Globalización financiera y desarrollo
13/04/2003
- Opinión
Desde la década del 60 del siglo pasado, la teoría de la
dependencia produjo una gran cantidad de trabajos que demostraban
los límites del desarrollo basado en la inversión extranjera
directa. Como siempre, en vez de examinar las evidencias empíricas
y los sólidos argumentos teóricos desarrollados por nosotros, los
economistas oficiales han preferido recurrir a la descalificación.
La principal es de acusar de políticas nuestras conclusiones. La
de ellos sí son ¡científicas! Para ellos lo científico es lo que
defiende el orden vigente. Terrible camino para la ciencia: él de
convertir no en fuerza crítica y revolucionaria sino en defensora
del orden injusto existente.
Pero el tiempo pasa y los hechos se hacen cada vez más majaderos.
El triunfo de las tesis del pensamiento único convirtieron el
capital mundial en el demiurgo del crecimiento económico,
sobretodo de las economías atrasadas que no tienen, según ellos,
ahorro interno y necesitan apoyarse en el ahorro internacional.
Para crecer. El capital internacional se convierte también en
fuente de transferencia de tecnología, además de asegurar, a
través de la integración financiera internacional, la baja del
costo del capital debido a la mejor ubicación del riesgo. Sin
hablar en los efectos indirectos tales como la promoción de la
especialización, la inducción de mejores políticas y la mejor
orientación de la atracción de capitales al apuntar las mejores
políticas.
Desde los sesenta que hemos demostrado que la entrada de capitales
del exterior busca tasas de ganancias más altas y que termina por
enviar al exterior remesas de ganancias superiores a las entradas.
Además demostramos que el balance de pagos de nuestra región era
necesariamente negativo.
Esta situación perversa era y es promovida por la aceptación de la
condición de dependencia en la economía mundial, caracterizada por
una posición negativa en la división internacional del trabajo
(especialización en los productos de más bajo valor agregado y
altamente especializados, sin efectos externos), la sumisión a los
servicios internacionales que raramente ofrecemos, la aceptación
de tasas de interés impuestas desde el exterior en condiciones
extremamente negativas, la concentración del ingreso y la
superexplotación del trabajo como condiciones para generar
superganancias capaces de compensar la situación de clases
dominantes dominadas que caracterizan nuestra elite.
Si no somos capaces de examinar la especificidad de esta situación
de dependencia y las leyes que las rigen no podemos producir
ninguna teoría relevante para la comprensión de los fenómenos
económicos que caracterizan nuestras economías. La fuerte
evidencia de estos datos y de los razonamientos que los explicaban
no fue jamás examinado en serio por los técnicos del FMI y solo
muy ligeramente por los de las otras organizaciones
internacionales, excepto la CEPAL y la UNCTAD que estuvieron
influenciadas por el pensamiento de Raúl Prebisch que se aproximó
de la teoría de la dependencia en el final de su vida.
La fuerte e indiscriminada apertura de América Latina para el
capital internacional en las décadas de 70, 80 y 90 tuvo como
resultado el agravamiento de todos los problemas ligados al
subdesarrollo de la región. Todas las instituciones
internacionales tienen que reconocer hoy día que en este período
no hubo casi ningún crecimiento económico en la región, si lo
medimos por la renta per capita, se agravó dramáticamente la deuda
externa de la región a pesar de la cantidad gigantesca de pagos de
servicio de la deuda, se retrasó el avance tecnológico y
científico y la capacidad de generar conocimiento propio, se
mantuvieron las condiciones desfavorables de educación y sociales
en general, expresas en los índices de desarrollo humano, en los
cuales la región ocupa las posiciones más negativas, solo
superadas por algunos países de África y Asia.
Para responder a la evidencia de nuestras críticas, muchos autores
tomaron el crecimiento económico de los llamados "tigres
asiáticos" como demostración de la posibilidad de superar la
dependencia y el subdesarrollo sin necesidad de transformaciones
estructurales.
No es aquí el lugar para discutir esta cuestión pero después de la
llamada crisis asiática de 1997 estos argumentos bajaron de tono,
a pesar de la necesidad de confrontar las diferencias de la
colonización asiática y la nuestra y sobretodo el rol de las
reformas agrarias asiáticas y el debilitamiento de sus oligarquías
después de la Segunda Guerra Mundial.
Pero lo interesante es constatar la fuerza de la evidencia de los
hechos que ha obligado el Banco Mundial y el FMI, bajo violentas
críticas a la irrelevancia y fracaso de sus análisis económicas y
de sus políticas económicas, a buscar un camino de investigación
que tome en cuenta las dificultades en que se encuentran los
países que siguieron y siguen su recetario.
Muchos han sido los estudios recientes que buscan definir los
límites de la globalización, tomando sobretodo la cuestión de los
que ellos llaman de "volatilidad" financiera, seguida del grave
problema de la pobreza y finalmente la cuestión del crecimiento
económico que había desaparecido de sus documentos desde los años
80s.
No es aquí la ocasión de resumir todos estos textos por los
límites de espacio que disponemos. Quiero concentrarme en el
último de ellos. Tratase de un informe terminado en el mes de
marzo pasado con el interesante título de "Effects on Financial
Globalization on Developing Countries: Some Empirical Evidences" ,
preparado por Eswar Prasad, Keneth Rogoff, Shang-Jin Wei and
M.Ayhan Kose y fechado del 17 de Marzo de 2003.
A pesar de la total ignorancia de los autores de la vasta
bibliografía de la teoría de la dependencia y aún de los
neoestructuralistas sobre el tema, su trabajo maneja casi toda la
literatura de su secta teórica financiada por el FMI y el Banco
Mundial que disponen de los datos originales enviado por los
gobierno para estas instituciones. Aún así el tratamiento que dan
a estos datos es extremamente limitado, desconociendo los
fenómenos principales que rigen el funcionamiento de nuestras
economías.
A pesar de esto los datos que trabajan y el clima de tensión en
que viven estas organizaciones los obliga a ser más honestos con
las evidencias empíricas que manejan. Sus conclusiones son
extremamente chocantes para el ambiente de terror ideológico que
manejaron estas instituciones condenando al limbo científico
cualquier negación de sus formalizaciones "teóricas".
El documento busca responder a algunas cuestiones centrales que
podemos resumir en los siguientes puntos.
Primero: ¿La globalización promueve crecimiento económico en los
países en desarrollo? La respuesta es claramente negativa. "Sí la
integración financiera (que los autores identifican con la
globalización) tiene un efecto positivo sobre el crecimiento, no
existe aún ninguna prueba empírica clara y robusta de que este
efecto es cuantitativamente significativo".
Segundo: ¿Cuál es el impacto de la volatilidad macroeconómica en
estos países? La respuesta es también muy taxativa: "La
integración financiera internacional debería en principio ayudar
también a los países a disminuir su volatilidad macroeconómica.
Las evidencias disponibles sugieren (sic) que los países en
desarrollo no lograron alcanzar completamente este beneficio
potencial. En realidad, el proceso de liberalización de la cuenta
de capital parece haber sido acompañada en algunos casos por una
creciente vulnerabilidad a las crisis."
En tercer lugar viene una pregunta que difícilmente puede ser
respondida con el aparato conceptual de los investigadores del
FMI: ¿Qué factores pueden ayudar a beneficiarse de la
globalización financiera? Aquí las cosa quedan complicadas, pero
nuestros autores deciden enfrentarlas así mismo. Veamos sus
conclusiones:
"La evidencia presentada en este paper sugiere que debemos nos
aproximar de la integración financiera con cautela, con buenas
instituciones y marcos macroeconómicos adecuados. La revisión de
la evidencia disponible no nos entrega, sin embargo, un mapa claro
del camino óptimo y de una secuencia integradora. Por ejemplo,
hay una tensión irresoluta entre tener buenas instituciones
existentes antes de iniciar la liberación del mercado de capitales
y la noción de que esta liberalización puede, por sí misma, ayudar
a importar mejores prácticas y provocar un ímpetus para mejorar
las instituciones domésticas. Tales cuestiones pueden ser mejor
encaminadas solamente en el contexto de las circunstancias
específicas y las características institucionales de cada país".
Además de la tautología que representa descubrir que los países
más desarrollados son los que más pueden desarrollarse y
aprovechar las ventajas internacionales, estas conclusiones nos
conducen a una visión histórica concreta que la ciencia económica
neoclásica y neoliberal en particular no conoce para nada.
De cualquier forma, estamos frente a un reconocimiento honesto del
fracaso de una teoría y una política. Ciertamente los autores no
llegan a tanto. La teoría no puede estar errada pues fue la única
que aprendieron en las escuelas en que estudiaron. Hay que buscar
algún camino para romper la confusión en que se metieron. Hay que
fortalecer las instituciones financieras internas para poder
captar mejor las ventajas de la globalización financiera que la
teoría dice ser lo mejor.
Los lectores conocen estas reacciones. Ningún filósofo escolástico
del Renacimiento creyó necesario revisar profundamente sus teorías
para ajustarse a su época. Ningún escolástico moderno puede creer
que hay que cuestionar sus teorías para poder hacer avanzar la
economía contemporánea...
* Theotonio dos Santos es profesor titular de la Universidad
Federal Fluminense y Coordinador de la Cátedra y Red UNESCO –
Universidad de las Naciones Unidas sobre Economía Global y
Desarrollo Sostenible. Su libro más reciente es "Teoría de la
Dependencia: Balance y Perspectivas", Editora Plaza & Janés.
https://www.alainet.org/es/articulo/107326?language=es
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