El ALCA y los sistemas financieros
03/12/2001
- Opinión
La firma de un tratado de libre comercio entre Chile y EE.UU., visto
este último como un trampolín hacia el Area de Libre Comercio de las
Américas, o la conformación del ALCA, en la óptica oficial
norteamericana implica imponer en la región plenamente - y garantizar a
futuro - el libre movimiento de capitales, sin ningún tipo de
limitaciones. Esta es la implicancia central en el plano financiero
del ALCA.
Las formas adquiridas por el proceso de globalización - como se quiere
hacer creer - no constituyen una ley inmutable de desarrollo histórico,
sino que una determinación política en función del predominio de
intereses económicos específicos. La carencia absoluta de regulaciones
no es la forma única ni la usual de desarrollo económico-social. Lo
más común, por el contrario, visto en el tiempo ha sido la acción de
mecanismos e instancias reguladoras. En concreto, el Alca es un
proyecto político-económico del gran capital transnacional de origen
estadounidense.
En el caso de Chile - que usaré, por razones obvias, como ejemplo
fundamental - ya se dio un paso decisivo en esta dirección al culminar
el Banco Central, en abril pasado, el proceso de apertura de la cuenta
de capitales y terminar con toda regulación cambiaria. De esta manera,
se remachó aún más la libertad de los capitales de poder entrar o salir
del país y la de los agentes económicos para efectuar cualquier tipo de
operación cambiaria. El mecanismo de encaje - establecido a comienzos
de la década de los noventa, destinado a frenar el ingreso de capitales
de corto plazo - que se encontraba en cero, acogiendo una insistente
demanda norteamericana, fue eliminado.
Así culminó el proceso de desregulación cambiaria iniciado en los años
de dictadura. La determinación del 2001 fue eliminar, en lo
fundamental, toda limitación cambiaria y al movimiento de capitales,
las cuales por lo demás venían reduciéndose sistemáticamente. "Esto
tiene la importancia - señaló el director alterno en el FMI y ex
gerente de la división internacional del Banco Central, Guillermo Le
Fort - de ser el paso final, pero las restricciones cambiarias habían
sido ya gradualmente reducidas, de manera que su importancia
macroeconómica había sido eliminada con anterioridad. Esto se nota,
por ejemplo, en el hecho de que el encaje pasa de tasa cero a ser
eliminado" ( 18/4/01).
La resolución que tenía como fecha límite para darse a conocer el día
19 de abril fue adelantada, comunicándose antes del encuentro entre los
presidentes Bush y Lagos, previo a la cumbre de Quebec de los
presidentes americanos. Desde luego no fue una coincidencia. La
apertura de la cuenta de capitales y, en particular, la eliminación del
encaje, constituía una de las exigencias estadounidenses en las
negociaciones de libre comercio con Chile. Más aún, en el documento en
que EE.UU. acusó a nuestro país de mantener barreras en la relación
mutua que impedirían, en su opinión, "el normal desarrollo del
intercambio bilateral" se exigió expresamente la eliminación del
mecanismo de encaje. El presidente Lagos pudo decir en el encuentro
realizado en esos días con Bush: "misión cumplida".
La decisión consolida la política de dejar completamente en manos del
capital la determinación de entrar o salir del país, en la forma y la
magnitud que lo desee. No se tuvo en consideración al adoptar la
determinación el carácter desestabilizador que muchas veces produce
este movimiento de capitales y su papel protagónico en las crisis
económicas de la última década en diferentes regiones del mundo y que
se manifestaba en los días del acuerdo en los colapsos de las economías
argentina y turca. La apertura económica y la desregulación cambiaria
reducen sensiblemente la capacidad de los Bancos Centrales de aplicar
políticas.
El profesor de la Universidad de Harvard, Dani Rodrik, en un artículo
publicado en la revista de la Cepal ubica acertadamente los "flujos de
capital erráticos y la inestabilidad sistémica generada por el divorcio
entre los instrumentos de estabilización y la economía real". entre
una de las tres causas, que se nutren recíprocamente, que responden a
la pregunta ¿Por qué hay tanta inseguridad económica en América Latina?
Rodrik menciona como las otras dos causas a "la disminución de la
protección al empleo y la mayor volatilidad de los ingresos de los
hogares" y a "la debilidad de las instituciones de participación y de
representación" (19/4/01).
"Al entrar América Latina en los años noventa - dice Rodrik -, se
encontró en un mundo de gran volatilidad macroeconómica impulsada o al
menos magnificada por capitales erráticos. La difusión de los mercados
financieros internacionales y la acogida entusiasta que les dio la
región dejaron a la política macroeconómica dependiente, y a menudo
rehén, de los caprichos de los inversionistas de corto plazo.
Instrumentos clave como la política fiscal y el tipo de cambio fueron
sobrepasados por la necesidad de gestionar flujos de capital. El
resultado fue - concluye Rodrik - que la política macroeconómica se
divorció cada vez más de la economía real, lo que exacerbó la
volatilidad de los resultados económicos".
La decisión se adoptó en una coyuntura caracterizada por el alto nivel
de riesgo presente en la región originada ante todo en la crisis
argentina y por los bajos niveles de rentabilidad que presenta el
mercado de capitales chileno, particularmente por el nivel de las tasas
de interés, reducidas en un esfuerzo sin éxito hasta ahora de aumentar
la alicaída demanda interna, que permanece todavía en niveles
inferiores a los del período pre recesivo, o sea enero-junio de 1998.
De allí, que no haya tenido efecto en estimular, como se quería, el
ingreso de capitales.
En definitiva, se crean todas las condiciones para que en cualquier
momento se desaten fuertes inestabilidades, de diferente signo
dependiendo de la dirección que adopten los movimientos de capitales,
los cuales ya con su fuerte ingreso en los años 1996 y 1997 - en la
realidad chilena - se constituyeron por los desequilibrios originados
en una de las causas principales de la recesión iniciada al año
siguiente. Obviamente, el efecto desestabilizador es aún más fuerte
cuando los capitales salen. En la actual coyuntura, es un factor
determinante en el fuerte curso devaluatorio en que se encuentra la
moneda nacional, que ha alcanzado en los últimos días niveles récord en
su paridad con el dólar estadounidense, acercándose a la barrera de los
$ 700.
Para EE.UU. el posible tratado con Chile no es importante en sí mismo.
Es - como ya manifestamos - un trampolín que está utilizando para
avanzar hacia el ALCA. El representante comercial de EE.UU., Robert
Zoellick, lo expresó claramente en su visita el país, previo a la
reunión ministerial efectuada en abril en Buenos Aires. El tratado
comercial entre Chile y Estados Unidos, señaló, será "un modelo para la
región y todo el mundo" que ayudará a impulsar la apertura económica a
nivel hemisférico a través del Area de Libre Comercio de las Américas y
también en el seno de la Organización Mundial de Comercio ( 5/4/01).
La economista del conservador centro estadounidense Heritage Foundation
-de estrechas relaciones con el Partido Republicano y el gobierno Busch
-, Ana Eiras, fue aún más tajante. "Un acuerdo con Chile - expresó -
enviaría una señal potente a la región de que la política económica que
está proponiendo EE.UU. se comienza a poner en práctica" ( 4/4/01).
"Si el tratado entre ambos países resulta exitoso - manifestó, por su
parte, el ex embajador norteamericano en Chile, John O'Leary - esto le
abre posibilidades e Estados Unidos de alcanzar tratados con el resto
de América Latina" ( 15/8/01). El gobierno de Chile se presta para
estos propósitos.
Mientras tanto, EE.UU. prepotentemente insiste en mantener sus
particulares normas antidumping, que constituyen un abierto mecanismo
proteccionista. La jefa de la delegación estadounidense en las
negociaciones con Chile, Regina Vargo, explicitó que EE.UU. "no quiere
ver eliminadas" sus normas antidumping considerándolas "muy importantes
para las compañías y los trabajadores norteamericanos" ( 2/4/01). Es
un abierto doble standard, el resto del mundo no puede proteger
determinadas actividades, pero los norteamericanos sí. En EE.UU., cada
vez que un producto sobrepasa determinado nivel de ventas surge la
posibilidad concreta de una acusación de dumping.
Robert Zoellick, en su visita al país "aconsejó" al gobierno chileno,
no plantear la supresión del mecanismo estadounidense de dumping ya que
ello dificultaría alcanzar un acuerdo. "El tema - enfatizó - tiene que
ser abordado estratégicamente. Ello, porque si se desea una opinión
pública favorable al TLC con Chile, hay que considerar que poner a
discutir las normas antidumping, puede despertar sensibilidades
adversas" ( 5/4/01). En resumen, la "recomendación" debe escucharse si
se quiere seguir avanzando, sentenció el representante de Bush.
Sin duda, el mercado de capitales es el más globalizado a nivel mundial
y al interior de él tiene una dimensión muy grande el movimiento de
capitales financieros. La carencia de regulaciones internacionales
conduce a que se transforme en una fuente de inestabilidad,
especialmente al predominar el desplazamiento de los recursos de corto
plazo, tras la obtención de elevados beneficios.
La movilidad de capitales financieros de corte especulativo se
desarrolla desde el derrumbe, a comienzos de la década de los setenta,
del tratado de Bretton Woods y la desregulación de los mercados
financieros. Antes de Bretton Woods, el 90% de todas las transacciones
de moneda correspondía a operaciones comerciales e inversiones a largo
plazo. Después de su colapso, el 90% son transacciones de tipo
especulativo. El flujo financiero diario que responde a actividades
especulativas es mayor a las reservas monetarias de todos los Estados
del G 7.
"La liberalización de los mercados financieros, junto con la
liberalización de los cambios monetarios - escribió el economista
español Vicenç Navarro - ha creado una situación de enorme
inestabilidad económica, con enormes flujos de capital financiero, de
tipo especulativo, cuyo poder es mayor que el de cualquier Estado.
Este poder se basa en su capacidad de movimiento, penalizando a
aquellos gobiernos que se distancian de lo que estos mercados
financieros consideran como aceptable. De ahí que se considere como un
objetivo primordial de los gobiernos ser "creíbles" y "aceptables"
desde el punto de vista financiero, favoreciendo aquellas políticas
monetarias que aquellos mercados dicten" ("Neoliberalismo y Estado del
Bienestar". Ariel Sociedad Económica. 1997, pg. 79).
Esta es la conducta dominante en los gobiernos de la región, con mayor
razón cuando se ven obligados o por propia decisión suscriben acuerdos
con el FMI. En estas condiciones, la autonomía de las políticas
nacionales es todavía menor, como se comprueba en estos días en
Argentina y Brasil.
Desde comienzos de los ochenta, con el colapso de la economía chilena
de inicios de dicha década y con la crisis de la deuda externa, el
mercado de capitales globalizado ha sido un factor impulsor de crisis,
que luego en la década de los noventa y en el nuevo siglo se han
repetido en variados escenarios, mostrándose como una desequilibrante
regularidad. Así aconteció en México, en 1994; en el sudeste asiático,
en 1997; Rusia y Brasil en 1998, y actualmente tiene como epicentros a
Argentina y Turquía. Estas crisis tienen como una de sus
características recurrentes que se originan desde el lado de la oferta,
o sea en otras palabras de la dirección que adopte el movimiento de
capitales. Constituye una constante en la nueva generación de crisis
financieras que ellas fueron precedidas por una fuerte oleada de
ingresos de capitales. Así sucedió en Chile a comienzos de la década
de los ochenta y volvió a ocurrir en el período previo a la recesión de
1998 - cuyas consecuencias aún perduran -, en escenarios en que los
intereses financieros tenían una percepción de bajo nivel de riesgo en
nuestro país y de elevadas rentabilidades, alentadas por el proceso
revaluatorio de la moneda nacional, mucho más agudo, desde luego, a
comienzos de los ochenta con el sistema de tipo de cambio fijo nominal
existente en ese momento, con similitudes al que hoy atenaza a la
economía argentina.
Otra de las características de esta generación de crisis financiera es
que los desequilibrios se producen tanto en la fase de ingresos de
recursos por encima de los requerimientos de las economías nacionales
y, con mayor razón, cuando ellos salen. En tercer lugar, la
experiencia enseña que aquellos países que adoptaron medidas
reguladoras - Chile y Colombia, con el mecanismo del encaje a los
capitales de corto plazo en el período del efecto "tequila" o China y
Taiwán en la crisis del sudeste asiático - amortigüaron o no sufrieron
los efectos desestabilizadores. Esta posibilidad se pierde
absolutamente con el ALCA o un acuerdo de libre comercio con EE.UU.
De otra parte, otra característica repetida la constituye que las
intervenciones del FMI agravaron las crisis y produjeron elevados
costos sociales". "El colapso de los países del sudeste asiático, y
antes en México - escribió el premio Nobel de Economía, James Tobin -
se debe en gran parte a las políticas del FMI y del gobierno de EE.UU.
que dan prioridad a la movilidad ilimitada de capitales financieros,
asumiendo erróneamente que tal movilidad favorece el desarrollo
económico internacional". Obviamente, estas orientaciones remachan aún
más supeditar cualquier política nacional a los intereses del capital
financiero transnacional. Así acontece hoy en Argentina.
El Alca o el TLC Chile-EE.UU. consolidarán la imposibilidad de aplicar
mecanismos regulatorias en nuestros países. En consecuencia, la región
se movería en un cuadro extremo de vulnerabilidad. "Se necesita
demasiado fe ciega en el mercado - como escribió el ya citado profesor
de la Universidad de Harvard, Dani Rodrik, en su libro "Cómo hacer que
la apertura funcione" - para creer que la asignación global de recursos
es mejorada por los veinteañeros de Londres que mueven cientos de
millones de dólares alrededor del mundo en instantes ..." ( pág. 147).
En contra de la afirmación de los panegiristas de la apertura
irrestricta de las cuentas de capitales, con ellas los desequilibrios
económicos no disminuyen, sino que se incrementan, no sólo en la nación
centro de la crisis, sino que en los países que sufren sus "contagios".
Así se ratifica en nuestros días con el "efecto tango". Brasil es el
ejemplo más saliente, a pesar de las diferentes formas de intervención
usadas por su Banco Central y el gobierno Cardoso para intentar detener
la devaluación del real. Al efecto contagio se suma el alto déficit
brasileño en cuenta corriente, de 5% del PIB, que pone en alerta a los
capitales sobre riesgos potenciales, el sostenido crecimiento del
déficit fiscal y la crisis energética.
El deterioro presupuestario brasileño crece dada la política de su
Banco Central de alzar la tasa de interés - que la llevó en julio a un
elevado 19% nominal, con un crecimiento de 3,75 puntos porcentuales
desde marzo. La depreciación de la moneda local, a su vez, se
transforma en otro factor de incremento del déficit fiscal, al aumentar
en reales los compromisos externos.
Chile también sufre fuertemente el "efecto contagio". No es casual,
que en los últimos meses el real brasileño y el peso chileno se hayan
movido en la misma dirección, batiendo constantemente records
devaluatorios.
El "contagio" se deja sentir independientemente del mecanismo cambiario
que se use. Argentina tiene tipo de cambio fijo, Uruguay semi fijo,
Chile flotante y Brasil de "flotación sucia" con la constante
intervención de su Banco Central. Pero tiende a generar desequilibrios
mayores cuando se usan esquemas extraordinariamente rígidos, como en el
país trasandino, o se dejan al libre juego del "mercado", como acontece
en Chile, en economías abiertas. El nerviosismo internacional no se
reduce a los países de la zona y se explica si se considera que el
stock de bonos públicos argentinos es de aproximadamente un 25% del
total de bonos de países emergentes que se transan en los mercados de
deuda. Este nerviosismo llega a Hong Kong, economía que también tiene
una mecanismo de tipo de cambio fijo nominal y de caja de conversión,
al igual que Argentina.
"La lección que dejan estas experiencias - escribieron Ricardo Ffrench-
Davis y el secretario ejecutivo de la Cepal, José Antonio Ocampo, en su
artículo "Globalización de la volatilidad financiera: desafíos para las
economías emergentes" - es que durante un ajuste estructural, con
cuentas de capital abiertas ( especialmente cuando el financiamiento
internacional es abundante ) los flujos de capital pueden incrementarse
muy rápidamente y producir efectos macroeconómicos y sectoriales
desestabilizadores".
" Consecuentemente - añaden -, no resulta prudente abrir la cuenta de
capital en forma indiscriminada, sobre todo a la luz de la importancia
crucial que tiene la estabilidad macroeconómica y en vista de la
desproporción que existe entre el volumen de los mercados de capitales
internacionales comparados con las pequeñas economías emergentes".
"Dada la actual arquitectura del sistema financiero internacional, la
mejor forma de enfrentar este desafío - concluyen Ffrench Davis y
Ocampo - es por medio de regulaciones macroeconómicas prudenciales en
el país receptor, que se ajusten con flexibilidad ante cambios en la
intensidad de la oferta de fondos externos" ( "Crisis financiera en
países "exitosos", pg 37. 2001 ). Se trata de las regulaciones que el
Alca o un tratado Chile-EE.UU. prohibirían expresamente.
Al suprimirse en Chile el mecanismo del encaje y abrirse totalmente la
cuenta de capitales, el gobierno y el Banco Central modificaron la
actitud que se tuvo en el acuerdo de libre comercio suscrito con
Canadá. Desde luego, ello se explica porque Canadá no tiene el mismo
peso que EE.UU.; porque en el gobierno encabezado por Ricardo Lagos se
aplica un esquema de apertura aún más ortodoxo que en las anteriores
administraciones de la Concertación; y, finalmente, porque a los
consorcios canadienses les interesaba preferentemente proteger sus
elevadas inversiones en el sector minero chileno, lo cual consiguieron
a plenitud, imponiendo las normas supranacionales de protección a la
inversión extranjera presentes en el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte.
Un hecho poco divulgado en numerosos países de la región es que el ALCA
implicaría pérdidas de soberanía nacional, que las empresas
transnacionales tratarían de transformarlas en irreversibles,
concediéndoseles privilegios que sobrepasan y anulan las legislaciones
nacionales. En ambos tratados, EE.UU. busca incluir artículos
existentes en el capítulo 11 del Tratado de Libre Comercio de América
Norte, cuyas implicancias negativas al respecto son muy claras y ya se
han demostrado en la práctica nefastas para los intereses nacionales de
Canadá y México en sus relaciones con consorcios norteamericanos. De
esta manera, las transnacionales conquistan plenamente a nivel regional
prerrogativas que no pudieron imponer a nivel mundial en el Acuerdo
Multilateral de Inversiones (AMI), frustrado por la resistencia general
que levantó.
El artículo 1110 del capítulo 11 del Tratado de Libre de Comercio de
América del Norte obliga a los estados suscriptores a compensar a los
inversionistas extranjeros en caso que decisiones soberanas de las
autoridades nacionales sean consideradas expropiaciones. El artículo
proporciona a los inversionistas atribuciones de sujetos de derecho
internacional, reservados antes del Tratado exclusivamente a los
Estados.
El grado muy elevado de transnacionalización de las economías de la
región tendería así a expandirse y consolidarse, independientemente de
la voluntad soberana futura de nuestros países. Ello, desde luego,
también es plenamente válido para los sistemas financieros.
Se ha divulgado la especie de que las recuperaciones de las crisis
financieras de la década de los noventa habrían sido rápidas y, por
tanto, el costo de las aperturas de las cuentas de capitales no sería
tan alto. Es una falacia. No ha sido así. En el plano global debe
prestarse toda la atención que merece a que un corto tiempo después de
la crisis asiática de 1997 y los serios peligros que corrió la economía
mundial en 1998 de una caída generalizada de la demanda, del tipo de la
producida en la Gran Depresión de los años treinta, nuevamente se
enfrente la humanidad a una situación de crisis, que en estas ocasión
afecta simultáneamente a las principales economías del planeta -
empezando por EE.UU. -, que repercute sobre nuestros países ante todo
en la esfera del comercio exterior, y una segunda proveniente de países
"emergentes", que se manifiesta preferentemente en el movimiento
desestabilizador de capitales.
A nivel de países, la duración de las crisis es igualmente larga. En
Argentina, la recesión entró a su cuarto año. En Chile, la demanda
interna se mantiene por debajo ya señalamos de la existente hace tres
años atrás. Los efectos sociales perduran por períodos aún mayores,
como lo demuestra el lento ritmo de recuperación de los salarios en
México, después del "tequilazo" o las altas tasas de desocupación
actuales en Chile Argentina o Colombia ( donde aumentaron a 18,6% ),
para señalar algunos ejemplos concretos.
La apertura irrestricta de las cuentas de capitales constituye una
conducta que no aprende nada de la experiencia reciente. Los tres
países más golpeados por la crisis asiática - Indonesia, Tailandia y
Corea del Sur - eran las tres naciones de la región con mayores
obligaciones de corto plazo, ya sea que se calculen en relación a sus
reservas internacionales o al monto de sus exportaciones.
Como se señala en el informe del grupo de trabajo de las NN.UU. hacia
una nueva arquitectura financiera internacional, "la liberalización de
los flujos financieros entre países industrializados y algunos países
en desarrollo, la flotación de los tipos de cambio, las innovaciones en
el ámbito financiero y en las técnicas de comunicación han contribuído
a aumentar no sólo las transacciones financieras sino la volatilidad".
Las disposiciones previsibles del ALCA se encuentran en abierta
oposición a la creciente demanda mundial a fin de establecer mecanismos
regulatorios al movimiento de capitales, particularmente de corto
plazo. Esta exigencia tiene una base de apoyo cada vez más amplia,
ante la carencia de regulaciones en un mercado globalizado de capitales
gigantesco, donde se mueven más de dos billones de dólares al día, lo
que explica que sus movimientos resulten frecuentemente incontrolables
incluso para la acción coordinada de los mayores bancos centrales de la
tierra.
En la reacción producida a favor de establecer a nivel mundial
mecanismos regulatorios desempeña un papel muy importante la ascendente
campaña a favor del Impuesto Tobin, es decir un tributo pequeño a nivel
internacional que grave los movimientos financieros de recursos de
corto plazo y las transacciones monetarias. El mecanismo propuesto en
1972 por el Premio Nobel de Economía, James Tobin, fue postulado cuando
recién se había derrumbado el sistema monetario creado en 1944 en la
Conferencia de Bretton Woods y se pensaba - equivocadamente, como
demostraron los hechos - que el mercado produciría por sí solo los
equilibrios necesarios en los tipos de cambio y en el movimiento de
capitales.
En un escenario de desregulación como el que se busca por EE.UU. y el
gran capital en el ALCA crecería el predominio existente ya en la
región de parte de un grupo limitado de consorcios financieros. Esta
hegemonía ya la han establecido, primordialmente, los españoles BSCH y
BBVA, el estadounidense Citigroup y el holandés ING, tanto en el sector
bancario, de administradoras privadas de fondos de pensiones y, en
general, en el conjunto del sistema financiero.
Obviamente, en la coyuntura, el sistema financiero de la región está
influído por el cuadro de debilitamiento que vive la economía mundial y
las inestabilidades presentes en la zona. Las inversiones españoles en
América Latina en el presente año se reducirán. El 2000, alcanzaron a
los US$ 20.000 millones, en cambio en el año en curso se estima
llegarán a un monto cercano a los US$ 5.000 millones. El Citigroup
tiene en curso una drástica reducción de su número de trabajadores. En
el 2001 eliminará 4.700 empleos, la mayoría de ellos, hasta el momento,
en los propios EE.UU., al reducir sus costos para hacer frente al
cuadro recesivo de la economía norteamericana.
En general, el balance del período de intensificación de la apertura en
el movimiento de capitales y de mercancías muestra que las brechas
entre los países, y al interior de cada uno de ellos, se amplían en vez
de cerrarse. Ya en Seattle, EE.UU., a fines de 1999, tomó fuerza la
exigencia de comercio justo, con discriminación positiva para los
países en desarrollo, en reemplazo de las formas adquiridas por la
apertura económica, que ahonda la diferenciación entre las naciones.
La Unctad, en su informe sobre Comercio y Desarrollo de ese mismo año
1999, constató que la rápida liberalización del comercio contribuyó a
una profundización del déficit comercial en los países en desarrollo en
general. El informe revela que para estos países (excepto China), el
promedio del déficit comercial fue tres puntos porcentuales del
Producto Interno Bruto mayor en la década de los noventa que en la de
los setenta, mientras que el promedio de la tasa de crecimiento,
haciendo la misma comparación, fue dos puntos porcentuales menor.
Hoy se inicia la reunión de Cancilleres - previa a la cita presidencial
que se efectuará en los días siguientes - de la Cumbre de Río. Es de
suponer que entre los temas centrales a tratarse estará la crisis
argentina y la situación de fuerte inestabilidad existente en la
región. Lo previsible es que la reunión entregue su respaldo a la
regresiva politica económica llevada adelante por el gobierno De la
Rúa, de "déficit presupuestario cero", que implica un drástico recorte
en las remuneraciones del sector público y en las jubilaciones. Plan
que, por lo demás, no resolverá el propio déficit presupuestario, ya
que al ser un programa fuertemente contractivo incidirá en que la
economía siga en recesión, lo cual conduce a restringir nuevamente los
ingresos fiscales, como ha acontecido con los planes de ajuste
precedentes.
Este plan está en contradicción con cualquier análisis lógico.
Constituye una medida desesperada que indica las variantes que puede
ofrecer a nuestros países, en situaciones críticas, el FMI. El
gobierno Bush llamó a De la Rúa a "implementar la ley de déficit cero",
indicando que si lo hacen "ganarán la confianza no sólo de nuestro
país, sino también de mucha gente que está preocupada".
Argentina se encuentra en un punto extremo. La moratoria de la deuda
continúa como una amenaza cada vez más cercana. El influyente diario
estadounidense The Washington Post habla de la inminencia de la
cesación de pagos, agregando que el gobierno argentino ya contrató al
mejor abogado especialista en reestructuración de deuda. El FMI inició
en estos días una ronda de consultas con los gobiernos del G 7 sobre la
viabilidad de entregar recursos adicionales a Argentina, en una nueva
acción de salvataje. Es la crisis del modelo de apertura económica
irrestricta, agravado por el tipo de cambio fijo nominal y el sistema
de caja de conversión, que limita la cantidad de dinero nacional a las
reservas internacionales existentes.
Sería grave si la Cumbre de Río entrega su respaldo a una política tan
regresiva. Constituiría un pronunciamiento en contra de los intereses
de nuestros países y pueblos. De parte de los trabajadores, en mi
opinión, en esta hora debe estar planteada la solidaridad más activa
posible con los trabajadores y la población argentina. Hoy se
completan tres días de bloquear carreteras y calles. Paralelamente, se
desarrollaba un paro de 72 horas de la Asociación de Trabajadores del
Estado y de los docentes de la provincia de Buenos Aires y los
profesores de las universidades nacionales. Los aconteciemientos de
Argentina tienen una profunda implicancia en la región y, desde luego,
para los trabajadores.
Hugo Fazio, Cendas
https://www.alainet.org/es/articulo/105835
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