ALCA/TLC: Oportunidades y amenazas
- Opinión
“Para que nada nos separe, que no nos una nada”
Pablo Neruda
Por fin, al cabo de las quinientas, se ha empezado a descorrer el velo que impedía a los colombianos acceder a la información atinente a los procesos en curso, que nos han de llevar ya sea al Acuerdo de libre comercio de las Américas (ALCA) o eventualmente al Tratado bilateral de libre comercio (TLC) con los Estados Unidos. En lo corrido de este año no se ha hablado de nada diferente y no es para menos, pues este no es asunto de poca monta; en ello nos estamos jugando la suerte futura del país, de su desenlace dependerá su viabilidad económica y social, así como su estabilidad política.
Preocupa sobre manera que sobre este particular este como el anterior gobierno siga dando tumbos, pues ningún viento le es favorable a quien no tiene claro cuál es su puerto de destino. Ello se puso de manifiesto con ocasión del foro reciente de Portafolio, que sirvió de escenario para darle un vistazo a tan peliagudo tema. Allí se puso de manifiesto que cada uno de los altos funcionarios del gobierno anda por su lado y maneja su propia agenda; que el equipo económico del gobierno se asemeja cada vez más a una banda de jazz, pues cada quien lleva su ritmo y no guardan ninguna armonía entre sus integrantes.
¿ALCA, TLC, MERCOSUR o las tres cosas?
Mientras nuestro flamante Embajador en Washington, Luis Alberto Moreno, al instalar el Foro hizo énfasis en que “…la prioridad debe ser un Acuerdo bilateral con E.U y, en consecuencia, el ALCA debe pasar a segundo plano…el panorama es claro: el ALCA no tiene hoy la dinámica que Colombia necesita, está frenado por la posición de MERCOSUR, especialmente Brasil y es muy probable que no regirá a partir del 2.006, para cuando se habrán acabado las preferencias arancelarias del APTDEA”1; el Ministro de Comercio exterior al clausurarlo dejó bastante patidifuso al auditorio cuando afirmó al referirse al ALCA que “…nosotros vamos por los dos caminos y en función de los desarrollos veremos si prima lo uno o lo otro2. Y para mayor desconcierto, al intervenir el Embajador de Colombia ante la OMC, en Ginebra, Hernando José Gómez, recientemente designado como Jefe de las negociaciones comerciales con los E.U, afirmó que “El TLC es un instrumento más y muy importante de la política comercial colombiana y por esto se busca ampliar el mercado europeo y el de otros países, incluidos los de la región…El ALCA es nuestro mercado hemisférico y tiene sentido empujarlo…el ALCA y el TLC van a tener un proceso paralelo, pero cada uno tendrá su propio ritmo”3. Lo único que se saca en claro de este batiburrillo, es que mientras el Embajador Moreno plantea como estrategia de negociación enrumbar al país hacia el TLC con los E.U, Gómez y Botero son más cautelosos y prefieren dejar la escotilla abierta a las otras alternativas.
Ya nos habíamos referido al desacierto de voltearle la espalda a nuestros socios y vecinos y al error de tirar por la borda más de 30 años de esfuerzos, dejando lo cierto por lo dudoso4, sobre todo si tenemos en cuenta que las exportaciones colombianas que tienen tal destino en un altísimo porcentaje corresponden a manufacturas, intensivas en mano de obra; a diferencia de las exportaciones a los E.U, en cuya composición prevalece el renglón de materias primas.
Rudolf Hommes: entre el cinismo y la incoherencia
Resulta contradictoria la posición de Rudolf Hommes, quien venía sosteniendo bien orondo que “Lo que no producimos a un costo razonable, lo deberíamos dejar importar para que la población colombiana se beneficie de los subsidios de los países ricos”5, para defender la libre importación de productos agrícolas de los E.U y de la U.E; pero, ahora, para oponerse a los acuerdos con MERCOSUR, pone el grito en el cielo por que, según él, las importaciones desde allí darían al traste con la cría de pollos, que entrarían a más bajo precio de Brasil y con los cultivos de maíz y soya, porque no somos capaces de competir ni con Brasil ni con Argentina. Y concluye que “Si nos atenemos a la economía solamente deberíamos enfocarnos hacia el Norte, por ahora”6; olvidándose que Brasil es la octava economía del mundo y además, es nuestro aliado estratégico en la defensa del mercado del café. Claro que Brasil ya ha manifestado su disgusto por las vacilaciones del gobierno colombiano y se ha mostrado dispuesto a retirar los beneficios otorgados por MERCOSUR para un grueso listado de productos a través de los denominados “acuerdos de alcance parcial”, de no lograrse un acuerdo de aquí a diciembre, como fue acordado en la Cumbre de presidentes de Rionegro. Esto sería grave, toda vez que estos beneficios cubren el 90% de la oferta exportable que tienen los andinos hacia MERCOSUR. Brasil otorga preferencias a 2.734 partidas arancelarias de los andinos y Argentina a 2.608. Una vez más se cumple aquello de que en economía no hay almuerzo gratis.
Como lo afirma el diario de los Santos “Sería gravísimo que el gobierno no unificará sus posiciones y que el Presidente Uribe fuera quien, como última instancia, tuviera que coordinar distintos equipos y escoger entre opciones excluyentes77.8
Por ello, no es extraño que una de las conclusiones a las que arribaron 11 centros académicos que fueron consultados al respecto por parte del Ministerio de comercio exterior, es que Colombia carece de una clara estrategia negociadora. Esto dice la Universidad Nacional: La gran preocupación en estos momentos es saber qué condiciones tenemos para competir y conocer la visión del gobierno, de cuál debe ser la posición de la economía colombiana en el entorno internacional…existe la incertidumbre frente al tema de la política industrial, como punto de partida de cualquier proceso de negociación…No se puede negociar bien si no se sabe si el país es competitivo o no, o qué tenemos para competir.8
No hay unidad de criterio en el gobierno
Coincide con el concepto de la Universidad externado, cuando afirma que “Aunque existe la idea de posicionarla internacionalmente, Colombia no tiene una visión de largo plazo…La falta de una estrategia se refleja en el hecho de que no hay un puente que una las negociaciones del ALCA con el Plan de desarrollo…En el gobierno falta unidad de criterio frente a las diversas negociaciones que se adelantan…No hay articulación completa del tema con otros ministerios (Ambiente, Protección social y Educación) y con otros sectores que serán fundamentales en la puesta en marcha del ALCA (la DIAN y gremios como ACOPI) y, por otro lado, la falta de información adecuada de cara a los ciudadanos”9. La reacción a este descarnado diagnóstico no se hizo esperar y corrió por cuenta del ex Ministro de Hacienda y de Comercio exterior Juan Manuel Santos, quien cuestionó dicho pronunciamiento y acotó que “…si esa es la conclusión de las universidades, entonces los estudios que se contrataron no son útiles”10.
Será, entonces, que los estudios sólo son “útiles” cuando dicen lo que el gobierno que los contrata quiere escuchar?. Aunque la Vice Ministra de Comercio exterior, Claudia Uribe Pineda, se molestó por las aseveraciones de los centros académicos, les dio la razón cuando afirmó sin pestañear que “Para saber si uno gana o pierde un partido, toca entrar a la cancha”11. Por eso será que no se han dado el trabajo de realizar un estudio serio y profundo, que nos permita establecer los costos y los beneficios sectoriales y regionales en que incurriremos, ya sea con el TLC que desvela tanto al Embajador en Washington o con el ALCA, que sigue siendo el propósito fundamental de la administración Bush. A estas alturas, el DNP no cuenta todavía con tales bases, sólo disponen de un Documento de trabajo con un alcance preliminar; así las cosas, no es de extrañar que anden todos a tientas, a la topa tolondra.
Por lo visto, la esquizofrenia es total; quienes llevan la vocería del gobierno han perdido la cabeza. Resultado de tal ensayo son los siguientes, según los cuales, a mediano plazo, el TLC con E.U contribuiría a elevar la tasa de crecimiento del PIB interno en un punto adicional: 12
De eso tan bueno no dan tanto
Pese al sesgo del Documento, que favorece la decisión de avanzar en la dirección del TLC con los E.U, se alcanzan a barruntar en él algunas conclusiones que no son las más alentadoras. Entre ellas, que las importaciones crecerán a un ritmo mayor que las exportaciones, acentuando el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos del país, que se verá agravada con la caída de los volúmenes y del precio del crudo exportado.
Esta perspectiva de suyo grave, es la que debe haber movido al Ministro de Comercio exterior, Jorge H. Botero, a alertar al país sobre la proximidad de una crisis cambiaria a la que se puede ver abocado el país. Empero, se habla un mejoramiento del bienestar de los colombianos a consecuencia del TLC, al beneficiarse por una sensible baja de los precios de los bienes de consumo; asumen una perfecta movilidad de los factores productivos, incluida la fuerza de trabajo, de tal modo que estos se desplazarán hacia aquellas actividades en las que seamos más competitivos, al tiempo que el mayor empleo y el mayor crecimiento de la producción resultan axiomáticos en dicho documento. Pero, al final, advierte de los costos fiscales que le significarán al país, ya sea el TLC (US$590.6 millones) o el ALCA (US$806.5 millones). Esta última cifra equivale a lo recaudado por el impuesto al patrimonio; con la cual se agudizarán nuestras afugias fiscales, no quedándole al gobierno otro camino que aumentar la tarifa promedio del IVA entre 4 y 5 puntos, como lo sugiere el mismo estudio.
Algo parecido nos ocurrió hace 12 años, cuando se le dio la ventolera al gobierno de Gaviria de acelerar la apertura, reduciendo dramáticamente los aranceles, con lo cual se resintió el fisco, bajando ostensiblemente los ingresos fiscales derivados del comercio exterior, del 19.75% al 8.68%, no encontrando otro camino para tapar el hueco fiscal de entonces que reajustar la tarifa del IVA del 10% al 14%, con lo cual se lesionó tremendamente el bolsillo de los contribuyentes, distorsionando aún más la estructura impositiva, cada vez más regresiva y en consecuencia inequitativa, dado el peso cada vez mayor de los impuestos indirectos sobre los directos (los ID pasaron del 4.5% del PIB en 1970 al 4.5% en el 2000; los II de 4.4% al 8.4%, dentro de la misma “horquilla”), siendo aquellos por su propia naturaleza regresivos. Ello explica en muy buena medida la profundización de la brecha de la desigualdad de ingresos en Colombia.
Improvisar, improvisar, improvisar.
Estas contradicciones y las tensiones a que dan lugar en el seno del gobierno, delatan la improvisación y la imprevisión con la que se viene manejando este asunto tan vital, las cuales dan lugar a las ambigüedades en sus posiciones y denota la falta de orientación por parte del Presidente, que es el llamado a trazar la línea a seguir, absorbido como lo está por lo tejemanejes de sus consejos comunitarios y su obcecación con la seguridad democrática, para no mencionar los ajetreos del Referendo. Lo urgente y las minucias en el gobierno, parecen estar relegando lo importante y trascendente; como en la paradoja de Huidobro, los árboles no dejan ver el bosque.
Este no es el primer episodio en el que queda al descubierto las incoherencias del gobierno en materia tan delicada. Ya nos referimos a lo que pasó con la Cumbre andina en Rionegro, presidida por el Presidente Uribe, a la cual llegó el Ministro con la consigna de poner la proa hacia el Norte y el Presidente se inclinó finalmente por la reactivación del proceso de integración de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) con MERCOSUR y así quedó consignado en la Declaración de Quirama12. Lo irónico es que clausurada la Cumbre y cuando aún no se había secado la tinta de la rúbrica presidencial estampada en dicho documento, una Comisión del más alto nivel del gobierno ya estaba empacando maletas, pero para viajar a Washington, a proseguir sus rogativas en pos del TLC y no a Brasilia, por la premura en hacerlo, dado que se fijó perentoriamente el plazo hasta diciembre para lograr concretar dichos acuerdos. Salta a la vista la inconsecuencia de la parte Colombiana, la cual ha venido propiciando la desbandada de la CAN, en virtud de la cual dos de sus socios, Perú y Bolivia junto con Chile, son ya adherentes de MERCOSUR en calidad de asociados, mientras Venezuela ya tiene un pie allá.
Estos desvaríos del gobierno van a contrapelo de lo previsto en la Carta magna; Colombia está faltando no sólo a sus compromisos, sino a lo que dispone la propia Constitución Nacional, tanto en su Preámbulo como en los artículos 9 y 227 que la compromete “…a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana”, con prioridad a cualesquier otro embeleco. La Constitución es perentoria en ello y establece que “…la política exterior de Colombia se orientará hacia la integración latinoamericana y del Caribe”. Mas claro no canta un gallo. 13
Ensillando antes de comprar la bestia
Y es que para el Embajador Moreno la reciente visita de Robert Zoellick “…marcó un punto de quiebre para mostrar que sí existe un interés por parte de E.U. en alcanzar un Acuerdo, es decir, ya sonó el pitazo inicial y el balón está en nuestra cancha”13. Al respecto, el circunspecto emisario gringo, luego de su visita, en la rueda de prensa de rigor, se limitó a dejar consignado que “Podemos comenzar a trabajar hacia la posibilidad de un Acuerdo de libre comercio” 14, lo cual no fue óbice para que el Ministro de comercio exterior saliera a cantar victoria anticipadamente, por que “Colombia y E.U. estarían firmando un Acuerdo de libre comercio a finales del próximo año y para ello las negociaciones oficiales comenzarán en el primer trimestre del próximo año” 15.
Queda evidenciado que los del afán son los funcionarios del gobierno, que quieren precipitar un acuerdo a la mayor brevedad, sin parar mientes en las consecuencias que se pueden derivar de su apresuramiento. Es bien sabido que está en marcha la “ronda del desarrollo” que tuvo su origen en la Cumbre de Doha en noviembre del 2001, Qatar, y que deberá concluir el primero de enero del 2005, que recoge las demandas de los países subdesarrollados, en particular de Colombia, que hace parte del G-20, que ahora son 21, como integrante que es del Grupo Cairns, que presentó a los países líderes de la Organización Mundial de Comercio (OMC), los de la U.E, E.U y Japón, una contrapropuesta en relación a los aranceles compensatorios (antidumping), a las ayudas internas y a los subsidios agrícolas que ellos les mantienen a sus exportaciones y en general a las Medidas Generales de Ayuda (MGA), distorsionando el libre comercio que ellos mismos tanto pregonan pero no practican.
Según el Ministerio de Comercio exterior dicho Grupo se propone lograr “…una reducción sustancial de las ayudas internas distorsionantes y la eliminación de los subsidios a las exportaciones…”16. Hay que celebrar el hecho de que en la Cumbre de Cancún, los Ministros de agricultura y el de Comercio exterior de Colombia se han mostrado en sintonía, en tanto el primero afirmó que “El compromiso de los países desarrollados para eliminar o reducir subsidios al agro constituiría una condición para empezar las negociaciones de un tratado de libre comercio con E.U” 17, el segundo no fue menos enfático al advertir que “…nosotros tenemos que velar para que en este escenario se negocien esos subsidios internos con el fin de que el tratado con Estados Unidos parta de bases menos inciertas” 18
Esta “ronda” arrancó con el pié izquierdo, en la medida que la fecha límite inicialmente fijada (marzo/2003) para acordar el calendario de desmonte de las mismas se incumplió, debido al contrapunteo que mantienen los E.U y la U.E, enzarzados en sus mutuas recriminaciones, a consecuencia de lo cual los países en desarrollo han quedado de jamón en ese emparedado, por lo que será indispensable acordar uno nuevo. Como si estuvieran jugando una partida de ping pong, Robert Zoellick dice que E.U está dispuesto a abrir sus mercados, eliminar sus subsidios a la exportación y reducir sustancialmente sus subsidios a la producción si otros países ricos, en alusión a la U.E., que también plantea lo mismo, aunque en sentido contrario. Se está a la espera de lo que ocurra en la crucial reunión en el balneario mexicano de Cancún a partir del día de hoy, en donde se darán cita los 146 países miembros de la OMC. Del pulso entre unos y otros dependerá la suerte no solamente del sector agropecuario sino de toda la economía y la de todos los colombianos y así lo entiende el Embajador de Colombia ante la OMC: “Nosotros estamos dispuestos a ´jalarle´ a una ronda ampliada, en temas no necesariamente relacionados con el comercio, sólo si hay resultados en otras áreas, como la agricultura” 19. Y no puede ser de otro modo, pues como lo afirma el mismo Embajador “…las negociaciones de acceso a mercados, en particular el agrícola, es prioritaria” 20. 21
Las grandes potencias mantienen sus pretensiones proteccionsitas
Según ha trascendido, los términos de los borradores que servirán de base para las negociaciones que apenas inician, están muy lejos de colmar las expectativas de los países en desarrollo y por ello la Cumbre arrancará con su rechazo categórico a las pretensiones de las grandes potencias de mantener por más tiempo los subsidios, las ayudas internas y las trabas al comercio, “…un sistema que cosecha pobreza alrededor del orbe, en el que los E.U, la U.E y Japón conspiran para despojar a los agricultores pobres del mundo hasta de las más mínimas oportunidades” 21. Esto es parte de la hipocresía de la retórica del libre comercio que con tanto aspaviento pregonan dichas potencias; “…esto es moralmente depravado.
Con nuestras acciones estamos cosechando pobreza alrededor del mundo…E.U y sus ricos aliados no erradicarán la pobreza ni derrotarán el terrorismo por esa causa”, continúa diciendo el editorial del New York Times. Es que no se está hablando de naderías; son US$1.000 millones diarios los que le invierten los países industrializados en subsidios a la agricultura; son de tal magnitud las transferencias que le hace el gobierno de los E.U a sus productores agrícolas, en virtud de la Ley Agrícola de los E.U (Farm Hill/2002) que en el 2001 constituyeron el 50.8% de sus ingresos brutos en el caso de la leche, 48.4% para el azúcar, 46.8% para el arroz, 40% para el trigo, 26.4% para el maíz y 25.5% para las oleaginosas22. De este modo, se impide que a los productores rurales de los países subdesarrollados y periféricos les ingrese cada año una suma aproximada a los US$60.000 millones.
Recordemos que la “ayuda” que le prestan los países industrializados a aquellos que como el nuestro se reputan como países en vía de desarrollo sólo alcanza a los US$50.000 millones, una suma inferior a aquella. A ello se refirió el Presidente de México, Vicente Fox, en términos muy duros, en su discurso de instalación de la V Cumbre de Ministros de la OMC: “Es preciso detener el círculo vicioso en que, por una parte, los países donantes transfieren recursos en forma de ayuda para el desarrollo de los países receptores, mientras que por la otra, impiden su progreso poniendo restricciones al comercio” 23 De allí que les asista la razón a quienes sostienen que nuestros países más que “ayuda” lo que necesitan es que los países poderosos nos abran sus mercados a nuestras exportaciones.
Se nos viene a decir ahora, que en el caso de que Colombia firme un Acuerdo de libre comercio con los E.U “…tiene que proteger a los pequeños productores del campo, manteniendo los subsidios por un tiempo indefinido, como lo hizo México” 24. Cuáles subsidios, por Dios, si Hommes arrasó con ellos y con el agro hace más de una década; además, qué capacidad tiene Colombia de competir con la Tesorería de los E.U. Esas son puras pamplinadas! El Presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, fue aún más lejos al exhortar a los países miembros de la OMC a no desaprovechar la oportunidad política que supone esta nueva ronda negociadora, ya que “Un acuerdo que se ajuste al espíritu de Doha, que reduzca las tarifas aduaneras y haga bajar los precios podría aumentar la renta mundial a US$520.000 millones” 25
La U.E se adelantó a expresar sus reticencias respecto a una propuesta inicial atinente a la velocidad con que se daría la reducción de los subsidios directos y expresó críticas muy ácidas a las demandas para que los países ricos restrinjan siquiera las ayudas económicas al sector agrícola. En tono burlón y con un lenguaje áspero, poco diplomático, el Comisionado agrícola de la U.E, Franz Fischler, espetó que “…el Plan rompe el record en términos de retórica…están girando en una órbita diferente a la nuestra. Si quieren hacer negocios, deberán regresar al planeta tierra” 26, refiriéndose despectivamente a la propuesta del G-20! La reacción del G-20 no se hizo esperar, uno de sus voceros, el Ministro de Comercio de Australia, Mark Vaile le dio una enérgica respuesta, dijo enfáticamente que “…en Cancún, el Grupo no sacrificará el ambicioso mandato acordado en Doha, a cambio de un acuerdo rápido que no tenga en cuenta nuestras ambiciones27.
Para los paises pobres lo primero es la agricultura
Por su parte Roberto Rodríguez, Ministro de agricultura de Brasil, reiteró la posición de MERCOSUR, en el sentido de que si no se logran avances en el tema de la agricultura, no discutirán los demás temas contemplados en la agenda de la OMC, entre ellos los servicios y acceso a mercados para productos industriales, entre otros; del mismo modo que en las negociaciones del ALCA han dicho una y otra vez, ante la negativa de los E.U a negociar tales puntos, para remitirlos a la OMC, entonces MERCOSUR optaría por llevar a ella también todo lo concerniente a la propiedad intelectual, compras públicas, solución de controversias, salvaguardias, dumping, derechos compensatorios e inversión extranjera, tópicos estos que tanto interesan a los E.U. Esta confrontación condujo a un empantanamiento del proceso de negociación del ALCA y últimamente se viene hablando de un ALCA light, menos ambicioso, para sacar las negociaciones del estancamiento en el que están. Hay dos hechos de singular importancia que hacen apremiante avanzar en los acuerdos previstos; uno de carácter político, referido a la inminencia en elecciones en dos de los principales protagonistas en las negociaciones, E.U y la India, amén del relevo de los comisarios de comercio de la U.E; además el tiempo apremia, ya que al fijarse el 2.005 como fecha límite para alcanzar y consolidar los acuerdos, hace que los plazos sean angustiosos.28
El acuerdo bilateral: más deseo que realidad
Está muy bien que Colombia le dé la importancia que se merecen los escenarios de negociación multilaterales, como el de la OMC, pues “…además del espacio que le otorga a los países en desarrollo para negociar en forma balanceada, la reforma a la agricultura y a los llamados remedios comerciales (antidumping) solo se podrá dar en este marco” 29 y no hacerle el juego a las tentaciones unilateralistas de los E.U, tanto más cuanto que éstas vienen encontrando cada vez mayor resistencia tanto interna como externa. Ya son varios los candidatos a la Presidencia de los E.U que han empezado a tomar distancia de la estrategia de Zoellick de promover acuerdos bilaterales aquí, allá y acullá, sobre todo con países de Latinoamérica, cuyo mercado no es prioritario para ellos, pues sus exportaciones a Centroamérica sumadas a aquellas dirigidas a Suramérica sólo representan el 7%, mientras que las exportaciones a Europa y Asia representan cada una el 26%, sin contar Canadá y México con el 35%30.
Este hecho puede derivar en una ralentización de tales procesos ante la proximidad de las elecciones y eventualmente Colombia puede quedar allí como corcho en remolino. Para completar, a E.U. les está saliendo el tiro por la culata, ya que al persistir en la formación de un bloque regional ha dejado de lado la promoción del comercio global y como un bumerang la U.E y los países asiáticos, cada quien por su lado, vienen consolidando sus propios bloques regionales, lo cual a la postre lo afecta, dado que es el país que posee “…la más equilibrada distribución geográfica de sus exportaciones en el mundo, situación que se vería afectada si otorga tratos preferenciales a ciertos socios comerciales dejando a otros por fuera”31
¿Cuál es el afán?
De tal modo, que si Colombia corre atolondradamente a cerrar trato con los E.U , cediendo en tales aspectos, fregados nos quedamos, pues las concesiones que se hagan al amparo de un acuerdo bilateral con los E.U no nos lo podrá compensar la OMC, en la eventualidad de que se logren avances en el seno de la misma. Este es un riesgo alto que estamos corriendo si se le hace caso al Embajador en Washington, que vino a plantearle al país que “…es prácticamente un hecho que el Acuerdo bilateral con los E.U se firmará antes de finalizar el próximo año”32. Razón tiene el ex Canciller mexicano, Jorge Castañeda, cuando le reviró en el marco del Foro de Portafolio y le hizo ver el error en que estaba cayendo. “…la prisa para firmar el TLC o NAFTA de México con E.U y Canadá en 1994 fue pésima consejera”33 advirtió Castañeda, basándose en la experiencia que tuvo su país en carne propia. Coincide con él Fedesarrollo, al sugerir andar con mucha prudencia, con pies de plomo pues “…un Acuerdo con el socio más grande del mundo se hace una sola vez en la vida, por eso hay que hacerlo con mucho cuidado”34. Aquí hay que seguir muy de cerca el sabio consejo de Lincoln de apresúrese despacio, con ardiente paciencia!
Según Moreno, “Colombia está en primera fila de los países del hemisferio americano para iniciar una segunda tanda de negociaciones. Para no relegarse de ese privilegio será necesario superar algunos obstáculos que son propios del proceso. Tal es el caso de Nortel (los Joint venture de Telecom) y el de una Resolución de la CREG que ha generado problemas para algunas compañías norteamericanas que tienen inversiones en el sector eléctrico (léase Termorrío). Esas situaciones deben superarse, pues es evidente que por encima de todo (incluidos los fallos de los altos tribunales del país?) el gobierno norteamericano debe defender los intereses de sus compañías”35. En ello, como todos lo sabemos tiene la mano metida nada menos que la Senadora Hillary Clinton, quien junto con otros congresistas ha venido presionando insistentemente para que Colombia acceda a tales pretensiones, así lo hicieron durante el trámite de la ATPDEA y así van a continuar haciéndolo hasta lograr su cometido. Favor con favor se paga y los legisladores estadounidenses suelen recibir gruesas sumas de dinero de las grandes empresas para financiar sus campañas, al punto que el Congreso norteamericano tiende a ser de carácter corporativo.
No nos hagamos ilusiones, los E.U no le darán a nuestro país privilegios que no esté dispuesto a otorgarle a otros; por consiguiente nada ganamos con llegar de primeros. Nos tocará competir de tú a tú con los países centroamericanos y del Caribe, como también con China en renglones vitales para nuestro país, como lo son los textiles y las confecciones. Y, como si lo anterior fuera poco, una vez consolidado el ALCA, las exportaciones de E.U a Venezuela amenazarían con desplazar las exportaciones colombianas de manufacturas de hierro, acero y plásticos, maquinaria, papel, cartón, confecciones y textiles, todas ellas con un alto valor agregado, al desaparecer por sustracción de materia el arancel externo común que rige en la CAN. La complementariedad entre la economía colombiana y la venezolana, que ha hecho posible armar algunas cadenas productivas, queda sometida a los avatares de dicho proceso.
Las lecciones del caso México
Se dice que ante la proximidad de las elecciones en los E.U hay que apretar el paso y suscribir el tratado cuanto antes; esto mismo le sucedió a México en 1.992, con los resultados que ahora están lamentando, ante lo inexorable. Moreno justifica su afán en concretar el TLC con los E.U. en los resultados obtenidos por México en el NAFTA, el cual suscribió en 1994. Desde entonces a hoy las exportaciones no petroleras pasaron de US$41.000 millones a US$158.000 millones y los despachos manufactureros pasaron del 25% al 89% de sus ventas al exterior. Claro está, que en gran parte este éxito se le atribuye a dos circunstancias concurrentes, al auge de la economía estadounidense, a la devaluación masiva por parte de México y la gran contribución de las maquilas, ahora amenazadas por China.
Si bien es cierto que la inversión extranjera directa dio un salto significativo merced al NAFTA, al pasar de US$5.000 millones en 1.993 a US$14.000 millones, allí se estancó desde entonces hasta la fecha, sin que se vislumbre un repunte de las mismas ni a corto ni a mediano plazo. No todo ha sido miel sobre hojuelas nos dice Jorge Castañeda, ex Canciller de México, a propósito de la experiencia de su país. “El verdadero sentido del TLC que fue atraer inversión extranjera no se ha logrado del todo…El crecimiento económico que buscaba México al entrar en el TLC, al cabo de diez años no se ha obtenido”36. Por ello, Colombia se debe cuidar de “…sobrevender un TLC en términos de beneficios y de expectativas, pues todo acuerdo tiene ventajas y desventajas y no es conveniente sobreestimar los beneficios ni subestimar los problemas que genera…la sobreventa del tratado se puede volver onerosa después”37.
Si bien es importante mirarnos en el espejo de México, para saber lo que nos puede deparar, para bien o para mal, el TLC; también vale la pena seguir de cerca cuanto viene aconteciendo en el difícil trámite de un tratado similar de los E.U con Centroamérica, antes de aproximarnos al punto de no retorno de nuestro propio proceso. Lo que allí está ocurriendo no presagia lo mejor para el país y puede ser premonitorio de lo que nos espera. Una publicación que recoge las incidencias del curso de las negociaciones entre Centroamérica y los E.U en New Orleáns, da cuenta del estancamiento de las mismas debido a “…la paupérrima propuesta presentada por los E.U.A al iniciar la ronda, cuyo contenido ni siquiera se aproxima a lo ofrecido y mucho menos reconoce los beneficios que Centroamérica actualmente goza bajo la ´Iniciativa de la Cuenca del Caribe´ (antes CBI, ahora Cbtpa)”38. También es preciso analizar concienzudamente el Tratado de libre comercio firmado hace apenas unas semanas entre Chile y E.U, después de 12 años de negociación, sin apresurarse a aceptarlo como arquetipo, dadas las profundas diferencias estructurales entre la economía colombiana y la chilena. Por ello resulta prematura la invitación del ex Ministro Santos a “…medirnos el vestido chileno”39, porque, según él, “Tal vez E.U le haga ajustes, pero en esencia ese será el que Colombia usará”40. Si seguimos los consejos de Juan Manuel y las insinuaciones de Zoellick, nos exponemos a que dicho vestido se llegue a convertir más bien en nuestra mortaja.
¿Está preparada Colombia?
Hay que hacer un alto en el camino, para preguntarnos hasta dónde está preparada Colombia para asumir el reto de comprometerse ya con un TLC o para acceder al ALCA, si es que esta posibilidad persiste, a manera de plan B. Aunque el Presidente de la ANDI; Luis Carlos Villegas, diga olímpicamente que la industria nacional no le teme al pacto bilateral, porque dizque “…es una industria capaz de enfrentar el reto con inmenso éxito”41; sale, a renglón seguido a clamar por una agenda paralela a la de la negociación de dicho tratado que “…permita a los diferentes sectores recuperar la competitividad. En materia de modernización, podemos hablar de nuevo de grandes temas a largo plazo”42. Y se pregunta: “Qué vamos a hacer en telecomunicaciones? Qué haremos en materia de navegación fluvial, de túneles? Este país necesita túneles rápidamente. El tratado de libre comercio con E.U puede servir para atacar temas de modernización que el país no ha enfrentado con seriedad”43.
De aquí a que sepamos qué es lo que vamos a hacer ya nos habrán arrollado; Luis Carlos Villegas está invirtiendo el orden lógico de las cosas, en lugar de “atacar” los temas concernientes a la modernización, para estar a la altura de semejante reto, nos plantea lograr tal propósito cuando ya estemos embarcados en el tratado. Esto, además de absurdo es una actitud irresponsable. Según un estudio del Banco Mundial, una de las principales lecciones que Colombia debe asimilar a la hora de negociar, es que la firma de un Acuerdo de esta naturaleza implica sacar adelante una agenda de más amplio espectro, que contenga entre otros aspectos la ampliación de la cobertura y la mejora de la calidad de la educación, llevar a cabo un proceso de innovación tecnológica y, finalmente, facilitar el acceso al crédito para su financiamiento a la micro, la pequeña y la mediana empresa, que en Colombia constituyen el 90% del sector formal y generan cerca del 75% del empleo44 y sus exportaciones - 25% del total – están creciendo a un ritmo superior al promedio. En todo ello aún estamos en pañales, para qué ocultarlo.
Ya desde los albores de la década del 90 teníamos claro que para lograr una mayor y mejor inserción de nuestra economía a las corrientes de comercio internacional, requeríamos de acometer tres estrategias fundamentales, la modernización, la reconversión y la relocalización industrial. Vale la pena preguntarse cuánto hemos avanzado 13 años después en ese propósito, qué tan competitivo somos; contamos, acaso, con una plataforma tecnológica robusta y vigorosa, que nos permita incursionar en los mercados internacionales sin que nos avasallen? Son preguntas que no encuentran respuesta en los discursos oficiales, que caen siempre en el vicio supremo de la superficialidad, de que hablaba Oscar Wilde.
No habrá almuerzo gratis ni con el ALCA, ni con el TLC
Este es un juego de ganadores y de perdedores; esto no lo podemos perder de vista, a la hora de la toma de decisiones. Como lo afirma el ex Ministro Juan Manuel Santos “El país debe escoger cuáles serán los sectores de la economía que saldrán beneficiados y cuáles los que serán sacrificados…Es claro que un Tratado de libre comercio implica sacrificios para algunos y beneficios para otros sectores”45. Como se dice a menudo, en economía nunca hay almuerzo gratis; toda decisión comporta un costo de oportunidad. Lo que no está claro todavía, es si estamos en presencia de una negociación o de una adhesión, pues al decir del Presidente de Confecámaras, Eugenio Marulanda “Quien tiene el oro, pone las condiciones…Eso fue lo que hizo Zoellick: decir listo, se hace acuerdo, pero nosotros ponemos las condiciones, lo toman o lo dejan”46. El mismo papel que está jugando Zoellick en este segundo tiempo de la nefasta apertura de los 90, lo cumplió y de qué manera, Carla Hills entre los años 1.989 y 1.990.
En todo caso, estamos en presencia de una actitud sumisa y obsecuente, a manera de la servidumbre voluntaria de La boetie, más que de una imposición del unilateralismo de que hace gala la política exterior de los E.U. Cuando al oráculo de Delfos le preguntaron quién vencería en la batalla en que estaban trenzados dos grandes contendores, su respuesta fue tajante: un gran ejército será derrotado. Claro que uno de los dos tenía que salir derrotado; en nuestro caso sería impertinente preguntar quién ganará y quien perderá. Aunque el campo esté nivelado, sería un despropósito apostarle a un aficionado al tenis, que se le mida al campeón Pete Sampras!
Todo este debate que se ha suscitado recientemente, ha permitido que se pueda empezar a asomar la cara oculta de todo este proceso, cuya procesión va por dentro. Al país se le ha tratado de embaucar, haciéndole creer que sólo beneficios le puede reportar al país ya sea el TLC o el ALCA, lo cual como ya lo hemos podido apreciar no es del todo cierto; que así como tiene sus ventajas tiene también sus desventajas, unos saldrán beneficiados y otros perjudicados, unos ganarán y otros perderán. Por eso, ahora que estamos ya en la ruta crítica, debemos sopesar los pros y los contras, para poder optimizar los beneficios y minimizar los perjuicios, con la mira puesta en los más altos destinos del país, sin mezquindades y sin prejuicios.
Los resultados nefastos de la apertura
Es aconsejable retrotraernos a lo acontecido hace 13 años en el país, para que no repitamos tan amarga experiencia. Entonces como ahora se nos dijo que “…la liberación del comercio y la reducción unilateral de los aranceles genera aumento del producto y del bienestar”47. Los resultados están a la vista, desolación y ruina en el campo, desmantelamiento de nuestra industria; la desagriculturización y la desindustrialización de que habla el profesor Luis Jorge Garay. Cuál aumento del producto y cuál aumento del bienestar? Veamos. Las cifras no mienten, la tasa promedio de crecimiento del PIB en la década del 80, antes de la mentada apertura, fue de 4.5%, mientras en la década del 90 fue de sólo el 2.5%, la más baja del siglo XX, para no hablar del último cuatrienio cuyo crecimiento promedio anual fue de un mediocre 0.5%. Obra son amores y no buenas razones!
Y si hablamos de bienestar, no solamente no ha aumentado sino todo lo contrario. Según estudio preparado por el CID de la Universidad Nacional para la Contraloría General de la República, señala cómo sólo en los últimos seis años la pobreza se agudizó en el país de tal modo que pasó del 52.8% en 1996 al 62.45% en el 2002, convirtiéndose en el cuarto país más pobre de América Latina. Peor aún nos ha ido en materia de equidad; el retroceso ha sido gigantesco; Colombia., después de Brasil, es el país con mayor desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza; con el 0.58 de coeficiente Gini, hemos retrocedido a la distribución del ingreso que tuvo Colombia en el año 1.952. Para rematar, según el Informe sobre Desarrollo Humano para Colombia, elaborado por del PNUD – DNP48, nuestro país cae del puesto 46 al 60, entre 65 países de la clasificación. El cuadro, entonces, no puede ser más patético. Podemos concluir diciendo que los resultados de la apertura acelerada e indiscriminada, hacia adentro, que se le vendió al país hace trece años como la panacea, resultó ser un fiasco total.
Como afirma Mauricio Cabrera, la recesión del año 1999 fue el corolario de semejante fracaso. Pese a sus funestos resultados, el contumaz de Rudolf Hommes no tiene empacho en afirmar que “Lo volvería a hacer. Si tuviera otra vez cuarenta y siete años y estuviéramos en 1.990, no lo dudaría un momento, estaría otra vez a favor de la apertura”49. Se necesita ser muy caradura para sostener, pese a las evidencias, que “La producción campesina no está amenazada por las importaciones y no sufrió, sino que, por el contrario, se benefició de la apertura…”50. Será que él llama “beneficio”, a las 800 mil hectáreas de cultivos transitorios que se sacrificaron; a las 7 millones de toneladas de alimentos que hoy importamos al país, cuando antes de su gracia sólo importábamos 700 mil toneladas; en fin, serán los 3 millones de desplazados por el despojo, la ruina y la violencia que asolan el campo, que nos ubica en el ignominioso tercer lugar en el mundo en desplazamiento interno.
El cree haber encontrado alivio a su remordimiento de conciencia en un estudio del Banco Mundial, que según él dizque “…desbarata los mitos que se han mantenido vivos en Colombia por muchos años, sobre el impacto de las políticas de apertura y liberalización del comercio de los productos del campo”. Si todas estas tonterías que dice Hommes se quedaran en sus columnas periodísticas, uno diría que a palabras necias oídos sordos; pero, a él hay que pararle bolas a lo que dice, por que funge como asesor de campanillas del Presidente de la República y es quien se mueve entre bastidores, participando de la definición de la política de comercio exterior del gobierno. Como hay que ponerle atención al Ministro de Comercio exterior cuando afirma, para restarle importancia al impacto que el ALCA o el TLC pueda tener en el campo, que “…el 70% de los pobres de este país está en las zonas urbanas y la actividad agropecuaria genera sólo el 12% del PIB. Ahora bien, la paz del campo obviamente está asociada al empleo, pero no necesariamente en el sector primario sino en actividades de transformación, en el sector servicios”. No sé si el sabe que el 85% de los 12.367.947 almas, 28.2% de la población, que todavía se resignan a vivir en el campo, son pobres y un 40% de ellos están en la pobreza extrema; que en el año 2002, ese sector generó 3.491.912 empleos. Será justo abandonar a estos sufridos colombianos a su propia suerte o que su suerte sea la de su vinculación en condiciones precarias, por no decir que menesterosas al sector servicios?.
Luis Alberto Moreno fungiendo de oraculo
Como lo afirman dos reputados economistas, Francisco Rodríguez y Dani Rodrick, “Encontramos muy poca evidencia que demuestre que políticas de apertura comercial (bajos aranceles y barreras no arancelarias) estén significativamente asociadas con el crecimiento económico”. No obstante, el Embajador de Colombia en Washington, Luis Alberto Moreno, repite como un papagayo lo que oye, que “…al avanzar en las negociaciones con E.U. el país estará dando un paso seguro en el proceso de aumentar sus exportaciones, mejorar sus niveles de crecimiento y generar más empleo”51.
Como lo afirma Mc Luhan, “cuando algo se hace corriente, crea una corriente” y esto es lo que ha ocurrido con este que es uno de los dogmas del decálogo del Consenso de Washington, que en la práctica no se ha cumplido, como tampoco se ha cumplido el prometido aumento del producto y del bienestar, como ya quedó dicho. Los hechos son los hechos y resultan incontestables. La demanda interna creció a duras penas 0.93% promedio anual en los últimos 8 años y en el último cuatrienio se ha deprimido aún más, afectada fundamentalmente por la pérdida del poder adquisitivo de los colombianos, pues como lo afirmara el ex Ministro Rodrigo Escobar Navia un mercado de pobres es un pobre mercado.
Las encuestas trimestrales de la ANDI muestran insistentemente que el principal obstáculo que afrontan las empresas para crecer e invertir es la baja demanda, que lejos de reponerse permanece estancada. Flaco favor le han hecho a la demanda las medidas laborales y fiscales ejecutadas por las distintas administraciones, que han contribuido a postrar aún más la economía. Ante la estrechez del mercado interno, el gobierno y los empresarios le han puesto el ojo a las exportaciones; entre otras cosas, por que hace 13 años se nos dijo lo mismo con lo que se nos pretende engatusar ahora: que gracias a la apertura aumentarían nuestras exportaciones, estas se convertirían en el motor del crecimiento y se generaría más empleo. Sin embargo, los magros resultados de la estrategia exportadora del país deja mucho qué desear: Los últimos años las exportaciones crecieron, en pesos constantes, a una tasa media anual de sólo el 4.02%; en este último cuatrienio crecieron menos de la mitad que en el anterior, pese a que en ambos casos el peso colombiano se depreció en una proporción similar, alrededor del 85% y a que en el segundo período hubo una baja sustancial de la inflación, tornándose más atractivas las exportaciones (1995 – 1998: IPC 100%; 1999 – 2002: IPC 37%, aproximadamente)52. A pesar de esa aparente mayor competitividad de las exportaciones colombiana, basada fundamentalmente en la devaluación y la baja en los costos laborales, merced a la precarización del empleo, las exportaciones no han repuntado en la última década. Si bien se han visto favorecidos los exportadores, por el manejo que se le ha dado a la tasa cambiaria, no podemos decir lo mismo de las exportaciones, pues estas, en dólares, permanecen estáticas, oscilando entre los US$11.000 y los US$14.000 millones, lo cual se ha traducido en un déficit crónico de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Nuestra pobre capacidad de ahorro
Con el fin de enjugar este déficit y con el fin de suplir la baja formación de ahorro, que en Colombia se sitúa en el orden del 11.1%, muy por debajo del promedio de A.L, le hemos apostado a la afluencia de la inversión extranjera directa, que tampoco ha funcionado; no sólo no llegan al ritmo de años anteriores, sino que en los últimos 5 años ha habido una fuga de capitales del país, que algunos analistas la estiman en US$10.000 millones. Es muy diciente que las exportaciones del año 2002 fueran similares a las del año 1999, el año de peor desempeño de la economía en el siglo XX. Además, Colombia posee un escaso potencial exportador, pues a pesar de los beneficios que pudo reportarle el ATPA, tenemos aún el más bajo índice de exportación por habitante del continente, el tope máximo lo alcanzamos en el año 2000, con US$306, para caer luego a US$272 el año pasado, contra un promedio mundial de US$1.000. Contrasta este índice, con el que exhiben otros países tales como República Dominicana, Uruguay, Jamaica, Chile, México y Costa Rica, en donde fluctúa entre los US$1.000 y los US$2000; Honduras, Ecuador, Paraguay, El Salvador y Argentina, entre los US$400 y los US$1.000. Entre los países grandes sólo Brasil se ubica por debajo de Colombia(US$250)53, explicable por que Brasil se ha volcado literalmente a su inmenso mercado interno, más que al externo.
Según el Embajador de Colombia ante la OMC, Hernando José Gómez, la participación de Colombia en las exportaciones mundiales sólo llegó en el 2002 al 0.2%, por debajo de países como México (2.5%), Brasil (0.9%), Argentina (0.5%) y Chile (0.3%). No nos hagamos ilusiones, entonces, creyendo de que la respuesta a la pregunta sobre qué hacer para que Colombia crezca nuevamente “Una alternativa, tal vez la más importante y viable, es iniciar una negociación de libre comercio con Estados Unidos. Insistamos en ella”54. Coincidimos con Portafolio cuando afirma que podemos seguir adelante en los procesos de negociación, pero con cuidado, que “…un buen acuerdo comercial impulsa sustancialmente las exportaciones, atrae inversión extranjera cuantiosa y valiosa, genera empleo y en general promueve el crecimiento económico”55. Pero, ojo, “…hay que tener mucho cuidado con ciertos riesgos que acarrea la firma del TLC. Algunas regiones del país podrían verse muy perjudicadas con la desgravación arancelaria que Colombia tendría que hacer - tarde o temprano – en reciprocidad por la apertura del mercado estadounidense”56.
Hemos pretendido, de esta manera, hacer una lectura transversal a este tema, con la esperanza de abrirle los ojos a los colombianos, pues en él se está jugando la suerte de todos. Este es de aquellos asuntos que se debería manejar más como política de Estado, que como política de gobierno, por lo enjundioso y comprometedor. Esta es la otra cara de la moneda; el TLC o el ALCA son de doble filo; entrañan serios peligros que es preciso prever. No nos podemos dejar sorprender, como ya nos ocurrió la década anterior, en la que se incurrió en ligerezas y laxitudes que le han costado al país un ojo de la cara. No hagamos cuentas alegres, como las de la lechera de Samaniego; por ello, no conviene tragar entero, hay que ser cautos, discernir, ponerle gran dosis de sindéresis a las decisiones que estamos ya a punto de tomar, para ver si evitamos que la economía y, con ella el país, se vaya por el desbarrancadero.
* Amylkar D. Acosta Medina es Presidente de la Sociedad Colombiana de Economistas
Bogotá, septiembre 12 de 2003
1 El Tiempo, septiembre 5 de 2003
2 La República, septiembre 5 de 2003
3 La República, septiembre 5 de 2003
4 El Tiempo, septiembre 5 de 2003
5 El Tiempo. Octubre, 18 de 2003
6 El Tiempo. Septiembre, 12 de 2003
7El Tiempo. Septiembre 9 de 2003
98 Portafolio, Astrid Martínez, Septiembre 3 de 2003
Portafolio. Iván Rojas. Septiembre 3 de 2003
10 La República. Septiembre 5 de 2003
11 Portafolio. Foro Valle del Cauca. Junio, 18 de 2003
1312Ver: Amylkar D. Acosta M. Mirar al sur. Junio, 30 de 2003
1413 Portafolio. Septiembre, 5 de 2003
Portafolio. Septiembre, 5 de 2003
15 El Tiempo. Agosto 9 de 2003
16 El Tiempo. Agosto 9 de 2003
17 El Tiempo. Septiembre, 12 de 2003
18 El Tiempo. Septiembre, 12 de 2003
19 El Tiempo. Septiembre 8 de 2003
20 Semana. Septiembre 8 de 2003
2121 Portafolio. Septiembre, 10 de 2003
El Tiempo. Septiembre, 8 de 2003
23 La República. Septiembre, 11 de 2003
24 El Tiempo. Guillermo Perry, Economista Jefe del BM para A.L. Agosto, 29 de 2003
25 La República. Septiembre, 11 de 2003
26 The New York Times. Editorial. Julio, 20 de 2003
27 El Tiempo. Septiembre 5 de 2003
28 El Tiempo. Septiembre, 5 de 2003
29 El Tiempo. Septiembre 5 de 2003
30 Portafolio. Septiembre, 5 de 2003
31 Portafolio. Iván Duque Márquez. Septiembre, 10 de 2003
32 Idem
33 La República. Septiembre, 15 de 2003
34 El Tiempo. Septiembre, 5 de 2003
35 Fedesarrollo. Mauricio Reina. El Tiempo. Agosto, 29 de 2003
36 Idem
37 El Tiempo. Septiembre, 5 de 2003
38 Portafolio. Jorge Castañeda. Septiembre, 3 de 2003
39 Centroamérica al día
40 Portafolio. Septiembre, 5 de 2003
41 Idem
42 El Tiempo. Septiembre, 7 de 2003
43 El Tiempo. Septiembre, 7 de 2003
44 Idem
45 La República. Dir. SENA, Darío Montoya Mejía. Septiembre, 5 de 2003
46 El Tiempo. Septiembre, 5 de 2003
47 Miguel Urrutia. Cita en: Amylkar D. Acosta M. Colombia en la encrucijada. Nov. 30 de 2002
48 PNUD. IDH, Colombia 2003. El conflicto, callejón sin salida.
49 La República. Agosto, 9 de 2000
50 El Tiempo. Rudolf Hommes. Agosto, 22 de 2003
51 Portafolio. Septiembre, 5 de 2003
52 Julio Silva Colmenares. Colombia: Crisis del crecimiento económico y atraso en el desarrollo humano
53 Idem
54 ANIF. Informe Semanal. Agosto, 4 de 2003.
55 Portafolio. Septiembre, 8 de 2003
56 Idem
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