Los dilemas del ALCA y nuestro futuro
27/04/2004
- Opinión
El año 2004 será decisivo para los rumbos del Área de Libre
Comercio de las Américas (ALCA), que Estados Unidos quieren
imponer al continente. Y para que el gobierno brasileño
defina su verdadera posición sobre el asunto.
En estos quince meses de gobierno de Lula, la posición de
Brasil ha sido oscilante. Ora demuestra firmeza, ora
vacila y parece aceptar los términos de un ALCA light. La
propuesta de un ALCA light pretende reducirlo a un acuerdo
comercial, y apenas incluir las otras áreas de servicios,
inversión y agricultura si hubiera un completo consenso.
Aparentemente, la posición reduce las pretensiones de los
estadounidenses, pero en el fondo abren la puerta para que
impongan sus intereses. A través de acuerdos bilaterales o
puntuales por sectores, Estados Unidos impone los puntos
que no son consenso a los demás países.
La posición brasileña ha generado muchas interpretaciones,
por varias razones. Sin embargo el gobierno reafirma que
el ministro Celso Amorin es el conductor de las
negociaciones, pero son públicas y notorias las
divergencias con los ministros del área económica y
sobretodo con el de agricultura. Haciéndose más al juego
del capital transnacional que a la defensa de los intereses
brasileños.
Itamaraty está defendiendo la idea del ALCA light. Eso
reduciría la pretensión inicial de Estados Unidos, que la
desea amplia, general e irrestricta. Pero proponer y
aceptar el ALCA es someterse a un proceso de subordinación.
Y eso genera dudas si es una táctica de negociación o una
posición que Brasil acepta.
El presidente Lula y otros próceres del gobierno hacen con
frecuencia defensa enfática de la idea de que el "libre
comercio" es benéfico.
Hemos argumentado, en la campaña brasileña y continental
contra el ALCA, que es necesario informar y concienciar a
nuestro pueblo de que el ALCA no constituye un mero acuerdo
comercial entre dos o más partes, en el cual todos pueden
ganar. El ALCA es apenas un marco jurídico, un paraguas
para dar legalidad a la libertad de acción que el capital
de las quinientas mayores empresas de Estados Unidos
necesita. Las empresas precisan del ALCA para hacer lo que
ellas quieran en nuestro territorio, con nuestras riquezas,
energía, agricultura, semillas, mercado, servicios,
educación, moneda, y así aumentar sus ganancias y dominio
sobre la economía y sociedad brasileña.
El ALCA es la forma de eliminar las fronteras
"legislativas" de los países e impedir que los estados
nacionales sometan el capital a los intereses de la
población. Es un proyecto de ampliación de los dominios
del capital. Por lo tanto, no se trata de establecer si es
amplio o light, el ALCA es contrario a los intereses del
pueblo y de la economía. Estudios de la Universidad
Estatal de Campinas (Unicamp) y de la Federación de
Industrias del Estado de Sao Paulo (FIESP) comprueban que
la mayoría de los empresarios brasileños serian
perjudicados, pocos ganarían.
Es preciso combatir la falsa idea de que el libre comercio
es beneficioso. Eso es apenas una ideología del
liberalismo comercial recalentado del siglo 18, el propio
Keynes, que no era ningún izquierdista, alertó en 1930 que
el estado tenia un papel fundamental, regulador, para la
estabilidad de la economía y el desarrollo de las naciones.
Es verdad que la actual correlación de fuerzas en el
continente no nos permite arrebatos de confrontación con el
norte, pero también es verdad que la mayor fuerza de la que
dispone un país está en su pueblo. Si el gobierno no
tienen fuerza o coraje suficiente para enfrentar el capital
que viene del norte, debe saber que su fuerza reside en la
capacidad de movilizar al pueblo, para defender los
intereses nacionales.
Hemos hablado en la campaña contra el ALCA que no esperamos
del gobierno que adopte las mismas tácticas de los
movimientos sociales. Pero él tiene la obligación de
mostrar total transparencia sobre lo que se está negociando
en nombre del pueblo. Debe usar los medios de comunicación
para aclarar y concienciar a la población. El gobierno no
tiene el mandato para realizar acuerdos internacionales que
hieran nuestra soberanía. Defendemos el derecho del pueblo
brasileño a decidir, en plebiscito, las negociaciones y
acuerdos sobre el ALCA.
Hay proyectos en el Congreso estableciendo la consulta al
pueblo, pero eso es insuficiente. Esperamos que en los
próximos meses, en los que se aproxima la fecha decisiva de
confrontación con los intereses del capital estadounidense,
se intensifiquen las movilizaciones populares en Brasil y
en toda América Latina para impedir la implantación del
ALCA.
* Joao Pedro Stedile es miembro de la coordinación del MST
y de la CMS.
https://www.alainet.org/es/articulo/109828
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