La nueva ATPA y los mandatos del imperio
24/08/2002
- Opinión
La nueva ATPA (ATPDEA) y los mandatos del imperio
El 6 de agosto pasado, el Congreso USA convirtió lo que fue la Ley de
Preferen-cias Comerciales Andinas (ATPA) en la nueva Ley de Promoción
Comercial Andina y Erradicación de la Droga (ATPDEA), mediante la cual se
renuevan y amplían beneficios arancelarios otorgados por el gobierno de
EEUU a Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, que estarán vigentes 5 años,
hasta el 31/12/06, pero la rebaja arancelaria en confecciones entrará en
vigor recién el 1/10/02. Estos beneficios son positivos para los países
andinos, pero no son un regalo.
La política arancelaria norteamericana está muy lejos del sueño neoliberal.
Los EEUU no solo subvencionan a muchas de sus ramas productivas, sino que
las protegen con aranceles y otras medidas. Cada vez que lo creen necesario
actúan al margen de los acuerdos internacionales establecidos dentro de la
Organización Mundial del Comercio (OMC) y convenios bilaterales, así lo han
demostrado con el caso del acero.
Los norteamericanos nunca dan puntada sin hilo, sostienen que la ATPDEA
debe ayudar a consolidar valores y prácticas democráticas, a la lucha
contra el narcotráfico y el terrorismo, al tiempo que reforzar la seguridad
nacional de EEUU.
Seremos "país beneficiario" si a criterio del Gobierno de EEUU cumplimos
con varias exigencias, tal como mantener buena conducta ante la OMC (ellos
debieran ser los primeros en respetar las decisiones de ese organismo).
Dependeremos de las negociaciones para el Area de Libre Comercio de las
Américas (ALCA), de aceptar y aplicar sus criterios de defensa del derecho
de propiedad intelectual, además de otros condicionantes relacionados con
derechos laborales internacionalmente reconocidos (ellos debieran también
reconocer estos derechos a los inmigrantes ilegales).
Los requisitos son aún mayores, van desde apoyar a EEUU en la lucha para
combatir el terrorismo y obtener su certificación en la lucha contra las
drogas hasta garantizar transparencia y libre competencia en las compras
del sector público (lo que significa que las empresas nacionales no tengan
ninguna ventaja frente a las extranjeras para venderle al Estado). Casi,
casi, tenemos que pedirle permiso al gobierno de W. Bush para estornudar.
Pero ahí no termina la cosa. Adicionalmente tenemos que haber creado
condiciones favorables para la solución de varios problemas que empresas
norteamericanas tienen en nuestro país. De la empresa 3M, que pretende
mantener un depósito construido en los Pantanos de Villa. Teleinfor, que
perdió un arbitraje ante Telefónica, ahora quiere un nuevo arbitraje, EEUU
vs España. La minera Engelhard, que exportó fraudulentamente oro de Madre
de Dios para cobrar el reintegro del IGV, quiere que la Sunat le devuelva
28 millones de dólares. STM Wirles desea, de todas maneras, tener la
concesión de telefonía rural por haber ganado una licitación que no fue
definitivamente aprobada por el Ministerio de Transportes.
Así estamos. El gobierno norteamericano nunca ha andado con
contemplaciones, no tiene amigos, sino intereses. Sólo debemos tener un
trato respetuoso si nos hacemos respetar y si avanzamos en la unidad
latinoamericana.
La República, Lima, 25 de Agosto del 2002
https://www.alainet.org/es/articulo/106349?language=es
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