Chávez y Lula: parteros del ALBA

31/08/2004
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La incorporación de México al TLCAN y la Declaración Presidencial de Miami que catapultó el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) se cumplieron en 1994. Desafío del panamericanismo, respuesta del latinoamericanismo. Ese mismo año, con su resonante ¡Ya basta! que sacudió al continente, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y los indígenas chiapanecos infundieron resucitaron el proyecto de la Patria Grande que enarbolaran, en su momento, figuras como Bolívar y Morazán en su cruzada emancipatoria de la corona española. Poco después, en 1998, la victoria presidencial de Hugo Chávez y la ulterior aprobación plebiscitaria de la Constitución Política de la República Bolivariana de Venezuela proveerían a la integración internacional y regional de invaluables soportes ideológicos y políticos. La aludida Constitución se pronuncia por un proceso que “…promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad”. Inequívoca convocatoria contra el fundamentalismo liberal y la militarización de nuestros países, la propuesta chavecista del ALBA (Área Libre Bolivariana de las Américas) ha venido nutriéndose de refrescantes conceptualizaciones y concreciones. Prueba de ello es el Acuerdo Comercial que suscribieran Venezuela y Cuba y que alumbra un nuevo tipo de relaciones interestatales en el siglo que despunta. Conforme explica Emir Sader: “El Acuerdo comporta un tipo bien distinto de intercambio, en el que cada país provee al otro lo que posee. Venezuela le da petróleo a Cuba y a cambio recibe medicamentos, técnicos en alfabetización, en medicina social, en deportes. Esto realmente se suele llamar comercio justo, en el que cada país da lo que dispone y recibe lo que necesita, independientemente de los precios del mercado internacional… Se trata de un modelo no mercantil de construcción de sociedades”. La irreversible victoria del ex militar venezolano en el referendo del pasado 15 de agosto, luego de una campaña impugnadora de las reformas y ajustes preconizados por el Consenso de Washington, anticipa la consolidación y profundización de las metas internas de la Revolución Bolivariana, paradójicamente apuntalada por la estrategia estadounidense en Medio Oriente. De otro lado, el proceso endógeno del país llanero está llamado a vitalizar iniciativas chavecistas, como la integración energética regional. Los vientos de la nueva integración no soplan únicamente desde la patria del Libertador. A últimas fechas, la unión defensiva de nuestra subAmérica se ha visto potenciada con el planteamiento de una Confederación Sudamericana de Naciones, sustentada en la fusión del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Fecunda fórmula oficialmente puesta en circulación por el mandatario brasileño, Lula da Silva, ha tenido como primer efecto colocar en solfa al artero TLC bi-multilateral que empuja la administración Bush con los gobiernos de Colombia, Ecuador y Perú. René Báez, economista, es profesor de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
https://www.alainet.org/es/articulo/110459
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