La eliminación de las barreas no arancelarias: el espejismo del espejismo

25/04/2005
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A propósito del discurso oficial acerca de la necesidad de derribar las “barreras no arancelarias” con el fin de alcanzar un TLC “bien negociado”, que brinde “acceso real” a los productos colombianos al mercado norteamericano, vale la pena retomar algunos elementos que al respecto trae un estudio del Departamento Nacional de Planeación de Daniel Vaughan Caro del 4 de abril de 2005, “Tratado de Libre Comercio y Barreras No Arancelarias: Un Análisis Crítico”. Debe recordarse que estas “barreras” se refieren a requisitos adicionales, diferentes a los aranceles, que los países colocan a los productos extranjeros para brindar protección a distintos sectores de su economía. Estos instrumentos se han hecho más comunes en los últimos años en la medida en que los impuestos o derechos aduaneros o aranceles se van eliminando. Principalmente estas “barreras” son de cinco clases: técnicas, cuando se trata de requisitos de calidad o sanitarios, de cantidades, cuando el ingreso de un bien foráneo está sometido a unas cuotas máximas que se asignan a cada país proveedor del correspondiente mercado, de precios, cuando se establece un precio mínimo al cual el artículo extranjero debe ser vendido en el país comprador, de investigación, cuando el bien importado está sujeto a control permanente en su precio o cantidad y puede ser regulado en cualquier momento, y de subsidios, cuando se aplican ayudas directas o indirectas internamente a la materia prima o a los frutos de valor agregado para mejorar su competitividad frente a las importaciones. Los negociadores colombianos estiman que el TLC con Estados Unidos estaría “bien negociado” si tumban el sistema vigente de barreras no arancelarias en la nación estadounidense, algo que ningún país ha logrado hasta ahora, para, según ellos, abrir “el mercado más grande del mundo” a las exportaciones colombianas. El 70% de dichas barreras en el país norteamericano es de tipo técnico, como normas sanitarias, presentación de los productos o de pesas y medidas, el 17% es de cantidades, el 13% es de precios y más del 40% se aplican a géneros agropecuarios aunque las manufacturas también están cobijadas. El estudio de Vaughan critica a quienes han predicho que la desaparición de esos requisitos adicionales le asignaría de inmediato grandes cantidades de mercado a Colombia, afirmando que concluir esto es asumir que los productos colombianos son sustitutos perfectos de los norteamericanos; acorde con Vaughan, esta es una afirmación errónea ya que los parámetros de selección de los consumidores no operan en sentido tan directo e inmediato y menos aún si además nuestras exportaciones deben competir con las de otros países. Por ello considera que los cálculos que se han hecho sobre las posibles ventas de confecciones, de productos de pesca, de cuero y de azúcar, en caso de darse en el TLC un escenario de liberación total, están sobreestimados. Vale agregar que el 20% de las transacciones externas de Colombia hacia Estados Unidos tienen barreras no arancelarias. En dirección contraria, como Colombia, en aras del Tratado, también eliminaría sus barreras no arancelarias, las importaciones en muchos sectores crecerían más de un 5 por ciento. Entre ellos, según los cálculos iniciales de Vaughan, estarían el arroz en cáscara, los otros cereales, los vegetales, las oleaginosas, las fibras vegetales, la carne de ganado, la lana, otros productos cárnicos, los lácteos, las bebidas y el tabaco, los textiles, el vestuario, los productos de madera, los plásticos, químicos y caucho, la maquinaria y equipo, los equipos electrónicos y otras manufacturas. Es bueno observar que, a raíz de las ventajas otorgadas en el TLC, Estados Unidos no tendría competidores aquí en muchas de estas ramas como fruto del monopolio que en la práctica se le otorga. La eliminación de las barreras no arancelarias tanto en las colonias como en el Imperio favorecerá primordialmente a este último. El laberinto de la negociación del TLC cada vez parece tener menos salida y se ha tornado en una sucesión de entelequias que se desvanecen tan pronto como aparecen y el de la eliminación total de las barreras no arancelarias parece ser el máximo espejismo de todos los espejismos del TLC, puede ser “peor el remedio que la enfermedad”. * Aurelio Suárez Montoya, La Tarde, Pereira
https://www.alainet.org/es/articulo/111841

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