Azúcar amargo
Cómo la política sobre azúcar de la UE perjudica a los países pobres
09/05/2004
- Opinión
Las políticas del azúcar que ha adoptado la Unión Europea
(UE) entorpecen los esfuerzos globales por reducir la
pobreza. Se utilizan los subsidios a la exportación para
invadir los mercados mundiales con 5 millones de toneladas
de excedentes de azúcar a bajo precio, lo que deja sin
oportunidades a los exportadores de los países en vías de
desarrollo. Al mismo tiempo, los productores africanos
tienen limitado el acceso a los mercados de la UE. Los que
salen ganando como consecuencia del régimen europeo del
azúcar establecido por la PAC son las grandes explotaciones
y las grandes empresas refinadoras como Sudzucker y British
Sugar. Los perdedores son los pobres. Los consumidores y
contribuyentes europeos están financiando un sistema que
niega a millones de personas una oportunidad de salir de la
pobreza y mejorar sus vidas. Se necesitan reformas para
detener las exportaciones baratas de la UE y abrir su
mercado a los países más pobres.
Resumen
El régimen del azúcar establecido en la Política Agraria
Común (PAC) produce una cosecha anual de beneficios
subsidiados para la industria alimentaria y para las grandes
explotaciones agrarias, perpetuando el comercio injusto
entre Europa y el mundo en desarrollo. Una reforma de este
sector podría beneficiar a millones de personas de los
países pobres. El sistema actual beneficia de modo
desproporcionado a una acaudalada minoría de Europa.
El régimen del azúcar es un anacronismo dentro del caro
disparate que constituye la actual PAC. El sector del
azúcar, que ha logrado mantenerse al margen de las sucesivas
reformas, sigue siendo uno de los mercados más
distorsionados de la agricultura europea. Es, además, una
cuestión crítica en las tensiones internacionales en materia
de comercio. La revisión actual del régimen del azúcar que
establece la PAC nos brinda la oportunidad de abordar el
problema. Si no la aprovechamos, las consecuencias serán
malas para Europa, peores para los países en vías de
desarrollo y potencialmente desastrosas para el futuro del
sistema de comercio multilateral basado en normas.
Es bien sabido que el régimen europeo del azúcar es un
sistema complejo, pero el problema que provoca puede
expresarse de manera muy sencilla: exceso de azúcar. Cada
año, Europa –un productor muy poco competitivo- genera un
excedente para la exportación de unos 5 millones de
toneladas de azúcar. Este excedente es vendido a bajo precio
gracias a un sistema de subsidios directos e indirectos a la
exportación (lo que se conoce como 'dumping'), destruyendo
los mercados de los productores de los países en vías de
desarrollo, cuya producción es más barata. Al mismo tiempo,
elevadas barreras arancelarias bloquean las importaciones a
Europa. Los medios de subsistencia de los trabajadores
agrícolas y de los campesinos de los países en vías de
desarrollo se ven afectados tanto por las exportaciones de
la UE a los mercados mundiales como por el acceso
restringido de dichos países a los mercados europeos.
La UE afirma que Europa es un exportador de azúcar "no
subsidiado". Esta es la base de su argumentación ante la
Organización Mundial del Comercio (OMC), en donde se
cuestiona su régimen del azúcar. Pero esta defensa es
insostenible. La posición de la UE en la OMC está basada en
sofismas económicos: tras la bruma estadística que emana de
Bruselas, Europa esconde el uso de subsidios más prolífico
del mundo, y el que más dumping provoca. Actualmente gasta
3,30 euros en subsidios por cada euro de azúcar que exporta.
Además de los 1.300 millones de euros contabilizados
anualmente en concepto de subsidios en sus presupuestos, la
UE ofrece ayudas por valor de cerca de 1.000 millones de
euros a exportaciones de azúcar oficialmente no subsidiadas.
Estos subsidios ocultos al dumping reflejan la gran brecha
existente entre los costes de producción de la UE y sus
precios de exportación.
Los cuantiosos subsidios a la exportación y los elevados
aranceles a la importación son consecuencia de la gran
diferencia que existe entre los precios garantizados en la
UE y los precios mundiales. Los precios europeos se
mantienen tres veces por encima de los vigentes en los
mercados mundiales. Si prescindimos de sutilezas
diplomáticas, el régimen del azúcar establecido por la PAC
tiene todo el aspecto de un monopolio que fija los precios y
es gestionado por gobiernos que actúan en nombre de las
grandes explotaciones agrícolas y de las empresas
refinadoras de azúcar. El régimen mantiene un sistema de
ayudas a las empresas, costeado por los contribuyentes y
consumidores de la UE, en el que los costes humanos recaen
sobre los países en vías de desarrollo.
Las regiones agrícolas más prósperas de Europa –el este de
Inglaterra, la cuenca parisina y el norte de Alemania- están
entre los mayores beneficiarios de los subsidios del azúcar.
Calculamos que el apoyo medio que reciben 27 de las mayores
explotaciones de remolacha azucarera en Reino Unido asciende
a casi 207.000 euros anuales. Pero las transferencias
sociales más elevadas van destinadas a las grandes empresas
refinadoras del azúcar. El margen de beneficios de British
Sugar, filial de Associated British Foods, que asciende a un
25 por ciento, es uno de los más elevados del sector
industrial de la UE. British Sugar constituye uno de los
grupos de presión más fuertes para el mantenimiento del
régimen actual y ha montado toda una campaña en base a una
interpretación selectiva y engañosa de los hechos.
Otras empresas se benefician de subsidios a la exportación
por valor de millones de euros cada año. Calculamos que los
subsidios a la exportación que han recibido seis grandes
refinadoras de azúcar en 2003 ascendieron a 819 millones de
euros. La empresa francesa Beghin Say encabeza la lista con
236 millones; seguida por la compañía alemana Sudzucker, la
mayor compañía procesadora de Europa, que recibió 201
millones de euros; y de la británica Tate and Lyle, con 158
millones.
Entre quienes pierden como consecuencia del dumping de
azúcar patrocinado por la PAC destacan los países en vías de
desarrollo. Si traducimos sus costes en pérdidas de divisas,
en 2002 las distorsiones del mercado relacionadas con las
políticas europeas del azúcar costaron 494 millones de
dólares USA a Brasil, 151 millones a Tailandia, y unos 60
millones, respectivamente, a Suráfrica y a India. Son
pérdidas muy elevadas para países con una gran parte de la
población viviendo en la pobreza, con fuertes presiones en
su balanza de pagos y con recursos presupuestarios
limitados.
Las preferencias comerciales mitigan las pérdidas provocadas
por el régimen del azúcar, pero sólo marginalmente. Los
países del grupo África, Caribe y Pacífico (ACP) disfrutan
de acceso preferente al mercado europeo del azúcar a precios
vinculados a los precios garantizados de la UE. Los Países
Menos Adelantados (PMA) también tienen acceso preferente
para una cuota limitada. Se trata de un acuerdo de
transición en virtud de la iniciativa Todo Menos Armas
(TMA), a través de la cual la UE se compromete a ofrecer
acceso libre de aranceles a partir de 2009.
A la UE le gusta señalar la iniciativa TMA como ejemplo de
su compromiso con el desarrollo, y hay que decir que la
iniciativa ha ayudado a algunos países. Pero en el caso del
azúcar, como en otras áreas de la política comercial, la
generosidad de la UE tiene sus límites. Se restringen mucho
los derechos de acceso a los mercados para adaptarse a los
intereses de las empresas refinadoras como British Sugar,
Beghin Say, Sudzucker y el lobby de la remolacha azucarera.
Los acuerdos TMA permiten a los Países Menos Adelantados
exportar una cantidad de azúcar equivalente al 1 por ciento
del consumo de la UE. Dicho de otro modo, se permite a un
grupo integrado por 49 de los países más pobres del planeta
suministrar cada año a Europa –una de las regiones más ricas
del mundo- el equivalente al consumo de tres días de azúcar.
Mozambique y Etiopía, dos de los países más pobres del
mundo, tienen derecho a exportar un total de 25.000
toneladas en 2004. Las quince explotaciones agrarias más
grandes de Norfolk (Inglaterra) producen una cantidad
superior a ésta. Cuando se trata de elegir entre reducir la
pobreza en África y apoyar los intereses de las grandes
explotaciones e industrias del azúcar en Europa, los
gobiernos de la UE han tomado una opción clara.
Hemos calculado los costes que representan las restricciones
comerciales de la UE para Etiopía, Mozambique y Malawi. Las
pérdidas totales desde el comienzo del TMA en 2001 ascienden
a 238 millones de dólares USA. Las pérdidas previstas para
2003/04 son de 38 millones de dólares USA en el caso de
Mozambique y de 32 millones en el de Malawi. Las cifras
ponen de manifiesto una incoherencia vergonzosa entre las
políticas de ayuda al desarrollo y las políticas comerciales
de la UE. Por cada 3 dólares USA que la UE ofrece a
Mozambique en concepto de ayuda al desarrollo, le cobra 1
dólar en forma de restricciones para acceder al mercado
europeo del azúcar.
Las pérdidas en las exportaciones menoscaban la inversión y
reducen las posibilidades de diversificación. Tomados país
por país, los costes son elevados en relación a las
capacidades financieras nacionales:
- Las pérdidas de Mozambique en el año fiscal actual
equivalen al gasto total del gobierno en agricultura y
desarrollo rural.
- Las pérdidas de Etiopía equivalen a el gasto nacional
total en programas de lucha contra el VIH/SIDA.
- Las pérdidas de Malawi superan el presupuesto nacional de
asistencia primaria de salud.
En último término, los perdedores del régimen del azúcar
establecido por la PAC son los hombres, mujeres y niños de
los países más pobres del mundo. En los países en los que
más de la mitad de la población rural vive por debajo del
umbral de la pobreza, las restricciones que impone la UE a
las importaciones se traducen en una mayor vulnerabilidad,
más pobreza, falta de servicios sanitarios o deterioro de
los mismos y reducción de las oportunidades de educación. La
historia se repite en las poblaciones rurales de países como
Suráfrica y Tailandia, en los que los salarios y las
condiciones laborales se han visto afectados negativamente
por el dumping europeo.
La reforma del sector del azúcar en la UE deberá abordar
cuatro cuestiones fundamentales.
- En primer lugar, la UE debe poner fin a los subsidios
directos e indirectos a las exportaciones. Se debe rechazar
el dumping permanente de los excedentes. A efectos
prácticos, esto significa que la UE debería aprobar un
régimen de "exportación cero" en el caso del azúcar, lo que
implica recortar las cuotas de producción.
- La segunda prioridad es mejorar el acceso de los países
más pobres a los mercados de la UE. Los gobiernos de los
Países Menos Adelantados han indicado su preferencia por las
"cuotas de contención" (retaining quotas) a través de las
cuales pueden exportar a la UE a un precio remunerador y
previsible. Si se aprobara esta opción, la cuota debería
reflejar su verdadera capacidad exportadora.
- La tercera prioridad es la protección de los intereses de
los países ACP. Se acepta de manera general que la reforma
del régimen del azúcar provocará una reducción de los
precios garantizados, por lo cual los grandes productores
europeos serán ampliamente compensados. Pero cuando caigan
los precios europeos, también bajarán los que reciben los
exportadores de los países ACP. Esto constituye una seria
amenaza para un gran grupo de estos países. Algunos se
enfrentarán a importantes costes de ajuste y a la amenaza de
trastornos sociales y económicos. Por este motivo, es
imperativo que la UE ofrezca una ayuda generosa y oportuna a
los países en desarrollo que se enfrenten a estos procesos.
- Por último, el régimen del azúcar debería alinearse con el
interés público en la UE. Esto significa potenciar la
capacidad de las explotaciones familiares europeas de
contribuir a la creación de un sistema agrícola que sea
sostenible tanto desde el punto de vista social como
medioambiental.
Existe un peligro cada vez mayor de que los grupos
empresariales aprovechen el debate sobre la reforma de la
PAC en su propio interés, buscando los beneficios
subvencionados a costa del interés público. La industria
azucarera y las grandes explotaciones agrícolas han iniciado
una campaña en toda Europa que persigue perpetuar el sistema
actual. Uno de los centros neurálgicos de la iniciativa es
el Reino Unido. La compañía British Sugar y la organización
National Farmers' Union pretenden que la opinión pública se
oponga a la reforma bajo un lema tan populista como
"Salvemos nuestro azúcar". La campaña se basa en la
distorsión de la realidad y en la defensa de sus intereses
particulares.
El presente documento expone los argumentos a favor de un
modelo de reforma basado en una revisión esencial de la
política azucarera de la UE. Parte de una posición
pragmática y no de fundamentalismos de mercado. Los
defensores de una liberalización a fondo y de una transición
hacia precios mundiales de mercado ignoran dos problemas
fundamentales: en primer lugar, no habrá recorte de precios
políticamente viable que pueda eliminar los excedentes de la
UE para la exportación, especialmente si van acompañados de
abundantes ayudas directas para compensar a las grandes
explotaciones agrícolas de sus pérdidas de ingresos. En
segundo lugar, un recorte drástico de precios en la UE
arruinaría a las industrias de los países ACP y PMA que
actualmente exportan a precios vinculados a los precios
garantizados por la PAC. Asimismo, perjudicarían
considerablemente la viabilidad de las explotaciones
agrícolas familiares de pequeña escala.
Nuestra opción de reforma asume que los recortes de precios
serán una parte del proceso de reforma, pero defiende
profundos ajustes mediante los recortes de cuotas y la
ampliación del acceso al mercado para los Países Menos
Adelantados. Para ello, proponemos cuatro medidas clave, a
saber:
- Un recorte de unos 5,2 millones de toneladas en la cuota
de producción de la UE -es decir, un tercio- para poner fin
a todas las exportaciones, facilitar el aumento de las
importaciones procedentes de los PMA y ajustar la producción
al consumo interno. El recorte tendría lugar en dos fases:
Fase 1: Prohibición inmediata de todas las exportaciones
fuera de cuota (2,7 millones de toneladas) y un recorte de
la cuota nacional de unos 2,5 millones de toneladas.
Fase 2: Recorte gradual y progresivo de las cuotas a lo
largo del periodo 2006-13 para dar cabida a 2,7 millones de
toneladas en importaciones procedentes de los Países Menos
Adelantados, a precios vinculados a los del mercado de la
UE.
- Eliminación, con efecto inmediato, de todos los subsidios
directos e indirectos a la exportación.
- Programa de aumento de la ayuda y las compensaciones para
los exportadores de los países ACP, financiado mediante la
transferencia de los 1.300 millones de euros actualmente
destinados a subsidios a la exportación. El programa
incluiría una opción de "recompra de la cuota", en virtud de
la cual los países ACP podrían devolver a la UE su cuota a
cambio de un flujo de ayuda garantizado.
- Redistribución del apoyo de la PAC en beneficio de los
pequeños productores, así como una investigación de ámbito
europeo sobre las actividades de la industria azucarera,
llevada a cabo por las autoridades nacionales en materia de
competencia.
El régimen del azúcar demuestra, más claramente que
cualquier otro sector, por qué la reforma de la PAC no puede
tratarse únicamente como un asunto interno de la UE.
Atendiendo al importante lugar que ocupa la UE como
productora, exportadora e importadora de este producto, las
decisiones que se toman en Bruselas tendrán implicaciones no
sólo en un amplio grupo de países pobres, sino en millones
de personas que viven en dichos países y que están sumidas
en la miseria. Precisamente por eso es necesario que la UE
haga gala de un sentido de la responsabilidad internacional
a la altura de su poder comercial.
© Oxfam Internacional Marzo 2004
Este documento ha sido escrito por Kevin Watkins, con la
colaboración de Emily Alpert, Sam Barrat, Amy Barry, Gonzalo
Fanjul, Rian Fokker, Penny Fowler, Claire Godfrey, Gawain
Kripke, Jo Leadbeater, Kate Raworth y Robert White. Es parte
de una serie de documentos escritos para contribuir al
debate público sobre políticas humanitarias y de desarrollo.
Su contenido puede ser usado para actividades de campaña,
educación e investigación, siempre que la fuente sea
adecuadamente citada. Para más información, por favor envíe
un correo a advocacy@oxfaminternational.org
Informe de Oxfam Internacional 61.
ABRIL DE 2004
https://www.alainet.org/es/articulo/109898
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