Reunión de la Cumbre de las Américas. Bush al ataque en Monterrey
12/01/2004
- Opinión
Inopinadamente, Washington resolvió que era necesario realizar una
reunión fuera de agenda de los 34 países americanos (todos menos
Cuba) que integran la denominada "Cumbre de las Américas". Los
motivos de la urgencia llevan inquietud a las cancillerías del
hemisferio: se teme una intervención militar en Colombia y las
reacciones frente a Bolivia.
Faltaban indicios precisos para explicar la premura de la Casa
Blanca por congregar a los 34 presidentes admitidos en la Cumbre de
las Américas, el 12 y 13 de enero, en la ciudad mexicana de
Monterrey. Pero una escalada en los últimos días permite adelantar
conclusiones: el presidente estadounidense George Bush llega a
Monterrey con el objetivo de contrarrestar el conjunto de medidas
que desde el terreno económico y político, chocan con la creación de
un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y, por el
contrario, delínean un futuro mercado Sur-Sur y avanzan hacia la
constitución de alguna forma estable de institucionalidad política
común a escala suramericana.
La cuarta reunión ordinaria de la Cumbre de las Américas debía
realizarse en 2005 en Buenos Aires; pero Washington forzó un abrupto
cambio de fecha y lugar, rompiendo la regularidad de estas
reuniones: 1994 en Miami, 1998 en Santiago de Chile, 2001 en Quebec.
A estar por los documentos oficiales del Departamento de Estado
estadounidense, nada justifica el adelanto de la fecha. En un
seminario realizado el 15 de diciembre último en el Departamento de
Estado, John Maisto, representante permanente de la Casa Blanca ante
la Organización de Estados Americanos (OEA), dijo que el objetivo es
"enfocar la atención en los temas del crecimiento económico, el
desarrollo social y la gobernabilidad democrática en el Hemisferio
Occidental" (1).
Funcionarios consultados en la Casa Rosada se mostraban perplejos,
hasta el lunes 5, y evitaban toda conjetura a partir de una serie de
señales inconexas dadas en las últimas semanas por figuras clave de
la política estadounidense para América Latina. Sin embargo el
martes 6, en Buenos Aires, aquella suma de datos cobró coherencia y
significado cuando dos horas después de una reunión del Canciller
argentino Rafael Bielsa con el embajador estadounidense Lino
Gutiérrez, el secretario adjunto para Asuntos del Hemisferio
Occidental del gobierno estadounidense, Roger Noriega (como
Gutiérrez de origen cubano y de la comunidad de Miami), acusó al
gobierno argentino casi como un émulo subversivo de Fidel Castro:
"He notado que la política argentina parece haber hecho un giro
hacia la izquierda. Y es desconcertante porque Argentina es un país
importante que debería estar con nosotros en la promoción de los
derechos humanos y la democracia -señaló-. Cuando el canciller
Bielsa (Rafael)! viajó a La Habana y no se reunió con ninguno de los
disidentes eso envió una muy mala señal para la política exterior
argentina" (2) .
No era un rayo en cielo sereno. Dos días antes, el Nuevo Herald de
Miami había reproducido declaraciones del portavoz del Departamento
de Estado, Adam Ereli, en las cuales se da otra puntada al entramado
presumiblemente tejido con vistas a Monterrey: "Destacaría que el
régimen de Castro, como es bien sabido, tiene una larga historia de
intentar socavar los gobiernos democráticos a través de la región. Y
por esa razón los estrechos lazos entre el gobierno de Venezuela y
el gobierno de Cuba plantean preocupaciones entre los socios
democráticos de Venezuela" (3).
A través de la agencia de noticias Associated Press, funcionarios no
identificados del gobierno estadounidense agregaron que la caída del
presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada, sería
responsabilidad del dirigente campesino Evo Morales... financiado
por el presidente venezolano Hugo Chávez. Como se sabe, en su visita
a Santa Cruz de la Sierra con motivo de la cumbre iberoamericana, en
noviembre pasado (4), el presidente argentino Néstor Kirchner tuvo
un encuentro privado con Morales. Noriega, por su parte, en diversas
intervenciones públicas machacó la idea de que "Castro, en sus días
finales, parece tener la nostalgia de desestabilizar gobierno
electos". La deliberada amalgama es tan evidente como inconsistente.
Nerviosismo e incompetencia
No es el modo en que se mueve una diplomacia segura del terreno
sobre el que está parada y de la estrategia que articula. Por el
contrario, este tipo de operaciones expone una marcada alteración en
el ánimo de los hombres del presidente de Estados Unidos. Sea por la
aceleración de los tiempos hacia la creación de una instancia de
unidad política suramericana, sea por el temor a una derrota
electoral de Bush en las elecciones de octubre próximo, el hecho es
que el círculo íntimo de Bush agudiza sus aristas de incompetencia
diplomática al trasladar lenguaje y métodos de un lobby anticubano
de Miami a la estrategia hemisférica de Estados Unidos. De esta
manera multiplica enemigos y exacerba contradicciones de por sí
difíciles de resolver. Gutierrez se reunió con Bielsa el martes 6 a
las 16 hs. Noriega descargó su andanada a las 18. ¿Qué exigió el
embajador estadounidense al preparar la reunión entre Bush y
Kirchner para el martes 13, que la cancillería argentina no podía
aceptar?
Una hipótesis que se baraja en círculos diplomáticos alude a la
intención estadounidense de proponer en Monterrey una fuerza militar
conjunta interamericana –obviamente bajo mando de Washington- para
intervenir en Colombia. Otra, supone la exigencia de un giro en la
política supuestamente ya acordada entre Luiz Inacio Lula da Silva,
Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, destinada a concretar en tiempo
perentorio una unión política suramericana, que prevé "una reunión
extraordinaria de presidentes, a mediados de 2004, para formalizar
la creación del espacio de integración regional" (5). Una tercera
conjetura transmitida por altas fuentes diplomáticas refiere a los
temores de Washington por la posible evolución de la situación en
Bolivia: informes respecto de la existencia de una fracción militar
que apoyaría a los movimientos indígenas impulsa a Bush a
adelantarse proponiendo, también allí una "fuerza interamericana de
paz".
En rigor, una hipótesis no invalida la otra: una fuerza militar
conjunta comandada por Washington que ocupe Colombia e irradie el
hecho hacia toda la región (lo mismo vale para Bolivia), es
precisamente el único freno a la vista para impedir la dinámica
centrípeta que, con eje en Brasilia y Caracas, opera hoy sobre el
subcontinente. La participación o no de Buenos Aires en ese
movimiento de alcances históricos puede volcar a uno u otro lado el
fiel de la balanza. De allí las presiones sobre el gobierno
argentino, que comenzaron hace dos semanas con las nuevas exigencias
del Fondo Monetario Internacional (a pesar de que Argentina cumplió
cabalmente con todo lo acordado), y culminaron con el rapto de
prepotencia imperial del funcionario Noriega.
NOTAS:
1 Programa de Información Internacional, Servicio noticioso desde
Washington, Departamento de Estados de Estados Unidos, 16-12-03.
2 Alberto Armendáriz, "Denuncia EE.UU un giro a la izquierda' de la
Argentina", La Nación, Buenos Aires, 7-01-04.
3 AP, Washington, 5-01-04. Citado en Asamblea Popular
Revolucionaria, www.aporrea.org, 6-01-04.
4 Veáse Sudamérica tercia en la guerra comercial, Le Monde
diplomatique, edición Chilena, enero-febrero de 2004.
5 Walter Curia, "Duhalde propondrá a Kirchner crear una comunidad
sudamericana de naciones", Clarín, Buenos Aires, 28-12-03.
Fuente: LE MONDE Diplomatique, Edición Cono Sur, 10 de enero de
2004.
https://www.alainet.org/es/articulo/109062
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