Declaración de Guayaquil por la Vida

21/10/2003
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  • Opinión
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Reunidos en la ciudad de Guayaquil los días 21 y 22 de octubre del 2003, ciudadanos y ciudadanas representantes de diversas organizaciones sociales provenientes de todas las regiones -convocados al Taller Nacional sobre Deuda Externa y Deuda Ecológica, organizado por Jubileo 2000 Red Guayaquil, ILDIS-FES y el Instituto de Estudios Ecologistas del Tercer Mundo-, conocimos y analizamos la situación del endeudamiento externo y de la deuda ecológica en nuestro país. El Ecuador, como otros países de la región, sufre las consecuencias de un modelo socioeconómico y político neoliberal, especulador y depredador que alienta un interminable endeudamiento externo al mismo tiempo que destruye la vida y sus fuentes de sustento. El aumento de las exportaciones destinadas al pago del servicio de la deuda externa ocasionan mayor concentración de la riqueza, exclusión social y deterioro de los recursos naturales, de la biodiversidad y aumento de la contaminación de las fuentes de sustento de las comunidades. Las llamadas "bonanzas" cacaotera, bananera, petrolera, camaronera y florícola, orientadas a satisfacer la demanda de los centros de consumo de los países del Norte, vienen provocando considerables daños ambientales, sociales y culturales que constituyen una creciente deuda ecológica por la que los países del Norte y los sectores nacionales beneficiados deben ser enjuiciados, para -si es del caso- ser sancionados y restaurar los daños causados. Existe una estrecha relación entre la deuda externa y la deuda ecológica. La primera, en más de una ocasión, ha conducido a un incremento de las presiones contaminadoras y destructoras del medio ambiente. Uno de los caso que evidencian esta relación es el de la carretera Cuenca-Molleturo-Puerto Inca, la que - según la propia financiera el BID- es la carretera de mayor impacto ecológico en el país, es una obra que inicialmente se estimó en 20 millones de dólares por el propio BID y que a la postre llegó a costar 120 millones de dólares, que provocó la muerte biológica de 5 ríos, que destruyó 10.500 hectáreas de cultivos, afectó al Parque Nacional del Cajas y desplazó a muchos pobladores de Molleturo y Aguas Calientes, entre otros impactos. Un cálculo conservador del costo de estos impactos asciende a 130 millones de dólares. Si el petróleo a inicios de los años ochenta abrió la puerta de la banca internacional, con lo cual empezó el actual capítulo de sobre endeudamiento externo, luego con una creciente actividad petrolera en territorios indígenas y áreas ecológicamente frágiles se ha pretendido inútilmente cancelar dicha deuda. El aumento de la producción petrolera, en la cual la Texaco jugó un papel preponderante, significó el destrozo de selvas, biodiversidad, ríos y suelos, e incluso la desaparición de pueblos enteros, como los Tetetes, una situación que ha dado lugar a un juicio en el que se está exigiendo justas sanciones y reparaciones a esta empresa transnacional. Una realidad presente, si se recuerda las amenazas de todo tipo que se ciernen sobre otros territorios y comunidades amazónicos, como el caso de Sarayacu que será directamente afectada para tratar de llenar el oleoducto de crudos pesados (OCP). La recuperación integral e indemnización por los daños causados -reconociendo la imposibilidad de conseguirla totalmente- tendría un costo que bordea los 19.000 millones de dólares, si se toman en consideración los parámetros asumidos para reparar el derrame petrolero ocasionado por el buque EXXON VALDEZ en 1989 en las costas de Alaska. La exportación de camarón también ha dejado una extensa destrucción de los manglares, generando una pérdida de biodiversidad costera, ahondando la vulnerabilidad del litoral ante la fuerza de los aguajes o de fenómenos como El Niño, provocando la salinización de suelos agrícolas y de cursos de agua subterránea, desatando una imparable contaminación química por el uso de fertilizantes, desinfectantes y antibióticos. Las repetidas crisis de producción sufrida por este sector sólo se han sostenido en base a diversos subsidios entregados por el Estado en repetidas ocasiones, así como a través de créditos otorgados por la banca multilateral de desarrollo. En este punto resulta relevante la información de la Dirección de Medioambiente de la Contraloría General del Estado que nos dice que una hectárea de manglar produce nutrientes que alimentan a especies de pesca comercial por 13.068 dólares; si multiplicamos ese monto por las 109 mil hectáreas depredadas podríamos tener un valor estimado de 1.400 millones de dólares de pérdidas. En esta línea de reflexión se puede incorporar la situación del banano y las flores, directamente afectados por el uso indiscriminado de agro tóxicos, para tratar de forzar su producción con el fin de servir la deuda. Por otro lado, hay que recordar aquellos créditos internacionales que sirvieron para fomentar la importación de todos esos productos nocivos parta la naturaleza y que muchas veces fueron obtenidos en el marco de programas de ajustes estructural. Por todo esto, en este contexto las empresas transnacionales que participaron directa o indirectamente en este proceso de depredación y contaminación son responsables directas de la destrucción ambiental, tanto como el FMI y el Banco Mundial con sus políticas aperturistas que alientan a ultranza las exportaciones, al tiempo que imponen esquemas de ajuste recesivos, concentradores, excluyentes y por cierto depredadores. Conscientes de la gravedad de los problemas enunciados y considerando que urgen respuestas participativas y democráticas, los y las participantes a este Taller planteamos la necesidad de profundizar en el conocimiento de esta problemática, difundirla, al tiempo que se plantean soluciones integrales, que se sustentarán en demandas específicas y en propuestas que incluyan la suspensión o al menos la moratoria de aquellas actividades destructoras de la naturaleza y de la sociedad. Esto implica el apoyo consciente y decidido a las luchas locales a lo largo y ancho del país, las mismas que deben ser asumidas como propias por toda la sociedad, para lo cual habrá que promover redes de solidaridad activa alrededor de cada uno de los conflictos y reclamos planteados, tal como sucede en Sarayacu o en el juicio contra la Texaco. En definitiva, es preciso hacer realidad el reclamo ciudadano que se extiende con creciente fuerza en el país: ¡¡¡LA VIDA ANTES QUE LA DEUDA EXTERNA!!! Dr. Hugo Arias
Jubileo 2000 Red Guayaquil Econ. Alberto Acosta
FES- ILDIS Sra. Aurora Donoso
Instituto de Estudios Ecologistas del Tercer Mundo Siguen Firmas...
https://www.alainet.org/es/articulo/108664
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