Se marchita el estado-nación?
15/04/2004
- Opinión
El Estado moderno se caracteriza por la pretensión de monopolizar
la coerción física, que a su vez debe ser legítima –esto es
aceptada por los ciudadanos- y regulada por un marco legal pre-
establecido –lo que se conoce como el Estado de Derecho- para que
su uso no sea ni desmedido ni abusivo; pero también el Estado es
un espacio de integración de la sociedad. Por eso la construcción
de los Estados-Nación conllevó como elementos centrales, además de
darse un marco jurídico-político –que se expresa en una
Constitución y que fundamenta la idea de soberanía nacional-,
estructurar un sistema de administración pública –tributaria, de
justicia, de relaciones exteriores-, consolidar una identidad
nacional y conformar unas Fuerzas Armadas profesionales y
permanentes que fueran la institución del Estado encargada de
monopolizar y administrar la fuerza y que era un avance frente a
los ejércitos mercenarios del pasado.
Durante el período histórico de auge del Estado-Nación, éste era
el protagonista central en las relaciones internacionales y la
soberanía nacional era la razón de ser fundamental del Estado, que
se expresaba además del control del territorio –asociado al
monopolio de la coerción por las Fuerzas Armadas-, en la soberanía
jurídica y monetaria.
Estos elementos que configuraron la esencia del Estado-Nación han
venido modificándose en los últimos decenios. Primero, los
procesos de integración, comenzaron a 'marchitar' la soberanía
nacional –políticas comunes, regulaciones legales transnacionales,
renuncia a la moneda nacional, etc.-; segundo, las alianzas
militares regionales igualmente hacen depender en buena medida la
seguridad, la defensa y la integridad territorial de la
cooperación de otros Estado-Nación; tercero, con la terminación de
la 'guerra fría' y el inicio de los proceso globalizadores esto se
acentúa, los Estados dejan de ser los únicos protagonistas en el
escenario internacional y aparecen nuevos y diversos actores –
organizaciones empresariales, sindicales, ONGs, etc.-, y cada vez
más los Estados se muestran incapaces de controlar o por lo menos
regular los flujos monetarios, la información circula por encima
de regulaciones estatales; cuarto, la emergencia de un escenario
cada vez más restrictivo en el campo de la justicia y de la
sanción a las violaciones graves de los derechos humanos y del
derecho internacional humanitario, lo que hace cada vez más
controlado el marco en el cual se pueden mover los Estados
Nacionales en lo relativo al nivel de impunidad que está dispuesto
a otorgar, por ejemplo a cambio de la paz o de la democracia;
finalmente, la lógica de la guerra en los últimos tiempos
igualmente lleva a procesos de privatización en los cuales el
clásico monopolio de la fuerza en manos de unas Fuerzas Armadas
profesionales y permanente comienza a diluirse bajo diversas
modalidades privadas, en lo que algunos han llamado un nuevo
proceso de mercenarización, en las últimas guerras como las de los
Balcanes, Afganistán e Irak la presencia de estas fuerzas es
creciente, en el caso de Irak se estima en diez mil el número que
tiene contratado USA.
Lo anterior plantea la necesidad de una importante reflexión a
propósito del futuro político de las sociedades. Algunos analistas
dicen que estamos simplemente en una nueva fase del imperialismo,
algunos lo han denominado 'el imperio del caos' para destacar la
dificultad de un orden como en el pasado; otros por el contrario,
hablan de la tesis de un novedoso 'imperio' correspondiente a un
capitalismo global, que trasciende los marcos del clásico Estado-
Nación; unos más hablan de la necesidad de refortalecer a los
Estados-Nación reivindicando formas de soberanía del pasado.
Cualquiera de estas perspectivas analíticas u otras, lo que nos
llaman es a una profundización en los esfuerzos de comprender las
realidades presentes y cómo influye esto en situaciones como la
nuestra de Estados-Nación con procesos inconclusos en su
consolidación.
* Alejo Vargas Velásquez. Profesor Universidad Nacional
https://www.alainet.org/es/articulo/109771
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