Palestina: Algo huele mal
19/04/2002
- Opinión
Todos los que han estado en el campo de refugiados de Yenín están de
acuerdo en una sola cosa. Una semana antes del fin de los combates
todos, los periodistas extranjeros, los soldados israelíes, los
representantes de la ONU y los escritorzuelos a pago de los medios
israelíes, los miembros de las organizaciones asistenciales y los
propagandistas del gobierno, informan todos que hay un hedor terrible
de cuerpos en descomposición por todas partes.
Aparte de eso no hay acuerdo en ninguna cosa. Los palestinos hablan de
una matanza que equivaldría a un segundo Sabra y Chatila. El ejército
israelí habla de duros combates, en los que el "ejército más humano del
mundo" no hirió intencionalmente ni a un solo civil. Los palestinos
hablan de cientos de muertos, el Ministerio de Defensa afirma
categóricamente que hubo exactamente 43 muertos.
¿Así que cuál es la verdad? La respuesta es simple es: nadie lo sabe.
Es imposible que alguien lo sepa. La verdad está enterrada bajo los
escombros, y tiene un olor atroz.
Pero algunos hechos son indisputables. Y son suficientes como para
extraer conclusiones.
Primero: durante dos semanas de combate, el ejército israelí no
permitió que ningún periodista, israelí o extranjero, ingresara al
campo. Incluso después del fin de los enfrentamientos, no dejaron
entrar a ningún periodista. El pretexto fue que la vida de los
periodistas podría estar en peligro. Pero estos no le estaban pidiendo
al ejército que los salvara. Estaban muy dispuestos a arriesgar sus
vidas, como lo hacen los periodistas y los fotógrafos en todas las
guerras. El sentido común más elemental nos diría que si alguien
deniega por la fuerza el acceso a los periodistas es porque tiene algo
que ocultar.
Segundo: durante los combates y después, no se permitió que las
ambulancias y los equipos de rescate se acercaran. Disparaban contra
los que intentaban acercarse. El resultado fue que los heridos se
desangraban en las calles, incluso si tenían heridas relativamente
leves. Esto es un crimen de guerra, una "orden manifiestamente
ilegal," sobre la que ondea "la bandera negra de la ilegalidad". Según
la ley israelí, y más aún bajo el derecho y las convenciones
internacionales de las que es parte Israel, se prohibe que los soldados
obedezcan una orden semejante. No existe ninguna diferencia si los que
mueren bajo esas circunstancias son una o varias personas, si son
civiles u "hombres armados". Como método de guerra es inhumano.
Algunos periodistas justificaron de antemano este método cuando
pretendieron que habían visto "con sus propios ojos" ambulancias
palestinas transportando armas. Incluso si hubiera habido un incidente
semejante, no justificaría bajo ninguna circunstancia el uso de tales
métodos. (Hasta ahora, hay un solo caso probado: esta semana
periodistas israelíes informaron orgullosamente que soldados
[israelíes] en una operación clandestina habían utilizado una
ambulancia para acercarse a una casa en la que se ocultaba una "persona
buscada").
Tercero: Incluso después del fin de los enfrentamientos, y hasta
ahora, no se ha permitido que equipos pesados y personal de rescate
ingresen para remover los escombros y cadáveres, o, tal vez, a personas
que estén aún en vida bajo las ruinas.
El pretexto, de nuevo, fue que los cadáveres podrían estar minados. ¿Y
si así fuera? Si los equipos extranjeros y locales quieren arriesgar
sus vidas en esa noble misión, ¿por qué iba el ejército a impedirles
que lo hicieran?
Cuarto: Durante todos los días de lucha, no se permitió a nadie
que llevara medicinas, agua y alimentos. Yo mismo participé en una
masiva marcha de activistas de la paz israelíes que trataron, después
de que terminara la batalla, de acompañar a un convoy de camiones con
ese tipo de suministros al campo. Parecía que habían dejado pasar a
los camiones por el bloque de ruta que nos detuvo - pero más tarde
resultó evidente que los suministros fueron descargados en un
campamento del ejército y que sólo cuatro pudieron llegar a su destino.
¿Qué indica todo esto? Una persona objetiva sólo puede sacar la
conclusión que el ejército quería impedir a cualquier precio la entrada
de testigos oculares al campo. El ejército sabía que esto generaría
rumores sobre una terrible masacre, pero lo prefirió a la revelación de
la verdad. Si se adoptan medidas tan extremas para ocultar algo, uno
no puede quejarse después de que se originen rumores.
¿Cuál es el colmo del cinismo? Cuando se bloquea el libre acceso a un
sitio, y después se argumenta que nadie tiene el derecho de decir lo
que sucedió, porque no lo ha visto con sus propios ojos.
La evidencia más condenatoria de lo que sucedió es el hecho que
inmediatamente después del fin de los combates, funcionarios superiores
del gobierno y del ejército comenzaron a discutir formas de prevenir
una reacción de choque en Israel y en el extranjero una vez que se
conocieran los hechos. No fue una discusión secreta, fue realizada en
público, en los programas de entrevistas de los medios. Todos lo
escuchamos.
Las decisiones adoptadas fueron extremadamente efectivas en Israel, y
extremadamente inefectivas en el extranjero. Yo estaba en Inglaterra
cuando las noticias salieron a la luz. Llenaron la primera plana de
todos los periódicos británicos. El titular de la primera página del
Times fue "Dentro del campo de la muerte". Debajo había una foto
gigante y un informe de un célebre corresponsal de guerra que escribió
que en todas las guerras que ha cubierto, como ser Bosnia, Kosovo,
Chechenia y otras, nunca ha presenciado algo tan terrible como esto.
En casi todos los países europeos la reacción fue idéntica.
En Israel, sin embargo, la máquina de propaganda del gobierno, en la
que ahora están voluntariamente integrados todos los medios, hizo todo
lo posible por preparar de antemano al público. Se dijo
anticipadamente que los palestinos iban a difundir una terrible
mentira, que estaban preparados para amontonar cadáveres (¿provenientes
de dónde?) en las calles. Se llegó casi hasta el extremo de decir que
los palestinos habían hecho volar sus casas sobre sus familias para
crear una sangrienta difamación.
El ejército israelí "limpió" parte del campo, removiendo los cuerpos y
ordenando algo las ruinas y fue allí adonde llevaron a los periodistas
dóciles y a los visitantes extranjeros ingenuos. Vieron a humanos
oficiales que les aseguraron que no había habido ninguna masacre.
Después de todo, se había destruido sólo una pequeña parte del campo,
tantos y cuantos metros por tantos y cuantos metros, nada en realidad.
Todo recuerda los métodos de ciertos regímenes.
El resultado fue que de nuevo se creó una brecha inmensa entre los
israelíes y el resto del mundo. Por todo el mundo, muchos se
horrorizaron de que los judíos, de entre todos, hayan sido capaces de
hacer algo semejante. Los judíos vieron de nuevo la confirmación de
que todos los 'Goyim' [no-judíos] son antisemitas.
Espero que haya una investigación internacional seria, y que la verdad
-sea cual sea- saldrá a la luz. Pero si se confirma aunque sea sólo
una parte de la atrocidad de la que se habla, se formulará una
pregunta: ¿Cuál fue la intención? ¿Por qué decidió la dirigencia civil
y militar tratar de esa manera el campo de Yenín?
La única respuesta que se me ocurre es la siguiente: en Yenín los
palestinos decidieron resistir y combatir. La violación de Yenín debía
enviar un mensaje a los palestinos: Ésta será la suerte de todo el que
resista al ejército israelí. También, podría causar una huida en masa
como en Deir Yassin.
Sólo un desequilibrado podría creer que esto terminará con la
resistencia a la ocupación.
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
https://www.alainet.org/es/articulo/105992
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