Responsables de crímenes de lesa humanidad
25/03/2003
- Opinión
La guerra anunciada y deseada por el presidente Bush se ha desatado.
No se quiso escuchar las miles de millones de voces que se alzaron en
el mundo para reclamar el derecho a la paz. La Organización de las
Naciones Unidas (ONU) fue ignorada y el derecho internacional
pisoteado. La soberbia del poder no le permite escucharse más que a sí
mismo.
¿Cuántas muertes necesitan Bush, Blair y Aznar para saciar sus
apetitos? ¿Cuántas mentiras y desinformación de los grandes medios
periodísticos, que buscan ocultar los muertos y heridos, necesitan para
continuar engañando a los pueblos, queriendo mostrar la guerra como un
videojuego, ocultando la crueldad y los horrores?
La realidad es dolorosa viendo la imposibilidad de frenar tanta locura
y tantas mentiras. Estamos frente al pensamiento sin sentimiento, que
es una tragedia, es el vaciamiento de valores éticos y espirituales que
han llevado a la humanidad a este punto sin retorno, provocado por los
responsables que desataron esta guerra, buscando justificativos para
apropiarse de los recursos de Irak y continuar sus políticas de
expansión mundial.
La hipocresía llega a límites insospechados. Han hecho abstracción del
ser humano y de los pueblos, y para lograr sus objetivos no les importa
ser genocidas; han vaciado sus palabras, sus discursos, de contenido, y
los cubren de mentiras para ocultar el horror y las muertes. La ONU
tiene que reaccionar y sancionar severamente a quienes han violado la
Carta Orgánica del organismo, han violado el derecho internacional y
han llevado a la humanidad a esta situación crítica. Deben ser
llevados ante la Corte Penal Internacional para ser juzgados por su
responsabilidad de criminales de lesa humanidad, aun cuando Estados
Unidos haya rechazado la competencia de dicha corte.
La ONU ha sancionado a otros países y debe hacerlo también con los
poderosos. La fuerza de las armas no les da la razón ni el derecho a
actuar con total impunidad, ya que comportarse así es una grave peligro
para todos los países. Los pueblos continúan sus reclamos para poner
fin a la guerra y que se respete el derecho de autodeterminación de los
pueblos a la vida y la paz. Los gobernantes que no saben escuchar o no
quieren escuchar a sus pueblos no son dignos de gobernarlos. Es
necesario repensar las democracias y los organismos internacionales,
así como encontrar nuevos caminos de vida y convivencia entre los
pueblos.
* Adolfo Pérez Esquivel es premio Nobel de la Paz de 1980 y director
del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) en Argentina.
https://www.alainet.org/es/articulo/107165
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