El ALCA intenta consolidar el modelo dependiente y empobrecedor para A.L.

22/07/2002
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El ALCA, es el Area de Libre Comercio de las Américas, bajo cuyo inocente nombre, se desarrolla un proyecto estratégico de recolonización y absorción de América Latina y el Caribe. La idea nació en junio de 1990 bajo la presidencia de George Bush padre. Se presentó como la propuesta para crear una zona de libre comercio que fuera desde Alaska hasta Tierra del Fuego. En ese momento se presentó con tres objetivos: aumentar el comercio en el hemisferio, incrementar las inversiones norteamericanas al sur del Río Grande y reducir la deuda externa latinoamericana. Los países debían cumplir dos condiciones para acceder a las negociaciones: el compromiso de liberación del comercio de América Latina y la reforma del Estado.
 
En la Cumbre de las Américas que convoca el presidente Clinton en diciembre 1994, consigue el compromiso de 34 presidentes de países del continente) para iniciar las negociaciones. No estaba Fidel Castro, ya que Cuba obviamente no participa de este proyecto de anexión. Se fija un calendario de reuniones de presidentes, de cancilleres y de comisiones de trabajo. Queda por delante que el primero de noviembre próximo Brasil y Estados Unidos asuman presidencia conjunta del ALCA hasta el 31 de diciembre de 2004. En enero del 2005 deberían estar concluidas todas las negociaciones y firmados los acuerdos, para ser elevados a ratificación de los parlamentos de los países involucrados. Finalmente, en diciembre del 2005, los acuerdos deberían estar ratificados por los Parlamentos para que -como límite- el último día de ese año el ALCA comience a funcionar.
 
El gobierno de Bush mete prisa
 
El gobierno norteamericano ha intentado acelerar los plazos, y pretendía que fuera el año 2003 el de vigencia plena del ALCA. Encontró la resistencia de Brasil, cuyo gobierno desea tener una posición estratégica más favorable en el continente antes de su aprobación definitiva. Las razones de la premura del gobierno Bush son los apetitos estratégicos del dominio norteamericano sobre la región, en su pugna con otros centros de poder económico y las debilidades de casi todos los gobiernos latinoamericanos que muestran subordinación y fidelidad a los dictados de Washington. EE.UU. está a las puertas de la crisis económica de mayor potencial destructivo de la posguerra y quiere tener un alivio comercial con preferencia a su capital transnacional. En Estados Unidos caen el PIB y la producción industrial, aumentan el desempleo, el déficit externo y el pánico; se suman los escándalos por fraudes contables en algunas de las mega- empresas producto de fusiones de los años 90. La última bancarrota, la de WorldCom, es la mayor quiebra empresarial de la historia de los Estados Unidos. El propio presidente Bush aparece salpicado por algunos de los escándalos -como el de la ENRON, y muchos ciudadanos norteamericanos cree que miente cuando se refiere a su gestión al frente de la compañía petrolera Harken Energy. El vicepresidente Dick Cheney habría tolerado el "maquillaje contable" de la petrolera Halliburton mientras estuvo al frente de la empresa. Ahora la sensación de vulnerabilidad en la población norteamericana influye en toda su vida social y en la economía. En ello colaboran las casi diarias alarmas de los más altos funcionarios del gobierno norteamericano sobre eventuales catástrofes provocadas por el "terrorismo internacional".
 
La estrategia de la neocolonización
 
Ese clima interno y mundial le ha permitido expandir su estrategia de intervención y control militar en áreas de su interés en todo el planeta. En territorio latinoamericano aceleró su intervención en Colombia, la utilización de la base ecuatoriana de Manta sobre el Pacífico y eventualmente sobre el resto de la zona Andina. Estas cuestiones son parte de un todo que incluye transformar al resto de América en el "patio trasero" de Estados Unidos en términos económicos y sociales. Por eso tratan de convertir el espacio regional con el ALCA en coto exclusivo del capital norteamericano, eliminados los de origen europeo y asiático, para explotar fuerza de trabajo barata, apoderarse de lo que resta por privatizar y volcar sobre mercados desprotegidos mercancías y servicios que destruirían lo poco que queda de los endebles sistemas de la región. Si los pueblos latinoamericanos no lo impiden, el ALCA se constituiría así, a fines del 2005 en la culminación de un proceso de subordinación y anexión de los países del continente a los Estados Unidos. Para los 224 millones de pobres y 90 millones de indigentes latinoamericanos y caribeños representaría más de la misma política que los empobreció, por lo cual derrotar al ALCA y crear simultáneamente la alternativa popular, solidaria y antimperialista al modelo neoliberal es el gran reto que encara la región.
 
¿Quiénes, cuántos saben que es el ALCA y como incidirá en sus vidas y en su futuro ?
 
Los pueblos del continente, salvo sus sectores sociales más activos y comprometidos en la defensa de su soberanía y autodeterminación, están al margen de los planes que han incubado sus gobernantes, cómplices de la voluntad imperial norteamericana.
 
La sociedad civil no participa de las complejas tratativas del ALCA, de las cuales dependerán tantas cosas de su futuro. Estados Unidos se ha negado a la transparencia y a la participación de los directos interesados. Ellos prefieren negociar entre bastidores con gobernantes dóciles. Y estos servilmente siguen adelante sin explicar a sus pueblos y menos aún, consultarlos. Gran parte de la población latinoamericana es analfabeta, o semi analfabeta, millones carecen de acceso a medios de comunicación con algún grado de independencia. La disponibilidad de Internet es mínima. Sus gobiernos utilizan los canales oficiales para la prédica partidaria, para ocultar, para engañar, nunca para informar lo que realmente sucede. En ello colabora un entramado de medios de comunicación privados, cada vez concentrado en menos manos, que responde a los intereses de los grandes capitales. Un entramado al servicio de la estrategia imperial, como quedó en evidencia en la complicidad de los principales medios de comunicación venezolanos en los planes golpistas para derrocar al incómodo presidente Chávez, que más allá de lo que pueda resultar su gobierno, pretende mantener un criterio independiente y cuenta con el respaldo de los desposeídos de su país.
 
Difusión, apoyo y solidaridad
 
Por eso es urgente redoblar todos los esfuerzos por difundir lo que están negociando los presidentes a espaldas de sus pueblos, en cumbres y reuniones de fotos y sonrisas, mientras los amanueses redactan los acuerdos que condenarían a los pueblos del continente a ser mano de obra barata, factoría de materias primas, a formar parte de países virtuales, porque más que nunca habrían enajenado su soberanía y su porvenir independiente.
 
Es imprescindible dar apoyo a los movimientos y organizaciones sociales que luchan contra estos planes que pretenden formalizar y consolidar la dependencia y el empobrecimiento de los países latinoamericanos. Hay que utilizar todas las formas de solidaridad para que los pueblos hermanos puedan rechazar estas imposiciones y construir sus propias alternativas en el ejercicio de su soberanía y autodeterminación.
https://www.alainet.org/es/articulo/106152
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