Palabras justas, sordera necia

02/06/2004
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  • Opinión
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A cien días de iniciado el gobierno, muchos son los análisis, reclamos y justificaciones que se han colocado como temas de debate. La inseguridad, los vacíos fiscales, el desarrollo rural y, sobre todo, la corrupción del anterior gobierno, son los principales focos de atención. Sin embargo, de las mujeres y sus demandas nada se ha mencionado. La única referencia es a la trágica situación de la violencia genérica, de los asesinatos de mujeres, que se constituyen en otra vergüenza nacional y motivo de gran preocupación. Durante la pasada campaña electoral, liderezas a nivel nacional y local, junto a sus organizaciones, se empeñaron en construir, desde lo comunitario hasta lo nacional, una serie de demandas dirigidas a los partidos y agrupaciones políticas en contienda, estableciendo claramente las prioridades de quienes constituyen el 52% de la población del país. Estas agendas fueron sistematizadas por la Agencia Cerigua y recientemente publicadas en un informe titulado "El Reto de los Partidos Políticos". Las tres reivindicaciones más reiteradas fueron: el derecho de Participación política, la urgencia del apoyo a la organización sectorial y el impulso a la capacitación. La clara articulación que contienen las demandas formuladas implican intereses estratégicos, no sólo para ellas, sino para el país. Las mujeres no son únicamente un mercado de votos, sino que representan una fuerza y un potencial imprescindible en cualquier esquema de desarrollo. Sus aportes a la economía, la cultura y la política lo evidencian. Incluso son indispensables para la misma reproducción del sistema. Ante esta avalancha de demandas, los candidatos en campaña reaccionaron como lo establece el mercantilismo electoral: firmando cuanto compromiso se Les ponía enfrente. Sin embargo, justo es reconocer la atención prestada a estas reivindicaciones por dichos candidatos, aunque también es apropiado señalar que, casi siempre, el discurso con el cual respondían tenía un afán evidentemente clientelista y una tremenda cursilería paternalista Cuando se conocieron los resultados de los comicios, se pudo constatar la fundamentada preocupación de las excluidas. De 158 diputados al congreso, sólo 13 son mujeres; de 25 representantes al cuestionado Parlamento Centroamericano, hay 2 del género femenino; y, a nivel municipal, también se replica el esquema, ya que de 331 alcaldías, únicamente 11 son ocupadas por mujeres. ¡Qué mas prueba de la inequidad de género en el ámbito político que esa magra representatividad! Ha sido una lucha desigual y por eso tiene mayor valor, sobre todo por los enormes esfuerzos que realizan las organizaciones de mujeres para desempeñar el rol de actoras políticas, de incidir con sus propuestas en las políticas públicas, de exigir que se les reconozca el importante papel que juegan, de contribuir efectivamente al desarrollo nacional y que ese aporte sea reconocido y valorado. El problema se presenta en la falta de visión y capacidad de parte del Estado, de quienes detentan el poder y de los mismos medios de comunicación, para responder a esa exigencia y para aprovechar tanto potencial y creatividad. La prensa tiene también su carencia en la falta de espacios para los protagonismos activos de la mujeres, a quienes se presenta casi exclusivamente como víctima de algo, lo que no se corresponde con la realidad, en donde las noticias con temas de las mujeres, o sea de interés social, florecen a diario, pero se comunican insuficiente o inadecuadamente. Es así como en el proceso de construcción democrática, de una nueva visión de ejercicio ciudadano, el Estado, los partidos políticos, la sociedad, los medios de comunicación y las organizaciones de mujeres, tenemos un enorme reto: encontrar estrategias y puntos de referencia que nos permitan romper esquemas, tener espacios democráticos, políticas públicas y de comunicación incluyentes, porque, como dice la académica feminista Nora Caballero, "por cada mujer que está cansada de actuar con debilidad, aunque se sabe fuerte, hay un hombre que está cansado de parecer fuerte cuando se siente vulnerable".
https://www.alainet.org/es/articulo/110033
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