Gigantesco escándalo: Se esfumó represor guatemalteco
06/01/2005
- Opinión
Donaldo Álvarez Ruiz, uno de los más grandes y directos
responsables de execrables asesinatos, torturas, secuestros y
abominables acciones contra la población guatemalteca se esfumó, a
pesar de que se tenía conocimiento de su permanencia y movimientos
en México.
Es tal el asombro que este hecho provoca que Adolfo Aguilar
Sinzer, político mexicano, considera que su fuga es un gigantesco
escándalo que pone en entredicho el compromiso de México con los
derechos humanos y no alcanza a comprender ¿cómo es posible que
esta persona permaneciera 22 años en ese país cuando es el
responsable de tantos crímenes?, por lo que exigió que el
Secretario de Gobernación de su país, Santiago Creel cumpla su
palabra de investigar las circunstancias en que se dio tan
asombrosa fuga.
Donaldo Álvarez Ruíz es, para mala fortuna de esta profesión,
Abogado, co fundador del Partido Institucional Democrático (PID)
plataforma política creada por y para los miembros del ejército,
convertido, indudablemente por sus méritos y afinidades en el
operador civil y político de esa maquinaria castrense.
Fue subsecretario de la Presidencia del mal recordado General
Carlos Arana Osorio, más conocido como el “chacal de oriente”.
Posteriormente ocupó la Presidencia del Congreso, organismo de
Estado que ha sido la guarida y bunker de deleznables criminales
como él y su homólogo Efraín Ríos Mont.
Ministro de Gobernación de Kjell Laurerud y de Romero Lucas, dos
generales ante quienes se cuadró y les hizo el saludo uno en
cumplimiento de órdenes y deseos a los que aportó iniciativas y
ejecución efectiva de las mismas.
Entre 1978 y 1986 fue pieza clave de la maquinaria del terror,
cobró cerca del 80% del total de las víctimas del genocidio. En
marzo de 1982, después del golpe de estado de Ríos Montt, huyó de
Guatemala hacia México en donde obtuvo, según Aguilar Sinzer una
protección migratoria durante más de dos décadas..
En Guatemala los criminales andan sueltos, están ocupando
importantes cargos, son reconocidos por algunos como
“personalidades”, la justicia ni es pronta ni cumplida, por lo
que las víctimas tienen que recurrir a instancias internacionales
para que los casos sean juzgados.
Es por esa sistemática denegación de la justicia que Rigoberta
Menchú y otras víctimas sobrevivientes y familiares de víctimas
presentaron una querella formal ante la Audiencia Nacional de
España por los delitos de genocidio, terrorismo de Estado y
tortura, perpetrados en Guatemala entre 1978 y 1986. Entre los
sindicados se encuentra este sembrador de muerte y horror,
torturador y violador, además de cómplice y director de
escuadrones de la muerte.
El 10 de diciembre del año anterior, el Magistrado español Grande-
Marlaska emitió la orden internacional de detención con fines de
extradición del ex Ministro de Gobernación por “un delito de
tortura, siete delitos de asesinato y un delito de asesinato en
grado de tentativa o bien siete delitos de asesinato de naturaleza
terrorista y un delito de asesinato terrorista en grado de
tentativa”.
La prensa internacional, al dar la noticia, alertó al genocida
quien abandonó su domicilio en Tlanepantla, Estado de México, a
pesar de que las autoridades mexicanas contaban con la información
oficiosa sobre el caso.
La secuela de dolor y muerte dejada por los asesinos desalmados es
profunda, alarmante, increíble y descomunal . Para muchos es
inconcebible la vileza, saña y deshumanización con la que fueron
realizados los crímenes de lesa humanidad. La sociedad
guatemalteca no puede ni debe olvidar esos años de terror. No se
trata de buscar venganza sino justicia, que se convierte en la
garantía de que esa pesadilla no la volveremos a tener.
Donaldo Álvarez es uno de esos monstruos responsables de nuestros
sufrimientos como sociedad. Entre los casos emblemáticos que se le
atribuyen está el asalto y quema de la Embajada de España en
Guatemala ocurrida el 31 de enero de 1980, donde fueron calcinas
37 personas que habían ocupado pacíficamente las instalaciones de
esa Embajada en la capital para denunciar la represión que sufrían
sus comunidades en el altiplano.
Los secuestros y desapariciones forzadas de Emil Bustamante, de 27
dirigentes sindicales de la Central Nacional de Trabajadores (CNT),
de 16 dirigentes y líderes sindicales y estudiantiles en la finca
Emaus Medio Monte así como de la ejecución extrajudicial de
Alberto Figueroa, Edna Albertina Ibarra, Mario René Matute, Mario
López Larrave, Oliverio Castañeda, Alberto Fuentes Mohr,
sindicalistas de la Coca Cola, del ametrallamiento de estudiantes
universitarios y de miles de víctimas más.
También es responsable directo y torturador de la destacada
intelectual, feminista, periodista y escritora guatemalteca,
Alaíde Foppa, a quien su entrañable amiga, la escritora mexicana,
Elena Poniatowsca, considera como el símbolo de la lucha de las
mujeres por la libertad.
Por todas estas personas, por la patria y sobre todo por nuestra
dignidad, es necesario que estos casos los asumamos como propios,
que reivindiquemos la memoria de todas las víctimas y que, como
sociedad, exijamos que se lleven a cabo juicios contra los
responsables de los delitos de genocidio. Esta es la única
garantía de un futuro distinto.
https://www.alainet.org/es/articulo/111159
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