Declaración de Ginebra sobre el futuro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual
26/09/2004
- Opinión
La humanidad enfrenta una crisis mundial de gobernanza del
conocimiento, la tecnología y la cultura. Esta crisis se
manifiesta de diferentes maneras:
- Al no tener acceso a medicamentos esenciales, millones de
personas sufren y mueren;
- Una desigualdad moralmente criticable de acceso a la
educación, al conocimiento y a la tecnología socava el
desarrollo y la cohesión social;
- Prácticas anticompetitivas en la economía del conocimiento
imponen costos enormes que recaen sobre los consumidores y
retardan la innovación;
- Los autores, artistas e inventores afrontan crecientes
barreras para seguirle los pasos a la innovación;
- La concentración de la propiedad y el control del
conocimiento, tecnología, recursos biológicos y cultura,
perjudican el desarrollo, la diversidad y las instituciones
democráticas;
- Las medidas tecnológicas diseñadas para poner en vigor los
derechos de propiedad intelectual en medios digitales,
amenazan excepciones básicas a las leyes de derecho de autor
establecidas para beneficiar a personas discapacitadas,
bibliotecas, educadores, autores y consumidores, y socavan la
privacidad y libertad;
- Mecanismos importantes para recompensar y apoyar a los
individuos y comunidades creativos son injustos, tanto para
los creadores como para los consumidores;
- Los intereses privados malversan los bienes sociales y
públicos, y cierran el acceso al dominio público.
Al mismo tiempo, existen innovaciones asombrosamente
promisorias en tecnologías de la información, medicina y otras
tecnologías esenciales, así como en movimientos sociales y
modelos de negocio. Somos testigos de campañas altamente
exitosas para el acceso a medicinas para combatir el SIDA,
revistas científicas, información referente al genoma humano y
otras bases de datos, así como de cientos de esfuerzos
colaborativos innovadores para crear bienes públicos,
incluyendo la Internet, la World Wide Web, la Wikipedia, el
Creative Commons, GNU Linux y otros proyectos de software
libre y de código abierto, así como de herramientas de
educación a distancia y de investigación médica. Tecnologías
tales como Google proveen a decenas de millones con poderosas
herramientas para encontrar información. Se han propuesto
sistemas alternativos de retribución para expandir el acceso y
el interés en trabajos culturales, al mismo tiempo que se
proporciona tanto a los artistas como a los consumidores
sistemas eficientes y justos de compensación. Hay un renovado
interés en reglas de responsabilidad compensatoria, premios a
la innovación o intermediarios competitivos, como modelos de
incentivos económicos para la ciencia y tecnología, que puedan
facilitar la innovación continua y evitar abusos monopólicos.
En el año 2001, la Organización Mundial del Comercio (OMC)
declaró que sus países miembros deben "promover el acceso
universal a los medicamentos".
La humanidad se halla en una encrucijada, una bifurcación en
nuestro código moral y una prueba de nuestra capacidad para
adaptarnos y crecer. ¿Evaluaremos, aprenderemos y
aprovecharemos lo mejor de estas nuevas ideas y oportunidades,
o responderemos a los menos imaginativos alegatos de suprimir
todo esto en favor de una política intelectualmente débil,
ideológicamente rígida y a veces brutalmente injusta e
ineficiente? Mucho dependerá de la dirección futura de la
Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), un
cuerpo mundial que fija los estándares que regulan la
producción, distribución y uso del conocimiento.
Una Convención en 1967 buscó fomentar la actividad creativa al
establecer la OMPI para promover la protección de la propiedad
intelectual. Su misión se amplió en 1974, cuando la OMPI pasó
a ser parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
bajo un acuerdo que solicitaba a la OMPI tomar las "acciones
apropiadas para promover la actividad intelectual creativa" y
facilitar la transferencia de tecnología a los países en vías
de desarrollo, con el objetivo de "acelerar el desarrollo
económico, social y cultural".
Como una organización intergubernamental, sin embargo, la OMPI
adoptó una cultura de creación y expansión de los privilegios
monopólicos, a menudo sin considerar las consecuencias. La
continua expansión de estos privilegios y de sus mecanismos de
ejecución nos ha conducido a graves costos sociales y
económicos, ha obstaculizado y amenazado otros importantes
sistemas de creatividad e innovación. La OMPI necesita
capacitar a sus miembros para que entiendan las consecuencias
sociales y económicas reales de una excesiva protección de la
propiedad intelectual y la importancia de alcanzar un balance
entre el dominio público y la competencia, por un lado, y la
esfera de los derechos de propiedad, por el otro. Las
doctrinas de "más es mejor" o "lo poco nunca es bueno" son
falsas y peligrosas, han comprometido seriamente la posición
de la OMPI, especialmente entre los expertos en políticas de
propiedad intelectual. La OMPI debe cambiar.
No pedimos que la OMPI abandone sus esfuerzos para la
promoción de una adecuada protección de la propiedad
intelectual o abandone todos los esfuerzos para armonizar y
mejorar estas leyes. Pero insistimos en que la OMPI trabaje
desde el marco más amplio descrito en el acuerdo de 1974 con
la ONU y se decida por una visión más balanceada y realista de
los beneficios y costos sociales de los derechos de propiedad
intelectual como una herramienta, pero no como la herramienta
única, para apoyar la actividad intelectual creativa.
La OMPI debe además expresar una visión más equilibrada de los
beneficios relativos de la armonización y la diversidad, y
tratar de imponer una obediencia mundial sólo cuando ésta
beneficie realmente a toda la humanidad. Un enfoque en el que
se impone las mismas políticas a todos los países y que
implica los más altos niveles de protección de la propiedad
intelectual para todos, nos conduce a resultados injustos y
agobiantes para los países que luchan por cubrir las
necesidades más básicas de sus ciudadanos.
A la Asamblea General de la OMPI se le ha pedido establecer
una agenda de desarrollo. La propuesta inicial, puesta a
consideración por los gobiernos de Argentina y Brasil, podría
reformar profundamente la agenda de la OMPI hacia el
desarrollo y nuevos enfoques que apoyen la innovación y la
creatividad. Este es un primer paso largamente esperado y
necesario hacia una nueva misión y programa de trabajo de la
OMPI. No es perfecto. La Convención de la OMPI debería
reconocer formalmente que es necesario tener en cuenta las
"necesidades de desarrollo de sus Estados miembros,
particularmente los países en vías de desarrollo y los países
menos desarrollados," como se había propuesto, pero esto no es
suficiente. Algunos han argumentado que la OMPI debe sólo
"promover la protección de la propiedad intelectual", y no
considerar política alguna que revierta los títulos de
propiedad intelectual o que proteja y mejore el dominio
público. Esta visión limitante reprime el pensamiento crítico.
Mejores formas de expresar la misión pueden encontrarse,
incluso de aquella condición del acuerdo de 1974 ONU/OMPI de
que la OMPI "promueva la actividad intelectual creativa y
facilite la transferencia de la tecnología relacionada con la
propiedad industrial". Las funciones de la OMPI no sólo deben
ser las de promover "la protección eficiente" y la
"armonización" de las leyes de propiedad intelectual, sino que
deben acoger formalmente las nociones de equilibrio,
adecuación y estimulación de los modelos competitivos y
colaborativos de actividad creadora dentro de los sistemas de
innovación nacionales, regionales y transnacionales.
La propuesta para elaborar una agenda de desarrollo ha creado
la primera oportunidad real para debatir el futuro de la OMPI.
No solamente es una agenda para los países en vías de
desarrollo. Es una agenda para todos, Norte y Sur. Debe ir
hacia adelante. Todas las naciones y personas deben unirse y
expandir el debate sobre el futuro de la OMPI.
Debe haber una moratoria sobre nuevos tratados y la
armonización de estándares que expanden y refuerzan los
monopolios y que luego restringen el acceso al conocimiento.
Por generaciones la OMPI ha respondido primordialmente a las
estrechas preocupaciones de poderosas editoriales, empresas
farmacéuticas, productores de vegetales y otros intereses
comerciales. Recientemente la OMPI se ha vuelto más abierta a
la sociedad civil y a los grupos de interés público, y dicha
apertura es bienvenida. Pero la OMPI debe ahora abordar las
preocupaciones substantivas de estos grupos, tales como la
protección de los derechos del consumidor y los derechos
humanos. Se debe dar prioridad entonces a las largamente
desatendidas preocupaciones por los pobres, enfermos,
discapacitados visuales, entre otros.
La agenda de desarrollo propuesta apunta a la dirección
correcta. Al detener sus esfuerzos por adoptar nuevos tratados
sobre leyes de patentes substantivas, derechos de los que
producen medios y bases de datos, la OMPI creará un espacio
para atender necesidades muchísimo más urgentes.
Las propuestas para la creación de comités permanentes y
grupos de trabajo en transferencia de tecnología y desarrollo
son bienvenidas. La OMPI debería además considerar la creación
de uno o más cuerpos que sistemáticamente se ocupen del
control de prácticas no competitivas y de la protección de los
derechos del consumidor.
Apoyamos el llamado a un Tratado para el Acceso al
Conocimiento y la Tecnología. El Comité Permanente de Patentes
y el Comité Permanente de Derechos de Autor y Derechos Conexos
deben solicitar las opiniones de los países miembros y del
público respecto a los elementos de dicho tratado.
Los programas de asistencia técnica de la OMPI deben ser
fundamentalmente reformados. Los países en vías de desarrollo
deben tener herramientas para implementar la Declaración de
Doha de la OMC sobre Aspectos de los Derechos de Propiedad
Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) y Salud
Pública, y "usar al máximo" las flexibilidades de los ADPIC
para "promover el acceso a las medicinas para todos". La OMPI
debe ayudar a los países en vías de desarrollo a abordar las
limitaciones y excepciones en las leyes de patentes y derechos
de autor que son esenciales para la equidad, el desarrollo y
la innovación. Si la Secretaría de la OMPI no puede entender
las preocupaciones y representar los intereses de los pobres,
el programa de asistencia técnica debe ser trasladado, en su
totalidad, a un cuerpo independiente que sea responsable ante
los países en vías de desarrollo.
Las enormes diferencias en la capacidad de negociación
conducen a resultados injustos entre individuos y comunidades
creativas (tanto modernas como tradicionales) y las entidades
comerciales que venden cultura y conocimiento como bienes. La
OMPI debe honrar y apoyar a los individuos y comunidades
creativas investigando la naturaleza de prácticas comerciales
injustas, y promover modelos de buenas prácticas y reformas
que protejan a los individuos y comunidades creativas en esas
situaciones, consistentes con las normas de las comunidades
pertinentes.
Se le ha pedido a las delegaciones que representan a los
Estados miembros de la OMPI y a la Secretaría de la OMPI que
escojan un futuro. Queremos un cambio en la dirección, nuevas
prioridades y mejores resultados para la humanidad. No podemos
esperar a que esto suceda en la siguiente generación. Es
tiempo de tomar al toro por las astas y avanzar.
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* Traducción del documento del inglés al castellano: Sofía
Beltrán y Phol Páucar (Cuzco, Perú). CPSR-Perú.
Más información y para endosar la Declaración:
http://www.cptech.org/ip/wipo/genevadeclaration.html
https://www.alainet.org/es/articulo/110601
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