Ironías de la cumbre de la paz
16/03/2003
- Opinión
La cumbre en las Azores por la paz ha mostrado ser que se dio para preparar la
guerra esta semana. La razón oficial que se da para ir a la guerra es la
necesidad de destruir los gases venenosos de Hussein. Sin embargo, éstas le
fueron originariamente proporcionadas a Saddam por las propias potencias que hoy
llaman a desarmarlo y no hicieron nada cuando él gasificaba civiles iraníes e
iraquíes, pues entonces era su aliado contra la revolución iraní. Si Bagdad
realmente tuviese un fuerte arsenal de armas de destrucción masivas (incluyendo
bombas nucleares), EEUU no se hubiese atrevido a atacarles (tal como lo muestra
el ejemplo de Corea del Norte).
Irak aduce que eliminó éstas después de 1991, los inspectores de Naciones Unidas
no han encontrado nada y todos los reportes indican que el ejército iraquí se
encuentra poco armado y fuerte. Precisamente, debido a que casi no tienen
mísiles de largo alcance o muchos gases, es que se les podrá invadir con menos
dificultades.
La mayor guerra de este milenio se dará bajo la excusa de desmantelar las armas
de destrucción masivas de una nación a la cual le quedan pocas de ellas. Para
lograr ello se emplearán las mayores armas de destrucción masivas que haya
conocido la humanidad desde las bombas atómicas contra civiles en Hiroshima y
Nagasaki (1945). La nación que timonea tal ofensiva posee tantas armas
químicas, biológicas y nucleares que una fracción mínima de ellas bastaría para
exterminar a la raza humana.
La invasión a Irak se dará en nombre de la resolución 1441 de Naciones Unidas
aunque ésta no estipula el uso de la fuerza y el Consejo de Seguridad no la haya
autorizado. En aras de salvaguardar a al comunidad internacional el binomio
anglo-americano iniciará la guerra mayor que jamás hayan hecho con tantos
aliados suyos en contra. Los principales pilares de EEUU en el medio oriente
(Egipto, Arabais Saudita y Turquía) no permiten el uso de sus territorios para
lanzar ataques y Pakistán (el mayor aliado en el mundo musulmán) no ha querido
dar el sí en el consejo de seguridad. Grandes socios de EEUU en la guerra fría
(como Francia y Alemania) se oponen y lo mismo vale para las 2 grandes potencias
que previamente avalaron las incursiones en la primera guerra anti-Irak (1991) o
en Afganistán (2002): Rusia y China.
Tony Blair ha apostado toda su carrera política en semejante acción. Bush hijo
está dispuesto a sacrificar toda la corriente internacional de simpatía hacia
EEUU post-11 de septiembre, en esta invasión. Diversos informes sindican que la
estrategia sería una guerra muy rápida y el reportero de la BBC en el norte de
Irak incluso sostiene que la idea es poder tomar los puntos clave del país en un
día.
Este tipo de ofensiva militar sería distinto al desplegado en la primera guerra
del golfo (1991) o el año pasado en Afganistán. En ambas oportunidades se
ablandó previamente a los ejércitos oponentes con masivos bombardeos aéreos sin
que se arriesgara a la infantería. De realizarse esta nueva estrategia ello
implicaría lanzar rápidamente a las tropas ocupantes pudiendo producir mayores
bajas dentro de ellas y por ende crear susceptibilidades en sus familiares y la
opinión pública occidental.
Desde el fin de la guerra fría todas las guerras que ha librado el vencedor de
ésta han sido tratando de evitar basarse en fuerzas de ocupación que combatan
directamente con el enemigo dentro de sus principales bastiones. En Kosovo los
anglo-americanos entraron contando con simpatía dentro del 90% de su población
(los albaneses). En Afganistán el Pentágono rehuyó el combate frontal
terrestre, el mismo que se lo dejó a sus aliados afganos.
Ahora que quieren entrar a Irak no tendrán a su lado soldados de países vecinos.
Washington espera que el uso de tremendas bombas y el hecho que supuestamente el
ejército iraquí colapse, pudiera ayudar a un veloz avance, el mismo que podría
ser bienvenido por la población.
El problema es que Hussein se apresta a atrincherarse en urbes claves siguiendo
la escuela de Stalingrado. Imágenes de bombas inteligentes dando en blancos
civiles podrán enardecer a poblaciones occidentales y musulmanas. Resistiendo
semanas podría volcar a la opinión pública occidental. Si provocara a Israel
con mísiles obligándolo a entrar podría galvanizar al mundo musulmán en su
favor. Nadie sabe que tipo de gases pueda él tener y cómo podría utilizarlos.
Lo cierto es que si la victoria no se produce pronto y con poca sangre la ironía
de esta guerra tan irónica podría ser que al querer deponer a Hussein, pudiesen
acabar cayendo algunos de los distintos gobiernos atacantes.
* Isaac Bigio, Analista Internacional. Londres
https://www.alainet.org/es/articulo/107115
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