Abramos los ojos
21/04/2004
- Opinión
Las últimas semanas en Irak muestran el auge de una guerra
patriótica que une a la mayor parte de la población frente a la
ocupación yanqui. Los mitos de la insuperable división entre
sumnitas y chiítas y del triángulo "de leales a Saddam" con que
machaca la maquinaria mediática se estrellan contra la evidencia
de una rebelión nacional iraquí de norte a sur contra los
invasores. Ciudades importantes han sido sitiadas por las tropas
estadunidenses, indicación de que el "enemigo" son todos sus
habitantes, a la vez que impiden la circulación en las carreteras
que salen de Bagdag. Miles de marines ejecutan una operación nazi
de castigo contra los vecinos de Fallujah, apoyados por aviones de
combate, helicópteros y artillería, pero no han podido ni podrán
reducir a sus combatientes a menos que borren a la ciudad del
mapa. En Nayaf no se han decidido a irrumpir pese a las amenazas
lanzadas en los días iniciales de la insurrección. Entrar en esa
ciudad venerada por los chiítas equivaldría a ganarse
irreversiblemente -con graves repercusiones en Estados vecinos-
el repudio generalizado de la comunidad mayoritaria de Irak, la
misma que junto a sus hermanos sumnitas expulsó a las tropas
británicas en 1920. Ante estos hechos, da pena ajena la cháchara
de los papagayos mediáticos que achaca las acciones guerrilleras a
"reductos del régimen anterior", "terroristas extranjeros" o
"pequeños grupos de criminales y ladrones".
El presidente egipcio Hosni Mubarak puso el dedo en la llaga al
afirmar que "hoy en día existe en el mundo árabe un odio nunca
visto hacia los estadunidenses". Mubarak fue muy claro en
relacionar el ascenso del "terrorismo" con la ocupación de Irak y
de Palestina. Pero su afirmación expresa también un fenómeno nuevo
y es el grado irresistible de presión popular a que están
sometidas las elites políticas sostenidas por Washington en los
países árabes y musulmanes; un hecho al que no pueden permanecer
ajenas por simple instinto de conservación.
Contra lo que postula la teoría racista del "choque de
civilizaciones" -uno de los sustentos ideológicos del bushismo-
esos países son depositarios de valores éticos, civilizatorios y
tradiciones de lucha popular de alto significado humanista. De
modo que sus poblaciones comprenden perfectamente los objetivos no
confesos de la invasión de Irak. Saben que además de apoderarse
del petróleo de la zona del golfo arábigo-pérsico(dos terceras
partes de las reservas mundiales) esta tiene otras serias
implicaciones de conquista. Que persigue, con absoluto menosprecio
de sus pueblos, la reestructuración a la fuerza de todo el mapa
político del Medio Oriente y la americanización de sus
instituciones y culturas. Y también la liquidación del pueblo
palestino, dada la enorme fuerza moral que emana de su tenaz
resistencia, que es todo un símbolo para los árabes y musulmanes y
para los rebeldes del mundo entero.
De allí que el "obsequio" de Palestina hecho a Sharon por Bush II,
e implícitamente, del derecho a continuar asesinando
desvergonzadamente a su pueblo indomable -hacer lo que le dé la
gana lo llamó Mubarak- constituya otra bofetada en pleno rostro de
árabes e islámicos. Las consecuencias de este gran Pacto de Munich
a escala del Medio Oriente son impredecibles, pero es muy probable
que a mediano plazo acarrearán al imperialismo estadunidense una
de sus más grandes derrotas militares y políticas. Con sus
actuales acciones bélicas -por no hablar de las económicas- Bush
está llevando a Estados Unidos a un escenario en que la rebelión
de los pueblos reducirá a ese país a una potencia media en el
mejor de los casos. Una que por largo tiempo, si no es que para
siempre, se verá obligada a renunciar a las aventuras de rapiña
que la proyectaron como superpotencia mundial, iniciadas mediante
el exterminio de sus pueblos originarios y la anexión de más de la
mitad del territorio de México.
Muchos en el mundo se resisten a abrir los ojos a la conducta
típicamente fascista de la pandilla que usufructúa ilegítimamente
la Casa Blanca y tienden a mirarla como un mal pasajero. En
América Latina no acabamos de ver a Irak y Palestina como algo
propio donde también se decide hoy nuestro destino. A veces ni nos
damos cuenta que en nuestra propia casa se prepara una agresión en
gran escala contra Cuba, que es la razón por la que Washington usó
todos sus recursos para imponer la resolución "hondureña" en
Ginebra.
https://www.alainet.org/es/articulo/109797
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