Discutido y aprobado en el panel de mujeres

Mujeres: Pronunciamiento del Encuentro Hemisférico Contra la Militarización.

05/05/2003
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Las mujeres asistentes a este Encuentro, manifestamos nuestra profunda indignación por la invasión militar del gobierno norteamericano a Irak, las masacres perpetradas por las fuerzas de ocupación contra el pueblo iraquí en resistencia y las masacres en Palestina; así como el hostigamiento y amenazas en contra de Irán, Siria, Corea del Norte, Colombia y Cuba. El gobierno norteamericano en su afán de asegurar su dominio político y económico en todo el mundo, recurre una vez más al uso de las armas y la tecnología de guerra para despojar a los pueblos del tercer mundo de sus recursos naturales, de sus territorios y de su soberanía, para garantizar la hegemonía norteamericana en la competencia desatada por la globalización neoliberal. Estas guerras, ocultan tras un discurso de democracia el apoyo militar al neoliberalismo, a la explotación económica, el descarado despojo de nuestros recursos, así como la disputa de los mercados y del poder entre las potencias mundiales. Son la expresión máxima de la violencia imperialista y patriarcal, así como de la descarada impunidad ante el genocidio, la violación de los Derechos Humanos y el desconocimiento de la ONU. Haciendo gala de arrogancia e impunidad, el gobierno de Estados Unidos desata la violencia imperialista en nombre de la libertad, presenta la destrucción y la muerte como ejercicio de la democracia y justifica la descarada violación de los derechos humanos y de los acuerdos internacionales con un discurso de salvación de los pueblos. Con ello intenta ocultar que se trata de la militarización de las zonas ocupadas, de acciones cargadas de inmoralidad, ilegitimidad e ilegalidad que buscan apoderarse de los recursos energéticos de todo el mundo y someter la vida de los pueblos a sus intereses imperiales. Todas las guerras, como parte de las estrategias de los agresores, nos han convertido a las mujeres en objeto y objetivo, utilizando nuestra condición de madres y esposas para generar control y terror en la población. En Centroamérica, por ejemplo, muchas mujeres fueron desaparecidas, obligadas por el ejército a denunciar a sus maridos e hijos, a castrarlos, a ver morir a sus pequeños de golpes contra las piedras. Muchas, como terrorífico escarmiento, fueron ahorcadas en los árboles del camino, mutilados sus cuerpos y abiertos los vientres embarazados, entre otros delitos de lesa humanidad que se han repetido en Perú, Bolivia, Colombia, México y otros lugares. La violencia sexual también está presente siempre en este tipo de estrategias como una forma de ejercicio del poder que somete, con la posesión violenta del cuerpo de las mujeres, a los grupos a quienes se quiere controlar. Miles de mujeres han sido violadas durante las guerras. En las guerras de "Baja Intensidad" se aprovecha nuestro papel de fortaleza en las familias para derrumbar la resistencia, la oposición y todo aquello que se oponga a las injusticias de los poderosos. La militarización, el terror y la imposición de una cultura de guerra afecta nuestra vida cotidiana y nuestras subjetividades. Cuando un país está bajo control militar, ocurren situaciones tales como los desplazamientos, el divisionismo de organizaciones y comunidades, los exilios, la agudización de la crisis y la dependencia económica, entre otras, que afectan a la población en general, pero las consecuencias son mucho más graves para las mujeres y menores de edad. Cuando las familias ven alterada su vida cotidiana, son las mujeres quienes se ven obligadas a enfrentar y apoyar emocionalmente a sus familiares, además de tener que buscar soluciones a los problemas de sobrevivencia, dado que en la mayoría de los casos, los hombres se han ido, ya sea porque se enlistan en las filas de los ejércitos o bien porque han perdido la vida como consecuencia de las guerras. La presencia de militares en las ciudades y pueblos trae consigo la agudización de problemas de por sí existentes, tales como el alcoholismo, la drogadicción, la prostitución, las infecciones de transmisión sexual y la violencia sexual y doméstica, cuyas consecuencias son vividas particularmente por las mujeres. Durante siglos las mujeres hemos sido constructoras de paz, reconstructoras del tejido social, político y cultural de nuestros pueblos e interlocutoras de nuestras comunidades. La guerra también trae consigo la exigencia de la participación política de las mujeres, el desarrollo de nuestra conciencia y la necesidad de asumirnos como sujetos de las transformaciones necesarias para hacer posible un mundo digno y justo. La fuerza de las mujeres ha sido muy importante en la lucha contra la militarización, como lo han demostrado las mujeres zapatistas de Chiapas que con sus cuerpos han formado murallas para impedir el ingreso de las fuerzas armadas a sus comunidades; así mismo han sido ejemplares las luchas del pueblo portoriqueño en donde la participación de las mujeres ha sido definitiva para hacer salir al ejército norteamericano de la Isla de Vieques después de más de medio siglo de ocupación. Por esto decimos: – No, a la militarización y a las guerras, que buscan imponer un poder imperial acorde con el modelo patriarcal del "poder del más fuerte y del dinero". – No a la militarización, porque la guerra es una forma de violencia extrema de los Estados para lograr el sometimiento y la dominación de los pueblos en función de los intereses del capitalismo neoliberal. – No a la militarización, porque las mujeres no estamos dispuestas a continuar sometiéndonos a los intereses de las clases políticas y gobiernos en turno, que en nuestro nombre hacen guerras de ocupación, nos consideran ciudadanas de segunda y no reconocen nuestros derechos ni nuestras propuestas para la construcción de la paz. – No a la militarización, porque las mujeres queremos crear nuevas formas de relacionarnos y dejar de ser víctimas de la violencia y la pobreza, impuestas por el sistema capitalista patriarcal. – No a la militarización, porque no debemos permitir que el gobierno de Estados Unidos imponga a su conveniencia el destino y la jerarquización de los países y de los pueblos del mundo. – No, porque la militarización y las guerras son una escalada de poder y de jerarquización de los países y pueblos del mundo. – No a las guerras, porque se emplean para silenciar y reprimir movimientos insurgentes y de resistencia así como a los que se atreven a disentir del poder imperial. En consecuencia, proponemos: Trazar una estrategia de información, discusión y análisis sobre las causas y los efectos de la guerra imperialista en las mujeres y en los pueblos a fin de evitar las confusiones que genera el discurso fundamentalista del gobierno norteamericano. Impulsar relaciones de igualdad y equidad entre las personas y los pueblos, tomando en cuenta que nuestros problemas como mujeres, son sociales y no son sólo nuestros; que las mujeres hemos estado presentes en todas las luchas de los pueblos; y que nuestra participación y nuestra fuerza, además de elevar nuestra autoestima y valoración, es indispensable en la construcción de nuevas formas de democracia, como participantes activas y no sólo en las votaciones. Construir un consenso y una fuerza global de hombres y mujeres, organizándonos en redes desde lo local hasta lo internacional, para detener las guerras de dominación de nuestros pueblos. Condenar las guerras de invasión a Irak, Palestina e Irán, rechazar enérgicamente el bloqueo a Cuba y las amenazas de ocupación imperialista tanto a este país, como a Siria, Corea, Colombia, Venezuela. Hacer un llamado a mujeres y hombres de todos los pueblos para impulsar al interior de sus países cambios legislativos que favorezcan la vida y participación política de las mujeres, así como generar nuevas formas de democracia que posibiliten procesos convergentes de los países para construir un nuevo orden internacional. Llamar a las mujeres de todo el mundo a solidarizarnos con los movimientos contra la guerra al interior de Estados Unidos reconociendo su importancia para impedir el expansionismo del gobierno norteamericano. Cuestionar el papel del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, de la Organización Mundial del Comercio y de todas las instancias multilaterales a través de las cuales se implementa la estrategia neoliberal como el Plan Puebla Panamá, el ALCA y otros. Exigir que los medios de comunicación informen objetivamente y dejen de utilizar la opresión femenina para justificar la intervención norteamericana como es el caso del manejo que se ha hecho de la situación de las mujeres musulmanas. Condenar al gobierno de Nigeria por su política de penalización hacia las mujeres nigerianas que ejercen su derecho a la maternidad, como sucedió a Amina, recientemente condenada por tener un hijo fuera del matrimonio. Buscar soluciones no violentas a los conflictos en todos los ámbitos de la sociedad, desde los escenarios global, regionales y nacionales, hasta en los lugares comunes de la vida cotidiana de mujeres y hombres, de todas las edades, de todos los sectores, de todas las etnias, razas y de todas las preferencias religiosas, sexuales y políticas Incluir nuestras propuestas en los resolutivos del Encuentro Hemisférico Contra la Militarización, visibilizando nuestra participación; publicar las condenas a la guerra, a la invasión y al bloqueo y enviarlos a la ONU y a todos los gobiernos que hacen la guerra a los pueblos. Sumar esfuerzos en torno a la COMPA para construir y llevar a cabo estas propuestas. Las mujeres hemos proclamado por años que lo personal es político, ahora proclamamos que lo político es personal, que las guerras nos atañen directamente y que nos pronunciamos por un NO a la militarización y las guerras. ¡POR UNA PAZ JUSTA Y DIGNA PARA TODAS Y TODOS! San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, a 6 de mayo de 2003. Firmas: (Nombre, país y organización).
https://www.alainet.org/es/articulo/107586
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