El momento adecuado
09/06/2003
- Opinión
Hace algunos años, después de una buena conversación en el
Consejo de Londres, decidimos tres de nosotros continuar
nuestras conversaciones en una nueva boite que estaba en la
moda. En la puerta tuvimos la desagradable recepción que
simplemente nos impedía de entrar. La razón, según el
musculoso portero era insólita: "Uds. no se encuentran
debidamente vestidos". A nuestro lado, jóvenes punks con
tenidas extrañas entraban libremente en el establecimiento.
Intentamos una reacción: ¿Quién decide esto, queremos
hablar con él? La respuesta fue definitiva y contundente,
el portero respondió con un enfático: " ¡Yo!".
Esta es la posición que los bancos centrales y los
tecnócratas de las instituciones financieras nacionales e
internacionales se arrogaron para sí. Ellos definen lo que
es bueno para nuestras economías. Que es lo que detiene la
inflación, que ellos decidieron ser el único objetivo de
las políticas monetarias y financieras. Cual es el momento
adecuado para subir o bajar las tasas de interés y cual es
su nivel, cuales son los encajes exigidos del sistema de
crédito, los niveles de emisión de moneda o de títulos de
la deuda pública. En los últimos años se dieron a sí
mismos el derecho de especular en el mercado cambiario -
con el dinero del tesoro - para "garantizar" determinado
valor cambiario por ellos prefijados. Y hacen todas estas
violentas intervenciones estatales ¡en nombre del libre
mercado!
Mientras la sociedad, los agentes gubernamentales y
privados están sometidos a rigurosos controles para
disponer de recursos públicos o privados, ellos pueden
gastar miles de millones de dólares en operaciones
cambiarias, siempre fracasadas, ¡sin ninguna consulta a la
sociedad o a los poderes de la nación!
Y cuando se cobra de ellos los resultados de estas
conductas irresponsables responden con la misma fuerza de
nuestro portero de Londres: ¡YO decido! Yo soy el poder.
Dirijo un órgano que debe estar por arriba de la sociedad y
del Estado: El Banco Central Independiente o mismo
Autónomo. ¡Y no acepto presiones de la sociedad! El
principio que está por detrás de este poder colosal e
irresponsable deriva de la pretensión de estos tipos de
representar una ciencia económica exacta.
No importan los datos. Ellos usan imágenes ridículas para
cualquier científico social serio, como la de que la
inflación es una fiebre que le cabe a los médicos
controlar... ¡Los médicos son ellos! Y tomen más inflación
en consecuencia de sus decisiones irresponsables basadas en
manuales de economía aprendidos en cursos universitarios
que desconocen la historia de la economía y del pensamiento
económico, su evolución, sus dificultades, la diversidad de
sus métodos y muchas cosas más.
El FMI, con sus economistas de tercera línea, como los
define el premio Nóbel Joseph Stiglitz, dan las pautas de
estos conocimientos intocables de economía y continúan
sosteniendo, en contra de todas las evidencias de los
hechos económicos, que la inflación sólo se controla con
restricción al crédito. Pero ¿que dicen los hechos?
Tomemos los países de más baja inflación en el mundo en el
momento presente: Estados Unidos, con 2,2% de inflación al
año; el Japón, con –0,1%, la Gran Bretaña, con 3,1%, la
Francia, con 2,0%, la Alemania, con 1,1%. Tomemos aún
algunos países en desarrollo para que no digan (ellos que
niegan la diferencia estructural entre economías
desarrolladas y subdesarrolladas o dependientes) que no
incluimos las llamadas economías emergentes o en
desarrollo. Chile tiene una inflación de 4,0%, México de
5,3%, Corea del Sur de 3,7%, India de 4,1%.
Según la teoría que aceptan ingenuamente estos señores,
estos serían los países de menor volumen proporcional de
crédito, midiéndolo por la relación del volumen del crédito
y el Producto Interno Bruto. Sin embargo que dicen los
datos del FMI, a quienes nunca se le ocurrió confrontar sus
teorías con los datos que ellos mismos disponen.
El Japón que tiene la más baja inflación (de hecho, una
abierta deflación) tiene el más alto índice de
endeudamiento (relación crédito/PIB) en el mundo: ¡186%!
Estados Unidos viene cerca con 145,2%. La Gran Bretaña no
está muy atrás con 138,8%. La Alemania tiene una tasa de
crédito/PIB de 121,0%. Francia tiene 89,8%. Entre los
países emergentes, el Chile presenta una relación de 65,9%,
el México, de 11,5%, la Corea del Sur, no disponemos de los
datos pero sabemos que tiene alta tasa de endeudamiento, la
India tiene 29,1%.
Como vemos la relación inflación/volumen de crédito es
exactamente lo contrario de lo que dice la teoría (con la
excepción del México, que tiene un volumen muy alto de
liquidez por las remesas clandestinas de dinero de los
emigrantes y por el factor lavaje de dinero, entre otros
factores que deforman esta relación crédito/PIB).
Brasil, donde hay un debate intenso sobre la política de
contención de crédito y de altos intereses en el momento
actual es un ejemplo claro del fracaso de la teoría que
asocia bajo crédito, alta tasa de interés y baja tasa de la
inflación. En el momento presente Brasil tiene una de las
más altas tasas de inflación de los países llamados
emergentes: el 16,7%, es decir uno de los pocos países del
mundo que tiene inflación de dos dígitos en la actual
coyuntura deflacionaria mundial.
Según la "teoría" oficial y ortodoxa debería presentar este
país un alto volumen de crédito cuya contención, a través
de altas tasas de interés, es absolutamente necesaria. Sin
embargo estamos frente a un caso de bajísima tasa de
crédito con relación al PIB: el 23% en el momento actual.
Cuando se inició el Plan Real que habría traído estabilidad
de precios para el país, esta relación crédito/Pib estaba
en 37%, con una inflación de 1 dígito. Cuanto más
disminuyó el crédito y aumentó la tasa de interés, aumentó
también la inflación.
No son necesarias muchas vueltas para entender el fenómeno.
Las altas tasas de interés cumplen un rol inflacionario y
no deflacionario como pretenden las "leyes" deducidas (y
mal deducidas, que quede claro...) de la ciencia económica
"exacta" que manejan estos tecnócratas incompetentes. Las
altas tasas de interés provocan una violenta inflación de
costos elevando las tasas de ganancia en general y los
precios en consecuencia. La alta tasa de interés aumenta
(más bien, crea) el déficit fiscal elevando drásticamente
las presiones inflacionarias. Esto explica por que Brasil
está entre las más altas inflaciones del mundo, teniendo la
más alta tasa de interés y una de las peores relaciones
crédito/PIB.
Pero estos señores jamás se dignarán a responder a la
evidencia de los datos que demuestran que sus teorías no
tienen nada de exactas ni son serias. No pueden jugar por
la ventana los años de estudio que han hecho en sus salas
de clase. Así como los monjes medievales no podían
abandonar el edificio teórico espectacular del tomismo que
estudiaron en sus versiones más rústicas. Fue así como
ellos lograron detener por años la comprensión del sistema
solar y de la astronomía, así como hubieran logrado detener
la misión de Cristóbal Colón si las ambiciones de los
banqueros y mercaderes genoveses no hablasen más alto que
sus aburridos manuales.
Hemos insistido varias veces en la tesis de que la ciencia
económica ortodoxa de corte neoliberal cumple un rol
similar al que cumplía la filosofía escolástica en la edad
media. El tema de este artículo es un ejemplo más de la
corrección de esta tesis. Podríamos citar varios otros
casos que forman un círculo de fuego en contra del
crecimiento económico, la redistribución del ingreso y de
los avances del trabajo en un momento histórico en el cual
el avance de la revolución científico-tecnológica crea las
condiciones materiales para un cambio cualitativo de las
condiciones de vida de toda la humanidad.
Es lamentable asistir al espectáculo dramático de la lucha
entre la sabedoría popular - que intuye estas posibilidades
de transformación y las expresan electoralmente - y la
incompetencia prepotente de los señores de las cifras mal
manejadas que dan las pautas de las políticas públicas.
Estamos frente a golpes de Estado electorales dados en
nombre de teorías fracasadas mientras se barra la entrada
en el Estado de una generación de economistas y científicos
sociales realmente afinados con la realidad y con la
intuición popular.
Cabrá al pueblo definir, en una verdadera democracia, "el
momento adecuado" para romper definitivamente con esta capa
de falsos científicos y técnicos a servicio de los
intereses económicos más contrarios al progreso de nuestros
países. Este es "el momento adecuado" de abrir las
ventanas, hacer entrar el aire e imponer la verdad de los
hechos en contra del polvo de la falsa teoría y ortodoxia.
¡No nos dejemos intimidar por el portero de Londres!
* Theotonio dos Santos es profesor titular de la
Universidad Federal Fluminense y Coordinador de la Cátedra
y Red UNESCO – Universidad de las Naciones Unidas sobre
Economía Global y Desarrollo Sostenible. Su libro más
reciente es "Teoría de la Dependencia: Balance y
Perspectivas", Editora Plaza & Janés.
https://www.alainet.org/es/articulo/107651
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