Neoliberalismo y analfabetismo
11/02/2005
- Opinión
En los ochenta del siglo pasado en la ONU se acordaron una serie
de metas en la educación a cumplirse en 2015 por los países
miembros. Entre ellas estaba la universalización de la educación
primaria, preprimaria y la alfabetización y alcanzar una cobertura
en secundaria del 75 por ciento. El jueves pasado La Jornada
publicó que según un informe de la Comisión Económica para América
Latina (CEPAL) y la Organización de Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en
inglés) existen actualmente en América Latina y el Caribe 39
millones de analfabetos y que la región necesita invertir 150 mil
millones de dólares hasta el 2015 para superar todas sus
deficiencias educacionales. Otro documento de la UNESCO detalla
esta situación por países y expone de qué depende la inversión que
debe hacerse para cumplir los propósitos proclamados. El
documento manifiesta que sólo ocho naciones de América Latina
estarían en condiciones de lograrlo sin recurrir a fondos
extrapresuestales: Argentina, Brasil, Cuba, Jamaica, México,
Trinidad y Tobago y Uruguay. Pero sólo "si logran un crecimiento
económico constante de 2.6 por ciento anual de su Producto Interno
Bruto y aumentan la inversión pública en educación en menos de dos
puntos porcentuales por año". Es decir, salvo Cuba que ya cumple
las metas del 2015, es dudoso que estos países puedan alcanzarlas
si no cambian sus políticas, ya que ni su crecimiento económico ni
el aumento de su inversión pública en educación se corresponde con
los que la UNESCO considera indispensables. No debe pasarse por
alto que incluso cuando se produce crecimiento económico una buena
parte del ejercicio presupuestario se dedica al pago de la deuda
externa y a otros gastos que en nada contribuyen a abatir el
rezago educacional.
De acuerdo con estos informes la causa del analfabetismo radica en
una insuficiente cobertura de los sistemas de educación pública y
en la considerable deserción que ocurre en la primaria. En
realidad, el problema es más grave que lo que arrojan las cifras
porque estas no suelen reflejar un dato clave que es el número de
analfabetos funcionales. Este dato no lo conocemos pero no sería
aventurado afirmar que contando a los analfabetos funcionales el
número de iletrados podría doblar el que entregan los informes.
De ser así, tendríamos en la región cerca de ochenta millones de
analfabetos. Y es que la educación no puede disociase de la
realidad social, económica y política en que opera. Así que las
causas de esta alarmante situación hay que buscarlas en las
precarias condiciones de vida material y espiritual en que han
vivido los países de América Latina y el Caribe, particularmente
en las últimas décadas del neoliberalismo triunfante, con todas
sus implicaciones. La deserción de las aulas, por ejemplo, es
ocasionada en muchos casos por la incorporación de los escolares
al trabajo porque o bien los padres han sido arrojados al
desempleo o no les alcanza con lo que ganan para mantener
decorosamente a la familia, un flagelo cada vez más frecuente. La
institución escolar también ha sufrido un abandono considerable,
que se refleja en la penosa situación laboral y salarial de los
maestros. Esto se ha visto muy claro desde la década de los
noventas en que se ha producido un auge en la región de los
movimientos magisteriales en contra de la privatización de la
educación, por la defensa del humanismo en los programas de
estudio y, obviamente, por mejores salarios.
Este cuadro forma parte de la injusta y desigual distribución de
los recursos en el mundo actual donde de seis mil millones de
habitantes del planeta, mil de ellos -ubicados en los países
desarrollados- se reparten el ochenta por ciento de la riqueza
creada. El presupuesto militar de esto países alcanza la suma de
seiscientos mil millones de dólares anuales y su gasto en
subsidios a sus agricultores llega a la mitad de la cifra anterior.
América Latina ha pagado siete veces su deuda externa de 1982 y
hoy debe tanto como entonces. De modo que no debe sorprender que
uno de cada dos latinoamericanos sea pobre, aunque en
Centroamérica la situación es peor.
En este panorama desolador, desde Venezuela viene un rayo de
esperanza con su eficaz campaña de alfabetización -Misión
Robinson- y su aumento sucesivo del presupuesto educacional que ha
permitido la creación de miles de nuevas aulas desde el nivel de
primaria hasta el nivel superior.
https://www.alainet.org/es/articulo/111336
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