Los trabajadores dominicanos y el Tratado de Libre Comercio (TLC)
15/02/2005
- Opinión
Los trabajadores dominicanos reclamamos que sea divulgado
públicamente el Tratado de Libre Comercio (TLC), discutido entre
la República Dominicana y los Estados Unidos, y al mismo tiempo
denunciamos que las organizaciones representativas de los
trabajadores no participaron en las negociaciones, ni siquiera
fueron consultadas, ni informadas de este Tratado.
No se puede atacar o defender lo que no se conoce, y esperamos que
las autoridades competentes puedan informar, con lujos de detalles,
que es lo que se pretende establecer en dicho Tratado.
Para nadie es un secreto que uno de los sectores mas ligados a
estos tratados son las Zonas Francas, que al mismo tiempo es uno
de los sectores donde menos se respetan el derecho de asociación,
de libertad sindical y a la contratación colectiva.
Muchos sectores, al referirse a la situación sobre el Tratado
hablan de la cantidad de puestos de trabajo que se ganan o se
pierden, pero nunca dan detalles de los beneficios económicos y
financieros que se obtienen por medio de estos tratados.
En términos generales podemos decir, que en general los Tratados
de Libre Comercio (TLC) traen ventajas para los Estados Unidos,
que pueden introducir todos sus productos sin pagar derechos de
aduanas, que aunque establecen que los países involucrados podrán
competir libremente con los productos norteamericanos, luego se
ponen dificultades y trabas, para impedir el libre acceso al
mercado de Estados Unidos, pero mas aún, eliminan muchos renglones
que son tradicionales en las exportaciones de los países pobres,
pero que no pueden competir por los subsidios y subvenciones que
el Gobierno Norteamericano otorga a sus productores agrícolas y
por la introducción de los Organismo Genéticamente Manipulados, o
productos transgénicos, que se están convirtiendo en monopolios de
empresas multinacionales norteamericanas, que están sacando del
comercio a los productores de los países pobres.
Uno de los propósitos del TLC es posibilitar la profundización y
ampliación de la liberalización de los mercados de bienes, bajo el
supuesto de que ello favorecerá a las economías que subscriben el
acuerdo.
El TLC no tiene, como fueron otros anteriores, un carácter
unidimensional (sólo comercio de bienes), para adquirir ahora un
doble carácter comercial (comprende a bienes y servicios) y
multidimensional (junto a los flujos comerciales, abarca los de
inversión y los financieros, así como otros temas específicos que
promueven y protegen la expansión del capital: protección de la
propiedad intelectual, inversiones, compras de gobierno, etc.). No
sólo eso, la propia naturaleza e institucionalidad del comercio
internacional han cambiado.
En esencia, este acuerdo busca la mercantilización total de la
economía y de la sociedad, profundizando al mismo tiempo la
flexibilidad laboral imperante en el país. Consecuentemente, serán
los trabajadores y las personas los que en última instancia
sufrirán sus impactos en la vida cotidiana.
Las rebajas arancelarias, que favorecen más a Estados Unidos,
dejan al país expuesto a recibir una ola de importaciones, la que
desplazará a importantes producciones locales, sobre todo en la
agricultura.
Es cierto que el intercambio de comercio entre Estados Unidos y
República Dominicana aumentarán, pero principalmente en las
importaciones que nuestro país hará, y los pequeños productores,
especialmente del sector agrícola, van a ir desapareciendo, que no
podrán competir por productos y artículos norteamericanos, que
reciben grandes sumas de dinero tanto para la producción como para
la exportación.
Igual que se impuso el Jarabe de Maíz, elaborado con Organismos
Genéticamente Manipulados (OGM), que ha sacado del mercado el
azúcar de caña, quedando desamparada la industria azucarera, que
fuera la columna vertebral de la economía nacional, así irán cada
año saliendo otros artículos de producción nacional; pero aquellos
industriales dominicanos que hoy defienden el citado Tratado,
verán como serán reemplazados por inversionistas extranjeros, y
los nacionales quedarán relegados a segundo plano, y la mano de
obra nacional irá reduciéndose, para darle paso a las nuevas
tecnologías del país mas poderoso del mundo.
Otra de las grandes barreras al libre comercio con ese país son
los gigantescos apoyos y subsidios que entrega el gobierno de Bush
tanto a productores como exportadores. Nuestra producción local
deberá competir con importaciones norteamericanas altamente
subsidiadas, especialmente en la agricultura.
Los Estados Unidos, basados cada vez más en el unilateralismo, se
reserva el derecho a cambiar el Sistema General de Preferencias
Arancelarias (SGP), exigir derechos específicos a algunas
exportaciones, aplicar medidas sanitarias a productos frescos e
imponer exigencias de seguridad (normas de bio-terrorismo) y
protección del medio ambiente, entre otras.
En adelante, cuando se vaya a aprobar una ley o expedir una norma,
más que mirar la Constitución para saber de su legalidad, habrá
que observar si lo autoriza el TLC.
Mickey Cantor, experto en Comercio de Estados Unidos, predijo, el
9 de febrero 2005, que el Congreso Norteamericano no aprobará el
TLC con cinco naciones centroamericanas y República Dominicana,
porque no protege lo suficiente los derechos laborales.
El Gobierno Norteamericano del Presidente Bush, acaba de aprobar
la suma de 22.000 millones de dólares para los subsidios a la
agricultura norteamericana, en comparación a los 9.000 millones de
dólares del pasado año 2004. Mientras los países pobres piden a la
Unión Europea y a los Estados Unidos que eliminen los subsidios y
subvenciones a la agricultura, porque los pone en ventaja
comercial contra la producción y la competitividad de los países
pobres, ello lo que hacen es que aumentan, tanto las subvenciones
para la producción como para la explotación, y exigen a los
gobiernos de países pobres que no intervenga en el comercio, pero
ello lo hacen.
El caso de Chile
De enero a noviembre 2004, en Chile las exportaciones generales
se incrementaron, con relación a los mismos meses del año anterior,
en 49,4%, las ventas a EE.UU. lo hicieron en un 22%. Por tanto, la
participación porcentual de ese país en el total se redujo en
enero - noviembre a un 14,9%. En los mismos meses del año anterior
había sido de 17,9%.
Los productos tradicionales siguen siendo la base de las
exportaciones desde Chile, sólo diez bienes representan 62,2% del
total exportado en términos de valor.
Los incrementos desde EE.UU. se produjeron fundamentalmente en
bienes intermedios (+33,2%) y bienes de capital (+30,8%),
creciendo los bienes de consumo en 15,5%.
Si se compara el movimiento comercial de Chile con EE.UU, en ambas
direcciones, se confirma que su crecimiento, en el primer año de
vigencia del TLC, es mayor desde EE.UU. hacia Chile (+30,9%) que
viceversa, confirmando las aseveraciones en este sentido
realizadas antes de ponerse en marcha dicho tratado.
En cuanto a los mercados externos, crecientemente tienden a estar
presentes restricciones no arancelarias, aduciendo preferentemente,
los países industrializados, razones medio ambientales y
sanitarias. EE.UU. negoció el acuerdo de libre comercio con Chile
sin eliminar sus mecanismos de protección y subsidio.
En cuanto a las inversiones hacia Chile -presentado como efecto
fundamental a darse por el TLC- en enero-octubre las de origen en
EE.UU. representaron apenas un 2,1% del total efectuado.
No podemos olvidar que recientemente los gremios del sector de la
salud de Chile realizaron huelgas y movilizaciones acusando al
Gobierno de haber puesto los servicios de salud en el mercado.
El caso de México
Para los promotores del TLC con Estados Unidos pareciera
importarles sólo las exportaciones, como si éstas fueran la única
actividad del comercio exterior. Para respaldar el eventual
incremento de las exportaciones dominicanas, se recurre muy a
menudo al caso mexicano, cuyas exportaciones habrían aumentado
espectacularmente producto del TLC de América del Norte. Claro que
no se dice que las importaciones crecieron mucho más que ellas,
transformando a México de un exportador neto a un importador neto
(con un déficit comercial acumulado igual a 23.032 millones de
dólares entre 1994 y 2000). En suma, en el ámbito comercial el
acuerdo ha favorecido hasta ahora más a Estados Unidos que a
México.
En el sector agrícola encontramos el impacto más dramático. Las
importaciones de maíz y de semillas oleaginosas ha aumentado de
8.8 millones de toneladas métricas al año en 1993 a 20.3 millones
de toneladas métricas en el 2002. Estas importaciones han
aumentando el desempleo rural, se ha perdido la soberanía y la
seguridad alimenticia.
Las supuestas ventajas para los consumidores resultaron ser pura
retórica. De 1994 al 2002, los precios de los bienes en la canasta
básica aumentaron 257%, mientras que los precios que se pagan a
los agricultores sólo incrementaron 185%.
Consideramos que debemos demandar una demora, mientras tanto
potenciar internamente el país, para que tenga la capacidad de
hacer una discusión seria y responsable para defender la soberanía
nacional y los derechos elementales del pueblo y sus
organizaciones, incluyendo a la sociedad civil, y en especial a
las organizaciones sindicales, en las discusiones del citado
Tratado.
Como se ha explicado que los Estados Unidos se comprometen a
garantizar los acuerdos laborales internacionales, especialmente
los de la OIT, detallamos a continuación cual es la situación de
ese país frente a los Convenios Internacionales.
No es posible que un país pueda garantizar Acuerdos que ellos
mismos se han negado a ratificar.
ANEXO
De 185 Convenios de la OIT, Estados Unidos ha ratificado 14, de
los
cuales 12 están en vigencia.
Estados Unidos
Miembro de 1934 a 1977 y desde 1980
14 convenios ratificados (12 en vigor)
C. 53
Convenio sobre los certificados de capacidad de los oficiales,
1936
(núm. 53)
29.10.1938
C. 54
Convenio sobre las vacaciones pagadas de la gente de mar, 1936
(núm.
54)
El convenio no ha entrado en vigor
29.10.1938
C. 55
Convenio sobre las obligaciones del armador en caso de enfermedad
o
accidentes de la gente de mar, 1936 (núm. 55)
29.10.1938
C. 57
Convenio sobre las horas de trabajo a bordo y la dotación, 1936
(núm.
57)
El convenio no ha entrado en vigor
29.10.1938
C. 58
Convenio (revisado) sobre la edad mínima (trabajo marítimo), 1936
(núm. 58)
29.10.1938
C. 74
Convenio sobre el certificado de marinero preferente, 1946 (núm.
74)
9.04.1953
C. 80
Convenio sobre la revisión de los artículos finales, 1946 (núm. 80)
24.06.1948
C. 105
Convenio sobre la abolición del trabajo forzoso, 1957 (núm. 105)
25.09.1991
C. 144
Convenio sobre la consulta tripartita (normas internacionales del
trabajo), 1976 (núm. 144)
15.06.1988
C. 147
Convenio sobre la marina mercante (normas mínimas), 1976 (núm. 147)
15.06.1988
C. 150
Convenio sobre la administración del trabajo, 1978 (núm. 150)
3.03.1995
C. 160
Convenio sobre estadísticas del trabajo, 1985 (núm. 160)
11.06.1990
C. 176
Convenio sobre seguridad y salud en las minas, 1995 (núm. 176)
9.02.2001
C. 182
Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil, 1999 (núm.
182)
* Este texto corresponde a la exposición de José Gómez Cerda, en
el Seminario sobre el TLC, organizado por la Coalición de Apoyo al
TLC, y el Consejo de Unidad Sindical (CNUS), el viernes 11 de
febrero 2005, realizado en la Pontificia Universidad Católica
Madre y Maestra, en Santo Domingo.
https://www.alainet.org/es/articulo/111356
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