Pague por el derecho a la información
12/07/2002
- Opinión
Imagínese la siguiente situación: en un puesto del mercado usted escoge verduras y
legumbres. Palpa el tomate, verifica la cebolla, examina el ajo, levanta la lechuga para tener
certeza de que no está pasada. Los productos de ese vendedor no le parecen confiables; son
mejores los del verdulero que hay a la entrada del mercado.
Usted agradece y al retirarse es sorprendido por el vendedor, que le dice: Me debe
81 centavos. ¡Qué! ¿Se habrá vuelto loco este sujeto? ¿Cómo que debo si no compré nada?
Usted le suelta un 'quita p'allá', pero él le agarra por el brazo y le explica: Son 27 centavos
por cada minuto de examen de mis productos. Usted estuvo tres minutos.
Cuidadoso en las compras como es usted, al entrar en la fila de las cajas prepara el
cheque para pagar el supermercado. La cajera pasa cada mercancía por el controlador
electrónico y el monitor dice que sus compras son 42.30. La caja, sin embargo, le presenta
una cuenta por 45.54. Usted reacciona: La cuenta está equivocada, superfacturada en 3.24.
La señorita replica que está bien la caja, pues usted se detuvo tres minutos en el
estante de los cereales, indeciso acerca de cuál marca de frijol escoger; más otros tres
minutos en la sección de lácteos, comparando margarinas; y otros tres minutos en la de
productos de higiene. Y cada minuto ocupado en escoger productos cuesta 0.27. Usted fue
filmado y su tiempo registrado.
No piense que son absurdas tales hipótesis. ¿Cómo una empresa puede cobrar por el
interés que demostramos en tal o cual producto suyo? ¿Cómo puede chantajear a un
consumidor potencial, capaz de asegurarle un lucro, exigiendo que pague por el simple
hecho de solicitar informaciones respecto al producto o al servicio ofrecidos?
Pues así es como ahora funcionan las cosas en muchas empresas, entre ellas las
compañías aéreas. En caso de que solicite una información por teléfono o desee comprar un
pasaje usted deberá llamar al 0300. Si es desde un teléfono fijo le cuesta 0.27 por minuto; si
es desde un celular a 0.50. Más impuestos. Tonto de mí, que pensaba que ese sistema de
extorsión funcionaba sólo para el telesexo. No; ahora el consumidor es obligado a pagar,
además del pasaje aéreo, por la información telefónica sobre el viaje y sus condiciones.
Y lo peor es que ni le atienden de inmediato. Ármese de paciencia para escuchar esa
voz electrónica, fría e impersonal, que le manda digitar para una escogencia múltiple...
excepto que usted sepa qué desea exactamente. Ojo: sea breve, si no quiere perder dinero.
La semana pasada pregunté los horarios de vuelos de Belo Horizonte a São Paulo. Si no
hubiese sido precavido todavía estaría enterándome acerca del número de los vuelos, los
códigos de reserva, los tipos de alimentación a bordo, los modelos de aeronaves, etc.
multiplicando los 27 centavos por minuto.
Pobres de nosotros, consumidores, que cada vez pagamos más por menos calidad.
¿Ya se dio cuenta de cómo empobrecieron los servicios a bordo?
La privatización de la telefonía en Brasil es la prueba de que no siempre el privado
cuida bien del público. Los servicios encarecieron y empeoraron. Intente hablar por el
0800; sólo con mucha suerte será atendido. Y será milagro que no pierda el buen humor.
https://www.alainet.org/es/articulo/108171
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