La papamanía
17/04/2005
- Opinión
Los medios de comunicación saturaron en exceso y hasta el cansancio la información sobre el lamentable deceso de Juan Pablo II. La gente quedó indigesta con tantas horas de transmisión en directo que dejaban entrever la triste orfandad en que quedaba el mundo católico por la irremediable muerte de su conductor espiritual.
Sin minimizar su descollante figura de líder mundial que le granjeó el aplauso de multitudes, el afecto y admiración de muchos gobernantes y líderes religiosos de otros credos y confesiones, Karol Wojtila , el papa polaco, no jalonó a la Iglesia Católica a una posición progresista, ni propició los impostergables y exigentes cambios pedidos por la feligresía al interior de su dogmática y mas bien congeló todo cuanto había logrado el Segundo Concilio Vaticano de Juan XXIII, el grande, quien para su convocatoria había señalado: “ La Iglesia asiste en nuestros días a una grave crisis de la humanidad, que traerá consigo profundas mutaciones. Un nuevo orden se está gestando, y la Iglesia tiene ante sí misiones inmensas, como en las épocas mas trágicas de la historia.”1.
Contrasta sí y de qué manera, la pomposidad, lujo, vanidad y riqueza del Vaticano, con la humilde encarnación, - nació en un pesebre -, misión y crucifixión del Carpintero de Galilea: Jesús de Nazaret, fundador y sustentador de la Iglesia, que combatió y se enfrentó a los poderes demoníacos de su época representados por la religión y la política. Finalmente éstos lo torturaron y crucificaron. La historia cuenta que esto sucedió a instancias de Anás, Caifás y los principales sacerdotes (religiosos) en contubernio con Herodes y Poncio Pilatos (políticos).
Hans Kung, el reconocido teólogo católico-alemán, y uno de los mas influyentes en el aggiornamento de la Iglesia y los cambios introducidos en el Segundo Concilio Vaticano, lo expresa mejor: “Jesús desborda todos los esquemas…para escándalo de los devotos se identifica con todos los infelices y los “pobres diablos”: con los herejes y cismáticos (samaritanos), con los inmorales, (rameras y adúlteras), con los comprometidos políticamente, (publicanos o recaudadores de impuestos y colaboracionistas), con los excluidos de la sociedad y los postergados (leprosos, enfermos, miserables) , en general con el pueblo bajo (que no conoce o no practica la ley)”2.
En la ceremonia fúnebre del Papa, había de todo, gobernantes genocidas, corruptos, de moral puritana, violadores de los derechos humanos y uno que otro obispo tolerante con sacerdotes pedofílicos y de otros comportamientos y conductas inapropiadas.
Papamanía vamos a tener por mucho tiempo. El culto al Papa o a cualquier otra persona, por insigne que sea, Sistema o ídolo de cualquier naturaleza, opaca y anula a Jesucristo. Sutilmente aliena a las masas desesperanzadas que tienden a adoptar una religiosidad alejada de Dios y de la Palabra que es Vida. Suplanta de plano la fe salvadora en el crucificado y resucitado, que a decir del apóstol Pedro, (primer Papa de los católicos) “solo en Jesucristo hay salvación, porque no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos”, Hechos 4:12.
Roma no cambia, su conservadurismo inamovible no ha permitido que el Espíritu Santo sople sobre ella nuevos y frescos vientos para el confuso presente y el oscuro y tormentoso futuro. Si Juan XXIII hizo la apertura, Juan Pablo II fue regresivo, dándole y otorgándole al Opus Dei todas las prerrogativas presentes y futuras. Las nuevas lenguas dadas por el Espíritu Santo a los apóstoles y a la naciente comunidad cristiana del Primer Siglo, en Hechos capítulo 2, para facilitar la comunicación con las diversas culturas de su época, podrían también, en espacios mas amplios, sintonizar a Roma con la ciencia y los nuevos saberes del mundo globalizado, pero no aparecen. Sí apareciera de nuevo este carisma, seria posible un fecundo diálogo inter -religioso, el encuentro constructivo de las civilizaciones a fin de facilitar la convivencia y la paz, la promoción de la civilización del amor con visión planetaria y una mayor libertad y tolerancia para con todos quienes no piensan ni actúan como ella.
Asuntos de fondo Roma los elude y rechaza: el tema de la familia como realidad cambiante, la planificación, el uso del condón y otros métodos anticonceptivos, el ministerio de la mujer, el celibato, la pobreza y el deterioro en la calidad de vida de millones de personas en los llamados países de Tercer Mundo mayormente católicos, el aborto, el abuso y la violencia infantil e intrafamiliar, el genocidio y etnocidio sistemático de poblaciones indígenas iniciados con la Conquista de América y la comunidad gay, la proliferación de armas de destrucción masiva, la desigualdad social, la narco-guerra, el deterioro y destrucción del medio ambiente etc. Por ello tal vez su afinidad creciente que tuvo con George W. Bush y todos los fundamentalistas de su aparato de muerte y satanización. Que el nuevo Papa sea europeo, africano, oriental y/o latinoamericano no es relevante. Lo novedoso y ejemplarizante sería que su estilo de vida y magisterio se parecieran más a Jesucristo.
Pero si por Roma llueve por el lado protestante no escampa. Una gran mayoría de líderes cristianos, movimientos políticos de corte confesional evangélico, pastores e iglesias evangélicas de Estados Unidos e Hispanoamérica siguen al pie de la letra la teología, directrices, visión y acción apocalípticas que salen de la Casa Blanca convertida hoy en Vaticano religioso fundamentalista de los evangélicos. Con un agravante que este nuevo Vaticano, protestante, es demasiado sensible a los intereses de fundamentalistas religiosos de su nación y declara guerras e invade a otros países que considera de Satán y ejes del mal.
l. - Documentos del Vaticano II.
2.- Libertad del Cristiano. Hans Kung
Alfredo Torres Pachon , pastor y escritor,
https://www.alainet.org/es/articulo/111787
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