Urge Humanizar las normas migratorias

28/07/2004
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En los tratados de Libre Comercio, en las Cumbres presidenciales y en los proyectos de Integración regional se incluyen regulaciones y normativas; se transmiten elocuentes discursos, promesas, ofrecimientos, planes, convenios y toda clase de expresiones agradables que raramente reflejan la realidad y la sinceridad de las intenciones y por lo tanto, no se traducen en acciones, políticas, resultados y efectos beneficiosos para los habitantes. Las personas, tan aludidas en cada documento o discurso, no son los objetivos de las políticas o compromisos asumidos, sino los símbolos o pretextos para el impulso de proyectos que generalmente obedecen a intereses ajenos a los pueblos y muy propios de gobernantes y de minorías económicas. Uno de estos planes es el relativo a las migraciones que interesan en tanto ocupan primeros lugares de ingreso de divisas, pero no buscan resolver los graves problemas que determinan que las personas vayan en busca del "sueño americano" y encuentren "la pesadilla del subdesarrollo". Historias terroríficas dan fe que México viola los derechos humanos de los centroamericanos, quienes utilizan ese territorio para viajar a Estados Unidos, ilícitos que son cometidos por autoridades menores, según afirmó el diputado por el estado de Zacatecas, Carlos Hernández, quien participó en un seminario realizado recientemente en Guatemala. Los funcionarios y representantes de los parlamentos y congresos de México y Centroamérica insistieron en la necesidad de "hacer buen uso de las remesas" que envían los migrantes e insistieron en la importancia que reviste el impulso de políticas de desarrollo en las comunidades de origen de estos trabajadores en donde los familiares viven gracias al esfuerzo y sacrificio de sus seres queridos que están lejos de su patria. Los participantes en el evento firmaron una declaración donde se comprometieron a humanizar las normas migratorias, exigir a los gobiernos de origen, de paso y de destino que respeten los derechos de las personas así como a formar una red de comunicación para dar seguimiento a este fenómeno que provoca permanentemente violaciones a los derechos humanos. Aunque el compromiso refleja grados de conciencia, el sacerdote Eduardo Quintero, de la Pastoral de la Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal de Guatemala consideró que las migraciones en las agendas de los gobiernos son solo "palabras bonitas, discursos que no se traducen en acciones concretas a favor de las personas que deciden viajar a otros países en busca de mejores condiciones de vida. Para el religioso las leyes en materia migratoria son inhumanas e injustas; los migrantes son utilizados en las naciones de paso y destino como mano de obra barata, son discriminados y sometidos a racismo a lo que se suma la persistente actitud de Estados Unidos, que a decir del sacerdote, influye en las políticas de las naciones pobres, un ejemplo es la extensión de su frontera hasta el istmo, con el pretexto de combatir el terrorismo, no sólo ha repercutido negativamente sino que ha incrementado la persecución contra los migrantes quienes son capturados y hacinados en "albergues" en donde se les priva de sus derechos. Esta expresión social muestra una faceta de la injusta situación que enfrentan los países sub desarrollados y el espejismo de las grandes potencias, que presentan su "sistema económico" como el ideal de vida, pero que ocultan que este privilegio no es para los habitantes de los países saqueados empobrecidos y endeudados que anhelan conquistar un futuro mejor para ellos y sus familias. En Europa del este, en el cáucaso sur, en centro y sur América, en el Caribe y en otras regiones, son millones de personas que, víctimas de sistemas injustos, quisieran vender su fuerza de trabajo a un precio digno para llegar a ser algún día un habitante de un mundo mejor. Migrar no es un delito, ofender la dignidad de las personas y arrebatarle sus sueños es un crimen.
https://www.alainet.org/es/articulo/110290
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