El Foro Social Mundial en encrucijada
19/01/2005
- Opinión
La posición oficial del Foro Social Mundial (FSM) dice que
busca congregar a quienes se oponen a la "globalización neo-
liberal" y al "imperialismo en todas sus formas". Afirma que
el Foro es un "espacio abierto" y no un movimiento. Este
planteamiento muy original es bastante polémico entre los
participantes del propio FSM. Históricamente, los mayores
movimientos antisistémicos de la segunda mitad del Siglo XIX y
los primeros dos tercios del Siglo XX, la llamada "vieja
izquierda", habían desarrollado una estrategia política que
comúnmente se llama la estrategia de dos pasos: primero,
alcanzar el poder del Estado, y luego transformar el mundo.
Esta estrategia se desarrolló como la vía más plausible para
que los movimientos populares, que inicialmente fueron débiles
organizativamente, sobrevivieran y tuvieran un impacto de
trascendencia en la política nacional y mundial.
Aunque estos movimientos estuvieron en un principio expuestos
a la represión de autoridades hostiles, entre 1945 y 1968 se
fortalecieron, y el primer paso de la estrategia de dos pasos
tuvo un éxito espectacular en el mundo entero. En una mayoría
de países del mundo los movimientos antisistémicos llegaron al
poder del Estado. Una tercera parte del mundo estaba
gobernada por partidos comunistas. Otra tercera parte, el
mundo pan-europeo, vio la llegada al poder de partidos social-
demócratas (o sus equivalentes). Claro, en estos Estados
existía la llamada alternabilidad en el poder, pero ejercieron
este poder en una situación en la cual la oposición
conservadora aceptaba la idea básica de los social-demócratas,
o sea el Estado de bienestar, y solo se discutía su alcance.
El último tercio del mundo, el Sur, vio el ascenso al poder de
los movimientos nacionales de liberación en Asia y África y de
movimientos populistas en América Latina.
En suma, los movimientos antisistémicos de hecho habían
conseguido el poder del Estado. El problema fue la
incapacidad de estos movimientos de implementar efectivamente
el segundo paso, o sea, transformar el mundo. Ésta es la
explicación esencial de la revolución mundial de 1968. En
cada una de las tres zonas del sistema mundial, país tras
país, sucedieron levantamientos de varios tipos. Una
característica común de todos los levantamientos fue la
acusación de los revolucionarios contra la "vieja izquierda":
ustedes nos prometieron la transformación social cuando
tomaron el poder; no han cumplido esa promesa. El mundo,
según ellos, sigue siendo profundamente injusto, en el
sistema-mundo y dentro de nuestros países; nuestros sistemas
políticos no son verdaderamente democráticos; ahí existe una
casta privilegiada (una nomenklatura) dentro de nuestros
regímenes. Ha cambiado mucho menos de lo que ustedes dijeron.
Los diversos levantamientos de 1968 (de 1966-1970, en
realidad) fueron reprimidos. No obstante, no se eliminó la
desilusión que los había nutrido. En las tres décadas
posteriores asistimos al derrumbe, uno a uno, de la mayoría de
los regímenes que llegaron al poder en el auge de los
movimientos antisistémicos. El colapso de la Unión Soviética
en 1991 marcó simplemente la cúspide simbólica de este rechazo
de los regímenes de la "vieja izquierda". Después de 1968, el
problema para las fuerzas mundiales antisistémicas fue cómo
encarar la reconstrucción propia, y en especial, cómo revisar
su estrategia política histórica.
Hubo tres intentos principales para formular una estrategia
distinta a la de la "vieja izquierda", que pasó a ser
considerada, en cada una de sus variantes centrales, una
estrategia fracasada o anticuada. Ellos fueron, los múltiples
maoísmos, la llamada "nueva izquierda" y los movimientos de
derechos humanos.(1) Cada uno, a su manera, mostró que no
estaba en medida de diferenciarse de la estrategia de la vieja
izquierda, como lo habían afirmado en un principio. Y ninguno
logró el nivel de movilización que la vieja izquierda había
alcanzado durante su apogeo después de 1945. Hacia el final
del Siglo XX, había una panoplia de diferentes movimientos en
el mundo, y ninguno de ellos parecía tener la capacidad de
impacto que esperaba. Entre los activistas, y por todos
lados, existía un ambiente generalizado de malestar. Y
aquellos en el poder en el sistema-mundo parecían tener mucho
éxito.
Este es el trasfondo de lo que luego la prensa mundial
llamaría el "movimiento anti-globalización" y que últimamente
se conoce (en idiomas aparte del inglés), como un movimiento
altermundialista. ¿Cuándo se inició? Es difícil de señalar.
De este movimiento hay tres momentos simbólicos y todos
ocurrieron en las Américas: la revuelta de los zapatistas
(EZLN) en Chiapas en 1994, las protestas de activistas contra
el encuentro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en
Seattle en 1999, y el primer Foro Social Mundial en Porto
Alegre en 2001.
La revolución zapatista comenzó deliberadamente en el primer
día de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (el NAFTA o TLCAN), el primero de enero del 1994. Los
zapatistas surgieron como el brazo militar y organizado de los
pueblos indígenas de Chiapas, dando continuidad a la lucha de
500 años por tierra y autonomía. Hay tres características
importantes de la lucha zapatista: 1) La demanda de derechos
para los pueblos indígenas, sin ánimo de obtener el poder en
México. 2) La ubicación de estas demandas en el arco general
de la lucha mundial, incluyendo, por supuesto, la lucha contra
la globalización neo-liberal (de ahí su elección simbólica de
sublevarse contra las autoridades mexicanas en el mismo día
del lanzamiento del TLCAN). 3) La visión de obtener, y lo
lograron, un amplio apoyo internacional a sus luchas, lo cual
convirtió al movimiento en un modelo para movimientos en otras
partes del mundo.
La protesta en Seattle ocurrió cinco años después, durante lo
que se consideraba debía ser una reunión decisiva para la OMC.
Ella tuvo cinco características destacadas. 1) La
manifestación se presentó como un enfrentamiento directo
contra la globalización neo-liberal y las instituciones
encargadas de la implementación de lo que se llama (desde hace
al menos una década) el Consenso de Washington. 2) Consistió
en acciones directas y disruptivas. 3) Fue el fruto de una
alianza insólita entre los movimientos de la vieja izquierda
(por ejemplo la federación de sindicatos estadounidenses, la
AFL-CIO), los movimientos de la nueva izquierda (por ejemplo
los ambientalistas), y grupos anarquistas. 4) Los
manifestantes fueron mayoritariamente estadounidenses. Y
aunque pueda señalarse que se debió al lugar de los eventos, o
sea los Estados Unidos, empero este detalle demuestra que el
altermundialismo puede tener una base popular en los Estados
Unidos, y que se trataba de algo más que un movimiento
arraigado, exclusiva o principalmente, en el Sur. Además, 5)
la protesta cumplió su objetivo central, a pesar de tenerlo
todo en contra. Perturbó eficazmente la reunión de la OMC y
esta no pudo cumplir con sus objetivos.
Similares actividades disruptivas, durante reuniones mundiales
en otras partes del mundo, siguieron al evento de Seattle.
Fue en ese momento que los altermundialistas cambiaron sus
prioridades y establecieron el Foro Social Mundial como una
respuesta al Foro Económico Mundial de Davos. La primera
reunión del FSM tuvo lugar en la ciudad brasileña de Porto
Alegre, en 2001. Eligieron Porto Alegre por dos razones
importantes: una atmósfera favorable proporcionada por las
autoridades locales, y por el hecho de que se trataba de una
ciudad del Sur, que garantizaba un rol importante del Sur en
las deliberaciones. El FSM se reunió dos veces más en Porto
Alegre (en 2002 y 2003) y en Mumbai (India) en 2004. La
próxima reunión será en Porto Alegre y se ha anunciado que se
reunirán en algún lugar de África en 2007. El número de
participantes ha aumentado considerablemente. Aunque es
difícil precisar, parece que la participación creció de
alrededor de 10.000 en 2001 a tal vez 100.000 en 2004.
Cuando comenzó, el FSM adoptó el principio de "espacio
abierto". Al centro de este concepto se encuentra la idea de
que no predomine ninguna postura política en el FSM, salvo el
compromiso mínimo de oposición a la globalización neo-liberal
y el imperialismo en todas sus formas. Así, el FSM no adopta
resoluciones ni coordina actividades políticas. El FSM no es
un movimiento. Ni siquiera es un movimiento de movimientos.
Se define como una familia de movimientos, y esta familia se
empeña en ser global. Aunque permanecen distorsiones respecto
a la participación de las diferentes partes del mundo, el FSM
probablemente es ya más global que cualquier otra confluencia
histórica anterior de movimientos antisistémicos. En
particular, el Norte ya no tiene ese abrumante rol en su
funcionamiento que tenía en estructuras antisistémicas
previas. Además una prioridad organizacional importante del
FSM es extender una invitación a todos los grupos no
representados, sobre todo a los del Sur.
Así, por un lado se puede decir que el FSM ha sido un éxito.
En unos pocos años la participación activa ha crecido
enormemente, tanto numérica como geográficamente. Ha logrado
la atención de la prensa mundial y sirve como un
enfrentamiento al Foro Económico Mundial, que es mucho más
antiguo y mejor financiado. Ha conseguido convertirse en el
espacio central de encuentro de las acciones antisistémicas en
el sistema-mundo. No obstante, hay una sensación omnipresente
de incertidumbre sobre su futuro entre los partidarios más
ardientes.
El FSM encara tres tipos principales de crítica. La primera,
proviene de las fuerzas centristas mundiales, algunos de los
cuales han asistido a las reuniones del FSM, aunque tienen
poco peso en esta instancia. Este grupo opina que el FSM no
es ni práctico, ni concreto en su orientación. Este grupo
considera que el FSM debe intentar un diálogo con el Foro
Económico Mundial (FEM) y con varias otras instituciones
internacionales (FMI, Banco Mundial, OMC) sobre programas
específicos que alivien, de alguna manera, el sufrimiento (del
SIDA, por ejemplo), que mejoren las perspectivas del supuesto
desarrollo sostenible y eliminen la pobreza. Este grupo
considera que el FSM está demasiado inmerso en la publicación
de lemas y en ofrecer una plataforma pública a grupos
irracionales, incluso algunos peligrosos.
Es cierto que el FSM ha resistido a todas las sugerencias que
le proponían seguir el camino de negociar acuerdos (tras
bastidores) con quienes se ven representados en Davos. De
hecho, después de un debate inicial y poco satisfactorio, el
FSM no se anima a entrar en más discusiones con el FEM (como
se lo ha sugerido varias veces). El FSM considera que tales
discusiones tienen poca importancia, y entrar en ellas solo
atenuaría la fuerza y el impacto del FSM como una estructura
mundial. El FSM es un espacio abierto, pero lo es solamente
para los que se oponen específicamente a la globalización
neoliberal y al imperialismo en todas sus formas. Es muy
dudoso que uno pueda encontrar algún participante en Davos que
estaría dispuesto a actuar a partir de esta premisa.
Una crítica más significativa al FSM proviene de varios grupos
que son herederos de la "vieja izquierda". Por ejemplo, en
Mumbai, un grupo de organizaciones, sobre todo de la India
pero también de otros lugares, organizó una especie de contra-
foro, bajo la premisa de que el FSM ha estado básicamente
subordinado a las ONGs occidentales y que era una estructura
"objetivamente" contra-revolucionaria. Este grupo se rehusó a
participar en el FSM. Sin embargo, hay algunos, inclusive
dentro del FSM, que comparten este punto de vista, aunque de
una forma más tenue.
Las críticas de este grupo son múltiples: el FSM dice que otro
mundo es posible; debería decir que el socialismo es el
objetivo. El FSM es un foro abierto; por lo tanto, no es sino
pura cháchara. No se involucra con la acción; por lo tanto es
inherentemente ineficaz. Acepta dinero de fundaciones y
organizaciones no gubernamentales; por lo tanto, se vendió.
No permite participar a los partidos políticos; por lo que
excluye a grupos claves. No permite la participación de
grupos involucrados en la violencia; pero la violencia es
legítima para los grupos oprimidos que no tienen otra
alternativa.
Todas las afirmaciones iniciales sobre el FSM son exactas.
Pero las inferencias, presentadas luego del punto y coma, son
rechazadas por el FSM. También hay una variante crítica de
algunos activistas de base y de personas inspiradas por la
tradición anarquista. Es casi lo contrario a la crítica de la
"vieja izquierda". Manifiesta que el FSM es de hecho una
nueva internacional con una jerarquía escondida que toma las
decisiones importantes. Pero al final, esta variante dice lo
mismo que la variante de la "vieja izquierda". Los líderes
del FSM están usando su autoridad para traicionar a los
militantes.
El último grupo de críticas proviene desde dentro del mismo
FSM. De alguna manera, las críticas internas son versiones
diluidas de las críticas externas de las fuerzas centristas
mundiales, la "vieja izquierda" hostil y los grupos
anarquistas. Además, hay dos críticas adicionales
sustanciales provenientes desde dentro del FSM.
La primera es que, mientras la idea del espacio abierto es
meritoria, después de cierto tiempo se vuelve aburrida. Año
tras año, se expresan las mismas ideas. Inevitablemente, las
personas se cansarán del proceso y las estructuras se
desvanecerán. La segunda es que, mientras la idea de una
estructura horizontal y no-jerárquica puede ser meritoria, de
alguna manera se termina tomando decisiones importantes.
¿Quién toma las decisiones y cómo? Las críticas dicen que no
hay suficiente transparencia en el proceso de toma de
decisiones, y por lo tanto cae en lo antidemocrático.
Finalmente, hay un fenómeno interno más por observar. Debido
a que hay mucho espacio para la articulación espontánea,
algunas organizaciones se han reunido dentro del marco de las
conferencias mundiales. Y estos grupos han adoptado
resoluciones, por su cuenta, y planeado actividades políticas
específicas. Pero los medios de comunicación mundiales han
encontrado difícil de distinguir estas reuniones de las
reuniones del FSM. Por lo que estas reuniones tienden a
menoscabar el concepto de que el FSM como tal no toma
posiciones o acciones políticas. He aquí una tensión no
resuelta.
Las críticas internas han generado un debate intenso dentro
del FSM. Como resultado, recientemente la Secretaría
Internacional envió una carta a través de la red de
organizaciones participantes en el FSM, en la que expresa que
el FSM está planteando hacer cambios importantes en el formato
del quinto FSM en 2005. La carta esboza un proceso de
aglutinación "voluntaria y auto-organizada" de eventos de tal
manera que los "ejes temáticos" de las reuniones "emergerán de
la consulta... y no estarán basados en ninguna decisión del
Consejo Internacional o de la Secretaría". Se presenta este
cambio como un avance importante en el concepto de espacio
abierto. Este nuevo proceso está dirigido a contrarrestar la
crítica de la insuficiente democracia interna en los procesos
del FSM, así como la idea de que han sido escasas las
oportunidades para el intercambio entre personas de ideas
similares, debido a la naturaleza históricamente dispersa de
las reuniones.
Sin embargo, un factor que es, tal vez, al menos tan
importante como la reestructuración interna, para el futuro
del FSM, es el contexto dentro del cual opera el FSM. Para
formarse un juicio sobre esto, tenemos que evaluar las
tendencias dentro de la estructura geopolítica mundial. Hoy
en día existen tres rupturas mayores, dos antiguas y una
básicamente nueva: conflictos entre las grandes potencias, el
conflicto entre el Norte y el Sur, y la lucha por la
naturaleza del futuro sistema-mundo que emergerá de la crisis
estructural de la economía-mundo capitalista. Cada una de
ellas tiene su propia dinámica, pero su trayectoria está
íntimamente relacionada con la de las otras dos.(2)
La primera ruptura es la que hay entre los tres principales
centros de acumulación de capital, la llamada Triada: Estados
Unidos, Europa Occidental y Japón. Ellos están en una
competencia aguda, competencia que está creciendo día a día.
La segunda es la ruptura entre el Norte y el Sur. En esta
división, los tres miembros de la Triada constituyen el Norte.
Finalmente, hay una ruptura entre los partidarios del espíritu
de Davos y los partidarios del espíritu de Porto Alegre. Esta
última división no es geográfica sino ideológica y alimentada
por los intereses de clase. Esta es la más importante de las
rupturas, y sin embargo, la que recibe menos atención de los
medios. El problema para los partidarios del espíritu de
Porto Alegre es el grado en que puedan evitar ser barridos por
las prioridades de las otras dos rupturas, y si pueden o no,
gracias a su acción colectiva, moldear los resultados de las
otras dos rupturas antes de ser moldeados por ellas.
El conflicto Davos-Porto Alegre no se centra en las virtudes y
los defectos de la globalización neoliberal, aunque así es
como muchas veces es proyectado, inclusive por los
participantes de ambos grupos. Tampoco gira en torno al
capitalismo como un sistema-mundo, ya que el capitalismo como
sistema-mundo está en una crisis estructural y desaparecerá en
los próximos 20 o 50 años.(3) El conflicto tiene que ver con
lo que reemplazará a la economía-mundo capitalista como un
sistema histórico. Es sobre si debemos transitar hacia un
sistema diferente que mantiene una característica crucial del
capitalismo -su naturaleza jerárquica, inequitativa,
polarizante- o si debemos ir en dirección de un nuevo sistema-
mundo que sea relativamente democrático e igualitario.
Esta es una pregunta compleja. Y en ninguno de los dos lados
se han desarrollado con claridad los parámetros
organizacionales y estructurales del nuevo orden social. Por
el momento, la división es más bien emotiva y no de paradigmas
alternativos. Pero en esta lucha, no hay duda de que la única
expresión seria de las fuerzas que constituyen el espíritu de
Porto Alegre es el propio FSM. Como tampoco hay duda de que
no hay una alternativa plausible al factor organizacional
clave de esta estructura: el foro como un espacio abierto.
Sin embargo, lo que determinará la capacidad del espacio
abierto para servir el objetivo de transformar el mundo en un
sentido más democrático e igualitario, es la manera en la que
el FSM pueda desarrollar mecanismos para conciliar un espacio
abierto y una actividad política real y concreta. Esto no
será fácil, y las reformas prometidas por el FSM en 2005 son
apenas el comienzo. Personalmente creo que la clave para una
solución está en promover y crear un espacio institucional
para múltiples alianzas y actividades políticas en el FSM, sin
hacer de ninguna de ellas una actividad propia del FSM. El
espacio abierto debería servir no solo para el intercambio de
puntos de vista y análisis de los participantes, sino para el
intercambio concerniente a la efectividad de los resultados de
los modos alternativos de acción política en el sistema-mundo.
Un espacio abierto no es, y nunca tuvo la intención de ser, un
paraguas para todo. El FSM reúne solo a los que están en
contra de la globalización neoliberal y el imperialismo en
todas sus formas. Este es un paraguas grande pero está muy
lejos de ser infinito. Hay márgenes exteriores para la
inclusión. El FSM debería ser un espacio abierto no meramente
para discutir temas y formas de acción alternativa, sino para
estimular que estas formas alternativas serán experimentadas
por quienes quieran probarlas. Estas formas de acción pueden
no ser solo formas diferentes sino involucrar a espacios
diferentes. Algunos pueden ser a nivel mundial, regional,
otros transversales y algunos más bien locales. Ya estamos
haciendo esto, por supuesto. Pero el FSM debe integrar
conscientemente dentro de su estructura organizacional
interacciones entre estas diferentes actividades. Mientras el
debate permanezca entre compañeros y no entre defensores de la
fe pura, esta interacción solo puede fortalecer el rol central
del FSM en la transformación mundial.
El segundo elemento clave del espacio abierto es que sea
verdaderamente abierto, es decir totalmente transparente. Ha
habido más oscuridad en el funcionamiento del FSM de lo
deseable. La mayor parte del proceso de toma de decisiones
debería darse en un vaso de cristal, visible para todos. Esto
servirá para restringir a aquellos que pudieran pretender
"tomarse" el FSM y cambiar su carácter básico. Esto debe
servir para confortar a quienes participan, que estamos
avanzando en la construcción de un sistema-mundo más
democrático con un foro más democrático. Una simple idea
podría ser grabar en video todas las reuniones del Consejo
Internacional y colocarlas en la red. Se corre el riesgo de
que esto genere extensos discursos para las cámaras, pero
tiene la virtud de permitir a todos conocer los temas de los
debates, e impulsar la contribución de las personas.
En suma, sí al espacio abierto; a condición que se asegure, a
la vez, que el FSM se transforme en un espacio institucional
de encuentro de alianzas múltiples entre distintas actividades
políticas y también que haya un incremento grande de
transparencia en los trabajos del mismo FSM.
¿Será esto suficiente para asegurar la supervivencia del FSM y
su rol central en la lucha mundial para la transformación?
Nadie puede estar seguro. Este es un punto de partida que
necesitaría ser reevaluado en unos cinco años. Es muy posible
que en los próximos cinco años, ya sea por conflictos
inmediatos en el sistema-mundo o por divisiones internas
dentro del FSM, éste se derrumbe. No creo que esto suceda,
pero es ciertamente posible. De lo que sí estoy seguro es que
en este punto no existe ninguna alternativa plausible al FSM
como actor mundial en representación de los que luchan por el
espíritu de Porto Alegre o que de alguna manera están
comprometidos con la creación de un sistema-mundo democrático
e igualitario. O hacemos que el FSM funcione o nos hundimos
junto con él.
1) "Las nuevas rebeliones antisistémicas: ¿un movimiento dos
movimientos?" Contrahistorias, No. 1, 2003, sept. 2003-feb.
2005, 77-86
2) Utopística, o opciones históricos del siglo XXI. México:
Siglo XXI de México, 1998.
3) "Bienvenidos a la anarquía global," New Left Review, No.
22, sept.-oct. 2003, 5-12
* Immanuel Wallerstein es profesor-investigador del Departamento
de Sociología de la Universidad de Yale, New Haven, Estados
Unidos.
Publicado en América Latina en Movimiento, No. 385-386, edición especial, Foro Social de las Américas, ALAI, 20 julio 2004
https://www.alainet.org/es/articulo/111208
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