"Juegos de confrontación" en el ALCA y el TLC

26/03/2004
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Mientras el ministro de Comercio Exterior de Colombia, Jorge Humberto Botero, habla de "juegos de colaboración" en el ALCA y el TLC y en sus cartas al Congreso de la República así lo ratifica, manifestando que la prioridad en el tratado con Estados Unidos es el mantenimiento de las preferencias arancelarias concedidas en la iniciativa APTDEA, bien diferente es la forma como Tío Sam concibe dichos acuerdos. La estrategia negociadora gringa empezó hace rato. Precisamente esas nombradas preferencias, fijadas en 2002, fueron su primera arma de chantaje. Pese a que las cifras se intentan mostrar de forma habilidosa, el avance de las exportaciones de Colombia a USA en los dos últimos años se explica en un 90% en bienes como oro, esmeraldas, níquel, carbón, flores, confecciones y petróleo, los mismos de hace años, y que, dicho sea de paso, junto con el café son exportados en altos porcentajes por transnacionales. Estos son los géneros que Botero distingue "con indicios promisorios" y "ventajas comparativas", y es casi un negocio de casas matrices con filiales o de contratos de maquila de grupos económicos con comerciantes estadounidenses que, al final, se lucirá como trofeo porque "si se hubiera perdido el APTDEA, sería peor". Es el sabido recurso de "lo menos malo" o de "perdiendo también se gana". Viceversa el Imperio no sólo regateará para volver a dar lo que otrora ya dio sino que pedirá a montones por la renovación de tales "preferencias". Cuando se leen los 39 puntos y la exposición de motivos de la carta que mister Zoellick envió a la Cámara de Representantes norteamericana, anunciando las negociaciones con los países andinos, las reales intenciones se plasman en frases como "las ganancias se darán en un extenso alcance para los sectores industriales y agrícolas" o los acuerdos bilaterales son "soporte a las metas de USA de alcanzar el libre comercio hemisférico ( léase ALCA) y desmantelar las barreras comerciales alrededor de mundo" o poner más "en línea" a los países andinos en "los derechos de propiedad intelectual" acogiendo tratados que superan las normas de la OMC. Es evidente que los TLC's andinos son refuerzos a la expansión de la economía corporativa norteamericana en un mercado de 463.000 millones de dólares con 93 millones de personas donde Colombia es más de la mitad de esa población y es identificado (exceptuando a Canadá y México) como el mayor comprador de productos agrícolas de Estados Unidos en Occidente, posición que se consolidaría con nuevos géneros como jarabe de maíz y perecederos. Así mismo, un aspecto crucial de las negociaciones es la orquestada suscripción de tratados con los países que nos compiten en los mismos renglones que el ministro Botero contempla como los más importantes, los mismos de la APTDEA. Se tendrá como antecedentes para la negociación a los tratados ya aprobados con México, Centroamérica, Chile y República Dominicana, y hasta el de Australia que atañe a nuestra industria azucarera, y, a la vez, a las propuestas de los compañeros de mesa, Ecuador, Perú y Bolivia, dispuestos a ser más obsequiosos para recibir mayor beneplácito de los negociadores gringos, en el conocido juego de confrontación entre colonias "¿Quién da más?". Una competencia entre pobres, "la más dañina de las competencias", en el marco del predominio estadounidense por entregar recursos naturales, frutos tropicales y mano de obra baratos así como concesiones adicionales en comercio, normas de origen, servicios, inversiones, compras estatales y en la exclusión del Estado de muchos ámbitos para ser sustituido por compañías yanquis. Finalmente, para asegurar que la posición negociadora será de completa genuflexión, Zoellick avisa que los países andinos previamente deberán "hacer progresos" en temas que le preocupan como "la resolución de disputas con inversionistas de Estados Unidos". Se refiere a que Colombia pague, como ya lo hizo con Ericsson y NORTEL, a las multinacionales que tienen demandado a TELECOM, y quizás al pleito de TERMORÍO (SITE ENERGY) contra el Estado, también a indemnizaciones en Perú. Una verdadera paradoja: pagar para ir al cadalso. Indemnizaciones previas, "competencia entre pobres", nuevas y más amplias concesiones al capital financiero, extorsión para continuar con el PLAN COLOMBIA, no son cláusulas de un juego de colaboración, son, de hecho, reglas de uno de confrontación; tal como, de verdad, es la economía actual, no como la interpretan los inanes negociadores colombianos, casi como un "colaboracionismo", razón de más para predecir los desastrosos balances que nos depararán tales acuerdos.
https://www.alainet.org/es/articulo/109712

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