La batalla de Cancún: Balance de una victoria

25/09/2003
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Son pocas las veces en que el movimiento social puede cantar victoria. Cancún es ya una de ellas. Junto con Seattle, la batalla de Cancún forma ya parte de los hitos del movimiento global de resistencia. El "colapso" (según las propias palabras oficiales) de la V Cumbre Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), con un desenlace que ni en los cálculos más optimistas imaginábamos, y el saldo positivo de la gran diversidad de acciones desplegadas en Cancún adentro y afuera de la Cumbre, incluyendo el sacrificio del compañero Lee que la dejaría marcada tempranamente y para siempre, representaron un triunfo en toda la línea para quienes convocamos a la movilización para descarrilar el tren de la OMC --porque ciertamente éste se descarriló estrepitosamente en Cancún. Claro, como se dice comúnmente, para no caer en triunfalismos, se ganó una batalla, no la guerra, pero el hecho queda ahí para celebración y estímulo del movimiento global. Intentarán encarrilar de nuevo a la OMC, no hay duda, y los dueños del poder y el dinero del mundo lo siguen teniendo, pero el panorama se les ha complicado, tendrán que partir de este fracaso. Ciertamente, el desenlace no es sólo mérito del movimiento social. Éste, no sólo en Cancún sino antes y en su dimensión global, jugó un papel fundamental --sin la presión social los gobiernos podrían haber tenido más comodidad para arreglar sus diferencias. Pero, en realidad, detrás del naufragio de la OMC en Cancún se encuentra la combinación de un conjunto de factores, entre ellos las contradicciones entre las grandes potencias y, sobre todo, el surgimiento de un bloque de países del Sur que por primera vez en mucho tiempo no se alinearon ciegamente a la agenda y los designios de las grandes potencias. La unilateralidad se empantana en Cancún En efecto, un elemento determinante para el fracaso de la OMC en Cancún fue la aparición de un bloque de países "pobres" de África, Asia y el Caribe, y del llamado grupo de los 20 (que terminó en 23) encabezado por Brasil que, muy limitadamente y sin cuestionar el fondo de las reglas del "libre comercio", se resistieron sin embargo a aceptar que se pasase de lado el tema de los subsidios agrícolas y se avanzase en abrir una ronda de negociaciones sobre los temas de servicios y propiedad intelectual, así como sobre los llamados "nuevos temas" o "temas de Singapur" (inversiones, compras gubernamentales, políticas de competencia y facilidades al comercio) sobre los cuales además crecían también las controversias. Si bien las divergencias entre Estados Unidos y la Unión Europea sobre los subsidios agrícolas, y entre ambos y algunos países en desarrollo sobre éste y otros temas, presagiaban la posibilidad de que no se avanzara en abrir una nueva ronda de negociaciones en Cancún, no se esperaba un rol tan decisivo del bloque del Sur y un desenlace tan abrupto. Todavía la noche del 13 de septiembre el gobierno mexicano, que presidía la cumbre y que estuvo jugando un doble juego "aliándose" al grupo de los 20 y al mismo tiempo empujando la agenda de los países ricos, se decía seguro de que el texto de declaración que presentaría al día siguiente y que principalmente reflejaba la visión norteamericana, sería aprobado. Las grandes potencias no dejaron de presionar para imponer su agenda e incluso se hablaba de prolongar la cumbre hasta el 15 para llegar a acuerdos. El 14 a las tres de la tarde la cumbre se colapsaba ante la negativa definitiva de países en desarrollo de llegar a un "consenso". Es decir, la OMC fracasaba en su intento de adquirir nuevos temas y más poderes para regir la economía mundial, pues era esto y no sólo el intercambio comercial lo que estaba en juego. Aún antes de la cumbre y especialmente ahora después de su fracaso, los gobiernos han insistido en la versión de que Cancún era simplemente una estación de paso, pero la verdad es que ha representado un golpe importante a la OMC y a la institucionalidad global neoliberal de la que forma parte. Así lo han tomado el FMI y el Banco Mundial en la reunión que inmediatamente después sostienen en Dubai. Además del intento por reencarrilar a la OMC en próximas reuniones y del chantaje que inmediatamente comenzarán a jugar las grandes potencias, con las múltiples palancas a su disposición que se han encargado de brindarles los propios países del "tercer mundo", las potencias seguramente se enfocarán ahora en empujar sus intereses encubiertos bajo el "libre comercio" en otros escenarios: los tratados de libre comercio regionales y bilaterales. En América, Estados Unidos seguramente presionará para avanzar en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y en tratados bilaterales como el que negocia con Centro América, para los que tiene un terreno muy avanzado desde el TLCAN. Falta ver, sin embargo, si las dificultades enfrentadas en la OMC se trasladan también hacia escenarios como el del ALCA. Precisamente, la principal interrogante que nace de Cancún es si el bloque, o los bloques mejor dicho, de países en desarrollo se mantendrán en lo que sigue del proceso de la OMC y aun en otros escenarios regionales. Hay que tomar en cuenta que la "oposición" de estos gobiernos aun en temas como el de la agricultura era muy limitada, pues se centraba en la cuestión de los subsidios y en el acceso a los mercados del norte, soslayando el tema central de la protección de las economías agrícolas propias, la soberanía y la seguridad alimentarias. Sobre todo está en cuestión cuál será su actitud frente a la negociación de los nuevos temas, que constituyen el corazón de la nueva ofensiva de las grandes corporaciones para ir más allá del comercio: imponer reglas mundiales a su favor sobre inversiones y limitar aún más la rectoría de los estados. Habrá que analizar más detalladamente al mentado bloque para prever su posible dinámica, pues en realidad está muy lejos de representar un bloque homogéneo "tercermundista"o una convergencia profunda y de mediano plazo en torno a un proyecto alternativo de globalización, de otro modelo de intercambio entre naciones o de un nuevo multilateralismo; en él coincidieron hasta ahora circunstancialmente una diversidad de razones e intereses que está por verse si resistirán las nuevas presiones imperiales en puerta. No hay que olvidar que la mayoría de esos gobiernos son de corte neoliberal y, como ya dijimos, no cuestionan el fondo del llamado "libre comercio". Sin embargo, sea por un mínimo gesto de dignidad, por simple pragmatismo, por cálculos e intereses contradictorios en las negociaciones o por un cierto renacimiento de una visión "tercermundista" -habrá que diferenciar entre países- el hecho es que la existencia misma del bloque de países en desarrollo -para seguir con la terminología en uso- significó un tropiezo serio para los planes imperiales y, esto es lo más importante e interesante, de mantenerse podría quizás estar dando paso a un nuevo escenario mundial en el que el unilateralismo de las grandes potencias, especialmente la norteamericana, no es tan incontestable, en el que el imperio desbocado comienza a encontrarse con un contrapeso, así sea tímido y limitado, desde un Sur que lo encara ciertamente no en una lógica anticapitalista, antiimperialista o siquiera antineoliberal, sino simplemente de elemental sobrevivencia. Para el movimiento social, para la resistencia global y aun para la izquierda esta contradicción será materia de valoración obligada en su estrategia. Precisamente, existen redes internacionales que desde hace años vienen trabajando en alimentar visiones alternativas que influyan en las esferas oficiales o en sus contradicciones, y que ahora deberán replantearse sus estrategias ante la posibilidad de un campo más fértil. Desde luego, estuvieron presentes en Cancún y, junto con el movimiento o como parte de él, contribuyeron a ganar esta batalla. La Batalla de Cancún Cualquiera que sea el peso que en el análisis de los resultados finales se le asigne al movimiento, lo cierto es que éste logró con gran éxito desplegar una diversidad de iniciativas de alto impacto tanto fuera como dentro de la cumbre oficial, lo que consiguió poner a ésta en jaque, alcanzar gran visibilidad, ganar la batalla de la legitimidad a pesar de las campañas de desprestigio y también que al final no tuviese que concentrarse en recoger heridos y sacar presos. Ciertamente también, como siempre, existen saldos positivos y negativos, y sacar las lecciones de ambos es fundamental para el camino que está por delante Veamos los primeros. Durante meses, el movimiento internacional fue fraguando lo que sería la cita que desde el 2002 fijó como la más importante en el escenario de la lucha global de este período. Además de aprovechar los espacios de otras citas internacionales, dos encuentros internacionales en la ciudad de México y múltiples visitas a la propia ciudad de Cancún la precedieron. En México se crearon para el efecto el Comité de Bienvenida a Cancún y el Espacio Mexicano encargado de coordinar las actividades. Diversas organizaciones instalaron sus "cuarteles generales" con antelación. Foros, seminarios y actividades preparatorias tuvieron lugar en diversas regiones de México, así como una importante campaña de propaganda. Se decidió convocar a un Foro de los Pueblos como paraguas un tanto virtual de la diversidad de actividades que de manera autónoma por parte de cada red y movimiento tendrían lugar (el foro campesino decidió funcionar completamente de manera paralela). Asumiendo la nueva fase del movimiento global, es decir, su capacidad no sólo de crear grandes acontecimientos en un lugar determinado, sino de actuar simultáneamente en diversas partes del mundo, se convocó a una semana de acción global del 7 al 14 de septiembre, con énfasis en las acciones del 9 y el 13. Llegó finalmente septiembre El movimiento global mostró nuevamente en Cancún su capacidad de darse cita para --por medio no sólo de actuar dentro de los espacios oficiales como ya se ha señalado, sino de de organizar una contracumbre y generar un acontecimiento social a partir de la diversidad de sus acciones- librar una batalla política en el lugar mismo donde se reúnen los poderes globales; ello se hizo en una lógica en primer lugar de resistencia, punto de partida indispensable, pero cada vez más también de generación de alternativas, las que contribuyen igualmente a ganar la batalla de la legitimidad y a construir una mejor correlación de fuerzas. En este último sentido, tuvieron lugar un amplísimo número de actividades y foros. Para sólo mencionar a algunos, antes del inicio de la cumbre oficial se realizaron la Convergencia de Medios Alternativos, el Foro Campesino, el Foro Indígena, el Foro de Pescadores, el Foro de Mujeres y el Foro Parlamentario ligado al Foros Social Mundial. A partir del 10, continuaron algunos de los mencionados y se llevaron a cabo el campamento de la juventud, el foro sobre macroproyectos, el foro de maquiladoras, el Foro Sindical, la Feria de Comercio Justo, la mesa de solidadridad con Cuba, seminarios sobre bosques, medio ambiente, guerra y libre comercio, y sobre los temas mismos de la cumbre, además de lanzamientos de iniciativas como la del Foro Social Americano y la campaña de Cancún a Miami, entre muchas otras actividades y reuniones, como las que sostuvo la Red Internacional de Movimientos Sociales y la Campaña Continental contra el ALCA. Estos foros alternativos funcionaron también sin duda como colchón, referente o retaguardia -según se les quiera ver-- de las acciones en la calle y adentro del perímetro de seguridad. Precisamente porque, tratándose de una cita que tenía lugar de cara y simultáneamente a un evento gubernamental --a diferencia de encuentros como el Foro Social Mundial que tienen una lógica propia o autónoma-, el perfil de la protesta era más relevante que el de las discusiones. La primera movilización importante fue la convocada por la Vía Campesina, a la que se sumaron todos los actores nacionales e internacionales presentes en Cancún en ese momento. La marcha partió de la conocida como Supermanzana 21, la zona en la que funcionaron muchos de los foros y se instalaron los campamentos campesino, indígena, de jóvenes, de la caravana de Chiapas y de diversas organizaciones civiles, zona que deliberadamente se concibió como territorio propio del movimiento social durante esos días. Fue precisamente al final de esa marcha, al momento de topar con la valla policíaca que se instaló nueve kilómetros antes del Centro de Convenciones donde sesionaban los gobiernos, que el compañero Lee Kyung Hae de Corea subió a la valla y se encajó en el pecho la navaja que horas después le causaría la muerte, en un sacrificio que marcó desde ese momento a la cumbre y a la movilización, cambiando por completo la dinámica de los acontecimientos, colocándolos en el nivel más alto de la protesta. En medio de la sorpresa de todos, incluyendo la de sus compañeros, e incomprendido y controvertido desde la perspectiva de la cultura occidental judeocristiana en un principio, con el paso de las horas la decisión tomada con toda conciencia y antelación por Lee para sacudir al mundo con la imagen de las víctimas de la globalización neoliberal, a costa de su propia vida, quedó como un hecho claro y contundente que pesa sobre los gobiernos de la OMC. Ahora todos se pelean por adueñarse de Lee, hasta el presidente municipal de Cancún, que se ha propuesto erigirle un monumento en el lugar en que se inmoló. Pero más allá del impacto del sacrificio del Sr. Lee (como lo nombran sus propios compañeros), definitivamente lo más destacado del movimiento en Cancún fue sin duda la participación de la delegación coreana. Primero porque como nadie hizo el esfuerzo para que casi 200 compañeros de un país tan alejado como Korea - -entre campesinos, sindicalistas de la KCTU, organismos civiles y políticos agrupados en la coalición KOPA-- llegaran hasta México, precedidos por muchas actividades en Korea mismo y sorteando todos los obstáculos. Segundo, porque fueron permanentemente, desde el primero hasta el último día que estuvieron en Cancún, un ejemplo de combatividad, organización y disciplina como venido de otros tiempos. Esa disposición, y aún más después del sacrificio del Sr. Lee, les ganó una autoridad moral y política que fue la clave para el éxito de la manifestación final, como veremos. Lo importante, sin embargo, no fueron sólo las manifestaciones. Diversas acciones callejeras fueron realizadas diariamente por la caravana de jóvenes, otros de los principales protagonistas. Conforme pasó el tiempo, de más en más los jóvenes también incursionaron dentro de la zona restringida, traspasando y resistiendo los desproporcionados dispositivos policíacos (con la asesoría de la policía internacional, incluyendo a Sctodland Yard) hasta el mismo frente del Centro de Convenciones. Mención aparte merece el Centro de Convergencia (de colectivos por afinidad) que, como en otras citas del movimiento global de resistencia, estuvo presente con una actividad intensa desde días antes de la cumbre con toda su imaginación y creatividad, con sus cientos de efectivos nacionales e internacionales, algunos veteranos de otras batallas. De ahí salieron los jóvenes de Argentina y Estados Unidos que tomaron de madrugada una grua de construcción de sesenta metros de altura que se encontraba exactamente frente a la sede oficial para colgar una manta gigante en la que le decían a los gobiernos de la OMC "que se vayan todos" y en la que estuvieron más de 24 horas frente al temor del Estado Mayor que controlaba la seguridad de que se fueran a tirar --tuvimos que aclararle a las tres de la mañana que no se pensaban tirar a menos que fueran por ellos-para después retirarse sin ser detenidos. De ahí salieron los que protestaron desnudos en la playa, o la banda que venida desde Seattle animó las manifestaciones, de ahí muchas otras iniciativas hasta la marcha final en la que también contó su alto grado de organización. Y no hay que olvidar que hasta adentro del propio recinto oficial redes de ong's -destacadamente de Nuestro Mundo no Está en Venta- realizaron protestas y desobediencia civil, con un mecanismo de coordinación "adentro y afuera" que mostró que no iban sólo a cabildear. Total que el cerco se rompió aunque las manifestaciones hayan sido detenidas kilómetros atrás. Y no se diga de otras acciones "colaterales", como la del barco de Green Peace que simultáneamente impidió la salida de un barco cargado de transgénicos del Puerto de Veracruz. Así se llegó a la manifestación del 13. Mientras que algunas organizaciones, principalmente sindicales, decidieron permanecer en el llamado Km 0, la mayoría de los manifestantes continuaron hasta la valla que la policía había recorrido 500 m. adentro de la Av. Kukul Kan que comunica a la ciudad con la zona hotelera. Con pinzas para cortar alambre y con enormes cuerdas tejidas por los coreanos jaladas por cientos, se derribó la doble valla metálica que nos separaba del cordón policiaco. Al frente mujeres, principalmente indígenas y jóvenes de distintos países. Rodeados por los cuatro costados por la policía, cuando todos temían el enfrentamiento, se realizó únicamente un acto simbólico de quema de muñecos de la OMC, se les entregaron flores a los policías y se retiró ordenadamente la manifestación. Aun los grupos que iban listos para todo, con cascos, mascaras antigas e incluso palmeras que habían derribado para ser usadas como arietes, se replegaron. Lo más "agresivo" que ocurrió fue una cubetada de mierda que le tiraron a la policía. Todo mundo, empezando por el gobierno y la policía, quedó sorprendido. El grado de organización y disciplina, al que se plegaron aun los grupos más inclinados al enfrentamiento, para mostrar que se podía traspasar la valla que coartaba el derecho a manifestación pero al mismo tiempo guardar la calma y retirarse en orden antes de propiciar una confrontación fue posible como decíamos en buena medida por la autoridad moral que había ganado la delegación coreana en varios días de lucha común. La repercusión mediática fue inmediata y la opinión pública respondió positivamente valorando al final de cuentas la disposición y entrega mostrada por quienes llegaron a protestar a Cancún pero también su inteligencia. En fin, que éstas fueron algunas de las múltiples caras que tuvo la batalla de Cancún. El 14 se colapsaba la cumbre y las acciones terminaban con una manifestación impactante y aleccionadora, con un símbolo de lucha encarnada en el compañero Lee y con un saldo blanco sin presos y heridos. El movimiento puede celebrarlo, ha salido de Cancún con una victoria y muchas lecciones cargando en sus mochilas. Algunos otros saldos y lecciones Si el saldo global es positivo, no todo es miel sobre hojuelas, sin embargo. De los errores también se tiene que aprender. Y no me refiero a aquellos que sólo ven los organizadores, que siempre los hay, sino a los saldos políticos negativos de los que también tiene que partir el movimiento en la siguiente etapa. Para empezar, no todo salió conforme a lo planeado. Se llamó a una acción global y, aunque se realizaron diversas acciones en varias regiones de México y el mundo, éstas estuvieron muy lejos de lo que se esperaba a partir de las múltiples convocatorias y compromisos que se hicieron en diferentes espacios internacionales. La capacidad del movimiento de conectar la agenda global a lo local y de actuar simultáneamente en el plano internacional no se mostró del todo. Pueden existir diversas explicaciones, incluso prácticas, para ello, pero ahí está un déficit sobre el que es necesario reflexionar. Cierto, el hacer transcrecer al movimiento en ese plano no resta importancia a la necesidad de continuar concentrando esfuerzos en citas como las de Cancún, no por perseguir las reuniones de los poderosos como objetivo central que puede terminar desgastándose, pero sí como un elemento estratégico en la batalla política por cambiar la correlación de fuerzas. Victorias como la de Seattle y la de Cancún fortalecen la lucha contra la globalización neoliberal en todas partes. Pero hay que librarla en todas partes si se quiere realmente ganar. El problema fue, sin embargo, que tampoco llegaron a Cancún todas las fuerzas internacionales que se esperaba. ¿Qué las detuvo, además de los obstáculos migratorios que interpuso el gobierno mexicano, los calendarios regionales y los aspectos financieros, que sin duda pesaron pero que no lo explican del todo? Tampoco llegaron todos los miles de mexicanos que se esperaban. Sin duda pesó en buena medida la falta de recursos para transportar a muchísima gente que quería ir y no tenía posibilidades de pagarse el viaje y su manutención en Cancún. Pero tampoco lo explica del todo. Lo cierto es que el movimiento social mexicano no atraviesa por su mejor momento. Sería largo entrar a analizarlo a detalle en este artículo. Lo que sí se puede decir en general --más allá de la desarticulación, atonía o perspectivas confusas que pueden existir en el movimiento mexicano-- es que en la medida en que sí se vienen dando luchas importantes y masivas, su falta de expresión en Cancún revela la todavía gran desconexión entre las luchas reivindicativas o defensivas específicas y la agenda global. Pero esto es quizás también cierto en el plano internacional. Existe una diferencia notoria, sin embargo, entre el desarrollo del movimiento sobre temas globales en Europa, por ejemplo, y el de América Latina, lo que quedó claro incluso durante las movilizaciones contra la guerra de intervención en Iraq. Queda ahí para la reflexión y el debate. El saldo más preocupante, sin embargo, fue el hecho de que, a pesar de los buenos resultados y de que no explotó frente a la opinión pública a costa del hígado de muchos, antes y durante Cancún se produjeron divisiones y falta de coordinación que hicieron peligrar por momentos la buena marcha de las cosas. Hubo un renacimiento preocupante de visiones sectorialistas, hegemonistas, sectarias, anti ong's (aunque el que esto escribe comparte muchas de las críticas a algunas ong's), de desprecio a otros actores o de plano de "agandalle" (en buen mexicano) y mezquindad que se habían venido superando en los diferentes espacios del movimiento global con un espíritu de alianzas multisectoriales, de unidad sobre consensos, de horizontalidad y de respeto por el otro, lo que significó un retroceso. Una cosa es el indispensable fortalecimiento de las coordinaciones sectoriales, de su autonomía, de su natural protagonismo (en el buen sentido), y otra el querer imponerse por encima de los demás y vulnerar la necesaria unidad sobre todo en momentos críticos frente a los gobiernos, como era el caso en Cancún. Tal situación se reflejó incluso en el hecho de que no todos los participantes coincidieron en la marcha "central" del 13, pues la mayor parte de los contingentes campesinos e indígenas se habían retirado ya, y algunos otros como los sindicalistas, que llegaron hacia el final de la semana, lo hicieron mermadamente al parecer por sus reservas ante el "clima de enfrentamiento". Aunque esta marcha fue mayor que la del 10 podría haber sido más grande en otras circunstancias. Y también queda para la reflexión la cuestión de si es conveniente realizar foros alternos antes de los eventos oficiales y retirarse cuando éstos están en su apogeo, pues esto había venido siendo superado por el movimiento que ha tendido a actuar simultáneamente. Así que a pesar del triunfo, el movimiento sale un poco lastimado de Cancún. Y de esto también hay que partir para las luchas futuras. De Cancún a Miami La siguiente cita importante para el movimiento, al menos en América, es la que tendrá lugar en Miami del 19 al 21 de noviembre. Ahí estarán reunidos los ministros de economía y comercio que negocian el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). La cita cobra mayor importancia después del fracaso de la OMC en Cancún, pues como ya señalamos Estados Unidos intentará presionar más beligerantemente y avanzar en sacar en el plano regional las ventajas que no pudo obtener aún en el marco global. Para ello cuenta con el terreno avanzado por medio de los tratados bilaterales que ha venido imponiendo desde el TLCAN, los que contienen ya candados más graves a favor de las corporaciones que lo que se discutía en la OMC. Seguir afirmando su hegemonía en el continente americano por medio de estos tratados bilaterales y macroproyectos subregionales (como el PPP) adquiere ahora aún más relieve en la estrategia norteamericana, incluso en la perspectiva de la competencia global exacerbada con los otros bloques económicos. Pero no deja de tener importancia para EU el contar con un marco formal estratégico en el cual acomodar estas piezas del rompecabezas que viene armando, es decir, el ALCA como constitución económica continental bajo la hegemonía norteamericana. Por otro lado, ciertamente el tropiezo de Cancún coloca al mismo tiempo mayores dificultades para las pretensiones estadunidenses, pues los países latinoamericanos cuentan a su favor con las objeciones levantadas por los países en desarrollo en el marco de la OMC. Si la lógica del bloque de países en desarrollo que se dio en Cancún se traslada al escenario del ALCA, podríamos estar viendo en Miami también su descarrilamiento o al menos un estancamiento que podría poner en cuestión el plazo de enero del 2005 para la aprobación del ALCA. Por lo pronto, las organizaciones norteamericanas se preparan ya con grandes esfuerzos para llegar a la cita de Miami, en un país que continúa sometido deliberadamente al espectro del 11 de septiembre y en una ciudad especialmente difícil para las protestas sociales. Estarán acompañadas desde luego por la Alianza Social Continental (ASC) y por la Campaña Continental contra el ALCA, no sólo para ayudar a organizar y estar presentes, sino también como ya lo han acordado para acompañar las actividades de Miami con una jornada continental de movilizaciones. La experiencia acumulada durante estos años por la ASC y por la campaña contra el ALCA en el terreno de la construcción de la unidad y la acción ayudará también sin duda a no repetir los errores de Cancún. El camino de Cancún a Miami y a las siguientes luchas parte entonces de una victoria; el movimiento global enfrenta sus próximos retos con este acervo y con sus lecciones, buenas y malas, y con formas de articulación valederas. Permitámonos, entonces y por un momento, pecar un poco de optimismo. * Artículo escrito para el No. 11 de la publicación del Observatorio Social de América Latina (OSAL) del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)
https://www.alainet.org/es/articulo/108460?language=en
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS