ALCA
la Integración Latinoamericana y los retos para una Inserción Internacional
14/11/2001
- Opinión
Introducción
Del 20 al 22 de abril de 2001 se realizó en Québec, Canadá, la tercera Reunión
Cumbre de presidentes de los 34 países americanos participantes en las
negociaciones del ALCA. Con dicha reunión, que fue precedida por las Cumbres de
Miami (1994) y de Santiago (1998), así como por distintas reuniones y
actividades desarrolladas en el periodo reciente a nivel ministerial, en el
Comité de Negociaciones Comerciales, en los nueve Grupos de Negociación y en los
demás Comités y Grupos Consultivos, se dio un paso más en la concreción del
proyecto estadounidense para poner en marcha una zona de libre comercio a partir
del año 2005.(3)
La Cumbre de Québec, y en general el proceso de creación del ALCA, del que ella
forma parte, son componentes centrales en la estrategia estadounidense de
vinculación con América Latina y El Caribe y, para nuestros países, son
elementos de la mayor importancia en la definición del rumbo que en las próximas
décadas asumirán sus relaciones internacionales y su inserción en la economía
mundial. Por ello, para los pueblos latinoamericanos y caribeños es mucho lo
que está en juego en esas negociaciones, lo cual obliga a una profunda reflexión
acerca del camino que a través de ellas se está trazando, de los peligros que
ese camino representa y de la necesidad de construir una alternativa no sólo
ante el proyecto estadounidense y ante la aceptación -entre sumisa y entusiasta-
que hasta ahora él ha provocado en la mayoría de los gobiernos de la región,
sino además ante las modalidades que han venido asumiendo los procesos
regionales de integración y las estrategias de inserción mundial presentes en
nuestros países.
I.- Sistema mundial y bloques económicos en el cambio de siglo
Al realizarse la Cumbre de Québec, se habían cumplido casi 11 años desde que la
administración Bush dio a conocer la "Iniciativa para las Américas", con la cual
el gobierno estadounidense se proponía "revisar sus enfoques" respecto de
América Latina y el Caribe impulsando la creación de una "Zona Hemisférica de
Libre Comercio" que se extendería "desde el Puerto de Anchorage hasta Tierra del
Fuego", objetivo éste que fue retomado por la administración Clinton con el ALCA
y que está siendo impulsado por el nuevo gobierno de George Bush Jr.
Al momento de plantearse la "Iniciativa para las Américas", ella se ubicó
claramente en un contexto de pérdida relativa de posiciones de la economía
estadounidense y de incremento presente y previsible de la competencia
intercapitalista, a lo que se agregaban tanto los cambios derivados del fin de
la Guerra Fría, como los avances de las economías asiáticas y el "relanzamiento"
de la integración europea que se dio desde la segunda mitad de los años ochenta
y que implicó progresos significativos en la integración de ese bloque.
Todo lo anterior, empujaba del lado estadounidense a desplegar esfuerzos para
elevar a un nuevo nivel las relaciones intrahemisféricas, poniendo fin así a un
largo periodo durante el cual la relación bilateral con los países
latinoamericanos -o, en algunas ocasiones, con grupos de países de la región,
como ocurrió con la Alianza Para el Progreso y posteriormente con la Iniciativa
Para la Cuenca del Caribe- sólo se transformaba en prioritaria en la medida en
que, desde la perspectiva de la confrontación geopolítica con el campo del
"socialismo real" que dominaba el escenario internacional, se identificaba un
peligro presente o potencial para la seguridad de los Estados Unidos. Así, las
iniciativas económicas y políticas de mayor envergadura que EE.UU. desarrolló
hacia Latinoamérica durante toda la "guerra fría" fueron claramente motivadas
por la consigna general de "luchar contra el comunismo", consigna que se imponía
ante un amplio abanico de situaciones -abarcando desde los movimientos
guerrilleros y de liberación nacional hasta los intentos de gobiernos
latinoamericanos por desarrollar políticas internas y externas con algún grado
de autonomía respecto de las directrices estadounidenses- y para cuya aplicación
los gobiernos de aquel país usaron todo tipo de instrumentos, desde la
asignación de fondos de "ayuda" hasta las intervenciones militares directas.
Por consiguiente, desde su nacimiento la propuesta de la administración Bush
correspondió a un intento por ganar el terreno perdido en los vínculos de los
EE.UU. con su zona inmediata de influencia, como respuesta a la fuerza que
habían adquirido los procesos de regionalización que se venían desarrollando en
otras zonas y particularmente en Europa y, en general, se ubicó como parte de un
proyecto de largo alcance para la creación de condiciones que le permitieran
mejorar sus capacidades competitivas en el actual escenario internacional,
constituyéndose en la primera definición estratégica de Estados Unidos, desde la
Alianza para el Progreso, respecto a su relación económica con el conjunto de
América Latina.
Esos objetivos han mantenido su vigencia durante los años transcurridos desde
que se lanzó la "Iniciativa Para las Américas", si bien al mismo tiempo han ido
ocurriendo distintos cambios en el contexto en el cual ellos fueron definidos, a
nivel mundial, en las relaciones internacionales y en la posición relativa de
los EE.UU.
En el contexto más general, a lo largo de los años noventa se ha acentuado el
proceso de globalización del sistema mundial, el cual ha significado cambios
sustanciales en todos los ámbitos de la vida social, incluyendo modificaciones
en las bases del desenvolvimiento económico que están conducidas por el avance
científico y el cambio tecnológico, con crecientes niveles de interpenetración
de las economías nacionales y una radical reestructuración productiva que
implica la aparición de nuevas ramas y producciones "de punta", el desarrollo de
nuevas estrategias de colaboración, asociación y competencia intercapitalista,
cambios en las modalidades de gestión empresarial y de organización de los
procesos de trabajo, y, de manera destacada, la continuidad y acentuación de los
procesos de "flexibilidad laboral", eufemismo éste que en realidad remite a una
profunda redefinición en las relaciones trabajo-capital, a favor de éste último
y en contra de las condiciones laborales, salariales, de contratación y despido,
de sindicalización, etc., de los trabajadores.
Así también, en el escenario internacional los años noventa fueron portadores de
la consolidación de la hegemonía militar norteamericana, con las "intervenciones
humanitarias" convirtiéndose en la forma usual de su ejercicio y de
justificación del respaldo de otros países, a lo que se agregaron distintas
señales de una recuperación parcial de la hegemonía económica estadounidense al
menos respecto de varios de los sectores más dinámicos del actual funcionamiento
económico mundial, recuperación avalada por los casi 10 años de crecimiento
sostenido que esa economía tuvo hasta hace unos pocos meses, aunque
simultáneamente a lo anterior la "tríada" (USA, Japón y la Unión Europea) se ha
seguido consolidando como eje de funcionamiento de la economía mundial y como
elemento articulador en la regionalización de las relaciones económicas
internacionales, y en tal sentido los años noventa trajeron consigo no sólo los
primeros pasos en la creación del ALCA sino también etapas superiores en la
integración europea y distintos avances en el bloque asiático, si bien éste
último fue el que atravesó por mayores problemas como consecuencia de la crisis
que estalló en 1997 en los países de esa región.
Durante la década de los noventa, se mantuvo además a nivel mundial el
predominio ideológico de las concepciones neoliberales y su papel rector no sólo
en la definición de estrategias y políticas nacionales e internacionales en el
terreno económico, sino también en la redefinición del conjunto de las
relaciones sociales. En particular, durante esa década el credo neoliberal se
plasmó con fuerza al nivel de las relaciones económicas entre los países, en
cuyo desenvolvimiento dicho credo ganó presencia como criterio rector sobre todo
respecto del capitalismo atrasado: en el ámbito de los flujos internacionales de
capital, la norma fue otorgar la más absoluta libertad a los grandes capitales
para desplazarse globalmente, sin restricción alguna respecto de su ingreso,
permanencia o resultados, y con los montos de la Ayuda Oficial Para el
Desarrollo alcanzando una situación que la UNCTAD ha calificado como "atrofia"
[Ricupero; 2000]; en el comercio internacional, los Sistemas Generalizados de
Preferencia perdieron fuerza(4), y tanto en el GATT/OMC como en los megabloques,
e incluso en los esquemas latinoamericanos de integración -aunque en grado
diverso-, el criterio de "tratamiento especial y diferenciado" hacia los países
atrasados ha ido siendo reemplazado por el de "reciprocidad", lo que implica
tratar como iguales a las distintas economías, por más desiguales que ellas
sean.
Sin embargo, también desde los años noventa ese predominio global del
neoliberalismo se ha visto crecientemente enfrentado a dos tipos de
cuestionamientos.
Por un lado, el desenvolvimiento de la realidad mundial fue echando por tierra
las apologías del capitalismo que acompañaron a la caída del socialismo en
Europa, y según las cuales de dicha caída se desprendía la próxima llegada de
una era de superación de contradicciones y desaparición de desigualdades como
resultado del triunfo e imposición universal y definitiva de la democracia
liberal y el libre mercado -recuérdese el anunciado "fin de la historia"-,
postulándose además una relación directa entre las enormes posibilidades que
efectivamente brinda el actual avance científico técnico para mejorar en todos
los sentidos el desarrollo humano, y la concreción sin trabas de esas
posibilidades. Así, la capacidad de los avances biotecnológicos para
multiplicar la producción de alimentos, se anunciaba como el cercano fin del
hambre en el mundo, pero las hambrunas siguen presentándose; a los avances en la
automatización y la robótica, se les ubicaba multiplicando simultáneamente la
disponibilidad de todo tipo de bienes y los tiempos dedicados al ocio por la
menor necesidad de trabajo vivo, pero en vez de eso lo que se ha multiplicado es
la carencia de posibilidades de consumo, el desempleo y el empleo precario; de
la revolución en la informática y las telecomunicaciones se desprendía un
escenario de poblaciones bien informadas y con acceso generalizado a las nuevas
formas de comunicación, pero ello sólo es cierto para una pequeña parte, ubicada
en su mayoría en los países más desarrollados; los avances en la generación de
tecnologías menos contaminantes se asumían como una próxima detención o
reversión del deterioro ambiental, pero dicho deterioro continúa acentuándose,
etc. Por consiguiente, en el escenario de los años noventa lo que se impuso fue
la acentuación de los llamados "problemas globales" y la agravación de las
desigualdades y de la polarización económica y social, todo lo cual constituye
un evidente rechazo de la propia realidad hacia los postulados y promesas del
neoliberalismo.
Por otro lado, y a partir de evidencias como las recién señaladas, durante el
período reciente se han ido multiplicando las acciones de oposición frontal al
neoliberalismo, emprendidas por grupos de aquella inmensa parte de la población
que bajo el modelo neoliberal se ve sometida a distintas formas de exclusión y
de explotación exacerbada. Como es sabido, en la fallida reunión de la
Organización Mundial de Comercio de noviembre de 1999 se dejó sentir con fuerza
la inconformidad que se ha ido acumulando en muy amplios sectores ante los
rumbos hasta ahora seguidos por el proceso de globalización neoliberal y ante el
papel que en la definición de esos rumbos han venido jugando los organismos
internacionales, y a ello cabe agregar que la llamada "Batalla de Seattle" ha
sido seguida por episodios semejantes en Davos, Washington, Praga y Génova,
ciudad esta última en la cual la represión gubernamental se hizo presente con
particular brutalidad.
Si bien esos "incidentes" son los que más han acaparado la atención de la
prensa, ellos sólo constituyen una muestra de un proceso de mayor alcance, de
una toma de conciencia en ascenso respecto de lo que el neoliberalismo está
significando en las condiciones de vida de los países pobres y de los pobres de
todos los países, y de una creciente disposición a oponer al neoliberalismo un
proyecto económico-social construido "desde abajo" y que efectivamente ponga por
delante el acceso a una vida digna a la que tienen derecho todos los habitantes
del planeta, disposición ésta que alcanzó un alto nivel de concreción y
articulación con el Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre a inicios de
2001 y que seguramente avanzará aún más en el segundo Foro programado para enero
de 2002.(5)
II.- Inserción mundial, participación en el ALCA e integración regional en
América Latina y El Caribe.
Desde la presentación de la propuesta estadounidense y hasta la fecha, el
proceso de creación del ALCA se ha constituido en una muy clara expresión de las
tendencias que arriba hemos reseñado, transformándose en punto central de
referencia para los gobiernos latinoamericanos y caribeños, a la vez que en
instrumento de aplicación de los principios neoliberales, no sólo en las
relaciones con los EE.UU. sino en el conjunto de las relaciones económicas
externas de nuestros países.
Ya desde los primeros llamados a formar la "Zona Hemisférica de Libre Comercio",
los principios de carácter ideológico se hicieron claramente presentes en la
propuesta, si bien se trataba de principios aplicados ya no prioritariamente al
terreno de la lucha contra el "comunismo", sino al terreno de la economía -libre
funcionamiento de los mercados- y a otros aspectos en que el gobierno EE.UU.
definía el "deber ser" de nuestros países, como son los problemas ambientales,
los derechos humanos y la lucha contra el narcotráfico.
En sus componentes económicos, esa intención fuertemente prescriptiva hacia los
supuestos "socios" se fue afinando durante los gobiernos de Clinton y a través
de las negociaciones sobre el ALCA, hasta llegar a plasmarse en los llamados
"criterios de elegibilidad" que deberían ser cubiertos para poder participar en
el Acuerdo: funcionamiento económico orientado hacia el mercado; acceso "justo y
equitativo" para las mercancías y capitales estadounidenses; políticas
macroeconómicas estables; capacidad institucional para cumplir los compromisos
que se contraigan; aceptación para que en temas laborales y medioambientales se
apliquen criterios semejantes a los del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN); y, no exigencia de trato preferencial por parte de los países
atrasados. En los hechos, son esos los criterios que han predominado casi sin
cortapisas, a tal punto que del lado latinoamericano el "esfuerzo negociador" de
la mayoría de los gobiernos de la región se ha limitado casi únicamente a
aceptarlos, a identificar las mejores maneras para adecuarse a ellos y a tratar
de escalar posiciones en la lista de países que irían siendo incorporados al
ALCA.
En sus componentes no económicos, la estrategia estadounidense hacia la región
también ha ido avanzando, tanto a través de las negociaciones del ALCA como de
manera paralela a ellas, sobre todo en relación a las prescripciones
norteamericanas agrupadas bajo el objetivo genérico de luchar contra el
narcotráfico. En el interior de los trabajos del ALCA, uno de los "Mandatos" de
la Cumbre de Santiago de Chile se refirió al tema de "Prevención y Control del
Consumo Indebido y del Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Substancias
Psicotrópicas, y Otros Delitos Conexos" creándose con ese fin, en octubre de
1999, un "Mecanismo de Evaluación Multilateral", cuya principal actividad hasta
la fecha ha sido el desarrollo de un "proceso de evaluación" -realizado
principalmente a través la compilación de datos solicitados a los distintos
países por medio de un cuestionario estándar-, el cual culminó con la
presentación en Québec del "Primer Informe Hemisférico". Paralelamente a los
trabajos del ALCA, la iniciativa estadounidense más importante aplicada al
amparo de la "lucha contra el narcotráfico" ha sido la puesta en marcha del Plan
Colombia, al cual se le asignó en junio de 2000 un monto de 1300 millones de
dólares por parte del gobierno de ese país.(6) Más allá de las críticas
inmediatas hacia ese Plan -incluyendo, por cierto, la resolución en contra del
Plan tomada a fines de enero de 2001 por el pleno del Parlamento Europeo-(7),
que abarcan desde su carácter militarista hasta los perjuicios indiscriminados
que las fumigaciones aéreas están arrojando sobre todo tipo de cultivos y sobre
las poblaciones afectadas,(8) con el correr de los meses -y sobre todo con el
anuncio posterior de la puesta en marcha de la "Iniciativa para la Región
Andina" (IRA)- ha ido quedando al descubierto la profunda imbricación de dicho
Plan no sólo con la lucha anti-insurgente en Colombia, sino también con la
estrategia geo-política de los Estados Unidos hacia el conjunto de países
situados en el sur del continente, tal como lo destaca, entre muchos otros, un
documento de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos de Ecuador [CEDHU;
2000]:"Para consolidar su hegemonía en el nuevo orden mundial resultante de la
guerra fría y controlar el escenario político regional, el Plan Colombia
contiene todos los ingredientes de una receta que cubre todos los frentes
posibles. Por un lado eleva el presupuesto militar para fortalecer la política
de seguridad mediante la manutención de un poderoso ejército, la intervención
directa en Colombia y la inspección y vigilancia de las operaciones militares
desde la central en Manta para la ejecución casi matemática del proceso de
control y dominación. Para ello un elemento importante es liquidar a los
movimientos insurgentes y a la base social que de alguna manera los legitima así
como aplacar cualquier intento de reacción social en la región. El siguiente
paso será la apropiación de los territorios amazónicos poseedores de grandes
riquezas naturales, agua, bosques y definitivamente el petróleo, devolviendo a
las transnacionales el monopolio del poder."
Por consiguiente, tanto por medio del ALCA como a través de otras iniciativas,
los países latinoamericanos están siendo objeto, una vez más, del "deber ser"
dictado desde los Estados Unidos, si bien la aplicación de los consiguientes
preceptos ha avanzado más rápido en sus componentes político-militares que en
los económicos. En efecto, a pesar de la mayor precisión que ha ido alcanzando
la estrategia estadounidense de vinculación económica con la región, y de la
plena disposición de nuestros gobiernos para aceptar esa estrategia, una
revisión global de los ritmos de avance de la nueva relación hemisférica deja al
descubierto resultados bastante mediocres. El único ámbito de avances
significativos en esa relación ha sido el TLCAN, en tanto que para el resto del
continente lo que ha predominado del lado estadounidense han sido los "compases
de espera", primero en la formación de la "Zona" y después en la concreción del
"Acuerdo" de libre comercio continental.
En un primer momento, luego de la "Iniciativa Bush" vino un periodo de
estancamiento provocado por el conflicto en el Golfo Pérsico, por la recesión de
comienzos de los años noventa en la economía norteamericana y por las
dificultades que tuvo la administración Clinton para conseguir la aprobación del
Congreso a la incorporación mexicana al TLCAN; en un segundo momento, luego de
la "Cumbre de Miami" hubo un nuevo receso, empujado inicialmente por la derrota
demócrata en las elecciones de noviembre de 1994 y mantenido después por las
vicisitudes de la elección presidencial estadounidense de 1996. Recién después
de esa elección se empezó a mencionar la posible reactivación de distintas
iniciativas de libre comercio con América Latina, que se habían "congelado" como
resultado de la campaña electoral, pero aún desde ese entonces los avances en el
ALCA han seguido siendo escasos, principalmente porque el ejecutivo de aquel
país ha encontrado una permanente oposición del Congreso para que le sea
renovada la autorización de negociación por la vía rápida, requisito éste que
reiteradamente se ha considerado como indispensable para agilizar la
conformación del área hemisférica de libre comercio, y que nada hace prever que
pueda ser cubierto incluso por la nueva administración. Así, recién en marzo de
1998, durante la Segunda Cumbre de las Américas, y a ocho años del lanzamiento
de la "Iniciativa Bush", se pusieron formalmente en marcha las negociaciones,
acordándose que ellas deberán ser concluidas a más tardar durante el año 2005 y
que para el año 2000 ya deberían alcanzarse avances significativos, y es en esa
ruta que se ubicó la Reunión Cumbre de Québec, la cual constituyó una primera
prueba para medir las intenciones sobre el ALCA de la nueva administración
estadounidense, quedando claro en esa Cumbre que dicha administración aún no
logra destrabar aunque sea en parte los frenos que en la rama legislativa han
impedido una más rápida concreción del ALCA.
Mientras el ALCA se ha mantenido en esa lenta marcha, los países
latinoamericanos y caribeños han continuado progresando en sus propios procesos
de integración, conservándose en lo general -aunque con notorios altibajos, como
parte de los cuales de dio una brusca contracción del comercio intra esquema
entre 1997 y 1999- el impulso adquirido por esos procesos desde fines de los
años ochenta, luego de los retrocesos ocurridos como parte de la crisis
económica que estalló en los inicios de esa década. Así, a lo largo de los años
noventa se multiplicaron entre los países de la región las iniciativas de todo
tipo para el desarrollo de mayores vínculos económicos, y a la revitalización de
los viejos esquemas (Mercado Común Centroamericano, Grupo Andino, CARICOM,
ALADI) se ha agregado la creación de otros (MERCOSUR, G-3 y Asociación de
Estados del Caribe, así como el reciente compromiso de crear antes de enero de
2002 una Zona de Libre Comercio Suramericana) y la firma de distintos acuerdos
bilaterales entre los países latinoamericanos, que a la fecha suman varias
decenas: diferentes acuerdos marco y acuerdos de preferencia arancelaria, de
liberación comercial, de complementación económica y de establecimiento de
uniones aduaneras, entre otros.
Además de ese incremento generalizado en el número de esquemas y acuerdos de
distinto tipo, en todos ellos es posible identificar formas de funcionamiento
distintas a las que prevalecieron hasta los años ochenta, de tal manera que el
esfuerzo integrador no sólo reapareció una vez superada la crisis, sino que
también asumió nuevas características, en lo que respecta a los actores
involucrados, al tipo de compromisos asumidos en dicho esfuerzo y a otros rasgos
que en buena medida se derivan del contexto en que él se desenvuelve.(9)
En lo que se refiere a ese contexto, en una perspectiva global lo que destaca es
que los cambios más generales presentes tanto a nivel internacional como en el
funcionamiento interno de las economías de América Latina y el Caribe, han
empujado hacia un tipo de integración cuyos objetivos de largo plazo son
bastante diferentes a los de épocas anteriores y, sobre todo, a los que pudieran
asignarse en un funcionamiento alternativo. Así, para el periodo reciente, y en
respuesta a las prioridades y concepciones que hoy definen el rumbo económico y
social del mundo y de nuestros países, la integración ha sido puesta al servicio
de la apertura, la privatización y la desregulación de las economías
latinoamericanas y se le han asignado metas, instrumentos, agentes, ritmos y
modalidades que en buena medida se corresponden con los cambios presentes en el
funcionamiento de esos ámbitos más generales, con muy escasas diferencias entre
los esquemas dentro de ese patrón general. En esa perspectiva, los procesos
integradores han sido transformados principalmente en un instrumento para
avanzar hacia la competencia irrestricta con el resto del mundo, siendo ubicados
como un punto intermedio entre economías fuertemente cerradas y economías casi
totalmente abiertas, y asignándoles una clara dosis de "comercialismo" y de
"pragmatismo", lo cual incluye una notoria despreocupación por atender en los
procesos integradores a las disparidades entre los países contratantes,
imponiéndose un criterio de "trato igual" y de reciprocidad cuyas raíces según
ya dijimos pueden ser rastreadas para la región en los enunciados del ALCA y del
TLCAN y, en general, en el funcionamiento reciente del GATT/OMC, y con esas
raíces reproduciéndose asimismo en la falta de tratamiento que en el interior de
nuestras economías se da a las disparidades productivas, sociales y
territoriales.
III.- Las tareas para la construcción de una alternativa
A la luz de las tendencias que actualmente se imponen en las economías de
América Latina y el Caribe, son muchos los motivos que obligan a la construcción
de una alternativa, aunque son también muchas las dificultades a enfrentar para
dicha construcción, tanto en el plano de la realidad como en el de las ideas.
En el plano de la realidad, los hechos centrales a considerar son que nos
enfrentamos a un proyecto 1) que lleva al menos dos décadas de plena aplicación,
por lo que sus efectos, y muchos de los cambios que esa aplicación acarrea,
están ya claramente incorporados -y, más que eso, enraizados- en el
comportamiento económico y social, en las relaciones que cotidianamente se dan
entre las personas, y entre -y en el interior de- las clases, los grupos
sociales, los países y los bloques regionales, y por lo tanto forman ya parte de
las pautas de desenvolvimiento de la sociedad y de los patrones de reproducción
de esas pautas; 2) que expresa, de manera cada vez más transparente, los
intereses del gran capital internacional y de los mayores capitales nativos de
la región, lo cual no es un dato menor a la hora de identificar a las fuerzas
que apoyan su continuidad, y 3) que posee una elevada coherencia en términos de
las estrategias y políticas que su aplicación supone en distintos niveles, por
parte de los organismos internacionales, de los gobiernos del capitalismo
desarrollado y de los gobiernos de América Latina y el Caribe, lo que implica
que el proyecto neoliberal se impone simultáneamente, y de manera articulada, en
las relaciones externas y en el funcionamiento interno de nuestros países.
En el plano de las ideas lo destacable es que, a pesar de los crecientes niveles
de oposición que más arriba mencionábamos, el credo neoliberal siguen siendo
dominante, y que él ha logrado ir moldeando en buena parte "el sentido común" de
muy amplios sectores de la población, en el cual ya están en gran medida
incorporadas un conjunto de ideas-consigna no sólo referidas a los principios
que deberían regir el funcionamiento económico (libertad de mercados,
desestructuración del "Estado de bienestar", apertura irrestricta de las
economías, facilidades máximas al capital extranjero, la competencia como
mecanismo óptimo para la asignación de recursos, etc.), sino también en relación
a la ausencia de opciones ante las tendencias globales que hoy se imponen y que
por consiguiente son asumidas no sólo como las mejores sino como las únicas
posibles. Ese dominio del pensamiento neoliberal, ha permeado incluso a
sectores de la izquierda, colocando en muchos casos una verdadera camisa de
fuerza a la formulación de alternativas, las cuales con frecuencia se mueven en
el interior de las "reglas del juego" trazadas por el neoliberalismo,
planteándose a lo más ajustes menores en un escenario que se acepta como
inmodificable en sus rasgos principales.
De las dificultades antes reseñadas, se desprenden un conjunto de necesidades
que deberían ser atendidas de manera incluso previa -o al menos simultánea- a la
formulación de alternativas, las cuales van desde la revisión de las fuerzas en
juego, la identificación de los múltiples procesos, modalidades y niveles a
través de los cuales se despliega la realidad del neoliberalismo, y la
evaluación de los márgenes de acción que hoy existen -o, más precisamente, de
los márgenes que en función de las realidades de hoy pueden ser construidos-,
hasta un esfuerzo de "limpieza conceptual" de las bases que acompañan al
discurso dominante, de cuestionamiento público y razonado a las "verdades
absolutas" que se propagan a través de ese discurso y de consideración
autocrítica de la penetración que las consignas neoliberales han logrado en el
propio pensamiento progresista.
Dado el carácter de este documento, no nos detendremos en esas necesidades de
carácter general -aunque el atenderlas es requisito obligado para la viabilidad
de cualquier alternativa-, limitándonos sólo a asumirlas en el nivel de una
alternativa para la actual inserción mundial de las economías de la región. A
ese nivel, el punto de partida es que el neoliberalismo ha venido imponiendo en
nuestros países un proyecto de rearticulación internacional de largo alcance,
definido y aplicado como parte de una estrategia que incluye al funcionamiento
económico interno, y que para las últimas dos décadas efectivamente han sido
modificados los parámetros de inserción mundial, de relacionamiento externo con
los países desarrollados -en particular con la economía estadounidense- y de
vinculación entre los propios países de la región. Como parte de esa
rearticulación, se han reducido al mínimo las mediaciones entre el escenario
económico mundial y el comportamiento económico interno, multiplicando la
capacidad de las relaciones externas para actuar como vehículo de
internalización de las tendencias mundiales y de libre penetración del gran
capital multinacional y, con ello, para cambiar el perfil estructural de las
economías y para transformarse en elemento determinante del mayor o menor
dinamismo económico nacional, adecuándose hacia esa dirección las políticas
comercial, cambiaria, de tratamiento a la inversión extranjera, monetaria,
crediticia, salarial, fiscal, etc.
De lo que se trata, por consiguiente, es de introducir profundas modificaciones
en la articulación internacional que el neoliberalismo ha impuesto en nuestros
países, redefiniendo los principios y los objetivos que han guiado a esa
articulación, poniéndola al servicio de intereses distintos a los del gran
capital y desprendiendo de allí un conjunto de políticas que apunten en
direcciones por completo diferentes a las que han predominado en las décadas
recientes. Así también, esa estrategia alternativa de inserción en la economía
mundial deberá ser parte de un proyecto alternativo global en nuestras
economías, generando condiciones, en el terreno de las relaciones económicas
internacionales de América Latina y el Caribe, para la viabilidad de ese
proyecto alternativo. Bajo esta perspectiva, los debates sobre la integración
regional y las negociaciones del ALCA deberían ser, obligadamente, un
subproducto de discusiones más generales, que tienen que ver con el actual
funcionamiento de la economía internacional y de las economías latinoamericanas.
Para avanzar en esa dirección, un primer requisito es imponer una lectura del
escenario mundial e internacional, de la relación con los EE.UU. y de las
relaciones intraregionales, por completo diferente a la lectura neoliberal. En
tal sentido, resulta imprescindible cuestionar y desechar la visión
"armonicista" que, de manera no tanto ingenua como sí interesada, ha predominado
en los análisis gubernamentales, sobre todo respecto a los significados de la
globalización, a los rumbos futuros de la economía mundial y a los resultados
previsibles de la mayor vinculación con los EE.UU. En oposición a las
seguridades de que para nuestros países la globalización implica el mejor de los
mundos posibles, una modernización acelerada y un próximo "salto
primermundista", y de que nada se puede ni se debe hacer ante la tendencia
globalizadora, hoy es más necesario que nunca el desarrollar una verdadera
estrategia de inserción internacional, que permita procesar internamente las
tendencias mundiales, readecuándolas en función de los intereses y necesidades
nacionales y abandonando, por tanto, la pasividad y el conformismo ante ellas.
En el mundo de hoy y de las décadas por venir, lejos de la armonía lo que impera
es la acentuación de los desequilibrios, de la polarización y del desarrollo
desigual entre regiones y países, acentuación que sólo puede ser frenada a
través de un proyecto que reconozca su existencia y que se proponga estrategias
para revertirla. Ese no ha sido el caso del proyecto neoliberal, y es por ello
que al amparo de ese proyecto se ha cedido al exterior el control de las
economías de la región, se ha multiplicado su vulnerabilidad y se han destruido
las bases nacionales que deberían servir para apoyar nuestra inserción mundial y
nuestra participación en los mercados internacionales.
Ese mismo "armonicismo" neoliberal, ha guiado por el peor de los caminos a las
relaciones entre la región y los EE.UU. Se ha actuado como si los vínculos con
esa economía pudieran sustentarse en una total confluencia de objetivos e
intereses y en una distribución igualitaria de los frutos de la relación,
privilegiando con ello las coincidencias que efectivamente existen al nivel del
gran capital, y "olvidando" la enorme diferencia en grados de desarrollo, el
mucho mayor peso de los capitales estadounidenses respecto de los
latinoamericanos y la larga historia de "intereses antes que amigos" que ha
estado presente en las posiciones de EE.UU. respecto a la región. Y algo
parecido, aunque con mayores matices, ha ocurrido en el terreno de las
relaciones entre los propios países de la región; dichas relaciones, en buena
medida han sido transformadas en una "caja de resonancia" de los principios y
prácticas presentes en la economía internacional y en los vínculos con las
economías desarrolladas y en particular con los EE.UU., relegando el papel que
ellas podrían y deberían jugar como espacio de articulación económica, de
potenciación de las capacidades productivas nacionales, de concertación política
y de toma conjunta de posiciones frente al resto del mundo.
A partir del reconocimiento de lo anterior, la reorientación de las relaciones
externas de América Latina y el Caribe debería apuntar principalmente a reducir
los niveles extremos de dependencia y de vulnerabilidad que el neoliberalismo ha
generado, creando las condiciones necesarias para un desarrollo económico más
autosustentado, en el cual se recupere la capacidad nacional y regional de
definir los rumbos del desarrollo económico y social y se redimensionen los
papeles asignados, al capital extranjero y al "ahorro externo", a la búsqueda de
mercados internacionales y a la relación con los EE.UU. y con los demás países
desarrollados, creando condiciones que permitan procesar y readecuar los
dictados y señales provenientes del exterior. Para ello, el reconocimiento de
que los países de la región tienen pleno derecho de aplicar políticas de
desarrollo nacional y en particular de promoción selectiva de sus regiones,
sectores productivos e industrias, y de velar para que los capitales extranjeros
bajo sus distintas formas se ajusten a esas políticas, constituye un principio
de aplicación imprescindible, que no sólo debería imponerse en las relaciones
con los EE.UU. y otros países avanzados, sino también en los procesos
regionales de integración, y lo mismo ocurre con el reconocimiento de que en
ambos tipos de relación existen profundas asimetrías entre los países
participantes y que dichas asimetrías deben traducirse no sólo en diferencias
menores y transitorias en los compromisos que se asuman, sino en un distinto
tratamiento de carácter permanente y, en todo caso, en esfuerzos importantes y
sostenidos para atenuar las disparidades existentes.
Esa reorientación en las relaciones externas y en las modalidades de inserción
mundial de nuestros países, debería ser consecuencia no sólo de la aplicación de
un nuevo conjunto de principios en el ámbito hemisférico, sino también de una
ardua lucha para modificar los actuales patrones de comportamiento de la
economía internacional, para lo cual se requiere de una muy amplia alianza, de
base ya no sólo nacional y regional, sino global, que empuje a la constitución
de un nuevo escenario en el que tengan cabida los intereses y necesidades de
aquella gran parte de la población mundial, y de aquel inmenso número de países,
que en la práctica no ocupan lugar alguno en la agenda internacional. La
reformulación de los principios y prácticas que hoy guían al funcionamiento de
los mercados globales y de las relaciones interestatales, la profunda
democratización y transformación de estructuras, objetivos y funciones de los
organismos internacionales, el reconocimiento de las desigualdades del
desarrollo como base de los acuerdos económicos multilaterales y bilaterales, la
definición y aplicación de normas que frenen los actuales desbordes imperiales
y, en suma, la creación de condiciones para un desarrollo económico mundial más
justo y sustentable, en el cual se asegure una existencia presente y futura
digna a todos los pueblos de la tierra, forma parte obligada de la lucha que
nacional y regionalmente se dé por imponer un proyecto de inserción mundial que
sea alternativo al del neoliberalismo.
BIBLIOGRAFÍA
Comisión Ecuménica de Derechos Humanos de Ecuador (CEDHU) (2000) Plan Colombia:
máscaras y artificios, noviembre, internet.
Estay, Jaime (1999) "Los avances de la integración latinoamericana y caribeña", publicado en América Nuestra, Nº 3, año V, julio septiembre 1999, Cuba. Pp. 36 a 39.
Grether Jean-Marie y Marcelo Olearraga (1998) Preferential and non-preferential trade flows in Worls Trade, OMC, septiembre, internet.
Oficina Internacional de Derechos Humanos Acción Colombia [2000] Plan Colombia: "Una Estrategia sin Solución", Síntesis del Documento No 6 de OIDHACO, Bruselas, febrero 2000, Internet.
Ricupero, Rubens (2000) Más allá de la unificación de los mercados: una comunidad universal de conocimientos compartidos y cooperación en pro de la seguridad y el desarrollo. Algunas reflexiones personales, Informe del Secretario General de la UNCTAD a la X UNCTAD, Internet
NOTAS: (3) La información oficial y pública sobre el proceso de creación del ALCA, puede ser consultada en el Sistema de Información de la Cumbre de las Américas (http://www.summit-americas.org/summit-spanish.htm) y en el Sitio oficial sobre el ALCA (http://www.alca-ftaa.org/alca_s.asp), así como en la página web del "Sistema de Información Sobre Comercio Exterior" de la OEA (http://www.sice.oas.org/ftaa_e.asp). Otros lugares no oficiales, también con información y análisis sobre el ALCA, son la página web "Integración, comercio y medio ambiente" (http://www.inca.or.cr/) y la página de la "Comunidad web de movimientos sociales" (http://movimientos.org/).
(4) Algunas cifras al respecto, pueden ser vistas en Grether y Olearraga [1998: 15 y 19].
(5) Distintos materiales referidos al Foro 2001, pueden consultarse en http://www.forumsocialmundial.org.br/espanhol/. Así también, la información sobre el Foro programado para el amo 2002 se encuentra en www.portoalegre2002.net.
(6) Descripciones oficiales del Plan Colombia, pueden verse en la página del Departamento de Estado del gobierno estadounidense (http://www.state.gov/www/regions/wha/colombia/fs_000719_plancolombia.html) y en la página del gobierno de Colombia (http://www.presidencia.gov.co/plancolo/). Documentos de crítica al Plan, se encuentran en las páginas web de Eurosur (http://www.eurosur.org/rebelion/plancolombia.htm), y del equipo Nizkor (http://www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/plan/#doc).
(7) La posición prevaleciente en el Parlamento Europeo se resume en el siguiente párrafo, que corresponde a la presentación de la resolución hecha por el Presidente de la comisión de desarrollo y cooperación de dicho Parlamento: "... es necesario que la UE ponga todo su empeño en un verdadero proceso de paz. Asegurándose que este no se confunde, sino que va en sentido contrario al 'Plan Colombia'."
(8) Al respecto, transcribimos un párrafo de un documento de análisis del Plan Colombia, de la Oficina Internacional de Derechos Humanos Acción Colombia [OIDHACO; 2001]: "En síntesis, las propuestas del Plan Colombia se convierten en más de lo mismo: más endeudamiento, más militarización, más daño al medio ambiente mediante, más erradicación forzosa de cultivos, mas violaciones a los derechos humanos, más injerencia norteamericana, más conflicto a nombre de la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado."
(9) Una revisión más detallada del funcionamiento reciente de los esquemas latinoamericanos de integración, la hemos hecho en Estay [1999]. Jaime Estay es Profesor-investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla, México. Coordinador de la Red de Estudios de la Economía Mundial (REDEM: http://www.redem.buap.mx)
La presente es la versión actualizada de un artículo del mismo título, publicado en Realidad Económica Nº 178, febrero-marzo de 2001, Instituto argentino para el desarrollo económico, y en Aportes, Nº 17, mayo-agosto de 2001, Facultad de Economía de la BUAP, México.
Estay, Jaime (1999) "Los avances de la integración latinoamericana y caribeña", publicado en América Nuestra, Nº 3, año V, julio septiembre 1999, Cuba. Pp. 36 a 39.
Grether Jean-Marie y Marcelo Olearraga (1998) Preferential and non-preferential trade flows in Worls Trade, OMC, septiembre, internet.
Oficina Internacional de Derechos Humanos Acción Colombia [2000] Plan Colombia: "Una Estrategia sin Solución", Síntesis del Documento No 6 de OIDHACO, Bruselas, febrero 2000, Internet.
Ricupero, Rubens (2000) Más allá de la unificación de los mercados: una comunidad universal de conocimientos compartidos y cooperación en pro de la seguridad y el desarrollo. Algunas reflexiones personales, Informe del Secretario General de la UNCTAD a la X UNCTAD, Internet
NOTAS: (3) La información oficial y pública sobre el proceso de creación del ALCA, puede ser consultada en el Sistema de Información de la Cumbre de las Américas (http://www.summit-americas.org/summit-spanish.htm) y en el Sitio oficial sobre el ALCA (http://www.alca-ftaa.org/alca_s.asp), así como en la página web del "Sistema de Información Sobre Comercio Exterior" de la OEA (http://www.sice.oas.org/ftaa_e.asp). Otros lugares no oficiales, también con información y análisis sobre el ALCA, son la página web "Integración, comercio y medio ambiente" (http://www.inca.or.cr/) y la página de la "Comunidad web de movimientos sociales" (http://movimientos.org/).
(4) Algunas cifras al respecto, pueden ser vistas en Grether y Olearraga [1998: 15 y 19].
(5) Distintos materiales referidos al Foro 2001, pueden consultarse en http://www.forumsocialmundial.org.br/espanhol/. Así también, la información sobre el Foro programado para el amo 2002 se encuentra en www.portoalegre2002.net.
(6) Descripciones oficiales del Plan Colombia, pueden verse en la página del Departamento de Estado del gobierno estadounidense (http://www.state.gov/www/regions/wha/colombia/fs_000719_plancolombia.html) y en la página del gobierno de Colombia (http://www.presidencia.gov.co/plancolo/). Documentos de crítica al Plan, se encuentran en las páginas web de Eurosur (http://www.eurosur.org/rebelion/plancolombia.htm), y del equipo Nizkor (http://www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/plan/#doc).
(7) La posición prevaleciente en el Parlamento Europeo se resume en el siguiente párrafo, que corresponde a la presentación de la resolución hecha por el Presidente de la comisión de desarrollo y cooperación de dicho Parlamento: "... es necesario que la UE ponga todo su empeño en un verdadero proceso de paz. Asegurándose que este no se confunde, sino que va en sentido contrario al 'Plan Colombia'."
(8) Al respecto, transcribimos un párrafo de un documento de análisis del Plan Colombia, de la Oficina Internacional de Derechos Humanos Acción Colombia [OIDHACO; 2001]: "En síntesis, las propuestas del Plan Colombia se convierten en más de lo mismo: más endeudamiento, más militarización, más daño al medio ambiente mediante, más erradicación forzosa de cultivos, mas violaciones a los derechos humanos, más injerencia norteamericana, más conflicto a nombre de la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado."
(9) Una revisión más detallada del funcionamiento reciente de los esquemas latinoamericanos de integración, la hemos hecho en Estay [1999]. Jaime Estay es Profesor-investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla, México. Coordinador de la Red de Estudios de la Economía Mundial (REDEM: http://www.redem.buap.mx)
La presente es la versión actualizada de un artículo del mismo título, publicado en Realidad Económica Nº 178, febrero-marzo de 2001, Instituto argentino para el desarrollo económico, y en Aportes, Nº 17, mayo-agosto de 2001, Facultad de Economía de la BUAP, México.
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