no se confunden con el estancamiento; todo lo contrario, resultan de la acumulación capitalista misma, es decir, del desarrollo capitalista". Este desarrollo capitalista, sin embargo, en la periferia sí produce subdesarrollo, que expresa la insuficiencia de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de producción para garantizar un ciclo de capital (productivo, mercantil y dinerario) capaz de autosustentar el sistema. En esta perspectiva no se habla de estancamiento (que, en todo caso, implicaría, por ejemplo, que la acumulación de capital, el Producto Interno Bruto o variables macroeconómicas y microeconómicas como la balanza de pagos y comercial, las inversiones, el empleo, los ingresos, etcétera, permanecieran sin crecimiento alguno o, peor aún, en situaciones regresivas), sino pura y sencillamente, de desarrollo capitalista, pero dependiente. Otra cosa es hablar, como el propio Marini reconoce, de las crisis del capitalismo que, como se sabe, generan períodos transitorios, más o menos prolongados de crecimiento y también de estancamiento económico, no solamente en América Latina, sino en el conjunto de las economías industrializadas y ex- socialistas. En las economías dependientes, ese desarrollo produce subdesarrollo tanto en el nivel socioeconómico, como en el político-cultural. Se produce y reproduce por falta de inversiones (públicas y privadas) tanto en capital constante físico y circulante como en capital variable o fuerza de trabajo debido a problemas como el insuficiente desarrollo de la acumulación de capital y los que se derivan de la dependencia en todas sus formas de existencia (comercial, industrial, financiera y tecnológica). Pero a pesar de todo, subrayamos que existe desarrollo capitalista, pero en su forma dependiente y subordinada al gran capital nacional y extranjero, así como a los organismos supranacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y, a través de éstos, a los Estados Unidos y a otros países hegemónicos como Alemania, que van marcando los "rumbos" que las naciones dependientes deben seguir dentro de la nueva división internacional del trabajo. Al lado de los indudables progresos de la economía mundial (revolución tecnológica, incrementos de la productividad, desarrollo de la ciencia, etcétera), en los países dependientes, sin embargo, crece el desempleo, la pobreza y la exclusión social; se precariza el trabajo y se restringen los mercados internos, particularmente, los de bajos ingresos en un polo mientras que, en el otro, aumentan las importaciones, sobre todo de bienes de equipo y de tecnología de punta, se amplía la brecha de los productos con alto contenido tecnológico y de conocimientos en los países desarrollados que sustentan la propiedad intelectual respecto a los países dependientes, a los que no les queda otro remedio que el de asimilarlos y aplicarlos de manera restringida en sus procesos productivos y de circulación, reforzando la dependencia tecnológica que influye de manera decisiva en la productividad y competitividad de las naciones. Pero el problema de fondo, el punto álgido de la polémica, es el de la posibilidad de alcanzar la autonomía del capitalismo periférico: mientras que unos por igual (desarrollistas, endogenistas, neodesarrollistas y los "nuevos dependientes") consideran que ésta se puede lograr en el contorno del capitalismo, la corriente dependentista marxista sostiene que es imposible alcanzar dicha autonomía en el marco actual de las relaciones capitalistas y que, para lograrlo, es preciso superar radicalmente dichas relaciones. El no hacerlo conduce irremediablemente a que se siga superexplotando a la fuerza de trabajo en una economía cada vez más heterogénea, donde existen polos desarrollados y superdesarrollados, junto a una enorme cantidad de polos atrasados que irremediablemente van quedado marginados de los procesos tecnológicos y productivos modernos y de todos aquéllos puntos de contacto con los polos más avanzados de los países del primer mundo. Sin embargo, debemos observar que el planteamiento de la "autonomía" del desarrollo del capitalismo, piedra angular de las tesis de la CEPAL, se realiza en un nivel muy alto de abstracción: se trata en efecto del hecho de que ese desarrollo capitalista dependiente es incapaz de afianzar ciclos y procesos que autosustenten la reproducción, por lo que se ven orillados a recurrir al mercado mundial, a las empresas internacionales, al capital extranjero y al endeudamiento externo. Por eso, para avanzar hacia la conquista de esa autonomía y comenzar a superar el subdesarrollo y atraso en todos los niveles, la TMD plantea que es preciso superar la dependencia e ir hacia la construcción de una nueva economía y sociedad (socialista y democrática) y sí, entonces, ocuparse de lleno en un desarrollo económico y social más equilibrado destinado a satisfacer las grandes necesidades humanas, no solamente en el plano material sino, fundamentalmente, en el cultural y espiritual; tareas que el capitalismo por su propia naturaleza privada sustentada en la dinámica del lucro y en la explotación del trabajo, no puede realizar 4. El modelo teórico implícito: el patrón capitalista neoliberal. El planteamiento teórico de Lidia Goldenstein para valorar el debate sobre la teoría de la dependencia, parte de un análisis de la economía brasileña en el período posterior a la implementación del Plan Real y de la crisis asiática. Advertimos una corriente neoliberal dentro de la teoría de la dependencia en función de tres argumentos centrales. En primer lugar, a diferencia de los teóricos neoclásicos y de los planteamientos neoliberales, Lidia Goldenstein reconoce el carácter dependiente de la economía brasileña. En segundo lugar, en la mejor tradición del desarrollismo y del neodesarrollismo, sostiene, sin embargo, que la dependencia se puede superar sin menoscabo del modo de producción capitalista. En tercer lugar, y aquí encontramos la identidad argumental con el neoliberalismo, sostiene que la estrategia para enfrentar los efectos de la dependencia, es mediante la aplicación, en la fase actual de globalización de la economía mundial, de un nuevo paradigma de desarrollo sustentado en la apertura internacional, en la economía de mercado y en la dinámica del capital extranjero. Con estos elementos se sitúa, así, en un plano de abstracción que nos permite inferir un "modelo teórico" implícito en su trabajo En este sentido su hipótesis es la siguiente: "...exactamente en función de una específica relación interna entre e intra clases, hubo en Brasil una profundización de los lazos de dependencia que permitió un desarrollo acelerado durante algunas décadas. Sin embargo, la "viabilidad" del desarrollo, a pesar de no resolver las contradicciones internas, sólo ocurrió gracias a una dinámica extremadamente favorable del capitalismo internacional que permitía, vía entrada de capital extranjero, amortiguar los conflictos internos, los cuales sin él - (el capital extranjero, ASV)-, bloquearían el proceso de acumulación. Esta hipótesis encuentra respaldo en la concepción de Cardoso y Faletto con la importancia que ellos le confieren a los "factores internos" en la configuración de la dependencia. Se trata del método del "análisis concreto de situaciones concretas" que postula el análisis de cada caso por separado. Estos autores proponen que el análisis de la dependencia pase a ser hecho "A partir de la configuración del sistema de relaciones entre las diferentes clases sociales en el ámbito mismo de las naciones dependientes" (p. 39). Por lo tanto, se legitima el análisis de caso por caso (país por país) para conocer las relaciones de dependencia. Como vemos este es un procedimiento metodológico diametralmente opuesto al que plantean los autores de la dependencia de la vertiente crítica: partir del todo articulado y después ir al análisis de casos y no a la inversa que es por excelencia el examen endogenista. Sin embargo hay que reconocer que esta hipótesis de Goldenstein da un paso adelante en relación con otros autores, incluyendo a Joao Manuel Cardoso de Mello que, según la misma autora, habían perdido de vista la "dinámica externa". La diferencia radica en considerar el papel desempeñado por el capital extranjero como un "factor de desarrollo" y amortiguador de los conflictos internos durante algunas décadas. Papel, que sin embargo, cambia en la actualidad. Nos dice: "...las transformaciones que vienen ocurriendo en el ámbito del capitalismo internacional - tercera revolución tecnológica y la globalización financiera - han apuntado para un movimiento del capital internacional que pasa a lo largo de los procesos productivos de ciertas economías periféricas, llevando por tanto a dejar de funcionar como amortiguador de los conflictos internos que pasan a emerger amenazando los patrones de desarrollo" (p. 124), y, de esta forma, inviabilizan el actual esquema de desarrollo de la economía del Brasil. En el fondo, Lidia Goldenstein está captando un momento fundamental de la transición de la economía mundial: de la fase de internacionalización del capital productivo a la hegemonía del capital financiero en su vertiente especulativa que, efectivamente, está confiriendo uno de los rasgos del proceso de mundialización, y pone en guardia ante ello, ya que al analizar el Plan Real advierte que este, desde 1994, desempeña un doble papel: por un lado, de atracción de capital extranjero productivo, pero, por otro lado, de capitales especulativos, volátiles y cortoplacistas. 4.1. Crisis y "superación" de la dependencia Pero en este marco de crisis y de agotamiento del "modelo" nacional-desarrollista, entonces: ¿cuál es la alternativa que propone Lidia Goldenstein? En la respuesta a esta interrogante, en el esquema planteado, destaca el capital internacional como la "pieza maestra" de la arquitectura de salida a la crisis y para la reestructuración de la economía brasileña. En su Post Scriptum dice Lidia Goldenstein textualmente: "El ciclo de crecimiento acelerado que tiene inicio en los años cincuenta conocido como 'nacional desarrollismo', sólo tuvo la duración que tuvo gracias al financiamiento externo que, en diferentes oportunidades amortiguó las recientes crisis de la balanza de pagos y la inflación. Solamente en los años ochenta, cuando en el escenario internacional se aceleraban las transformaciones que acabarían por ser conocidas como "globalización", el modelo de crecimiento brasileño se agota y el papel de las transformaciones internacionales en este agotamiento es decisivo". Como se puede observar, el capital extranjero ha desempeñado en dos momentos decisivos papeles diferenciados en la economía brasileña: primero amortiguando los conflictos sociales internos y, ahora, junto a la inflación, ha dejado de "...funcionar como amortiguador de la crisis y de los conflictos internos" (p. 131). ¿Solución?. Para "corregir" esta situación y asegurar el advenimiento de un nuevo paradigma de desarrollo, se requiere, según la autora, abrir la economía al capital extranjero para asegurar su estabilización. Se impone así, un nuevo "modelo" económico en Brasil fundado en: a) la globalización, b) la apertura externa, c) la privatización y d) la estabilización, para restablecer los flujos del capital extranjero, principalmente productivo, como ejes de un "círculo virtuoso" capaz de generar y restablecer nuevos "equilibrios macroeconómicos" que conlleven a la "recuperación del crecimiento", nos dice: "...además de la globalización, de la apertura y de la estabilización, un cuarto proceso contribuye decididamente a la revolución (sic) por la que viene pasando la economía brasileña. Es la privatización que, además de contribuir a atraer capitales externos, saca de escena a la empresa estatal, uno de los pilares que sustentaba el capitalismo brasileño". En síntesis, "Todo el proceso depende de la manutención de la economía abierta, para garantizar el control de la inflación y la fuga de capitales. La manutención de la economía abierta exige, a su vez, la existencia de 'moneda fuerte', para garantizar las importaciones y para impedir ataques especulativos contra su moneda, aún frágil. Para obtener moneda fuerte existen dos caminos: implementar políticas para atraer capitales especulativos a través del ofrecimiento de elevadas tasas de interés o, bien, el desarrollo de políticas para atraer preferentemente capitales productivos. Lo primero, atracción de capitales especulativos, es un camino peligroso, costoso y de corta duración. Los capitales especulativos salen del país al percibir la fragilidad de las economías que los están atrayendo. El camino más sólido es el de la reestructuración productiva que garantiza una inserción internacional menos frágil". En síntesis, la clave de la recuperación y de la reinserción de la economía brasileña, consiste en desplegar una reestructuración productiva en función de las condiciones de rentabilidad capitalista que demandan los inversionistas extranjeros, "procurando", más no imponiendo, que esas nuevas inversiones sean productivas y no especulativas, como ocurre en la actualidad. Como se puede apreciar, la solución a los reales problemas endógenos que se han estimulado tanto por la inflación como por la inversión especulativa, se encuentra en el desarrollo de una reestructuración a fondo, que profundice las reformas neoliberales aunque dicho sea de paso si bien han arrojado en períodos determinados saldos positivos en las variables macroeconómicas, han fracasado en la mayor parte de los países de América Latina, considerando las variables micro: empleo, salarios, bienestar social, pobreza, precarización social, etcétera. Lo que se busca, en suma, es que la reestructuración pase a depender de la dinámica del "mercado" y en el capital extranjero para que sea aquí donde se sustenten los cambios presentes y futuros. Es esta la esencia del mal llamado "modelo" neoliberal. 5. Conclusión No es difícil advertir el carácter neoliberal del nuevo modelo de acumulación y sociedad que se desprende de los planteamientos de Lidia Goldenstein y que ella propone como "alternativa" de salida a la crisis de la economía brasileña. Sin embargo, el nuevo paradigma de desarrollo identificado por la autora (en Brasil sustentado en la apertura, en la privatización y en la estabilización económica), no resiste el menor análisis ya que, a pesar del volumen total de recursos obtenidos por las privatizaciones (solamente en 1998 alrededor de 40 mil millones de dólares, de los cuales, 19 mil fueron por concepto de la venta de las telecomunicaciones) fue completamente inútil para contrarrestar la devaluación del real que en sólo cinco semanas alcanzó el 100% y el repunte de la inflación interna que se duplicó en el mismo período, el crecimiento inusitado del desempleo, sobre todo en las grandes ciudades industriales y la entrada del Brasil, como México y Corea del Sur, a su sujeción al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y al gobierno de los Estados Unidos. Otra salida sería totalmente distinta si se ponderan a otras fuerzas sociales y políticas cuyas vicisitudes histórico-políticas estén más allá de la experiencia de 20 años de neoliberalismo. Por supuesto que aquí nos referimos a fuerzas como los trabajadores, los sindicatos; a fuerzas políticas como los partidos democráticos y de izquierda, estudiantes y campesinos que están siendo excluidos por la dinámica social; indígenas que reclaman sus derechos ancestrales como los zapatistas mexicanos o los grupos de campesinos aglutinados en el movimiento de los Sin Tierra en Brasil, etc. Es decir, grandes conglomerados sociales que para seguir existiendo tienen necesariamente que superar el neoliberalismo, aunque esto presuponga agudizar los conflictos sociales y las luchas de clases y estimular el advenimiento de los sistemas autoritarios de poder. En la lógica teórica del trabajo de Lidia Goldenstein, todo el esfuerzo de la reestructuración del capitalismo dependiente - (como se viene realizando en América Latina hace por lo menos dos décadas) - consiste en poner la economía a la "moda de la casa", como dijera Ruy Mauro Marini, para "ajustarla" a los requerimientos del gran capital y de los organismos monetarios y financieros internacionales. Modelo que hoy alcanza su máxima expresión con el nombramiento por el presidente Cardoso de Armínio Fraga al frente del Banco Central para sustituir al desarrollista Francisco Lopes. Es evidente que mientras sigan tomado posiciones estratégicas, dentro del poder político de los Estados nacionales, las poderosas e incontenibles fuerzas de la especulación internacional, el modelo que se implemente será aquél que ofrezca y garantice altas tasas de rentabilidad para operar en el país. Y esto exige ajustarse a sus demandas e intereses y no a las del país y a las de su población. Por eso decimos que existe otra salida y es la que de una u otra forma plantearon los teóricos marxistas de la dependencia: buscar el camino para solventar un nuevo proyecto de sociedad encaminado a responder a las necesidades sociales, lo que exige superar la dependencia capitalista, no remodelarla como lo hacen actualmente los analistas simbólicos al servicio del neoliberalismo, cuestión que nada tiene que ver con el estancamiento ni con los paradigmas planteados por los endogenistas, neodesarrollistas y el dependentismo neoliberal del mundo de hoy que pretende erigirse como "pensamiento único". * Artículo publicado en la Revista Problemas del Desarrollo No.120, IIEc-UNAM, México, enero-marzo de 2000, pp. 31-53. ** Adrián Sotelo Valencia es profesor-investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
https://www.alainet.org/es/articulo/105536
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