La cuestión es entre el desarrollo y la dependencia
01/04/2001
- Opinión
El actual proceso de mundialización, compartiendo los apasionantes avances de la
humanidad en una verdadera revolución científico-tecnológica, debería estar
orientado a crear y facilitar las condiciones para un efectivo desarrollo
integral de todos los pueblos.
Por el contrario, una globalización concentrada en una competencia por el
monopolio y hegemonismo mercantilista, ha reducido la dimensión del desarrollo
humano a la simple y limitada categoría de crecimiento económico, y en la
mayoría de los casos, a la simple acumulación financiera.
Las políticas denominadas de ajuste estructural, “medicina” ineludible para las
economías latinoamericanas según las directivas de los Organismos Financieros
Internacionales, ha más de diez años de su imposición, no sólo no han permitido
un crecimiento económico sostenible, sino que han agravado las condiciones de
subdesarrollo de las grandes mayorías, aumentando el desempleo, deteriorando las
condiciones de vida y de trabajo, cercenando y condicionando derechos
inalienables de los trabajadores y los pueblos, amenazando gravemente la
estabilidad democrática.
Parecería claro para todos, y en especial para las clases dominantes y
gobernantes en Latinoamérica, la necesidad de buscar alternativas para
garantizar un futuro mejor para los pueblos, y para ello, la responsabilidad de
elaborar y poner en práctica una estrategia que a partir de las potencialidades
enormes de la región, nos permita incidir en el contexto internacional en las
mejores condiciones.
En este camino, no puede eludirse y por el contrario, debemos considerar de
especial importancia los acuerdos comerciales con los países de Norteamérica, es
decir, los Estados Unidos y el Canadá.
Sin embargo, las relaciones de los Estados Unidos con Latinoamérica tienen una
larga y dolorosa historia, vista desde la realidad y los intereses de los
pueblos latinoamericanos. Los Estados Unidos nunca han intentado una política
diferente a la utilización de su “patio trasero”, desde el “big stick” hasta las
invasiones armadas (bajo sus diferentes modalidades y brutalidades), pasando por
la “alianza para el progreso” y otras denominaciones pero siempre cobijando los
mismos intereses de dominación y dependencia.
Y en nuestros días con el pretexto del combate a la producción y tráfico de
narcóticos, sufrimos la agresividad de la industria armamentista de los Estados
Unidos, y la presencia de innumerables bases militares en toda la región, en la
errada estrategia de querer combatir el narcotráfico con represión, cuando
debería atacársele en términos de libremercado, es decir, reduciendo la demanda.
Y siempre con el beneplácito cómplice de minorías latinoamericanas políticas y
económicas, que respondieron a sus intereses particulares conculcando soberanías
y las necesidades y aspiraciones más legítimas y sentidas de nuestros pueblos.
Hoy se nos presenta un nuevo disfraz para la misma estrategia, bajo la
denominación de Asociación de Libre Comercio de las Américas (ALCA). No es
nuevo, ya que desde hace más de cinco años la propuesta era de incorporar las
naciones latinoamericanas a partir de un orden establecido en función de los
intereses de los Estados Unidos.
Hay que recordar, no sin tristeza, como varios de nuestros Gobiernos se
disputaban las posiciones dentro de esa lista, pero también no podemos dejar de
mencionar las correctas posiciones del Presidente del Brasil, Don Fernando
Enrique Cardozo, cuando acaba de afirmar: “Respetamos, pero no podemos estar de
acuerdo con el Presidente Busch, porque está comprometido con el ALCA en función
de los intereses de los Estados Unidos, y nosotros representamos y defendemos
los intereses del Brasil”.
¿Es el ALCA, tal como se ha formulado, el mejor camino para el desarrollo de
nuestros pueblos Latinoamericanos.?. La respuesta, desde los intereses
latinoamericanos, es claramente negativa.
Hasta el momento nuestras naciones han estado obligadas a reducir todo tipo de
barreras al comercio internacional, mientras los Estados Unidos mantienen una
férrea política proteccionista que impide el ingreso de muchos de nuestros
productos, y se mantiene la negativa de discutirlo en las negociaciones del
ALCA.
Existe una profunda asimetría en los niveles de desarrollo (tecnológico,
económico, financiero, etc.) entre los Estados Unidos y Canadá con cada una de
nuestras naciones, consideradas en forma aislada, que muestra la imposibilidad
de relaciones de libre comercio equitativas y justas, en beneficio de nuestros
pueblos.
Una de las condicionantes esenciales para nuestro desarrollo es la deuda
externa, y no es un tema de acuerdo en las negociaciones del ALCA.
El problema determinante del desarrollo en Latinoamérica, más que el crecimiento
es la necesidad de una justa redistribución de la riqueza, y no éste un tema a
analizar y acordar a nivel de una “asociación” orientada por el pensamiento
neoliberal mercantilista, donde se excluye toda dimensión social de la economía.
La negativa posición de los Estados Unidos a aceptar y aplicar medidas de
preservación ecológica pone en riesgo, en el marco de una asociación de libre
comercio, la protección de nuestra Amazonia y zonas de alta riqueza natural,
indispensable no sólo para los latinoamericanos, sino para la preservación del
planeta.
Continuando y profundizando las políticas de ajuste estructural, el ALCA
reducirá aún más los espacios de control y regulación por parte de nuestros
Estados, creando mejores posibilidades para la acción depredadora de las
Corporaciones Transnacionales, tanto sobre los recursos naturales como sobre los
derechos y libertades de los trabajadores y nuestros pueblos.
Si nuestro problema central es el desarrollo, y tenemos la necesidad y urgencia
de buscar alternativas para garantizar un futuro mejor para los pueblos, y una
estrategia que a partir de las potencialidades enormes de la región, nos permita
incidir en el contexto internacional en las mejores condiciones, el único camino
posible pasa ineludiblemente por la institucionalización de la COMUNIDAD
LATINOAMERICANA DE NACIONES, propuesta que la CLAT junto con el Parlamento
Latinoamericano y el CELAM (Consejo Episcopal Latino Americano), vienen
impulsando.
Identificándonos en el marco de una integración política, social, económica y
cultural, estaremos en las mejores condiciones no solamente de negociar un
acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, o profundizar los
acuerdos existentes con la Unión Europea, sino enfrentar problemas de especial
gravedad y trascendencia para la región como lo son el narcotráfico, el
armamentismo, y la deuda externa entre otros.
Buró Ejecutivo
Central Latinoamericana de Trabajadores.
E-Mail: Clat@Telcel.Net.Ve
Aporte de la CLAT a la Cumbre de los Pueblos, con ocasión de la Cumbre de Presidentes sobre el ALCA (Asociación de Libre Comercio de las Américas).
Central Latinoamericana de Trabajadores.
E-Mail: Clat@Telcel.Net.Ve
Aporte de la CLAT a la Cumbre de los Pueblos, con ocasión de la Cumbre de Presidentes sobre el ALCA (Asociación de Libre Comercio de las Américas).
https://www.alainet.org/es/articulo/105720
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