Breve crónica de la reunión de Sao Paulo

La "sociedad civil" y el ALCA

06/07/2003
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  • Opinión
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Dentro de un aparente programa masivo de difusión y discusión del ALCA, se celebró en Sao Paulo una reunión llamada "De los representantes gubernamentales con la sociedad civil" para abordar el capítulo de Agricultura en este tratado. Es la primera de varias que se realizarán sobre distintos tópicos, la próxima versará sobre los Servicios en septiembre en Chile. Resulta extraño que luego de ocho años de negociaciones y de más de siete foros empresariales, dominados por los consorcios multinacionales, cuyas iniciativas y propuestas se han convertido en letra sagrada del Acuerdo, se convoque con carácter de "convidados de piedra" a quienes jamás se escuchó y que precisamente se habían excluido en todo el proceso. Es claro que con estos intercambios de ideas, que en nada redundan, se pretende subsanar el secretismo y la privacidad que han regido al ALCA durante casi una década. La asistencia de la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria (ANSA), invitada para la ocasión por organizaciones sociales del Brasil, ayudó a conocer de primera mano algunos asuntos relacionados y deformados aquí por voceros oficiales o por ciertos medios interesados en confundir a la opinión. El más importante de ellos: la posición norteamericana que entre nosotros se presenta como magnánima. En la intervención de los voceros gringos, de Bob Stallman, presidente de la mayor federación de productores agrícolas de ese país, de John Hardy, de la porcicultura, y de una representante de la industria estadounidense de alimentos y bebidas, no se vio evidencia alguna sobre los presumibles beneficios que deparará a América Latina, como dicen con ceremonia los neoliberales, "el mercado más grande del mundo". El primero de los antes citados, al reclamar la reducción de los aranceles en los demás países del Continente, destacó que Estados Unidos no debería disminuirlos más porque ya los tenía muy bajos; anotó también que los subsidios oficiales, de los que disfrutan él, sus asociados y las firmas exportadoras yanquis, no se eliminarán en el ALCA sino que serán fruto de negociación en el seno de la OMC e invitó al resto a acudir con su concurso a ese Foro para enfrentar a los europeos en dicha materia. Al terminar su exposición, reiteró la importancia del ALCA para los países del sur por la facilidad que ese Acuerdo les traería para adquirir la "comida barata" producida en Norteamérica. Una extraña coincidencia con los argumentos a favor del ALCA del principal consejero presidencial de Colombia, Rudolph Hommes. Mister Hardy, por su parte, recalcó que el sector que representaba no cedería en el mantenimiento de los controles sanitarios y fitosanitarios para toda importación de cárnicos hacia su país. La representante de la agroindustria de Estados Unidos reclamó acceso para sus productos con valor añadido, denunció, como Stallman, los altos aranceles de los demás y, concretamente, pidió la supresión de los mecanismos de franjas de precios (como los aplicados por la Comunidad Andina), con lo cual también coincidió con el asesor y consultor Hommes, y sus estudios de cabecera, quien califica tal instrumento como defensa de los "ineficientes". Curiosamente terminó su intervención halagando a los brasileros al declararles que "desearía ver el azúcar del Brasil en Estados Unidos". Y, precisamente con relación al sector agropecuario brasilero, éste se encuentra dividido en torno al ALCA. Por un lado, los movimientos campesinos, encabezados por "los sin Tierra" del MST, y de la agricultura familiar y mediana que han entendido el atentado que el ALCA significa contra la soberanía alimentaria de las naciones latinas sometidas a competencia desigual en cereales, avicultura, aceites vegetales, granos, lácteos y arroz, entre varios géneros indispensables de la dieta básica. Así lo consignaron en una constancia que suscribimos doce agremiaciones y en la consulta social en la cual diez millones de brasileros dijeron: NO al ALCA. Pero, por el otro, están los representantes del denominado "agrobusiness", principalmente grandes productores de frutos tropicales (azúcar, café y soja). Éstos últimos se declaran fervientes partidarios del ALCA, demandan celeridad en las negociaciones y llaman a olvidarse del tema de los subsidios agrícolas del Tío Sam. "Tengo 150.000 corteros de caña y quiero 300.000", exclamó un vocero del sector azucarero de Pernambuco, están representados por los ministros de Agricultura y Comercio en el gabinete de Lula; de quien, dicho sea de paso, la prensa brasilera registra, fruto de su reciente visita a Washington, tanto el compromiso de aceptar el inicio del ALCA para 2005 como la solicitud de un asiento en el Consejo de la ONU. En medio de tales exposiciones fue triste escuchar al delegado de los campesinos de Nicaragua anunciando que a ese país ya se le declaró "competitivo" en teja de barro y estropajo, que hoy la mayoría de las familias nicaragüenses sólo tienen dos comidas al día, que el ingreso mensual de sus hogares rurales es de 15 dólares y que sus importaciones principales son, ante todo, mercancías usadas, las que él llamó "basura". El gobierno colombiano, contrario a la mayoría, no estuvo presente; quizá se siente representado por el de Estados Unidos; al fin y al cabo, como se vio, los de allá coinciden con el consultor privado que ejerce como principal consejero y cabeza visible del equipo oficial para el ALCA. * La Tarde, Pereira, y El Nuevo Día, Ibagué - julio 7 de 2003
https://www.alainet.org/es/articulo/107863
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