Enemigos diferentes
01/01/2001
- Opinión
Mientras las iraquíes observan con impotencia la pérdida de
derechos sociales y políticos garantizados por ley hace 50 años
con la promulgación de una nueva constitución, las mujeres
militares de EEUU tienen al "enemigo" en su bando: las
violaciones y el acoso sexual por parte de soldados han
aumentado escandalosamente.
Las mujeres de Irak habían alcanzado más logros en sus derechos,
prestaciones y participación en la sociedad que otras mujeres
del mundo árabe. Esta realidad está a punto de modificarse
drásticamente con la inminente pérdida de sus derechos
económicos, sociales y políticos garantizados por ley durante
casi 50 años. La guerra y la ocupación de EEUU ha dado la vuelta
a décadas de leyes más progresistas y logros sociales que eran
los más impresionantes en toda la región.
Al mismo tiempo, las mujeres militares de EEUU hacen frente a
grandes amenazas y peligros, no por combatir contra el
"enemigo", sino por los mismos hombres de su Ejército. Las
cifras de violaciones, asaltos y hostigamiento sexuales contra
las mujeres soldados han alcanzado proporciones epidémicas.
Dos terceras partes de las mujeres soldados han experimentado
comportamientos sexuales no deseados o provocados, según Terri
Spahr Nelson, autora del libro titulado Por amor a la patria:
hacer frente a las violaciones y hostigamientos sexuales en el
Ejército de EEUU, de acuerdo a un artículo publicado la semana
pasada en el sitio Comité de la Solidaridad de la Causa Árabe .
Desmantelando derechos
En Irak la situación de las mujeres está retrocediendo al nivel
de sus pares de otros países de la región del Golfo, donde el
ejército estadounidense respalda otros regímenes autoritarios.
En estas otras sociedades las mujeres son literalmente esclavas,
recluidas en las casas y cautivas de un sistema patriarcal. No
tienen derecho al trabajo ni a controlar sus propios recursos,
no pueden viajar solas si no es con un miembro masculino de la
familia. No tienen el derecho al voto ni el de participar en
cualquier forma de vida política.
En Kuwait, Arabia Saudí y en todos los Estados petrolíferos del
Golfo las mujeres no tienen derecho a decidir con quién casarse,
ni tampoco derecho a divorciarse, aunque sea de un esposo
agresor. La educación está segregada -y, por lo tanto, es
desigual- lo que contribuye a que la mayoría de las mujeres en
Arabia Saudí, sean todavía analfabetas.
Al contrario de esta realidad, las mujeres iraquíes habían
gozado de completos derechos durante casi 50 años. Pero estos
logros no se obtuvieron en el vacío: fue parte de un
levantamiento revolucionario que comenzó en 1958 contra siglos
de privilegios de sectores gobernantes.
Posteriormente, la nacionalización del petróleo determinó que
hubiera recursos para llevar a cabo programas masivos de
alfabetización, para proveer cuidados gratuitos de la salud y de
mejor calidad, y para subsidios de centros infantiles y
viviendas. El gobierno proveía al estudiantado una pequeña
compensación monetaria que servía como incentivo para que las
familias mantuvieran tanto a las niñas como a los niños en las
escuelas.
El rápido aumento de la economía aseguró empleos para miles de
mujeres jóvenes, en un país que nunca ha sido el paraíso de la
igualdad, pero por lo menos ofrecía mejores condiciones que sus
vecinos. A las mujeres iraquíes se les garantizó por ley que si
no encontraban empleos en el sector privado, el gobierno se lo
proporcionaría de acuerdo a su especialidad o a su nivel
educacional. De hecho, el gobierno era el mayor empleador de
mujeres.
Así, hasta la invasión de EEUU, el 38 por ciento del cuerpo de
médicos en Irak eran mujeres. Las mujeres eran la mayoría del
estudiantado universitario. Pero la destrucción causada por la
guerra de EEUU contra Iraq en 1991 y los doce años de sanciones
que le siguieron minaron la economía que sostenía esos cambios
sociales.
En menos de seis meses de ocupación de EEUU, el servicio de
salud gratuito, tan perjudicado por los años de sanciones, está
siendo totalmente desmantelado. El servicio eléctrico es
esporádico y ya no se suplen medicinas ni equipos médicos. Los
cuidados pre y posnatales antes gratuitos son ya parte del
pasado: el 95 por ciento de las mujeres embarazadas están
anémicas y sus bebés nacen con bajo peso, prematuros y enfermos.
Se eliminó los seis meses de post natal con sueldo garantizado,
al igual que el empleo fijo. El subsidio destinado a centros
infantiles, alimentos y vivienda se ha acabado. Los bombardeos
masivos destruyeron las escuelas, hospitales y las clínicas. Las
agencias sociales y los ministerios fueron totalmente saqueados,
mientras las tropas de ocupación observaban. La falta de
seguridad o de dinero para la compra de libros mantiene a gran
parte de los niños -especialmente a las niñas- fuera de la
escuela.
A estos hechos se suma un escenario complejo en el ámbito
político. Las fuerzas de ocupación anglosajonas nombraron en
junio de 2003 en el Consejo Gubernativo de Irak a representantes
de la antigua clase de terratenientes y clérigos religiosos
conservadores, todos ellos opuestos a los cambios sociales de
las décadas recientes. Estas fuerzas quieren restablecer las
leyes más regresivas: leyes y códigos antiguos que regían
fuertemente a poblaciones rurales y aisladas. Ahora serían
reimpuestos a una población mayoritariamente urbana.
El Consejo Gubernativo nombrado por EEUU aprobó la normativa 137
que deroga el Código de Estatuto Personal progresista laico
vigente. Esta modificación abre la puerta a la utilización de
las leyes islámicas de la sharia que eliminarían los derechos de
la mujer en el matrimonio, el divorcio, la herencia y la
representación legal, y, asimismo, legalizaría la lapidación a
muerte por adulterio.
Las mujeres iraquíes han reaccionado ante esta medida saliendo a
las calles en manifestaciones masivas exigiendo que Paul Bremen
-la "autoridad" última de EEUU que firma toda legislación- no
firmara esta ley
Mujeres de armas en peligro
En febrero pasado, el Denver Post publicó una serie de artículos
sobre las mujeres en las fuerzas armadas de EEUU y sobre el
creciente número de asaltos sexuales contra ellas por parte de
los soldados estadounidenses. Las mujeres que han sido asaltadas
o violadas informan que la atención médica que reciben es
inadecuada, con falta de terapia, falta de investigaciones
minuciosas y hasta amenazas de castigos por denunciar las
agresiones.
Muchas mujeres jóvenes se unen a las fuerzas armadas como medio
de encontrar un empleo que les proporcione posibilidades
materiales para alimentar a sus hijos e hijas. Más de 59.000
efectivos femeninos han sido desplegadas en el extranjero como
parte de las guerras contra Afganistán e Irak.
La violencia organizada, el racismo y el sexismo de un Ejército
de ocupación se reflejan en la propia vida personal de los
mismos soldados y soldadas. En 2001 se documentaron más de
18.000 casos de abusos de violencia doméstica en el seno de las
fuerzas armadas. La mayoría de los casos de violencia doméstica
no son revelados. A pesar de la falta de informes, la tasa de
abusos es entre tres y cinco veces superior a la de civiles.
En una sociedad patriarcal existe una conexión entre la
degradación y violación de la mujer y el poder y la conquista no
relacionado con el deseo erótico. Esto es violencia, no sexo.
En las operaciones militares (ya sea en Corea, Vietnam,
Filipinas, Europa Oriental, o América Latina) las bases de EEUU
han estado rodeadas por burdeles y clubes nocturnos: es una
completa industria del sexo. Las condiciones desesperadas y la
destrucción de la guerra fuerzan a miles de mujeres y niñas a la
prostitución y a la esclavitud sexual.
Christen Hansen de la Fundación Miles, quien ha ayudado a
mujeres que han sido atacadas sexualmente afirma: "Tenemos
muchas preocupaciones acerca de la respuesta que dan las fuerzas
armadas al asalto sexual en zonas de combate". Según la
Fundación Miles, un 30 por ciento de veteranas denuncian una
violación o un intento de violación durante el servicio activo.
Una encuesta del Departamento de Asuntos Veteranos de mujeres en
la Guerra del Golfo de 1991 informó igualmente que un 33 por
ciento sufrió acoso sexual.
La violencia contra las mujeres no ha sido rechazada ni
eliminada de la maquinaria militar del Pentágono, este es otro
crimen más contra la Humanidad que tiene que ser repudiado.
https://www.alainet.org/es/articulo/110030?language=es
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