El ALCA al rojo vivo
05/11/2002
- Opinión
Las negociaciones del ALCA habían transcurrido en Colombia bajo un silencio
sospechoso. Por fin, en las últimas semanas han quedado destapadas, gracias a la
desautorización que el presidente Uribe acaba de dar a su ministro de Agricultura,
Carlos Gustavo Cano, quien promovió la unidad de los países andinos en Lima sobre
aranceles agropecuarios, todo lo cual ha puesto el ALCA al rojo vivo. Lo que ha
encendido el debate es el problema de la agricultura en sus dos aspectos
fundamentales, como seguridad alimenticia y como fuente de materias primas. Pero
desde la posesión presidencial el 7 de agosto, semana tras semana, el columnista de
El Tiempo y de Portafolio, ex ministro y poder tras el trono, Rudolph Hommes, se ha
encargado de sacar sus cartas y de ponerlas sin tapujos sobre la mesa, como no lo
había hecho ni desde su ministerio de Hacienda. Se trata del modelo económico. No es
la agricultura tan sólo, sino toda la concepción económica que ha inspirado los
últimos cuatro períodos presidenciales y que se ha denominado "apertura económica".
La comenzó Barco cuando la secretaria de Comercio de los Estados Unidos, Carla Hill,
condicionó el crédito Challenger a la supresión de aranceles para poner el país a
tono con su política en el continente. Pero Hommes fue el que la llevó a término en
el gobierno de Gaviria.
No hay un solo país desarrollado del mundo que no tenga como base fundamental de su
economía la protección de su agricultura, la producción del agro y la autosuficiencia
de alimentos básicos. Estados Unidos tiene la capacidad de alimentar a su población
sin importar un dólar, el día que las condiciones se lo impongan. Por eso le queda
fácil emplear a sus habitantes en industria y servicios, porque no necesita sino el
uno por ciento de ocupación en la actividad económica agropecuaria. Una de las
principales deficiencias de Japón es su dificultad para mantener la autosuficiencia
alimenticia en un territorio superpoblado y estrecho. Por el contrario, la nueva
estrella de la economía mundial que es China, con un crecimiento económico entre el 7
y el 12 por ciento durante los últimos treinta años, consiguió alimentar su inmensa
población de más de mil millones de habitantes como base de su desarrollo económico.
El verdadero desarrollo económico de Estados Unidos, que parte de la segunda mitad
del siglo XIX, se hizo con la agricultura y la ganadería en la conquista del oeste
para que sirviera de cimiento a su portentoso ascenso industrial de la primera mitad
del siglo XX.
El modelo agropecuario alternativo propuesto por Hommes contradice toda la
experiencia histórica de desarrollo económico. Su propuesta consiste en aprovechar la
agricultura subsidiada de unos cuantos países poderosos del mundo, alimentar la
población local "incrementando por vía de las importaciones la seguridad alimentaria"
y dejar de cultivar los productos en los que no se tiene ninguna ventaja. Estados
Unidos seguiría exportando a los países pobres alimentos a precios subsidiados,
"contribuyendo enormemente al bienestar de la población". (El Tiempo, 18 de octubre
de 2002). Ese criterio fue aplicado en Colombia desde la década del cincuenta. Desde
entonces, perdimos el trigo, desapareció la cebada, el café no es sostenible, ya no
se cultiva el sorgo y la soya, está acabándose el algodón, la leche está amenazada,
empezamos a importar azúcar, dejamos de ser autosuficientes en maíz, se va a quebrar
la crianza de pollos, de pronto acabaremos trayendo jugo de maracuyá del Brasil,
pitahayas del Ecuador y panela de República Dominicana. No, no es una propuesta de
Hommes. Se encuentra en las 45 páginas del documento borrador del ALCA sobre
agricultura resultado hasta hoy de 20 reuniones de negociación. (http://www.ftaa-
alca.org) Para Estados Unidos esas 45 cuartillas son de máxima prioridad y se
consideran de seguridad nacional. Así lo ha declarado el representante comercial
estadounidense, Robert Zoellick, en los diez puntos estratégicos de comercio "para
promover seguridad" (Portafolio, 2 de octubre de 2001).
A Hommes lo acompaña la Andi, como consta en carta dirigida por su presidente Luis
Carlos Villegas al presidente Uribe. En ella se destapa el argumento político, el
verdadero quid de la cuestión. Según Villegas, modificar los aranceles para proteger
la agricultura y las materias primas molestaría a Estados Unidos y pondría en peligro
el ATPA o acuerdo de preferencias andinas que liberaría de aranceles una serie de
productos exportados a los Estados Unidos hasta 2005 cuando entre en vigencia el
ALCA. Así lo confirma la violenta reacción del subsecretario de servicios agrícolas
del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, J.B. Penn: "esa no es una forma de
proceder", afirmó. (La República, 23 de octubre de 2002). En otras palabras, el ATPA
se convierte en el anzuelo estratégico para someternos al ALCA.
Pero la solución del ministro Cano, contra la que protestaron los industriales, de
subir los aranceles en acuerdo con los países andinos para negociarlos en el ALCA, no
hace sino prolongar la agonía. Primero, es partir del supuesto de que se negocia
partiendo de cero. Segundo, es creer que la negociación va a resolver el problema
fundamental de la protección del agro. Tercero, es suponer que el país tiene las
manos libres frente a Estados Unidos con la perspectiva de la guerra contra el
terrorismo y el narcotráfico. Cuarto, es aceptar que el ALCA le sirve al país. La
posición de Luis Carlos Villegas es tan genuflexa ante los norteamericanos que ni
siquiera acepta ese mínimo espacio de protección antes de que se cumpla el arancel
cero en el año 2011, como ingenuamente lo creyó Cano.
Sobre las intenciones de Estados Unidos no debe quedar ninguna duda. En el artículo
primero de la ley de Promoción de Autoridad Comercial (Trade Promotion Authority o la
llamada Fast Track), mediante la cual se le dan facultades extraordinarias a Bush
para negociar tratados comerciales sin el control del Congreso, se dice: La expansión
del comercio internacional es vital para la seguridad nacional de Estados Unidos. El
comercio exterior es un elemento crítico para el crecimiento económico, el poderío y
el liderazgo de los Estados Unidos. La seguridad nacional de los Estados Unidos
depende de su seguridad económica…Los acuerdos comerciales deben maximizar las
oportunidades de los sectores más importantes de la economía.
(http://fpc.state.gov/documents/organization/12409.pdf) Planteo una gran pregunta:
¿Puede Estados Unidos eliminar todas las barreras, arancelarias y no arancelarias
para su agricultura como está exigiéndolo en el ALCA? Mi convencimiento teórico es
que no lo puede hacer. Pero, además, que no lo pueden hacer los demás países que
hacen parte de la Organización Mundial de Comercio. Viene la otra pregunta:
¿Entonces, por qué promueve, impulsa y exige un tratado de liberación arancelaria en
la agricultura? Porque tiene el poder para incumplirlo.
Es posible que libere los aranceles.
Pero las ayudas internas a los productos agrícolas, las barreras no arancelarias de
todo tipo, las miles de formas de protección disimulada, pero efectiva, con su poder
económico, encontrará la manera de mantenerlas, disimularlas y enmascararlas. Para
ellos es un problema de supervivencia. A ello se añade la posibilidad que se le abre
de inundar con sus excedentes agrícolas a los países signatarios del ALCA. Pero, en
el fondo, es un problema de demanda en el comercio internacional. Cuando la miseria
de los países signatarios del ALCA aumente, no tendrán con qué comprarle. La orgía de
las importaciones de la apertura económica en Colombia no duró diez años, porque con
la mitad de la población en niveles de pobreza y miseria, no hay quien compre tanto
producto importado.
Y una observación más. La esencia del desarrollo económico de los países
subdesarrollados como Colombia es radicalmente diferente a la economía actual de los
Estados Unidos y de los demás países ricos del mundo. Ellos pueden basar su actividad
económica en el comercio, porque tienen asegurada la producción agrícola e
industrial. Nosotros, no. Tenemos que asegurar la producción nacional, no importa si
es ineficiente o no, por la necesidad de una autosuficiencia relativa. Porque nos
podemos desaparecer como nación, como le sucedió a la Unión Soviética, que por
competir en armamento con su rival Estados Unidos, perdió su autosuficiencia
alimenticia relativa y fue sometida hasta su desaparición, cuando escaseó el trigo. Y
lo que el modelo chino de cincuenta años enseña es que es posible asegurar la
producción de autosuficiencia relativa que le de una base firme al comercio.
No al revés. Estados Unidos tiene autosuficiencia relativa con su producción y una
sobreabundancia de capital para dominar el mundo. El ALCA destruirá la poca capacidad
productiva de autosuficiencia relativa que nos queda y sólo beneficiará a Estados
Unidos.
https://www.alainet.org/es/articulo/106545
Del mismo autor
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