Macali, Solano, La Juanita
Siempre estamos dando el primer paso
12/05/2004
- Opinión
El lunes 3 de mayo
comenzó a funcionar la escuelita del MTD-La Matanza, en el
barrio La Juanita, en el distrito de Laferrére, una de las zonas
más pobres del Gran Buenos Aires.
Es la primera escuela que pone a funcionar un grupo piquetero en
Argentina, construida por los vecinos del barrio y mantenida con
los recursos que sacan de los diversos emprendimientos
productivos que pusieron en pie: panadería, talleres de
serigrafía y de costura. Para el movimiento piquetero, es un
paso de gigante en un doble sentido: lo da el único grupo que
nunca aceptó subsidios estatales para sus miembros desocupados y
se produce en un momento de agudo reflujo de las luchas de ese
sector. Es un primer paso al que, tal vez, le sigan otros en la
misma dirección por parte de otros grupos que se atrevan a
encarar uno de los desafíos más importantes que puede abordar un
movimiento: tomar la educación en las propias manos. La
generalización de una experiencia como la que iniciaron en La
Juanita, es una posibilidad incierta: nada asegura que vaya a
suceder así. Sin embargo, como demuestran los movimientos
populares en nuestro continente, estos primeros pasos son tan
inciertos como necesarios.
El 7 de septiembre de 1979, apenas 110 familias ingresaron a
Macali, un área fiscal apropiada por una empresa maderera en Río
Grande del Sur, en plena dictadura militar brasileña. Estas
familias eran el remanente de un contingente mayor de campesinos
sin tierra que en los sesenta habían ingresado en la reserva
indígena de Nonoai, de donde fueron expulsadas en 1978 por los
propios indios. Luego de varios intentos fallidos y de la
realización de varias asambleas de quienes se mantenían
acampados cerca de la reserva, con el apoyo de la Comisión
Pastoral de la Tierra y con mucha incertidumbre por delante, el
centenar de familias planificó la ocupación.
La noche del 6 de septiembre llegaron en camiones hasta Macali,
ingresaron en la madrugada, instalaron una cruz con la bandera
de Brasil y construyeron sus primeras viviendas. Observar las
fotos de aquellos precarios ranchitos de madera techados con
pasto seco, contrasta vivamente con la organización que tendrán
los campamentos de los sin tierra años más tarde.
La policía militar intentó desalojarlos pero las mujeres y los
niños formaron barreras en torno a las barracas para impedirlo.
Finalmente, el gobierno estadual les entregó la tierra. Fue la
primera ocupación victoriosa de este nuevo período, representó
el reinicio de las luchas por la tierra y contribuyó a la
formación del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra
(MST). En los meses siguientes, se produjeron varias
ocupaciones que contaron con la solidaridad de la población,
pero el movimiento como tal quedó constituido recién en 1984.
Aquellas 110 familias no sabían que estaban comenzando a
escribir una de las más singulares historias de lucha de América
Latina.
En septiembre de 1981, cuando la dictadura argentina era
comandada por el general Viola, unas cien familias ocuparon dos
hectáreas en San Francisco Solano, en el partido de Quilmes, una
zona que el entonces obispo Novak definió como "una ciudad
sitiada por el hambre". Los ocupantes marcaron catorce manzanas
y construyeron sus viviendas dejando espacios para calles y
equipamientos comunitarios, y en asamblea bautizaron al nuevo
barrio como La Paz. Al hacerlo así, rompían con la tradición de
las villas*, donde la agregación individual genera una trama
caótica y reproduce la exclusión. Con ello, revelaban una
organización previa: en efecto, los ocupantes pertenecían al
incipiente movimiento de las comunidades eclesiales de base, de
las que se habían formado más de 60 en la zona.
A partir del 4 de noviembre mil familias ocuparon 102 hectáreas
en la misma zona, formando los barrios Santa Rosa, Santa Lucía y
El Tala, y desde el 27 de noviembre unas 3.500 familias más
ocuparon 109 hectáreas formando los barrios San Martín y Monte
de los Curas, actuando siempre bajo el mismo patrón. La
organización colectiva estaba impulsada por el sacerdote Raúl
Berardo, quien había estado poco tiempo atrás en el sur de
Brasil y conocía los primeros pasos que estaba dando allí el
movimiento sin tierra. Se empeñó en que los primeros ocupantes
de una modalidad que luego se conocería como "asentamientos",
demarcaran los lotes (20 pasos por 11) donde se instalaba una
sola familia bajo la consigna de "no hacer villa".
Cuando llegaron las topadoras para destruir las precarias
viviendas, Berardo se puso en la primera fila, las mujeres y los
niños detrás y más atrás los hombres y las viviendas. Ese día,
mediados de noviembre de 1981, la represión cedió, pero se
instaló un cerco policial desde el 1 de diciembre que duró seis
meses, hasta que fue retirado al comenzar la guerra de las
Malvinas. En ese tiempo murieron catorce niños por diarrea sin
poder contar con atención médica. En pocos años, los
asentamientos como forma de ocupación colectiva y planificada de
tierras para construir sus viviendas y crear otra ciudad dentro
de la gran ciudad, se extendió por todos los rincones del Buenos
Aires pobre, pero saltó fronteras y llegó a Uruguay, Paraguay y
a otros países del continente.
La escuela del MTD de La Matanza es la primera que ponen en
marcha los piqueteros. Los sin tierra tienen ahora unas mil
quinientas escuelas en las 22 millones de hectáreas que abarcan
sus asentamientos, donde estudian 150 mil niños con unas cuatro
mil maestras, muchas de ellas formadas por el propio movimiento.
Pero empezaron por una sola escuela.
Los seis primeros asentamientos de Solano se convirtieron, con
el correr de los años, en una suerte de modelo de ocupación y
organización, incluso para los ocupantes de tierras que en 1986
crearon los primeros asentamientos en Laferrére (La Matanza),.
donde está la escuela del MTD. Hoy hay miles de hectáreas
ocupadas por pobres sin techo y sin trabajo, y en muchos de esos
espacios nació, creció y se desarrolla el movimiento piquetero,
encabezado ahora por los hijos y los nietos de aquellos
pioneros, que luchan por una vida digna, producen sus alimentos
y cuidan la salud de forma colectiva. Y ahora, de a poquito,
también enseñan a sus hijos.
En los dos primeros casos las ocupaciones, que fueron el primer
paso de movimientos tan diferentes, se produjeron bajo dos
dictaduras militares feroces, en momentos en los que el
movimiento social vivía un fuerte repliegue, y contribuyeron a
relanzar el movimiento popular sobre nuevas bases. La
iniciativa de La Matanza se produce en momentos en los que el
movimiento social argentino vive también un repliegue
importante, aunque a diferencia de los casos anteriores
gobiernan el país personas que realizan un discurso –y a veces
también una práctica- progresistas.
Los que ocuparon la hacienda Macali y los que crearon los
primeros asentamientos en Solano, no sabían que detrás de ellos
vendrían miles y miles de miles. Hoy, los pioneros en materia
escolar son los miembros del MTD de La Matanza. No saben, no
sabemos, si el movimiento se encamina a tomar en sus manos la
cuestión de la educación. En todo caso, la iniciativa vale la
pena. Es parte del crecimiento interior del movimiento, cuando
las mejores energías están volcadas hacia la experimentación,
con resultados por lo tanto inciertos, en vez de repetir lo ya
sabido y mil veces probado, aún cuando se sepa que es un camino
estéril.
El movimiento social no crece por acumulación, como el capital.
Al parecer, algunas experiencias potentes como las de Macali y
Solano, entre muchísimas otras, resuenan en algún momento sin
que sepamos muy bien porqué. Otras manos, en lugares a veces
distantes, pero impulsadas por idéntica necesidad de vida, toman
iniciativas inspiradas en las experiencias previas. Saben el
paso que están dando, pero nunca tendrán la certeza de que será
seguido por otros. Siempre estamos dando el primer paso.
* Mientras las villas (favelas o cantegriles) son el resultado
de una agregación individual y no planificada, no existiendo por
lo tanto calles ni espacios colectivos, los asentamientos son el
resultado de la existencia de un grupo previo que planifica la
ocupación, elige la zona más adecuada y la lleva adelante en
función de las decisiones colectivas.
https://www.alainet.org/es/articulo/109913?language=es
Del mismo autor
- Narco-estados contra la libertad 19/07/2018
- Juegos Olímpicos: La irresistible militarización del deporte 19/08/2016
- La minería es un mal negocio 02/12/2015
- Catalunya hacia la independencia 02/10/2015
- Humanitarian crisis: Solidarity below, business above 16/09/2015
- Crisis humanitaria: Solidaridad abajo, negocios arriba 11/09/2015
- Brazil-US Accords: Back to the Backyard? 04/09/2015
- Los recientes acuerdos Brasil-Estados Unidos ¿El retorno del patio trasero? 30/07/2015
- Las repercusiones del “acuerdo” entre Grecia y la troika 17/07/2015
- China reorganizes Latin America’s economic map 09/07/2015