El incremento del unilateralismo norteamericano
Análisis del discurso de Bush sobre el Estado de la Unión
03/01/2002
- Opinión
El discurso del presidente Bush sobre el Estado de la Unión evidencia un
significativo viraje en la política de la principal potencia mundial. El
eje de la nueva orientación norteamericana ha de consistir en una batalla
global contra el llamado terrorismo para lo cual se ha producido el mayor
incremento del presupuesto militar en las últimas dos décadas y se
delinea la posibilidad de nuevas intervenciones directas en otros países.
La respuesta enérgica que él realizó luego del ataque a las torres
gemelas y al pentágono le permitieron efectuar el mayor salto de
popularidad en la historia de su nación. Hoy tiene un 84% de aprobación
popular, 35 puntos más de los que obtuvo en las presidenciales. Bush
hijo había sido no de los pocos mandatarios estadounidenses que habían
llegado a la casa blanca habiendo quedado segundos en el conteo general
de votos. En su discurso trata de aprovechar ese momento para delinear
una política de ofensiva global.
Durante la guerra fría EEUU competía con otra superpotencia que tenía un
territorio, una economía y una sociedad definidas. Washington y Moscú
mantenían una suerte de equilibrio de terror nuclear y de patrocinar
distintos bandos en conflictos focalizados en el planeta. En la
actualidad Moscú, Beijing y las grandes capitales son aliados de
Washington en la lucha contra Bin Laden. El nuevo enemigo no es un
estado sino ‘decenas de miles de terroristas’ esparcidos por doquier. La
utilización de recetas diplomáticas, juego entre estados y foros
internacionales mediadores como las Naciones Unidas no pueden ser
planteadas por Bush.
La Casa Blanca considera que hoy los EEUU tienen el derecho y el deber de
proteger a sus ciudadanos e intereses adoptando la licencia de ingresar a
cualquier rincón del mundo donde considerase. Chris Brown, profesor de
la LSE, traza una analogía entre el terrorismo y los piratas de hace
siglos y con el derecho de las potencias de poder entrar en cualquier
lugar para cazarlos.
En Afganistán Bush se muestra triunfalista pues concibe que se destronó a
un gobierno que protegía a terroristas. Sin embargo, en todo su discurso
no menciona Bin Laden y elude que el objetivo central (que era de dar con
él) no se ha cumplido. Muchos de quienes hoy están en el nuevo régimen
afgano fueron quienes inicialmente invitaron a Bin Laden a dicho país y
quienes tienen un largo historial de asesinatos de civiles en masa,
narcotráfico y persecución de minorías y de mujeres.
Los 4 ejemplos de grupos terroristas que Bush plantea son La Jihad
Islámica y el Hamas de Palestina, Hisbollah de Palestina y Jaish-i-
Mohammed de Cachemira. Los 3 primeros son considerados por muchos países
árabes como legítimos combatientes contra la ocupación israelí. Siria
abiertamente cobija a éstos y Blair viajó allí para ganar a dicho país a
la coalición anti-terrorista. El último ha sido amparado por Pakistán,
el principal aliado norteamericano en el Asia central. Bush ha tenido
palabras de elogios frente a Musharef, el dictador pakistaní que
inicialmente fue el principal puntal de los talibanes y el de los
separatistas cachemirenses. Posiblemente todos o la mayor parte de los
grupos armados islámicos que hay en el mundo han recibido financiamiento
de magnates de Arabia Saudita. Esta es el principal pilar de EEUU en los
principales yacimientos petrolíferos del mundo. Pese a tener una
ideología estatal que busca exportar un modelo de sociedad teocrático
intolerante con las mujeres, las minorías o las libertades, el Pentágono
siempre le ha apuntalado al punto de haber librado la guerra contra Irak
en defensa de ésta y otras monarquías petroleras.
Bush ha designado un triunvirato del mal compuesto por Corea del Norte,
Irán e Irak. Llama la atención el uso deliberado que el presidente
estadounidense utiliza de dicho concepto tan propio de los
fundamentalistas islámicos. Por otra parte, ninguno de esos países
poseen riquezas, mayores industrias o armamento nuclear. Tampoco entre
ellos hay una entente. Irak e Irán libraron una brutal guerra entre sí,
y ambos reivindican a Alá mientras que Corea del Norte tiene un sistema
de partido único comunista.
Muchos observadores occidentales se han sorprendido por la inclusión de
Corea del Norte e Irán en dicha lista. El primero viene realizando una
política de gradual reaproximamiento a Corea del Sur. Irán tiene un
gobierno elegido constitucionalmente que viene liberalizando el régimen
interno y que ha buscado acercarse a occidente. Teherán condenó los
sucesos del 11 de septiembre y sus aliados afganos participan del nuevo
gobierno post-talibán.
Al parecer EEUU estaría preparando una nueva embestida militar contra
Irak. En 1991 Washington se detuvo al liberar Kuwait y, cuando las
insurgencias chiíta en el sur y kurda en el norte irrumpieron, Bush padre
temió alentar éstas temiendo que pudiesen fragmentar Irak y alterar el
balance del poder en el frágil medio oriente. Hoy la experiencia afgana
le muestra a Bush hijo que si podría ser factible la imposición de un
nuevo gobierno de coalición pro-occidental que evite la fragmentación
estatal. Teóricos militares estadounidenses dicen que Irak representa
menos problemas geo-climáticos que Afganistán aunque el estado allí es
mucho más estructurado y armado, y algunos de los actuales socios de la
coalición anti-terrorista no secundarían a Washington en una nueva guerra
anti-Hussein.
Después del 11 de septiembre muchos analistas sostenían que la mejor
manera de evitar nuevos atentados era tratando de solucionar los
problemas sociales subyacentes que empujan a muchos a ataques suicidas:
reducir la pobreza extrema, destronar las dictaduras del medio oriente
democratizándolo, etc. Ninguna medida de corte social ha sido propuesta
por Bush quien, mas bien, ve una solución esencialmente militar. Tampoco
ha mencionado ningún indicio de querer tomar en cuenta alguno de los
reclamos de los movimientos por la defensa del medio ambiente o los
efectos sociales de la globalización. La idea de prevenir catástrofes
económicas como la argentina ha sido tomada en cuenta.
En su discurso Bush ha dejado entrever que el rol de las Naciones Unidas
es irse restringiendo hasta ser un ente que acepte hechos consumados por
parte de los EEUU. Durante la guerra fría toda intervención militar
estadounidense podía ser observada dentro de la ONU por la otra
superpotencia. Desde 1991 Washington fue recibiendo el aval de Moscú en
sus incursiones en Irak y los Balcanes. Sin embargo, con Afganistán EEUU
no ha solicitado autorización de la ONU ni ha cubierto su accionar con el
paraguas de ésta o de la OTAN.
Los EEUU han incrementado su presupuesto bélico en 48 mil millones de
dólares. Sus gastos anuales en defensa son de unos 400 mil millones de
dólares: una cifra equivalente al presupuesto militar de la suma de las 6
siguientes potencias.
En el aspecto interno Bush ha reconocido que el mayor peligro es la
recesión y que la meta debe ser generar trabajos. Sin embargo, el índice
de desocupación ya llega al 5% y amenaza con expandirse al 6.5%. El
Economist ve una contradicción entre querer reactivar la economía y el
empleo mientras se acreciente el déficit interno, se incrementa el gasto
militar y se reducen los impuestos. Una de las primeras medidas de la
administración actual fue la de recortar los impuestos para las grandes
empresas lo cual implicará que en 10 años el tesoro público dejará de
percibir 1,3 billones de dólares.
En suma, el eje de la actual administración priorizará el uso de la
fuerza para resolver conflictos y el predominio del unilateralismo
estadounidense. Por el momento Bush podrá contar con apoyo popular y
EEUU podrá tener un fuerte respaldo internacional occidental, pero el
incremento de una política dura podría implicar debilitar su alianza con
otras potencias, producir desgaste interno y reacciones populares
adversas.
* Isaac Bigio. Profesor e investigador de la London School of Economics &
Political Sciences
https://www.alainet.org/es/articulo/105602
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