Los medios vs. la realidad en Haití
13/02/2004
- Opinión
A juzgar por la reciente cobertura de la crisis en
Haití en los medios corporativos, podría llegarse a
creer que están "ayudando e instigando" un intento de
golpe de estado contra el democráticamente elegido
Jean-Bertrand Aristide. Día tras día, los medios
internacionales dominantes lanzan historias provistas
principalmente por Associated Press y Reuters que
tienen poca base en la realidad.
El 10 de febrero, el Globe and Mail, el principal
periódico nacional de Canadá, reprodujo un artículo de
AP que se basó en Radio Vision 2000, propiedad de la
elite haitiana. [1] Ese artículo comparó el reciente
"levantamiento violento" en Gonaives, la cuarta ciudad
por su tamaño en Haití, con la insurrección de 1986 que
causó el derrocamiento de la opresiva dictadura
Duvalier. Los lectores canadienses son conducidos a
creer que Aristide es, o podría ser, un dictador, que
puede, o no, merecer lo que le va a suceder. Éste es
difícilmente sea el tipo de contexto que pueda llevar a
los ciudadanos a apoyar a los asediados haitianos.
Paul Knox del Globe ha estado informando desde Haití a
partir del 11 de febrero, y ha presentado hasta ahora
dos artículos, ninguno de los cuales se desvía del
"circuito de desinformación" que incluye el reciclaje
por parte de la prensa corporativa de dudosas
informaciones generadas por la elite. [ver Pina] Se
otorga credibilidad al mismo contexto mencionado
anteriormente: que Aristide confronta a una oposición
legítima que tiene todo derecho a apoyar su violento
derrocamiento. Knox cita a Charles Baker, un rico
propietario de fábrica que dice: "Luchamos todos por lo
mismo. Aristide tiene que renunciar." [2]
El otro periódico nacional de Canadá, el National Post,
[considerado el más 'derechista' de los dos diarios] no
ve problema alguno en el uso de titulares como el
publicado en su sitio en la red el 13 de febrero:
"Militantes de Aristide lanzando piedras obligan a los
opositores a anular marcha de protesta"[3]. En ninguna
parte del artículo se menciona el comunicado de prensa
del presidente Aristide, que condena la obstrucción de
la protesta y que llama a que se respete el derecho
constitucional a manifestar pacíficamente.
Es interesante ver que los medios corporativos no han
mencionado que la "oposición" a la que se refieren y
que legitiman repetidamente, sólo representa un
miserable 8 por ciento de los votantes registrados en
Haití, según un sondeo estadounidenses realizado en el
2000. Según el Consejo de Asuntos del Hemisferio [COHA,
por sus siglas en inglés], "su único objetivo político
parece ser reconstituir el ejército e implementar
rigurosos programas de ajuste estructural"[4]. Como los
periodistas se basan en la oposición para poco más que
algunos soundbites inflamatorios, descartan
repetidamente la información que sería necesaria para
que sus esfuerzos ganen en credibilidad.
La congresista estadounidense Maxine Waters publicó el
11 de febrero un comunicado de prensa, después de su
reciente visita a Haití, en el que llamaba a la
administración Bush a que se le uniera en la condena de
la "así llamada oposición" y, específicamente, de Andre
Apaid Jr., "partidario de Duvalier" que, junto con su
Grupo de 184, está "tratando de instigar un baño de
sangre en Haití para luego culpar al gobierno por el
desastre resultante en la creencia de que EE.UU.
ayudará a los así llamados manifestantes contra el
presidente Aristide". [5]
También apuntó al Banco Mundial y al FMI y su "continuo
embargo", que asciende a cientos de millones de fondos
que se necesitan desesperadamente. La representante
Waters describió las siguientes medidas positivas
emprendidas por Aristide:
"Bajo su dirección, el gobierno haitiano ha realizado
importantes inversiones en la agricultura, el
transporte público y la infraestructura... El gobierno
[recientemente] duplicó el salario mínimo de 36 a 70
gourdes por día, a pesar de la fuerte oposición de la
comunidad empresarial... El presidente Aristide también
ha convertido la salud pública y la educación en
prioridades nacionales. Se construyeron más escuelas en
Haití entre 1994 y 2000 que entre 1804 y 1994. El
gobierno expandió los programas de almuerzo escolar y
de autobuses escolares y otorga un subsidio de un 70%
para libros de texto y uniformes".
La representante Waters formuló claras declaraciones a
favor de Aristide que no aparecen en los comentarios de
la administración Bush y en los engaños de los medios
corporativos sobre Haití. Waters completó su
declaración con un importante llamado, en el que apela
a que los medios corporativos "discontinúen la práctica
de repetir rumores e insinuaciones," que los convierten
en "megáfonos internacionales para la oposición.
Mienten desvergonzadamente a diario".
Otra congresista, Barbara Lee, desafió directamente a
Colin Powell en una carta formal que le dirigió el 12
de febrero, después de que éste anunció que la
administración de EE.UU. "no está interesada en un
cambio de régimen" en Haití. Dijo Lee: "Parece que
EE.UU. está ayudando e incitando el intento de derribar
violentamente el gobierno Aristide. Con todo respeto,
esto parece ser un "cambio de régimen"... Nuestras
acciones - o inacción - pueden estar empeorando las
cosas". [6]
En una conferencia de prensa el miércoles, Aristide
llamó a una solución pacífica y democrática de la
agitación que existe en Haití. Una vez más apeló a la
oposición a que discuta racionalmente las cosas con su
gobierno para poder trabajar hacia una solución
equitativa.
Ahora parecería ser una buena oportunidad para que
grupos por la justicia social con una amplia base se
galvanicen alrededor del tema crítico de Haití. Los
haitianos necesitan desesperadamente apoyo popular
internacional si han de superar este último ataque.
Utilizando la historia como guía, deberíamos mantener
extrema cautela cuando por un lado la administración de
EE.UU. promueve "la democracia y la libertad" y una
"solución pacífica" a la situación en Haití, mientras
por el otro apoya los intereses de actores como André
Apaid Jr. Las declaraciones de algunos representantes
estadounidenses son alentadoras. Otras son algo raras.
Hoy, en una conversación con el representante Gregory
Meeks, quedó bien clara su posición poco fiable. La
"principal preocupación [de Meeks] es la democracia" y
la promoción de la democracia no significa que "se tome
partido". La que se está pregonando es una posición
familiar, en la que EE.UU. apoya la democracia pero no
está dispuesto a apoyar activamente al líder
democráticamente elegido. El Miami Herald tomó nota
ayer, de que el Caucus Negro del Congreso, cuya
posición es apoyada por Meeks, "llama a terminar la
violencia en Haití, pero no repite su apoyo tradicional
a Aristide". (énfasis del autor)
Estas son señales peligrosas, ya que las ciudades
haitianas continúan bajo el ilegal asedio por antiguos
miembros de los paramilitares, que - según Pina - "Se
reunieron en la República Dominicana y que ahora llevan
fusiles M16 totalmente nuevos". Pina también señaló que
se sabe que la República Dominicana acaba de recibir un
embarque de 20.000 M16 fabricados en EE.UU.
Como una gran parte de los actuales problemas que
afectan a Haití provienen de dramáticos problemas
económicos, deberíamos pasar a considerarlos. En su
libro de 1997 "Haiti in the New World Order" [Haití en
el Nuevo Orden Mundial] (l), Alex Dupuy resume la
actitud de EE.UU. hacia Haití:
"Para la intelligentsia de la política exterior, la
defensa y la promoción de la democracia y del libre
mercado sirven como la "gran visión" subyacente tras
los objetivos políticos de EE.UU. en el nuevo orden
mundial... La democracia no se va a afirmar a menos que
sus corolarios - una economía de libre mercado y un
sistema de libre comercio - sean también promovidos."
[7]
La lógica del Departamento de Estado, según COHA, ve a
Aristide como "poco más que un 'Castro sin barba'",
quien fue desdeñado por Jesse Helms; una tradición que
es continuada por sus "herederos ideológicos" en el
Departamento de Estado: Roger Noriega y Otto Reich.
Deberíamos recordar que este tipo de actitud fue
preponderante hace más de una década, cuando Aristide
fue elegido presidente por primera vez.
En 1991 Aristide fue derrocado por los brutales
paramilitares, dirigidos por los antiguos empleados de
la CIA Emmanuel Constant y Raoul Cedras. La masiva
afluencia de refugiados que huían del brutal régimen
paramilitar del FRAPH en Haití, además de una corriente
de apoyo interno a este país, forzaron a Clinton a
"restaurar la democracia" en 1994. Aristide, con su
camino allanado por las tropas de EE.UU., volvió a
Haití reconocido internacionalmente como su legítimo
líder.
El retorno de Aristide fue posibilitado sólo cuando
"abrazó a la burguesía haitiana y aceptó la ocupación
de EE.UU. y la agenda neoliberal de Washington". Como
ha detallado Noam Chomsky: "El gobierno de Aristide
[debía] seguir un paquete estándar de "ajuste
estructural", dedicando los fondos extranjeros
principalmente al pago de la deuda y a las necesidades
de los sectores empresariales, y adoptando una
"política abierta a las inversiones extranjeras". [8]
Para entonces la agenda neoliberal se había afianzado
como parte del Nuevo Orden Mundial, diseñada para
responder al "llamado del Sur por justicia, igualdad, y
democracia en la sociedad global". Esta agenda ha
llevado a otros como Susan George a resumirla como
sigue:
"El neoliberalismo se ha convertido en la principal
religión mundial con su doctrina dogmática, su
sacerdocio, sus instituciones legisladoras y, lo que
tal vez sea lo más importante, su infierno para
infieles y pecadores que se atrevan a desafiar la
verdad revelada." [9]
El Banco Mundial predijo en 1996 que hasta un 70 por
ciento de haitianos difícilmente sobrevivirían las
medidas de libre mercado propugnadas por el banco en
Haití. Según un artículo del Guardian de 2002, a fines
de los años 90 "la producción de arroz de Haití había
sido reducida a la mitad y las importaciones
subvencionadas de EE.UU. representaban más de la mitad
de las ventas de arroz en el país" [10]. Mientras Haití
se convertía en el "alumno estrella" del FMI y del
Banco Mundial, tales políticas "devastaban" a los
agricultores locales.
Los Programas de Ajuste Estructural [SAPs, por sus
siglas en inglés], que han sido impuestos a Haití, han,
como es tradicional, impulsado la privatización de las
industrias estatales. Según Aristide, en su libro de
2000 "Eyes of the Heart" [Ojos del corazón], la
privatización "concentrará aún más la riqueza" en
circunstancias en las que un 1 por ciento de la
población ya controla un 45 por ciento de la riqueza.
En cuanto al por qué Haití aceptaría las medidas del
Banco Mundial y del FMI, Aristide muestra el contexto
en la línea de "muertos si lo hacemos, muertos si no":
"O ingresamos a un sistema económico global, en el que
sabemos que no podemos sobrevivir, o nos rehusamos, y
enfrentamos la muerte por inanición lenta". [11]
Sin olvidar que EE.UU. efectivamente controla el Banco
Mundial y el FMI [12], debemos considerar las
conclusiones de Susan George y de los Institutos
Transnacionales basadas en una investigación extensiva
de esas instituciones: "Las políticas económicas
impuestas a los deudores... causaron incalculables
sufrimientos humanos y un sufrimiento medioambiental
generalizado mientras al mismo tiempo vaciaban los
recursos de los países deudores". [13]
George subraya cómo las consecuencias de este "bumerang
de la deuda" que resulta en que las naciones ricas se
benefician realmente con el enorme servicio de la deuda
de las pobres, nos afectan a todos. Mientras la gente
en el Sur "es mucho más gravemente afectada por la
deuda que la del Norte, en ambos casos una ínfima
minoría se beneficia mientras la abrumadora mayoría
paga". [14]
La administración de EE.UU., el par Banco Mundial-FMI y
las elites haitianas que se benefician con una agenda
neoliberal, saben todos que Aristide prefiere una
democracia genuina por sobre la reforma neoliberal.
Aristide sigue fiel a las ideas que lo llevaron al
poder como el primer líder haitiano democráticamente
elegido en 1991. Como me dijo ayer Kevin Pina, las
masas populares [empobrecidas] que veneraron a Aristide
en 1991 "siguen dispuestas a luchar por él. Están
dispuestas a morir si significa que Aristide pueda
completar su período".
El mes pasado en Monterrey, en la Cumbre Especial de
las Américas, fue acordada la Iniciativa Tercera
Frontera por la Comunidad del Caribe y Estados Unidos.
Uno de los principales objetivos de la iniciativa es
"asegurar que los beneficios de la globalización se
sientan incluso en las economías más pequeñas",
mientras se coordinan lazos que desalienten las
actividades terroristas y aumenten la seguridad en el
área. [15]
Sólo sabremos con certeza cómo esto se aplica al caso
de Haití con el progreso - o deterioro - de la
situación. Al terminar nuestra conversación de ayer,
Kevin Pina subrayó lo siguiente:
"Haití necesita desesperadamente el establecimiento de
tradiciones democráticas. ¿Cómo se supone que se rompa
el modelo de inestabilidad? ¿Qué va a impedir que se
pida al próximo presidente democráticamente elegido que
dimita? Si la gente se deja engañar por estas
deformaciones y mentiras perjudica la causa de Haití."
Los ciudadanos de Canadá, Estados Unidos y Europa
tienen todos un papel que jugar en este asunto, porque
la instigación de la inestabilidad haitiana y la
continuación de la miseria haitiana están siendo
realizadas y financiadas en nuestros nombres. Al
dejarnos engañar por el falso cuadro de Haití que es
presentado por nuestros medios corporativos, estamos
violando activamente los derechos humanos fundamentales
junto con el derecho de Haití a la autodeterminación.
Todo lo que se pueda hacer para denunciar esta
circulación de mentiras debe ser hecho con una urgencia
que sobre todo aprecie el derecho de todos los
haitianos a determinar su propio futuro.
Notas
1 Globe and Mail, February 10, 2004,
"Haitian Insurrection Spreads to several more towns."
A16.
2 Globe and Mail, February 11, 2004
"Haiti's 'peaceful people' erupt in Violence", A16.
3 National Post, February 13, 2004.
4 "Unfair and Indecent Diplomacy:
Washington's Vendetta against Haiti's President
Aristide," January 15, 2004.
5 Trascripción obtenida de Enlace de Prensa
Extranjera de Haití, Michelle Karshan, February 11,
2004.
6 De la oficina de la congresista Barbara
Lee. Contacto: 202-225-2398
7 Alex Dupuy, "Haiti in the New World
Order: The Limits of Democratic Revolution," p. 7.
8 Ver Chomsky: "The Tragedy of Haiti" en
su: "Year 501: The Conquest Continues" pp. 197-219.
9 Susan George, conferencia: "A Short
History of Neoliberalism", marzo de 1999:
http://www.globalpolicy.org/globaliz/econ/histneol.htm
10 Ver The Guardian: "Haiti: proof of
hypocrisy", April 11, 2002
11 Pasajes del libro de Aristide
12 Cita de Brookings Institution: "U.S.
Relations with the World Bank: 1945-1992": "Más que
ningún otro país, Estados Unidos, ha moldeado y
dirigido el desarrollo institucional, las políticas y
las actividades del Banco Mundial," p. 88. The
Brookings Institution, a propósito, es un conocido
afiliado del Proyecto Democracia Haití, que tiene una
relación amistosa con Andre Apaid Jr., y el G-184.
13 Ver George: "The Debt Boomerang," 1992.
14 Ibid.
15 Cita de Bush II, Sitio en la red del
Departamento de Estado de EE.UU.
* El artículo original dice contrasted, pero para mi no
tiene sentido, porque si entiendo bien, quiere decir que la
prensa compara las insurrecciones actuales con las de 1986,
ahora contra el "dictador" Aristide, antes contra el
dictador Duvalier. 1
Título original: Media vs. Reality in Haiti
Autor: Anthony Fenton
Origen: ZNet, 13 de febrero de 2004
Traducido por Germán Leyens y revisado por Cora
Fernández Anderson
https://www.alainet.org/es/articulo/110008
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