El movimiento de resistencia al neoliberalismo
Globalización de las solidaridades
02/11/2002
- Opinión
He aquí la nueva característica de las solidaridades que se entretejen dentro
del, y alrededor del, movimiento de resistencia global a la globalización
capitalista: el combate por objetivos inmediatos comunes a todos y la común
búsqueda de nuevos paradigmas de civilización. En otros términos: más que una
solidaridad con, es una solidaridad entre diversas organizaciones, movimientos
sociales o fuerzas políticas en diferentes países o continentes, que se ayudan
y se asocian en una misma lucha, frente a un enemigo planetario . LA
RESISTENCIA A LA GLOBALIZACION capitalista neoliberal, al poder desmesurado de
las multinacionales y mercados financieros, a las decisiones autoritarias e
inapelables del FMI y la OMC ha tomado la forma, desde Seattle (1991), de un
amplio movimiento social a escala planetaria, dentro del cual se organiza,
poco a poco, la globalización de las solidaridades. Este movimiento se
distingue de diversas manifestaciones "antiglobalización" de carácter
retrógrada, fundamentalista, nacionalista, xenófoba o intolerante, de
naturaleza étnica o religiosa –de las cuales el atentado terrorista a las
Torres Gemelas en Nueva York (11 de septiembre 2001) es el ejemplo más
espectacular– por su carácter indiscutiblemente universalista.
Este movimiento no es –contrario a lo que los medios pretenden–
"antiglobalista" en abstracto: se opone a la forma –capitalista y liberal– que
hoy adopta, es decir a la globalización empresarial con su cortejo de
injusticias y catástrofes: desigualdades crecientes entre el Norte y el Sur,
desempleo, exclusión social, destrucción del medio ambiente, guerras
imperialistas. Y su objetivo no está enfocado en la nación, la etnia, la
tribu o la comunidad religiosa, sino en otra globalización. "Otro mundo es
posible" era la consigna en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, el cual en
su segundo encuentro en febrero de 2002 reunió a más de 50 mil personas. Más
que "antiglobalización", el movimiento es alterglobalización, por utilizar un
neologismo que empieza ya a circular.
Las solidaridades que nacen al interior de esta amplia red –de igual forma en
las grandes manifestaciones callejeras, como en Seattle (1999), Praga (2000),
Génova (2001), como en sitios de discusión y reflexión colectivas como el Foro
Social Mundial– son de un nuevo tipo, un tanto distintas a las que
caracterizaron las movilizaciones de los sesenta y setenta.
En esa época, la solidaridad internacional se movilizaba para apoyar a los
movimientos de liberación, ya sea en los países del Sur –revoluciones
argelinas, cubanas, vietnamitas– o en Europa del Este, con los disidentes
polacos o la Primavera de Praga. Un poco más tarde, en los ochenta, fue la
solidaridad sandinista en Nicaragua, o Solidarnosc en Polonia.
En el nuevo movimiento contra la globalización empresarial que comienza
durante los noventa, esta tradición, generosa y fraternal, de solidaridad con
los oprimidos, está lejos de haber desaparecido. Un ejemplo evidente es la
simpatía y el apoyo al neozapatismo, desde el levantamiento de los indígenas
de Chiapas el 1 de enero 1994. Sin embargo, vemos aparecer aquí algo nuevo,
un cambio de perspectiva. En 1996, el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional convocó, en las montañas de Chiapas, a un Encuentro Intercontinental
–designado irónicamente como "intergaláctico" en alguno de los discursos del
subcomandante Marcos– contra el Neoliberalismo y por la Humanidad. Los miles
de participantes en este encuentro, provenientes de 40 países –y que pueden
ser considerados como los primeros indicios de lo que se llamará más tarde "el
pueblo de Seattle"–, asistieron, sin duda alguna, también por solidaridad a
los zapatistas, pero el objetivo principal del encuentro, definido por estos
últimos, era mucho más amplio: la búsqueda de convergencias en la lucha común
contra un adversario común, el neoliberalismo, y el debate sobre las posibles
alternativas para la humanidad.
He aquí la nueva característica de las solidaridades que se entretejen dentro
de, y alrededor del movimiento de resistencia global a la globalización
capitalista: el combate por objetivos inmediatos comunes a todos –por ejemplo,
la gravación del capital especulativo, la abolición de los paraísos fiscales,
hacer fracasar a la OMC, la moratoria a los organismos genéticamente
modificados, la igualdad de salarios para las mujeres– y la común búsqueda de
nuevos paradigmas de civilización. En otros términos: más que una solidaridad
con, es una solidaridad entre diversas organizaciones, movimientos sociales o
fuerzas políticas en diferentes países o continentes, que se ayudan y se
asocian en una misma lucha, frente a un enemigo planetario.
Para dar un ejemplo: la red campesina internacional Vía Campesina agrupa
movimientos tan diversos como la Confederación Campesina Francesa, el
Movimiento de los Sin Tierra de Brasil o asociaciones rurales de India. Estas
organizaciones se sostienen mutuamente, intercambian sus experiencias, y
actúan en conjunto contra los políticos neoliberales y contra sus adversarios
comunes: las multinacionales biotecnológicas, los monopolios de granos, los
fabricantes de transgénicos, los grandes terratenientes. Su solidaridad es
recíproca y juntos constituyen uno de los más poderosos, activos e inquietos
componentes del movimiento mundial contra la globalización capitalista. Un
componente que se preocupa no sólo por las reivindicaciones inmediatas sino
también por proyectos de sociedades alternativas: es Vía Campesina la que
organizó, durante el Foro Social Mundial II de febrero de 2002, un ciclo de
conferencias de tres días sobre el socialismo.
Podríamos dar otros ejemplos, en el ámbito sindical, feminista –la Marcha
Mundial de las Mujeres–, ecológico o político. Resulta claro que este proceso
de revitalización de las solidaridades antiguas y de invención de
solidaridades nuevas aún está en sus inicios. Es frágil, limitado, incierto e
incapaz, por el momento, de poner en peligro la dominación aplastante del
capital global y la hegemonía planetaria del neoliberalismo. No es más que el
lugar estratégico donde se elabora la internacionalización del futuro y, tal
vez, un nuevo paradigma de civilización: la civilización de la solidaridad.
Masiosare, 2 de diciembre del 2002
(Traducción: Nathalie Seguin)
https://www.alainet.org/es/articulo/106701
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