La fractura de las Américas
11/05/2005
- Opinión
El proceso de elección del nuevo secretario general de la
Organización
de Estados Americanos (OEA) evidencia una inesperada e
histórica derrota
para la diplomacia estadounidense. No por el hecho de quién
fuera el
elegido, en este caso el ex ministro de Interior chileno
Miguel Ángel
Insulza, sino por la serie de desencuentros, retiros y un
procedimiento
de votación inestable, que deja entrever muchas claves de
la nueva
configuración geopolítica en el continente americano y de
sus relaciones
con Washington.
Claves, intereses y pactos
Varias lecturas se extraen de esta inédita votación. En
primer lugar, lo
histórico de este procedimiento es que, por vez primera,
pierde el
candidato preferido por Washington. En segundo lugar, que
la OEA debe
necesariamente entrar en una fase de reestructuración, para
reacomodar
un lugar en el hemisferio que no siempre ha sido efectivo a
la hora de
solucionar crisis. Y, en tercer lugar, que los consensos
vienen
precedidos por una frenética actividad de alianzas y pactos
políticos,
en esta oportunidad más notorios que de costumbre.
La rocambolesca renuncia, por escándalos de corrupción en
su país, del
ex secretario general, el costarricense Miguel Ángel
Rodríguez, el
pasado mes de septiembre, ya evidenció la complejidad del
asunto.
Washington ensalzó inmediatamente como candidato al ex
presidente
salvadoreño, Francisco Flores, pero éste se retiró al no
conseguir
apoyos mínimos. Ya aquí se reflejó un hecho muy notorio:
que, en la
actual coyuntura, el tener apoyo estadounidense no es razón
suficiente
para tener apoyo regional.
Inmediatamente se definieron dos personajes, el canciller
mexicano
Eugenio Derbez y el chileno Insulza. Washington, amparado
por los países
centroamericanos, se apresuró en apoyar a Derbez, lo que
provocó una
alteración en las buenas relaciones entre mexicanos y
chilenos. Pero la
práctica totalidad de los suramericanos lo hicieron por
Insulza. Si lo
analizamos desde el punto de vista geopolítico, esta
fractura la cortaba
el itsmo de Panamá. Pero Derbez se retiró también, lo cual
constituyó
otra derrota para Bush. Y, de paso, se ahondó aún más la
irritación
diplomática entre Washington y Caracas, al apoyar el
gobierno de Hugo
Chávez al candidato chileno.
Aquí tenemos otra clave: la disputa política y diplomática
entre Bush y
Chávez, que venía manifestándose ante las acusaciones
estadounidenses de
carrera armamentística y exportación de la revolución
bolivariana por
parte de Chavez, se trasladó a la OEA y este escenario
parece marcar
buena parte de las relaciones entre Washington y América
Latina.
Mientras la OEA votaba, la diplomacia de estos dos países
se activaba
con gran dinamismo: la secretaria de Estado, Condoleeza
Rice, iniciaba
una gira por Brasil, Chile y Colombia para lograr, sin
éxito, un marco
pragmático para contener a Chávez. Salvo el colombiano
Uribe Vélez, la
respuesta que Rice recibió de Lula da Silva y Ricardo Lagos
fue, más que
todo, una exigencia: la de una mayor moderación hacia
Chávez.
Simultáneamente, el presidente venezolano suspendía la
tradicional
relación militar venezolana con EEUU, vigente durante 35
años, e
iniciaba en La Habana un encuentro hemisférico para
condenar el ALCA
concebido por Washington, y aplicar el ALBA, la Alternativa
Bolivariana
para las Américas. Mientras, reforzaba el convenio
petrolero y comercial
con Cuba, estrechando aún más los lazos del eje cubano-
venezolano.
En este acto participaron dirigentes que se espera
conformen una nueva
alternativa de izquierda popular y más radical, diferente
de la
pragmática vía empleada por Lula y Lagos. Estaban allí el
nicaragüense
Daniel Ortega, el salvadoreño del FMLN Shafik Handal y el
boliviano Evo
Morales. En La Habana, Fidel entronizó a Chávez como el
líder
hemisférico de esta alternativa en claro desafío a la
hegemonía
estadounidense.
Fracturas hemisféricas
Si hacemos caso de lo que declaró el presidente chileno
Lagos,
parecieran existir elementos, tanto en Washington como en
Caracas, que
alientan la confrontación entre ambos países, a tenor de la
agresividad
verbal entre funcionarios de ambos gobiernos en los últimos
meses. Es
posible que Lagos tenga razón y se ingrese en el terreno de
la
exageración al considerar que la clave de la nueva relación
en el
continente sea esta disputa entre el ALCA estadounidense y
el ALBA de
Chávez y Castro. En América Latina, la política
estadounidense actual se
traduce en tres vértices: ALCA, Plan Colombia y Brasil, con
su
prolongación en Mercosur. Pero es notorio que existe un
clima de cierta
ruptura con el gobierno venezolano, quien celebró la
elección de Insulza
como un triunfo propio y una derrota estadounidense. Cada
vez más, la
revolución bolivariana de Chávez y su posible expansión,
constituye un
dolor de cabeza para el gobierno de Bush.
¿Quiénes realmente ganan con la elección de Insulza? El
principal
beneficiado puede ser el sistema interamericano. La
elección de un
personaje considerado como moderado y con grandes dotes
diplomáticas
debe ser el punto de partida para el reforzamiento del
papel de la OEA,
muy criticado tras las recientes crisis en Haití y
Venezuela.
La pertenencia socialista de Insulza reafirma también el
viraje a la
izquierda en el continente, sobretodo en América del Sur,
al tiempo que
se traduce en un apoyo a las opciones más pragmáticas
encarnadas en Lula
y Lagos. En este aspecto, Washington ya se apresuró a
felicitar a
Insulza y considerar que también obtuvieron una victoria.
Pero es evidente que la votación en la OEA reveló la
pérdida de
capacidad de maniobra estadounidense en la política
latinoamericana, una
ausencia de estrategia viable para la región (su diplomacia
hacia Chávez
así lo evidencia) y la mala imagen hemisférica del
presidente Bush, no
exenta de torpezas: Roger Noriega, delegado para política
hemisférica
norteamericano, confundió a Insulza con un “agente del
gobierno
venezolano”. Declaraciones aparte, la elección de la OEA
mostró las
fracturas hemisféricas, al menos de naturaleza geopolítica,
entre la
alternativa de libre comercio del ALCA y las fórmulas de
integración más
endógenas.
- Roberto Mansilla, Analista de IGADI
(Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional)
Agencia de Información Solidaria
infosolidaria@infosolidaria.org
https://www.alainet.org/es/articulo/111954
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