Volatilidad y bienestar
02/07/2003
- Opinión
Después de tres
décadas de hegemonía del pensamiento único en la economía
mundial, notamos el aparecimiento de un nuevo concepto que
se hace cada vez más usado. Se trata de la idea de
"volatilidad". Son conceptos fundados en la intuición más
que en la ciencia. En verdad, estos años de
desregulaciones, privatizaciones y llamados al libre
mercado sólo lograron ampliar el margen de desequilibrio y
"volatilidad" de las economías nacionales en el ambiente de
una economía mundial cada vez más desequilibrada.
Talvez el ejemplo más evidente de este fenómeno es la
participación cada vez más intensa del Fondo Monetario
Internacional en el "monitoreo" de las economías
nacionales. En realidad, el FMI fue creado después de la
Segunda Guerra Mundial para apoyar situaciones de
desequilibrio cambiario, que se creía, por principio,
excepcionales. Sin embargo, en nuestros días el FMI se ha
metido en casi todas las economías nacionales dependientes
y periféricas, donde mantienen misiones más o menos
permanentes.
Es evidente que ningún país desarrollado recurre al apoyo
del FMI. Mucho menos se someten a su control. El año
pasado el gobierno japonés les pasó un pito muy duro por
que se atrevieren a recomendar políticas para este país.
Esto no ocurre por que estos países no presenten
desequilibrios cambiarios y fiscales colosales. Ellos son
campeones en déficits cambiarios y fiscales. Cualquier
persona medianamente informada sabe que estos llamados
problemas "técnicos" en la economía no pasan de cuestiones
de poder, es decir, políticas.
Señal de esto, desde el punto de vista "técnico" el FMI es
campeón de previsiones equivocadas y recomendaciones
desastrosas. Ningún ministro de economía de los países
desarrollados se sometería a las recomendaciones de estos
"técnicos".
Si quieren un ejemplo, podemos tenerlo con el caso de las
tasas de interés administradas por los Bancos Centrales.
En Estados Unidos, en Japón y en Europa las tasas de
interés son rebajadas drásticamente para detener la amenaza
de recesión. La cuestión inflacionaria fue decididamente
colocada en segundo plano. Para desmentir una vez más los
conocimientos "técnicos" de estos señores, la inflación
baja en la medida en que baja la tasa de interés y estamos
frente a una amenaza de deflación.
Estos hechos no significan nada para los "técnicos" del
FMI. Ellos continúan obligando los presidentes de los
Bancos Centrales del mundo periférico a concentrar sus
decisiones única y exclusivamente en las metas de
inflación. Metas inventadas y corregidas cada año pues
nunca consiguen acertar una.
Como ven los lectores (y me gustaría que los políticos de
izquierda que llegan al poder lo observasen también) ningún
gobierno serio sigue las recomendaciones del FMI. Todos se
preocupan en primero lugar con la recesión y solo
secundariamente con la inflación. Aún porque la relación
entre tasa de interés e inflación parece ser exactamente lo
opuesto de lo que la "teoría" económica de origen
ultraliberal pretende.
La verdad es que la intromisión del FMI en las economías
dependientes solo hizo profundizarse sus dificultades,
agregando a las limitaciones estructurales de estos países
los desequilibrios impuestos por el sistema financiero
internacional. Pero el problema no son solamente los
desequilibrios pues los hay buenos y malos.
Buenos son los desequilibrios cambiaros de los países
centrales, particularmente los de Estados Unidos que son
financiados por una entrada masiva de capitales del resto
del mundo. Buenos por un cierto tiempo pues los demás
países no están dispuestos a continuar invirtiendo en una
economía cuya moneda se encuentra en caída y cuya tasa de
interés llega a casi cero. Si no fuera por la dificultad
en que se encuentran las demás monedas y la queda
generalizada de las tasas de interés, estas inversiones ya
se habrían paralizado completamente y no solo bajado
drásticamente como viene ocurriendo en los últimos dos
años.
Pero nuestros desequilibrios son claramente perversos. Que
llamen de "volatilidad" los movimientos de entrada de
capitales (cuando hay excedentes, como nuestras reservas y
las ganancias de nuestras empresas estatales, para captar)
y salidas de ganancias y remesas de rentas, cuando esta
captación amenaza la estabilidad de nuestras monedas, se
trata más bien de un recurso de lenguaje para ocultar los
hechos, técnica en la cual son maestros.
En realidad no hay ninguna volatilidad. Lo que hay es una
captación brutal de los excedentes económicos generados en
nuestros países a través de los mecanismos manejados por el
sistema financiero internacional. Mecanismos que se
acrecen a los procedimientos tradicionales de captación de
nuestros excedentes, desarrollados desde la época colonial
hasta hoy, y que cuentan con la complicidad de nuestras
clases dominantes locales, siempre interesadas en retirar
sus excedentes para los países centrales que son más libres
de este tipo de "volatilidad".
En resumen: los movimientos de capital financiero son
fenómenos superestructura les que pueden producir
variaciones menores en las economías sometidas a
importantes desequilibrios estructurales. Es esto lo que
podemos concluir de los últimos estudios del FMI sobre la
volatilidad financiera y los movimientos de capitales.
Veamos los datos y las conclusiones manejadas por Ashoka
Mody y Diego Saravia, según su working paper: "Capitalyzing
Capital Flows: Do IMF-Supported Programs Work as
Commitement Devices", de mayo de 2003. Ellos conducen a
las siguiente conclusiones:
a) "Un programa del Fondo no es automáticamente un sello
de aprobación de buena ejecución del "deber de casa".
Los inversionistas parecen valorizar la participación
del Fondo para resolver los problemas de pagamiento
externo pero solamente cuando los ven como esfuerzos
bien sucedidos."
b) "La interrelación entre los fundamentos de la economía
del país y los programas del FMI apuntan para a
credibilidad de las medidas de reformas. Nuestra
descubierta es que el Fondo puede ayudar a mitigar la
aversión del mercado a la volatilidad del crecimiento
de las exportaciones, garantizando las reservas del
país." Es decir, garantizando que habrá divisas para
financiar las salidas de ganancias y rentas y del
principal cuando sea necesario.
c) "La naturaleza voluntaria en invitar la disciplina del
Fondo y el potencial para enviar los recursos para
fuera, se necesario, ayudan a aumentar el acceso al
mercado. A este respecto el uso repetido de los
programas del Fondo envía una mala señal."
Esta última conclusión indica por lo tanto que las
intervenciones largas y frecuentes del Fondo Monetario
Internacional conducen a una ineficiencia creciente de sus
intervenciones. Por esto se debe ver con aprensión al
creciente intervensionismo del FMI y su conversión en un
Ministerio de las Colonias de los países centrales,
particularmente de Estados Unidos. Los datos presentados
por los autores son muy impactantes y con ellos terminamos
este artículo, llamando a la reflexión nuestros lectores y
los liderazgos e a los políticos en general que creen ser
viable patrocinar estas intervenciones indefinidamente:
"Entre 1990 y 2000 fueron negociados 250 programas del FMI,
variando entre 20 y 35 por año. Excepto en 1990 cuando
fueron menos de 20 al año. No hay una tendencia cuanto al
número o al volumen de estos programas. En particular el
apoyo financiero fue mayor en los tiempos de crisis. Los
mayores saltos fueron en 1995 reflitiendo el enorme paquete
para México y los largos compromisos de 1997-8 que se
siguieron a las crisis Asiática y Rusa."
"Entre 1991 y 2000 en cerca de un tercio de todos los
países en desarrollo y de los mercados emergentes los
títulos fueron emitidos por debedores que ya estaban
comprometidos con programas del FMI. Los spreads cobrados
fueron típicamente más altos en los países con programas
comparados con los que no tenían compromiso con programas
en el momento en que se emitieron los títulos
(respectivamente 406 y 223 puntos básicos)."
"Esto demuestra que los programas del FMI están asociados
con términos bajos de acceso. Esto no es sorprendente pues
los programas del Fondo están asociados con malos
fundamentos: altos débitos/PBI, bajo crecimiento reciente y
mayor volatilidad".
* Theotonio dos Santos es profesor titular de la
Universidad Federal Fluminense y Coordinador de la Cátedra
y Red UNESCO – Universidad de las Naciones Unidas sobre
Economía Global y Desarrollo Sostenible.
https://www.alainet.org/es/articulo/107809
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